El ejemplo de la Comisión ADOS

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En abril de 2018, se constituyó en línea con el “Programa de actuación del Gobierno Vasco para promover la convivencia junto a la comunidad islámica vasca” la llamada Comisión ADOS. Esta comisión a cuya constitución acudió el presidente autonómico Iñigo Urkullu fue impulsada por la Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación que preside Jonan Fernández. De composición mixta, incluye a representantes del Gobierno Vasco, de las Diputaciones Forales y de la Asociación de Municipios Vascos, representando a cada uno de los niveles de la administración. A estos, se le suman  ocho integrantes de las Comunidades Islámicas de Euskadi. Estos integrantes, que no representantes, son escogidos por su idoneidad en relación a las actividades de la comisión. Resulta necesario recalcar este hecho, pues operar con comunidades religiosas incluye el manejo de susceptibilidades y rivalidades de los liderazgos comunitarios en la búsqueda de notoriedad y fondos públicos.

Entre los cometidos de ADOS está el asesorar al gobierno autonómico en el desarrollo del programa de actuación,  la promoción de un Islam enraizado en la sociedad lejos del comunitarismo excluyente, el de dar respuesta a las necesidades de las comunidades islámicas de ámbito vasco contribuyendo, entre otras cosas, a canalizar una comunicación fluida entre las instituciones vascas y las Comunidades Islámicas. Esta triada que pivota en torno al desarrollo del programa de actuación incluye tres conceptos de interés: comunicación, satisfacción de necesidades e Islam “propio”.

¿Es posible un Islam autóctono? Lo es en cuanto a que toda religiosidad responde a una lógica de elasticidad,pues se da en un ámbito cultural y social más o menos definido y por tanto definible, donde el concepto social de multiculturalismo, queda delimitado por el uso y la costumbre en los límites marcados por la ley. Así, el combate contra el comunitarismo excluyente, pretende primar la concepción de pertenencia a una ciudadanía integradora, sin negar el derecho a la pertenencia comunitaria.

ADOS pretende erigirse en un activo en la ejecución de las recomendaciones incluidas en los programas de participación de la sociedad civil y el empoderamiento comunitario de la Red Europea para la concienciación y la sensibilización de la radicalización de la UE, conocida como RAN. La constitución de un nexo de unión entre la administración y la comunidad es probablemente uno de los puntos más delicados del proceso de implantación de estos programas donde no es raro observar campañas de desprestigio o boicots. En el caso de Euskadi, lo cierto es que se ha abierto un canal de comunicación que en ausencia de ADOS, simplemente no existiría.

¿Cuáles son las recomendaciones del RAN en el trabajo con las comunidades? La concienciación de la amenaza del extremismo, la creación de confianza entre los miembros de la comunidad y el ente público o la construcción de comunidades resilientes, siendo eso sí, realistas de lo que puede lograrse a través de la participación comunitaria.

La Oficina Central de Inteligencia y la Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación apostó desde un primer momento por la búsqueda activa del compromiso de las  comunidades islámicas  con lo valores de pluralidad y convencía. Esta decisión toma como referencia la necesidad de crear confianza entre las comunidades y el ente público, al tiempo que se establecen barreras normativas a la vivencia comunitaria.

 ¿Una apuesta arriesgada? Desde luego. Las experiencias de prevención con las Comunidades Islámicas en el Reino Unido dan cuenta de que se trabaja con un arma de doble filo. Las detenciones bajo la necesaria lógica de alerta temprana enrarecen el campo de trabajo del operador  con las comunidades   y atentados como el de Barcelona  generan una presión social  sobre el decisor político,  ajeno a los conceptos de convivencia y pluralismo.

Aun así, el propio plan hace referencia en su denominación  al hecho de “promover la convivencia junto a la comunidad islámica vasca”. Se asume, que el problema de la radicalización  deriva en acciones terroristas, no sin antes derivar en problemas de convivencia, lo cual devendría en señal de una posible polarización social. De ahí, que a fin de paliar la posible polarización, el trabajo de inclusión, exija contrapartidas bidireccionales.

