Actividad yihadista en el Magreb y el Sahel, diciembre 2023

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Casos de estudio Magreb y Sahel diciembre 2023

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La actividad yihadista en la región de África Occidental sufre un ligero incremento durante el mes de diciembre (136), si bien las cifras de ataques se mantienen constantes con respecto al análisis anterior (132). Sin embargo, el nivel de mortalidad aumenta considerablemente en toda la región de estudio, alcanzando las 636 víctimas, un volumen un 13% mayor comparado con el mes de noviembre. La magnitud de la violencia terrorista también marca la diferencia con respecto a otros análisis mensuales, habiéndose producido al menos tres ataques de alto impacto en Mali, Nigeria y Burkina Faso que, en conjunto, se habrían cobrado las vidas de más de 186 personas.

 

Las claves del mes:

  • Uno de los peores ataques tiene lugar a finales de mes cuando militantes de Katiba Macina asaltan el cuartel de Souli (Burkina Faso) y terminan con la vida de al menos 60 soldados.
  • El rehén sudafricano Gerco van Deventer es liberado por JNIM tras seis años secuestrado en Mali.
  • Combates entre las fuerzas armadas malienses y militantes de Daesh provocan la muerte del jefe del Estado Mayor de EI-Sahel en Ménaka

 

 

Análisis de las regiones de estudio

A continuación, se ofrece un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de diciembre de 2023.

 

Sahel Occidental

Los índices de letalidad muestran un empeoramiento de las condiciones de seguridad en Burkina Faso, que, pese a no variar considerablemente los niveles de actividad terrorista, sí aumenta notablemente el volumen de víctimas a consecuencia de estos ataques. En el mes de diciembre se habrían producido un total de 47 ataques en su territorio, la mayoría de ellos de bajo impacto[1]. Lo que sí aumenta sustancialmente es el nivel de impacto de los ataques con respecto al mismo periodo del mes anterior: de perpetrarse tres incidentes de medio y gran impacto se ha pasado a cinco en esta ocasión, todos ellos perpetrados por combatientes afiliados a JNIM. De estos, los tres de mayor impacto en términos de balance de víctimas se han perpetrado contra las fuerzas armadas burkinesas en los últimos días del mes, siendo el más mortífero el ocurrido en la provincia de Loroum, al norte del país (caso de estudio #108). En una fecha tan señalada para las festividades navideñas como es el 25 de diciembre, militantes pertenecientes a Katiba Macina asaltaron y tomaron el cuartel de Souli, acabando con la vida de al menos 60 soldados en el proceso y dejando decenas de heridos. Este ataque se habría producido como respuesta a las represalias del ejército días antes en el estado de Soum en el transcurso de un ataque terrorista que dejó un balance de 62 víctimas mortales y permitió a los combatientes hacer acopio de un gran arsenal de armas, municiones y vehículos.

El asalto de Souli del mes de diciembre reviste una particular gravedad al ser considerado el tercer ataque más mortal del año, solo por detrás de los ocurridos en Niafunke (Mali) y el anteriormente mencionado en Soum, ambos ocurridos durante el mes de noviembre. Esto quiere decir que Burkina Faso lidera holgadamente la comparativa regional tanto en número de ataques como de víctimas mortales en todo 2023.

 

 

Si el caso burkinés resulta preocupante, en Mali las actividades violentas y los índices de mortalidad tampoco se quedan atrás. En diciembre se registró un gran aumento en los datos de violencia registrada (39) con respecto al mes de noviembre (26), alcanzando unos niveles muy similares a su vecino burkinés que únicamente podría compararse con las dinámicas de violencia alcanzadas en el mes de septiembre. En esta ocasión también ha aumentado el número de fallecidos tanto de efectivos militares como de personal civil, especialmente a causa del ataque que combatientes de JNIM efectuaron en el centro de Mali a mediados de mes (caso de estudio #43). En torno al mediodía, elementos de Katiba Macina irrumpieron en la localidad de Farabougou, en el círculo de Niono, con el objetivo de arrasar tanto la aldea como el campamento militar en busca de provisiones y secuestrar a posibles rehenes. Desgraciadamente, el ataque obtuvo un resultado muy positivo para los militantes, cobrándose la vida de al menos 40 personas a su paso -la mayoría de ellas efectivos militares y milicias dozo-, aunque esta cifra presumiblemente aumentará en las próximas semanas por las decenas de personas huidas y desaparecidas. Para asegurar la efectividad de su operativo los militantes también destruyeron las antenas, aislando a la aldea del resto del país y evitando que se informase de todas las atrocidades que se estaban cometiendo.

