El Crocus City Hall de Moscú se convirtió el pasado viernes en el último escenario sobre el que el terrorismo yihadista llevó el horror a su máximo exponente. Más de 130 personas fueron asesinadas y varios centenares de ellas resultaron heridas de diversa gravedad en el mayor atentado terrorista que sufre Rusia en los últimos veinte años y el más letal en Europa desde los ataques de París en 2015.
La reivindicación del atentado por parte de Estado Islámico no ha tardado en producirse. Apenas cuatro horas después de darse la masacre, la organización terrorista reivindicaba a través de su agencia de noticias Amaq en Telegram el atentado yihadista en un escueto comunicado estándar similar al que utiliza en otras ocasiones para dar a conocer al mundo la autoría de determinados ataques. De acuerdo a la estrategia comunicativa seguida en otros atentados de gran envergadura cometidos en el pasado, era de esperar que más tarde se fueran dando otras reivindicaciones en los que la organización terrorista facilitara más información a través de estos mismos medios y de otros canales de su aparato propagandístico en los que se incluyese también imágenes de los terroristas jurando lealtad bajo la bandera de Estado Islámico o facilitando datos sobre la planificación del ataque y el grupo específico responsable del mismo.
Así sucedió la misma noche de los atentados de Moscú, cuando la misma agencia de noticias Amaq publicó un nuevo mensaje más amplio que el anterior en el que se detallaba algo más la forma en la que se había producido el ataque con tres terroristas tiroteando a la multitud y un cuarto incendiando el hall a través de material inflamable y explosivos. Asimismo, el comunicado afirmaba que “habían resultado muertos o heridos 300 cristianos” y era acompañado por una imagen de los cuatro terroristas que cometieron el atentado. Dos días después del ataque, de nuevo la agencia Amaq publicaba un vídeo grabado en primera persona por uno de los terroristas en los que se aprecia cómo fueron tiroteados decenas de civiles inocentes. Con esta información preliminar, y a la espera con toda seguridad de nuevas imágenes, vídeos y mensajes propagandísticos, no cabe duda de que el atentado realmente es obra de Estado Islámico.
A no pocos ha podido sorprender el hecho de que Estado Islámico quisiera atacar a un país como Rusia y no centrara directamente un ataque de estas características sobre Europa Occidental. No obstante, en la narrativa de Estado Islámico no faltan motivos como para tratar de golpear el corazón de Rusia, siendo común dentro de su discurso propagandístico encontrar un argumentario directo para llamar a la venganza, como así ocurre con el apoyo que el gobierno de Putin le ha brindado durante la última década al régimen de Al Assad en Siria o la forma en la que la compañía Wagner se ha aliado con gobiernos como el de Malí para hacer frente a su rama territorial en el Sahel. Todo ello sin olvidar la ya tradicional narrativa yihadista en relación a los agravios históricos sufridos por parte de la población chechena y que en varias ocasiones han desembocado en oleadas de atentados yihadistas sobre territorio ruso.
El ataque sobre Crocus City Hall tampoco parece haber sido una sorpresa para algunos responsables de la lucha antiterrorista. Durante los últimos meses se han repetido varios comunicados a modo de alerta que Estados Unidos o Reino han enviado para que sus ciudadanos estuviesen atentados a posibles ataques terroristas que pudieran darse sobre suelo ruso. Tanto es así que el último de estos comunicados fue emitido por ambas embajadas el pasado 8 de marzo y era incluso más preciso que los anteriores, dado que hacía un llamamiento directo para que los ciudadanos evitasen lugares multitudinarios, haciendo especial mención a salas de conciertos. Por lo tanto, varios de los servicios de inteligencia occidentales eran conocedores de que la amenaza terrorista sobre Rusia estaba sobrevolando al país de forma muy próxima, algo que al parecer no fue considerado bajo el mismo nivel de amenaza por las autoridades rusas. Esto ha supuesto sin ninguna duda un duro golpe para la credibilidad de las fuerzas contraterroristas del Kremlin, quienes han sido incapaces de hacer frente a la materialización de un posible ataque terrorista en su propio territorio y sobre el que sus propios enemigos ya habían alertado.
