Estado Islámico del Khorasan vuelve a golpear, esta vez desde Bamiyan

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Mercado de Bamiyan (Afganistán) en el que se produjo el atentado el pasado viernes en el que fueron asesinados tres españoles junto a otras tres personas. Imagen: Atlas.

Mercado de Bamiyan (Afganistán) donde se produjo el atentado del pasado viernes en el que fueron asesinados tres turistas españoles junto a otras tres personas. Imagen: Atlas.

El pasado viernes eran asesinados tres turistas españoles, junto a otros tres ciudadanos afganos, en un atentado terrorista en Bamiyan perpetrado por la rama local de Estado Islámico en el Khorasan (IS-K) y que fue reivindicado por la propia matriz de la organización terrorista dos días más tarde a través de su agencia de noticias Amaq.

Este atentado cometido por IS-K vuelve a ser la última demostración de cómo esta rama territorial de Estado Islámico se ha convertido en el principal actor terrorista del momento, pasando a ser la mayor amenaza para fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia de numerosos países, entre los que se encuentran desde Afganistán y Pakistán (Afg-Pak) hasta Estados Unidos, Rusia, Francia o España. Los recientes atentados cometidos por esta agrupación durante lo que llevamos de año en países como Irán, Turquía o Rusia ponen de manifiesto el potencial de su aparato de operaciones externas y la forma en la que ha asumido como propia una agenda global heredada de su matriz. Todo ello sumado a la expansión de su actividad también en términos regionales sobre el sur de Asia, concretamente sobre Afg-Pak, motivada en buena medida por su mayor capacitación a través de la creación de redes de captación en países de repúblicas centroasiáticas como Tayikistán, Uzbekistán o Kazajistán.

Resulta fundamental tener en cuenta la evolución progresiva que se ha dado en la estrategia de IS-K durante los últimos años a medida que han ido asumiendo esa agenda global. Esta realidad no solo se aprecia a través de las acciones terroristas citadas anteriormente en el extranjero, sino también a través de la selección de los objetivos dentro del propio espacio sobre el que ejercen su área de influencia. Si bien históricamente este grupo ha centrado buena parte de sus intenciones en combatir a las minorías chiíes, especialmente la hazara, y a otros grupos extremistas locales o regionales, como pueden ser los propios talibán, durante los dos últimos años han sido cada vez más frecuentes los ataques sobre intereses extranjeros. Sirva citar atentados como el ocurrido en diciembre de 2022 sobre la embajada rusa en Kabul, en el que un terrorista suicida acabó con la vida de seis personas, el sucedido el pasado marzo en la provincia pakistaní de Khyber Pakhtunkhwa, donde fueron asesinados cuatro trabajadores chinos que formaban parte de un megaproyecto de inversión empresarial del gigante asiático sobre energía hidráulica, o el ataque que tuvo lugar el pasado mes sobre otro grupo de trabajadores, en este caso de nacionalidad japonesa que estaban en nómina de Suzuki Motors, en la ciudad pakistaní de Karachi.

Esta serie de ataques sobre objetivos e intereses extranjeros tienen la clara intención de menoscabar las relaciones comerciales de diversas potencias con una Afganistán gobernada por los talibán y una Pakistán sumida en una creciente fragilidad política y securitaria. Los terroristas de IS-K son conscientes de que un deterioro de la situación económica en estos países se traduce directamente en una ventana de oportunidad que les permita obtener un beneficio de la inestabilidad que pueda generarse, de ahí que estén destinando parte de sus recursos a atacar directamente sobre intereses de países inversores con el ánimo de debilitar la economía nacional y deslegitimar de paso a sus líderes políticos e instituciones de gobierno.

Bajo esta misma línea estratégica deben entenderse las campañas propagandísticas realizadas durante los últimos meses por IS-K para atentar dentro de Afg-Pak sobre blancos turísticos, aunque en este caso la narrativa elaborada por el grupo no solo se limita únicamente al aspecto económico, sino que hace también hincapié en el odio hacia los infieles y la forma en la que los gobiernos apóstatas tratan de proteger a estos infieles para poder lucrarse. Así quedó de manifiesto en diciembre de 2023 cuando a través de Al Azaim Foundation, IS-K publicó un panfleto de 33 páginas en el que ya se amenazaba directamente a los turistas extranjeros que tenían intención de visitar Afganistán, y especialmente a los blogueros por sus “comportamientos inmorales”, algo que ha terminado por materializarse en el atentado del pasado viernes en Bamiyan. Además, hay que tener en cuenta que estas crecientes amenazas proferidas por IS-K sobre los turistas han venido dadas en el mismo momento en el que el gobierno talibán afgano ha decidido impulsar el turismo en el país en un intento de aperturismo que le permitiese obtener un mayor reconocimiento internacional. Sin embargo, el atentado de Bamiyan seguramente supondrá un nuevo varapalo propiciado por IS-K para los intereses talibán.

El comunicado en el que Estado Islámico se atribuye el atentado de Bamiyan resulta ilustrativo de cara a comprender la justificación que el grupo terrorista realiza sobre este tipo de acciones terroristas, ya que deja entrever tanto su propia línea estrategia como sus planteamientos ideológicos. En primer lugar, el comunicado afirma que el ataque se llevó a cabo sobre ciudadanos de países que formaban parte de la coalición internacional que combate a Estado Islámico y que además eran “cristianos idólatras”.  Este discurso anti-occidental es acompañado por otra narrativa que ataca directamente a la tradición y la cultura china, sin olvidar que el atentado de Bamiyan se produjo sobre un destino turístico conocido por la adoración hacia los dos budas gigantes que en su día hubo, y a los talibán, a quienes IS-K acusa de proteger estos símbolos religiosos de los infieles. En este sentido, no deja de ser cuanto menos curiosa esta crítica a los talibán, dado que fueron ellos mismos los que en 2001 destruyeron las esculturas de los dos grandes budas tallados en la roca de Bamiyan.

Imagen propagandística de los talibán publicada en 2001 a raíz de la destrucción de los Budas de Bamiyan.

Un último aspecto importante a destacar que se desprende del comunicado de reivindicación del ataque se encuentra en el discurso anti minorías, ya que se hace hincapié en la guerra declarada de Estado Islámico sobre minorías chiíes y se alude al hecho de que varios de los asesinados eran miembros de la comunidad hazara, y que por eso se convirtieron también en objetivo del tirador que abrió fuego en un mercado contra la furgoneta en la que se encontraban los turistas españoles junto a otros de nacionalidad noruega, australiana y lituana.

El atentado de Bamiyan vuelve a situar en el centro de la amenaza a IS-K, pocos meses después de que este grupo terrorista acaparara toda la atención mediática por el atentado en el Crocus City Hall de Moscú. En estos momentos no hay ninguna duda sobre el hecho de que IS-K representa la mayor amenaza terrorista para la seguridad internacional. En los últimos meses han sido varios los ejemplos en forma de atentados por los que ha puesto sobre la mesa su elevada capacidad para atentar de forma precisa sobre objetivos enemigos, ya sea directamente en su propio territorio nacional o sobre los intereses de estos países en suelo extranjero. Y todo apunta a que esta misma tendencia se seguirá repitiendo en los próximos meses tanto en buena parte de Asia como también con toda seguridad en diversas ciudades europeas. No debemos olvidar que IS-K tratará de aprovechar cada oportunidad que pueda surgir para golpear con la mayor letalidad e impacto posible a Occidente y el resto de sus enemigos tanto dentro como fuera de sus fronteras.