La presencia de JNIM tanto en Mali como en Burkina Faso, especialmente de su rama semiautónoma Katiba Macina, avanza imparable en la conquista y saqueo de cada vez espacios más amplios en toda la subregión de estudio del Sahel Occidental frente a unas impotentes fuerzas de seguridad que sufren de un gran elemento sorpresa por parte del enemigo, lo que les hace llegar tarde a dar una respuesta a la altura de las circunstancias, gracias en parte a la labor de numerosos informadores sobre el terreno donde planean efectuar el próximo movimiento. En el norte de Mali, sin embargo, las circunstancias son diferentes: las autoridades continúan su progresiva recuperación del territorio todavía controlado por las fuerzas rebeldes encabezadas por el CSP y JNIM. Si en análisis anteriores veíamos cómo las fuerzas malienses y sus socios de seguridad recuperaban Kidal tras una intensa lucha por el control del mayor bastión de la resistencia separatista contra el gobierno central, en esta ocasión se reanudó la marcha progresiva hacia el norte de la ciudad para llegar hasta Aguelhok, ciudad que consiguieron recuperar el pasado 20 de diciembre. La toma de posición de territorios controlados por rebeldes es sin duda un paso importante para la victoria moral de las fuerzas de Mali, decididas a tomar el control de todo el territorio nacional, y Aguelhok tenía aquí un gran valor simbólico, ya que fue el lugar donde se cometió una gran masacre por parte de elementos del MNLA contra soldados malienses en 2012, pereciendo 153 efectivos.

Esta estrategia militar contra el terrorismo por parte del Ejecutivo de Goïta se traslada también al flanco oriental del país contra los combatientes de EI-Sahel, donde a principios de diciembre se cosechó un gran éxito en la lucha antiterrorista al eliminar a Adamou Diallo, alias Oussama Diallo, jefe del Estado Mayor de EI-Sahel. Diallo fue abatido en las afueras de Ménaka en combate contra las fuerzas malienses, según informaba el secretario general del MSA en la red social X. Este individuo, cuyo cuerpo sin vida puede encontrarse todavía circulando en los medios, había sido responsable de numerosos ataques tanto en Mali como en Níger, incluyendo la emboscada en Tongo Tongo (Níger) el 4 de octubre de 2017 contra un contingente conjunto de Fuerzas Especiales estadounidenses y nigerinas, que terminó con la vida de cuatro soldados estadounidenses y cinco nigerinos.

En Mali también ha ocurrido otro hecho señalado a lo largo de diciembre: se ha procedido a la liberación del paramédico sudafricano Gerco van Deventer, que en 2017 fue secuestrado en Libia por grupos armados para posteriormente ser vendido a JNIM, con cuyos integrantes el rehén ha pasado seis años. El elevado periodo en cautividad hace que sea el rehén sudafricano que más tiempo ha estado secuestrado, y tras varios intentos de liberación por parte de la familia y una organización benéfica a la que pidieron ayuda, van Deventer fue finalmente puesto en libertad en Argelia a finales de diciembre. Las autoridades argelinas presuntamente habrían jugado un papel clave en la negociación para su liberación, según confirma la propia familia del liberado, aunque su papel no ha sido aclarado públicamente.

Por su parte, Níger continúa manteniendo unas dinámicas de violencia que no han variado con respecto al análisis anterior. En esta ocasión, la totalidad de los ataques (8) han sido de impacto bajo, destacando el ocurrido el 29 de diciembre, cuando militantes de EI-Sahel irrumpieron en las aldeas de Amara y Loudji (Bankilare) y dejaron un balance de 11 víctimas mortales, todas civiles (casos de estudio #126 y #127). Al parecer, las múltiples ofensivas tierra-aire del ejército habrían anulado los canales de comunicación de los combatientes antes de que ocurriera el ataque, lo que habría causado la furia de los terroristas y su principal motivación para asaltar las localidades.

Según afirmaba a mediados de mes el líder de la junta militar, el Gral. Tchiani, el contexto de seguridad en Níger está experimentando una “progresiva normalización”. Un éxito, según él, fruto de las operaciones ejecutadas por el ejército contra los terroristas. Fuentes del Ministerio de Defensa añaden que la retirada de las tropas francesas también “ha impactado positivamente”. La actitud de enemistad del nuevo Ejecutivo con su antiguo aliado de seguridad también se está viendo reproducido con otros actores participantes en el ecosistema de seguridad de África Occidental hasta el punto de negarse a liberar la junta militar al expresidente Mohamed Bazoum, condicionalidad ineludible para levantar las sanciones económicas impuestas por la CEDEAO. El paradero del exdirigente sigue siendo desconocido, e incluso su familia ha denunciado no tener noticias de él desde el mes de octubre, por lo que el estado de Bazoum, tanto de salud como de ubicación, continúa reservado por las autoridades y añade más tensión con respecto a las relaciones entre el país y los organismos regionales.