Sobre este aspecto, se ha de destacar que existen múltiples perspectivas a la hora de abordar la prevención de la radicalización. Estas dependerán principalmente del decisor político, de los recursos disponibles, de la posibilidad de dispensar incentivos y a la predisposición de las comunidades, la cual puede variar enormemente. Muchas comunidades son de carácter internacional o transnacional y  poseen lealtades ajenas a la realidad social y política  en las que operan. Pueden responder a distintos tipos de agenda, movimientos, corrientes  y liderazgos y no siempre es fácil trabajar en la creación de un Islam “propio”, máxime cuando esta vivencia religiosa puede presentar una  considerable variedad en su ortodoxia y su ortopraxia.

El 17 de enero de 2020, la Comisión ADOS  dio un paso más  al presentar un manifiesto a favor de la convivencia en una reunión con 39 imanes. En este texto se afirma que una convivencia plural e inclusiva necesita asentarse en la “solidez de principios éticos universales y en los valores democráticos” a pesar de que “promover y sostener una convivencia integrada e integradora no resulta fácil, pero es indispensable para promover el bien común”. Los compromisos adquiridos a partir de todo ello son cinco:

  • Los derechos humanos y la cultura de paz en “oposición absoluta hacia cualquier forma de terrorismo, violencia o vulneración de derechos humanos que pretenda justificarse en la religión.”
  • El pluralismo y la diversidad mediante el “rechazo, condena y oposición absoluta ante cualquier expresión de xenofobia, racismo, islamofobia”.
  • La igualdad de género, en cuanto a “rechazo, condena y oposición absoluta ante cualquier forma de discriminación por motivos de género”.
  • La solidaridad y la determinación compartida “en apoyo firme al desarrollo de políticas universales de prestaciones sociales, educación o sanidad, orientadas a la integración, la cohesión y la justicia”.
  • La convivencia social como “defensa recíproca entre miembros de una misma comunidad ciudadana, respetando sus diferencias y priorizando los puntos de unión.”
El 17 de enero de 2020 se firmaba el manifiesto con la presencia de 39 imanes. Fuente: Gobierno Vasco.

El 17 de enero de 2020 se firmaba el manifiesto con la presencia de 39 imanes. Fuente: Gobierno Vasco.

Es ahora cuando se abre la posibilidad de que dichas comunidades hagan suyo el Manifiesto y se comprometan a darle máxima difusión, pero dado el alto número de imanes, 39 exactamente, en una comunidad autónoma con cerca de 50 mezquitas y oratorios el resultado de la convocatoria puede considerarse, con prudencia eso sí, como exitosa.

El Manifiesto incluye las líneas de trabajo planteadas por la Comisión ADOS con las Comunidades Islámicas. El hecho religioso carece de territorialidad pero la vivencia religiosa ser circunscribe a un marco social, territorial y administrativo determinado. Hecho que posibilita, dada la configuración del Estado español como aconfesional, la capacidad de la administración de rubricar acuerdos de cooperación, dispensar ayudar y proveer de  incentivos, supeditados en este caso  a los valores contenidos en el Manifiesto.  Más allá de la pomposidad de su vocabulario, los compromisos de los firmantes devienen en derechos, como lo es la defensa de la administración  ante la islamofobia  y la desigualad económica en forma de ayudas sociales (puntos segundo y cuarto). Pero sobe todo de deberes, en cuanto a oposición al terrorismo, la igualdad de la mujer y la convivencia (puntos primero, tercero y quinto). La Comisión ADOS es una apuesta arriesgada, pero puede tener un buen resultado en cuanto a constituir un punto medio, cabal y mesurado entre la cultura de la integración y la asimilación. La integración en términos holísticos conlleva a la asimilación, por la vía de la inclusión con contrapartidas, al margen de los modelos multiculturales, que derivan  en  muchos casos en comunidades autoexcluyentes  y el de la asimilación individual, origen de los limbos identitarios y el desarraigo, siendo ambos casos vectores de radicalización.