Casos de estudio Magreb y Sahel febrero 2024
Al contrario que en el análisis anterior, los niveles de violencia yihadista en África Occidental aumentan considerablemente en el mes de febrero, llegando a alcanzar las 627 víctimas mortales. Buena parte de este volumen se registra a raíz de una serie de ataques de alto impacto, ocurridos en su totalidad en Mali y Burkina Faso, siendo este un elemento fundamental que define el análisis de situación en esta ocasión.
Las claves del mes:
Análisis de las regiones de estudio
A continuación, se ofrece un análisis de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de febrero de 2024.
Sahel Occidental
La dinámica de violencia yihadista alcanza uno de los peores datos registrados en los últimos años, no tanto por el número de ataques o víctimas sino por su creciente capacidad para cometer atentados de gran impacto en detrimento de acciones de menor repercusión.
Como puede comprobarse en la figura 1, Burkina Faso se enfrenta a uno de los momentos más críticos a su seguridad, especialmente por las acciones de JNIM. Las acciones de Ghaly y sus afiliados han ido escalando posiciones hasta alcanzar unos niveles de letalidad y alcance tales que se han llegado a registrar hasta seis ataques en un solo día (25.02.2024). Uno de ellos, perpetrado en la localidad de Natiaboani, incluso ha llegado a causar un balance de aproximadamente 100 víctimas mortales entre civiles, fuerzas militares y milicias de autodefensa (caso de estudio #110).
Si bien el volumen de ataques en este periodo entra dentro de unos márgenes registrados con frecuencia en términos cuantitativos, el número de víctimas mortales derivado de éstos asciende estrepitosamente: el país ha visto prácticamente multiplicarse la cifra de muertos, pasando de 194 a 385 en un solo mes. Buena parte de este dato tiene su explicación en los tres ataques de gran impacto registrados a lo largo del país, tanto el mencionado en Natiaboani como otros dos en la comuna rural de Kaldiouani y la localidad de Tyekanyebi, todos ellos ocurridos en el este del país, los cuales en su conjunto han aglutinado la mitad del total de los ataques ocurridos en este mes.
En el caso burkinés, los civiles han constituido el objetivo principal tanto de JNIM como de EI-Sahel. Este último ha aprovechado la supuesta colaboración de los locales para justificar la masacre de decenas de ciudadanos, llegando a acabar con la vida de 40 de ellos en el caso de Tyekanyebi y 20 en el de Obouga (casos de estudio #102 y #104 respectivamente).
Una de las derivadas principales que se desprende en el éxito de estas acciones terroristas de gran envergadura es precisamente la gran capacidad operativa de las ramas tanto de Al Qaeda como de Estado Islámico, suponiendo un reto que está desafíando directamente la popularidad última de Traoré. En el caso de su vecino Níger, las operaciones antiterroristas se aceleran precisamente para no contar con este cuestionamiento a su autoridad: a principios de mes, veíamos cómo una misión en el área de Kokoloukou se saldaba con la neutralización de 50 militantes de JNIM, un triunfo de la junta militar de transición muy necesitado en vista de sus actuales condiciones de seguridad y de la reciente ruptura de los acuerdos de asociación militar con Estados Unidos.
En Mali, JNIM finalmente ha mostrado su fuerza en la frontera mauritana. El pasado 8 de febrero se producía un ataque contra un puesto de las fuerzas armadas malienses en la localidad de Melga, en la región de Kayes, a escasos metros de la frontera con Mauritania (caso de estudio #36). El asalto acabó con la vida de cuatro soldados y el puesto militar quedó reducido a cenizas, demostrando cómo la amenaza terrorista se ha materializado definitivamente en los cuatro puntos cardinales de la geografía maliense y ha desafiado la condición mauritana de espacio seguro que disfrutaba holgadamente en estos últimos años.
En el Golfo de Guinea, civiles y militares continúan sufriendo los estragos de la penetración de JNIM en sus fronteras. En Benín se han registrado un total de cinco ataques con víctimas mortales (16 ataques si se contabilizaran también los que no han causado ninguna baja), demostrando cómo las regiones septentrionales de Alibori y Atacora sufren un asedio constante en forma de secuestros espontáneos, robos, emboscadas y, por supuesto, asesinatos. En Togo, la región de Savanes ha sido testigo de dos ataques contra objetivos militares, que han dejado como balance dos víctimas mortales en cada uno de los casos. Por el momento, el modus operandi de JNIM tiene lugar en forma de pequeñas incursiones contra bases de la armada para hacer acopio de material militar, vehículos y armas, al tener en este país una menor capacidad de maniobra que en Benín.