En el Golfo de Guinea, la tendencia continúa mostrando datos positivos manifestados en anteriores análisis. En Benín se ha reducido a la mitad (2) el número de ataques terroristas comparado con el mes anterior (4), ambos de impacto bajo, manteniendo una cifra en descenso desde septiembre, que alcanzó su máximo del año (7). En Togo se ha registrado únicamente un ataque de JNIM contra un puesto fronterizo con Burkina Faso en la prefectura de Kpendjal (caso de estudio #6), que se saldó con la muerte de tres militares y la retirada de los militantes de vuelta a Burkina Faso, desde donde se habrían introducido a territorio togolés. La feroz resistencia de las fuerzas de las naciones del Golfo guineano se produce al mismo tiempo que el acercamiento de estas naciones a Occidente, renovado socio de seguridad para combatir la violencia terrorista, especialmente de JNIM, en la parte septentrional de estos países.

 

Lago Chad

La subregión de la cuenca del Lago Chad ha mostrado una notable mejoría en sus índices de violencia en el mes de diciembre, pasando de registrar 48 ataques en el anterior periodo a 39 durante este mes. Nigeria mantiene una evolución positiva en las dinámicas de violencia contra efectivos militares y civiles (18), bajando la actividad con respecto al mes de noviembre (25). El volumen de víctimas también ha mostrado una clara mejoría, reduciéndose a la mitad (72) si lo comparamos con el mismo periodo que le precede (144). No obstante, estas cifras deben someterse a un intenso escrutinio: si en muchas ocasiones resulta complejo atribuir la autoría de ciertos ataques a ISWAP o Boko Haram, considerando que sus métodos a menudo son prácticamente indiferenciables, lo mismo ocurre con aquellos actos cometidos por quienes los medios informativos y las fuentes oficiales llaman “bandidos”. Este tipo de agente armado, que puede llegar a aglutinar hasta cientos de muertes en un solo ataque, resulta una figura empleada cada vez con mayor asiduidad cuando no es posible determinar el autor de la acción, lo cual a menudo se entrelaza con la dificultad de identificar si dicho ataque habría sido obra de dos o más grupos actuando en colaboración. Los ejemplos de actos de estos grupos armados son tantos que no pueden explicarse en profundidad en este análisis, pero sí resulta necesario destacar uno de los más relevantes ocurrido, nuevamente, durante el día de Navidad. El pasado 25 de diciembre, una serie de ataques coordinados fue llevado a cabo contra aldeas y localidades de mayoría cristiana en el estado de Plateau, en el corazón de Nigeria, dejando un balance por el momento de casi 200 víctimas mortales y otras tantas desaparecidas. Ningún grupo ha reivindicado la autoría del ataque, y las autoridades se refieren a los autores como “grupos armados” a pesar de que se trata de un ataque coordinado y simultáneo contra un objetivo muy específico: convivientes de localidades mayoritariamente cristianas. Algunos apuntan a una posible motivación intercomunal, al ser objetivo poblados con mayoría cristiana, por lo que la denuncia recae sobre los pastores fulani, de confesión musulmana, entre los cuales las tensiones y enfrentamientos son constantes. Sin embargo, el carácter coordinado de las incursiones invita a realizar una reflexión e investigación más profundas, en lo cual las autoridades nigerianas llevan desde entonces trabajando.

Si nos centramos en los niveles de impacto de la violencia vemos cómo los grupos yihadistas se han centrado en objetivos más reducidos en diciembre, salvo en una ocasión. El 17 de diciembre se registró una confrontación entre las dos facciones que se disputan la dominación de la subregión de Lago Chad -ISWAP y Boko Haram-. Este tipo de enfrentamientos, característicos en los dos actores a lo largo del año, se ha saldado con la muerte de centenares de militantes a ambos bandos, incluyendo altos cargos de ambas filas. En este particular caso de diciembre se trató de un fuego cruzado en Kukawa (estado de Borno), donde al menos 40 combatientes tanto de ISWAP como de Boko Haram perecieron en los enfrentamientos (caso de estudio #59). El primero contó con una superioridad de fuerzas en esta ocasión, obligando a las fuerzas de Bakura a huir hacia el sur.

Por su parte, Camerún mejora ligeramente sus dinámicas violentas con respecto al análisis anterior, acabando el año con una trayectoria similar a la experimentada en todo 2023. Se han registrado un total de 21 ataques sobre su territorio, todos ellos de impacto bajo y la mayoría perpetrados en el departamento de Mayo-Sava, al norte del país. Los enfrentamientos contra fuerzas de seguridad de Camerún han sido infrecuentes en esta ocasión, centrándose en atacar a civiles para sustraerles vehículos y ganado.

