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Resumen

Las misiones y estrategias seguidas en la última década contra el terrorismo no están arrojando los resultados esperados en el Sahel Occidental, que se ha convertido en una de las regiones del mundo más afectadas por el terrorismo yihadista, especialmente en la zona que abarca Malí, Burkina Faso y Níger. Así las cosas, nuevos enfoques se abren paso para la lucha contra este tipo de violencia que, en su práctica totalidad, pivotan alrededor del nexo existente entre seguridad, gobernanza y desarrollo, incluyendo, por tanto, nuevas variables que en un principio eran ajenas al ámbito de la seguridad.

No obstante, resulta altamente improbable que la relación entre estas tres dimensiones afecte igual a cualquier escenario geográfico. El presente estudio analiza, a bajo nivel geográfico, la posible relación entre factores relacionados con gobernanza, educación o desarrollo económico y la incidencia de terrorismo yihadista.

El objetivo, por tanto, es dilucidar si efectivamente existe la relación entre estos factores y, en caso de que así sea, cómo de robusta es. Para ello, se analizará de manera cuantitativa y se contrastará con la actividad yihadista cada una de ellas. En caso de que la relación sea positiva, se podrán orientar, de manera más eficaz, las políticas de seguridad y cooperación internacional dirigidas a la región, ya que permitirá la priorización de recursos o zonas concretas.

 

Abstract

Missions and strategies deployed against terrorism in the last decade are not yielding the expected results in the Western Sahel. The area has become one of the most affected regions of the world by jihadism, especially in the area that encompasses Mali, Burkina Faso, and Niger, also known as the “Triple Frontier”. This being the case, new approaches are emerging in the fight against this type of violence, almost all of which revolve around the nexus between security, governance, and development, thus including new variables that were not previously included to the field of security.

However, it is not likely that the relationship between these three dimensions affects any geographical setting in the same way. This study analyses, at a regional level, the possible relationship between factors related to governance, education or economic development and the incidence of jihadist terrorism. The objective, therefore, is to elucidate whether this relationship does indeed exist and, if so, how robust it is. To this end, each of them will be analysed quantitatively and contrasted afterwards with jihadist activity. If the relationship is positive, security and international policies aimed at the region will be more effectively oriented, as it will allow for the prioritisation of specific resources or areas.

 

Introducción 

Uno de los principales desafíos que el continente africano presenta es el terrorismo yihadista. El Índice Global de Terrorismo 2022 señala, un año más, al África Subsahariana como el epicentro mundial de este tipo de violencia, ya que es allí donde en 2021 tuvieron lugar casi la mitad de las muertes registradas a nivel global. Dentro de esta región, la zona más afectada es el Sahel Occidental, donde el aumento de este tipo de violencia ha sido imparable desde 2012, con motivo de la cuarta insurrección tuareg en Malí (Institute for Economics and Peace, 2022).

Las misiones internacionales, principalmente de carácter militar, se han sucedido desde entonces, especialmente la Operación Serval, que devino en Barkahne en 2014; la MINUSMA, a cargo de las Naciones Unidas, y las misiones organizadas por la Unión Europea desde 2013, entre las que destacan la European Union Training Mission (EUTM) en Malí y las European Union Capacity Building Mission (EUCAP) en Níger y Malí, centradas en la formación y capacitación de las fuerzas armadas, policiales y judiciales de cada uno de los países en los que se encuentran. En estas últimas, España desempeña un papel esencial, cuyos objetivos últimos son la creación de Estados robustos, capaces de afrontar las amenazas que se ciernen sobre ellos. A las ya mencionadas, habría que añadir el apoyo internacional de aliados tan fundamentales como los Estados Unidos, o la creación de alianzas regionales como el G5 Sahel.

No obstante, la región del Sahel no solo presenta dificultades en cuanto a seguridad se refiere, sino que adolece de importantes problemáticas internas relacionadas con gobernanza, economía, sanidad, desarrollo y otros servicios básicos. Aquí se encuentran los países con mayor índice de pobreza y subdesarrollo del mundo, y los niveles de inestabilidad política, problemas medioambientales y desarrollo afectan, irremediablemente, al contexto de seguridad, cuya degradación es continua y patente (Naciones Unidas, 2018).

Pese al ligero alivio de la pobreza registrado durante los últimos años, esta se mantiene aún en niveles muy altos (World Bank Group, 2021). La pobreza es notablemente mayor en áreas rurales, donde se aprecia también una mayor presencia de los grupos yihadistas. Esta población, muy dependiente de la economía local, principalmente basada en la agricultura tradicional, ha de afrontar dificultades adicionales, derivadas de problemáticas estructurales como el cambio climático y la falta o escasez de herramientas y soluciones proporcionadas por sus gobiernos, lo que la hace aún más vulnerable. Por otro lado, y en contraste con estos aspectos negativos, también es escenario de importantes oportunidades, como el alto porcentaje de población en edad de trabajar, el potencial para el desarrollo de energías renovables o la existencia de numerosos e importantes yacimientos minerales y de otros recursos naturales.

Son precisamente estas dificultades las que están aprovechando algunos de los grupos terroristas, instrumentalizándolos en favor de su propia agenda, y llegando a mostrarse como proveedores alternativos a las autoridades legítimas, que son las que tienen la obligación de proporcionar unas condiciones de vida dignas a su población. Se puede concluir, por tanto, que la adhesión a los principales grupos de carácter yihadista no reside ya en la ideología de forma exclusiva, sino que en el caso del Sahel, se trataría de una combinación de Estados débiles, corrupción, y mal funcionamiento de las fuerzas armadas—que llegan a necesitar a milicias locales, sin capacitación ni capacidades suficientes, para controlar numerosas zonas de cada uno de sus países—, además de otras debilidades sistémicas relacionadas con sectores tan esenciales como la economía o la sanidad.