Una cuestión todavía pendiente de resolver reside en saber qué rama de Estado Islámico ha sido responsable de la acción terrorista en Moscú. De entrada, dos eran los grandes actores señalados: su facción en el Cáucaso y el Estado Islámico en el Khorasan (IS-K). El primero porque buena parte de las amenazas de Estado Islámico hacia Rusia durante los últimos años han emanado y han sido dirigidas desde esta región. Por su parte, IS-K en estos momentos representa la organización terrorista con el aparato de operaciones exteriores más potente y capacitado para cometer acciones terroristas de gran letalidad. Así ha quedado de manifiesto en los pocos meses que llevamos de 2024 con varias acciones terroristas ocurridas, entre ellas en Irán y Turquía. La primera de ellas, la acontecida a principios de año en Kerman durante un multitudinario homenaje el general Soleimani en el que fueron asesinadas 84 personas tras hacerse estallar dos terroristas suicidas al activar sus cinturones de explosivos. El segundo ataque, ocurrido a finales del mismo mes de enero, se produjo en una iglesia en Estambul tras adentrarse en ella dos hombres con armas automáticas que pretendían tirotear a los fieles congregados. Por suerte, el arma de uno de ellos se encasquilló y únicamente consiguieron asesinar a una persona antes de huir. De no haber sido por ese imprevisto, el número de víctimas mortales habría sido considerablemente superior. En ambas acciones terroristas estuvieron implicados ciudadanos de diversas repúblicas centroasiáticas, lo que apunta directamente a la participación directa de IS-K en estos atentados, dado que esta organización terrorista se nutre especialmente de combatientes de nacionalidad tayika, kazaja y uzbeka. De hecho, buena parte de los terroristas detenidos en el atentado de Moscú son de nacionalidad tayika. Si bien todavía Estado Islámico no ha comunicado oficialmente cuál de sus franquicias se encuentra detrás del atentado en el Crocus City Hall, las evidencias apuntan hacia una más que posible autoría de IS-K.
El atentado de Moscú debe ser entendido como un nuevo aviso de que nos encontramos ante los primeros estadios de un nuevo paradigma terrorista que amenaza Europa y que estará probablemente ligado a la figura de IS-K como actor terrorista más determinante, al ser capaz de coordinar y llevar a cabo acciones terroristas sofisticadas y bien dirigidas que superan en estos momentos incluso la capacidad que puede tener Al Qaeda o la estructura central de Estado Islámico. Pese a que originalmente el IS-K era una rama territorial que concentraba su actividad e influencia sobre parte del territorio de Afganistán, Pakistán e Irán, con el paso del tiempo IS-K ha expandido su área de operaciones a otros países centroasiáticos e incluso Europa. Todo ello ligado a una evolución de sus aspiraciones y ambiciones, las cuales ya no solo se limitan a una agenda regional sino más bien a una estrategia global solo al alcance de su matriz sirio-iraquí y de Al Qaeda. Basta con ver la propia propaganda que elabora esta organización como para llegar a esa conclusión, ya que a través de sus medios oficiales, y especialmente su revista The Voice of Khorasan, han hecho especialmente hincapié durante los últimos meses en profundizar en acontecimientos de relevancia internacional, tales como la quema de varios Corán en Suecia, la guerra de Ucrania y cómo sacar partido de esta para la causa terrorista o la instrumentalización de la causa palestina a raíz del conflicto entre Hamas e Israel.