 

Magreb

La fuerte presión de las operaciones contra el terrorismo en los países del Magreb provoca que no haya registros de ataques en esta ocasión. Entre ellas destaca el dispositivo policial desplegado por la Policía Nacional española en colaboración con las autoridades marroquíes el pasado 19 de diciembre. La operación se saldó con el arresto de diez individuos por presuntos delitos de adoctrinamiento terrorista, uno de ellos en Farkhana (Nador). Fuentes del servicio de inteligencia interior de Marruecos confirmaron que el arrestado en Marruecos permanece en custodia a la espera de futuras investigaciones que determinen posibles vínculos o planes terroristas en su territorio.

 

Perspectiva regional

La cumbre de la CEDEAO se celebraba en Nigeria el pasado 10 de diciembre en mitad de una grave crisis de legitimidad. Dos de los países más golpeados por el terrorismo en el mundo -Burkina Faso y Mali- se encuentran con unas hostilidades abiertas con el bloque regional por las reiteradas negativas a transicionar a un poder civil, mientras que un tercero -Níger- no cede ante las peticiones de liberación del expresidente y, por tanto, se conforma con la continuidad de las sanciones económicas por parte del organismo. Mientras tanto, otro de sus estados miembros, Guinea-Bissau, se enfrentó recientemente a fuertes momentos de confusión cuando se oyeron disparos en su capital, lo cual llevó incluso al presidente a disolver el parlamento, primero, y designar a un nuevo primer ministro, después, evidenciando una crisis política que corre el riesgo de contagiarse a la seguridad y a la política del resto de la región.

Mientras tanto, la MINUSMA pone fin a sus 10 años de presencia en Mali, confirmándose la reanudación del conflicto armado que había sido paralizado por fuerzas rebeldes -ahora integradas bajo el CSP- y las autoridades nacionales. Estas últimas con socios en transición, y es que recientemente ha aterrizado un nuevo actor en el escenario del Sahel: Africa Corps, un grupo en gestación ya avistado en algunas unidades militares de la zona que aspira a convertirse en la futura presencia militar de Rusia en África para prescindir de la compañía de seguridad empleada hasta la fecha, Wagner, a la que cada vez cuesta más controlar desde el Kremlin.

Rusia es un socio tan cercano a las tres naciones de la triple frontera de Liptako-Gourma que incluso Níger ha posicionado a Moscú como una de sus prioridades en la gira de su primer ministro para buscar un nuevo sistema de alianzas externas, ampliando la brecha de desconfianza con los socios europeos. Burkina Faso parece compartir este sentimiento con su vecino, más todavía a la luz de unos recientes acontecimientos que han dinamitado la relación con París: el 1 de diciembre eran arrestados cuatro individuos franceses en Uagadugú, la capital burkinesa, por presuntamente pertenecer al servicio de inteligencia francés. A pesar de que Francia ha negado tajantemente que fueran agentes de su inteligencia militar, los individuos continúan arrestados a la espera de futuros acontecimientos. En lo que respecta al acercamiento burkinés al Kremlin, la reapertura de la embajada de Rusia en su territorio, después de más de 30 años, confirma la voluntad continuista de la nueva junta militar con Moscú y sus nuevas agencias satélites.

La renovación del sistema de alianzas de seguridad no es una sorpresa para las agrupaciones terroristas que dominan la zona, aunque lo observan con cierta inquietud: tanto es así que incluso el propio Iyad Ag Ghaly se vio obligado a hacer una aparición pública en diciembre -la primera desde 2017- atacando a los regímenes de Mali, Níger y Burkina Faso y a sus pactos de alianzas con Rusia, anunciando que “el enfrentamiento ha entrado en una nueva fase” y que los musulmanes locales debían apoyar a los militantes de JNIM contra estos “gobiernos traidores”.

Por todo lo anterior, África Occidental se encuentra experimentando una profunda crisis política, diplomática y de seguridad. Los errores militares en la lucha antiterrorista tampoco están ayudando aquí, como demuestra el reciente ataque de un dron del ejército nigeriano sobre civiles en el estado de Kaduna. Las fuerzas del orden confundieron a los lugareños con elementos de Boko Haram, causando la muerte a al menos 85 inocentes y una histeria colectiva de la población por los constantes bajas de civiles en el transcurso de las operaciones de seguridad.

 

[1] Se consideran atentados de bajo impacto aquellos que causan menos de 10 víctimas mortales; medio impacto, entre 10 y 29 muertes; alto impacto, 30 o más víctimas.