Lago Chad
Nigeria es uno de los países que mejora sustancialmente sus dinámicas de seguridad en términos de violencia yihadista. El país prácticamente ha reducido a la mitad el volumen de ataques a su territorio (18) con respecto al análisis anterior (34), lo cual supone un alivio considerable al poner el foco en los índices de letalidad: en esta ocasión, se han contabilizado 31 víctimas mortales que, comparadas con las 124 bajas del mes anterior, rinde buena cuenta de los datos positivos que se barajan para Nigeria en este momento.
ISWAP capitaliza los índices de violencia en esta ocasión, mostrando un aumento sustancial en el número de ataques atribuidos a este grupo. Como consecuencia, la estrategia ofensiva por tierra y aire a manos de las fuerzas militares nigerianas se ha intensificado en todo el flanco noreste de los estados de Borno y Yobe, llegando a eliminar en una misma operación a unos veinte militantes de la organización, incluyendo a tres comandantes.
Por su parte, ISWAP y la facción de Bakura siguen enfrentándose en las inmediaciones del lago Chad, aunque a diferencia de Boko Haram, ISWAP ha estado concentrando el groso de sus esfuerzos en atacar a fuerzas de seguridad nigerianas, tanto militares como policiales, con asaltos a puestos de control y activación de numerosos IEDs.
En Camerún, los nueve ataques con víctimas mortales registrados han sido de impacto bajo, realizándose acciones puntuales mayoritariamente contra civiles aislados que responden a una disminución de la violencia en el periodo de análisis.
En plena agitación política de cara a las elecciones presidenciales, Chad no ha tenido ningún ataque dentro de su territorio en esta ocasión, una condición que ha permitido a sus fuerzas del orden lanzar una ofensiva aérea contra elementos de ISWAP en una isla del lago que da nombre al país. Al menos una veintena de militantes habrían sido abatidos en esta operación y se habrían recuperado armas, explosivos y equipamiento.
Magreb
En esta ocasión no hay constancia de ningún ataque registrado en los países del Magreb.
Perspectiva regional
La violencia se recrudece en Burkina a medida que en Uagadugú, su capital, desaparecen opositores clave contra el gobierno de transición. El país se encuentra sumido en una espiral de inseguridad y fuerte persecución a la disidencia interna que amenaza con sumir a la población en un periodo de rechazo al ejecutivo militar de no intensificarse las victorias militares contra los insurgentes. En Mali, las regiones del centro y norte del país (Gao, Kidal, Mopti y Koulikoro) no parecen estar cosechando los resultados esperados en la lucha antiterrorista, entre los que se incluyen también los bajos éxitos por parte de sus asociados de seguridad, por lo que ambas naciones se encuentran con un fuerte repunte de índices de violencia, especialmente de JNIM, tanto contra civiles como contra fuerzas de seguridad nacionales e internacionales. En Chad, las validaciones de las candidaturas a la presidencia del país se suceden en mitad de una serie de extraños acontecimientos que empañan la transparencia en las futuras elecciones, especialmente tras la muerte de uno de los opositores y potencial candidato en un ataque contra la sede de su partido en Yamena, capital del país. Este tipo de movimientos con frecuencia se encuentran detrás de la reanudación de la violencia por parte de grupos violentos, que encuentran una ventana de oportunidad en momentos de caos social e incertidumbre política.
Por su parte, la CEDEAO liderada por Nigeria no cesa en tratar de convencer a los tres aliados (Níger, Mali y Burkina) de volver a unirse a la organización. En una cumbre extraordinaria celebrada a finales de febrero, el organismo decidió levantar las sanciones impuestas a Níger en un claro intento de buscar un acercamiento con el que hasta hace bien poco constituía el máxime socio de seguridad de la UE en la zona, y que ahora no deja de demostrar su distanciamiento tanto con el bloque europeo como con la CEDEAO y Estados Unidos. Sin embargo, parece que la decisión de los nuevos miembros de la Alianza de Estados del Sahel con respecto a su inclusión en el bloque económico se mantiene inamovible, lo cual no hará más que redefinir los condicionantes de la relación entre países de la zona en un momento de amplificación de las campañas de violencia terrorista.