Que en Europa Occidental no se hayan dado durante los últimos meses ataques de similares características al acontecido en Moscú en cuanto a planificación y letalidad obedece únicamente a la eficacia con la que se han empleado los servicios de inteligencia y las fuerzas antiterroristas sobre suelo europeo. Existen varias evidencias que así lo demostraron en 2023 con células terroristas vinculadas a IS-K desmanteladas en Países Bajos y Alemania en julio. No obstante, el mejor ejemplo que muestra cómo células de IS-K dirigidas y coordinadas por la propia organización ya se están asentando sobre territorio europeo con la finalidad de cometer acciones terroristas de gran letalidad la encontramos el pasado diciembre también en Alemania. Allí fueron detenidas cuatro personas de procedencia centroasiática que según apunta la investigación tenían como objetivo cometer un atentado sobre la catedral de Colonia durante la celebración de Año Nuevo. Asimismo, una semana antes habían sido detenidos en Viena otros dos individuos, ambos también de nacionalidad takiya, que permanecían interconectados con aquellos otros detenidos en Alemania, y que al parecer tendrían como misión cometer una acción terrorista en la capital de Austria similar a la que se iba a dar en Colonia. Al parecer, estos terroristas también valoraron la opción de actuar igualmente en Madrid, pero esta posibilidad quedó descartada por no contar con los medios necesarios en España.
Estas operaciones antiterroristas realizadas durante la segunda mitad de 2023 han supuesto la materialización de la amenaza real que ya representa el IS-K para la seguridad en Europa. La posibilidad de que a corto plazo puedan repetirse atentados de alta letalidad como los acontecidos en París en 2015 o Bruselas en 2016 llevados a cabo de forma bien planificada por células terroristas que actúan bajo directrices emanadas directamente del seno de una organización terrorista es algo a tener muy en cuenta. Más todavía si cabe después de que IS-K haya sido capaz de perpetrar un atentado como el del pasado viernes en Moscú. Con ello, se abre un nuevo frente en cuanto a la forma en la que deberá ser entendido el desafío terrorista en Europa. Si bien durante los últimos años la mayor alerta ha provenido por parte de actores solitarios (auto)radicalizados dispuestos a cometer acciones violentas, y que dadas sus limitaciones operativas se ven obligados a cometer ataques de bajo impacto con recursos rudimentarios, ahora debemos añadir esta otra manifestación de terrorismo capaz de establecer e interconectar células terroristas por el territorio europeo bajo unas directrices emanadas directamente desde la organización terrorista. Y no cabe duda de que esta forma de terrorismo en el momento en el que se materialice sobre Europa Occidental lo hará buscando el mayor impacto y la mayor letalidad posible.
Para lograr su objetivo, los terroristas explotarán cualquier ventana de oportunidad que se les presente. Y en este sentido la guerra en Ucrania les ha facilitado una buena vía de acceso hacia el corazón de Europa. Varios de los terroristas detenidos en Alemania y Países Bajos en julio ya utilizaron la ruta ucraniana para adentrarse en el territorio europeo. Asimismo, las facilidades para adquirir en estos momentos armas de asalto y explosivos en el mercado negro a raíz de la guerra en Ucrania también ofrece innumerables ventajas operativas y logísticas para los terroristas. El presidente Putin es consciente de la amenaza terrorista que se cierne sobre Europa Occidental a partir de esta ruta y no ha dudado en utilizarla pocas horas después del atentado en Moscú para atacar directamente a Ucrania aludiendo a que los terroristas tenían planificado huir hacia territorio ucraniano. Así, el presidente ruso daba a entender que Ucrania, cuanto menos, favorecía la actividad y los movimientos de los terroristas de IS-K, lo que implicaría que está permitiendo la llegada de los yihadistas hacia Europa Occidental, aunque evidentemente no haya habido ninguna prueba que permita afirmar tal cosa
El pasado viernes fue Moscú la capital europea que sufrió un nuevo golpe del terrorismo yihadista, pero dadas las numerosas evidencias de los últimos meses, y pese a los enormes esfuerzos que se están realizando en materia de antiterrorismo, no hay que descartar en absoluto la elevada probabilidad de que en los próximos meses se vuelva a repetir un atentado de estas características en Europa Occidental.