Por tanto, teniendo en cuenta los ingentes esfuerzos nacionales e internacionales, que en su práctica mayoría se centran en acciones militares y el sector de la seguridad, y el continuo deterioro de la violencia yihadista, que contrasta enormemente con aquellos, se puede considerar esta estrategia, en cierto modo, insuficiente, para suprimir o, al menos, frenar el avance del terrorismo. Esto está generando, además, un creciente sentimiento de rechazo por parte de la población local, que se resiste a la existencia de operaciones militares extranjeras de larga duración.

Así las cosas, la necesidad de profundizar en el nexo entre seguridad y desarrollo se hace evidente, en busca de un enfoque multidimensional, que también contribuya a paliar estas posibles causas profundas, de carácter más sistémico, ya presente en multitud de acciones desarrolladas por la Organización de las Naciones Unidas y las distintas agencias que la conforman.

Por su parte, la Unión Europea ha mostrado una creciente preocupación e implicación por la situación del continente africano, cuya situación le afecta de manera directa. En este sentido, el papel que España ostenta es especialmente relevante, dado su carácter fronterizo con el mismo, tanto en el ámbito marítimo como en el terrestre. Todo ello se traduce en importantes acciones relacionadas con política exterior, tanto a nivel europeo como a nivel nacional en el caso español, como es el caso de iniciativas como el Plan África y el Foro África 2023. También se aprecia, en el caso europeo, en una de sus principales iniciativas, la Coalición por el Sahel, creada en enero de 2020 y que pretende acompañar las acciones militares con otras destinadas a la gobernanza, el fortalecimiento de los estados de la zona y la mejora de las condiciones de vida de su población.

 

Conclusiones

El presente estudio ha permitido analizar, de manera cuantitativa y a un bajo nivel geográfico, la relación entre terrorismo yihadista y variables como son la débil gobernanza, la precariedad económica o la existencia de servicios básicos como educación o sanidad, con el objetivo de medir si existe, efectivamente, una relación entre este tipo de violencia y el resto de variables planteadas y, en caso positivo, el grado en el que el fenómeno yihadista incide a partir del desarrollo de estos factores. Así, después de todo ello, es posible contestar a las preguntas de investigación planteadas en los primeros apartados del documento.

En primer lugar, los datos muestran una relación positiva entre niveles débiles de gobernanza, medida a través de dos variables, como son los episodios violentos de miembros de las fuerzas de seguridad sobre la población civil y la existencia de enfrentamientos intercomunitarios o interétnicos en cada una de las regiones de estudio, y la incidencia del terrorismo yihadista. No obstante, en este caso, se trataría de una relación de efecto, ya que aquella ha ido en aumento con posterioridad a la llegada e implantación de la violencia yihadista. Se pueden extraer dos grandes conclusiones de esta información. Por un lado, en la primera de estas variables, se puede apreciar una estrategia cada vez más violenta por parte de las autoridades y las fuerzas de seguridad, que se recrudece según aumenta el terrorismo yihadista y que, como se indicaba en el apartado de justificación, abre una brecha, cada vez mayor, entre el Estado y la sociedad civil, que no entiende este tipo de actuaciones. Por otro lado, y en el caso de los enfrentamientos intercomunitarios o interétnicos, se evidencia la instrumentalización de este tipo de problemáticas por parte de los grupos terroristas, ya que estos incidentes han aumentado de forma paralela a su presencia y actividad en las regiones afectadas.

En cuanto a los nexos entre el Índice de Fragilidad, que estudia las condiciones de vida de la población, y el terrorismo yihadista, también se encuentra una relación positiva, siendo las regiones con mayor índice de violencia aquellas con una fragilidad más elevada también, y entre las que resulta de una importancia mayor todo lo relacionado con sanidad y estándares de vida. Destaca, a este respecto, el caso de Níger, en el que no se encuentra relación entre ambas variables, por lo que se recomendaría elaborar un estudio pormenorizado y con un enfoque diferente sobre el país.

Así, el ya mencionado nexo entre gobernanza, desarrollo y seguridad queda empíricamente probado, más allá de los numerosos estudios que afirman la relación entre estas tres variables sin aportación de valores concretos.

Una vez probada la relación entre estos distintos factores, los hallazgos descritos permitirán priorizar los programas de cooperación destinados a Malí y Burkina Faso, no solo por parte de España, sino también de la Unión Europea y otros organismos internacionales, a través de la identificación de regiones prioritarias realizada en la sección octava del presente estudio, que señala, haciendo distinción según la robustez de la relación entre los datos, algunas demarcaciones en las que la prioridad de actuación es alta, y otras en las que la relación resulta más débil, indicadas estas como de prioridad media o baja. De esta manera, se espera que la eficacia de los recursos invertidos en estos programas sea más elevada, ya que permitirá actuar sobre zonas con una mayor vulnerabilidad potencial. También facilitará, evidentemente, el despliegue de este tipo de iniciativas, ya que los datos presentados permiten una mejor orientación de las mismas.

No obstante, con el objetivo de contribuir en mayor medida al diseño de las políticas de Acción Exterior, tanto españolas como de la Unión Europea, convendría realizar un estudio, de características similares a este, que mida dos factores, considerados de relevancia tras analizar los resultados de la presente investigación. En primer lugar, resultaría de utilidad analizar la posible relación entre la existencia de ciertos factores de desarrollo y una mayor aceleración de la implantación del terrorismo, con el objetivo de identificar alguna variable cuya incidencia sea mayor.

En segundo lugar, convendría realizar un estudio similar a este, pero en un marco temporal diferente. En este caso, las variables relacionadas con gobernanza y desarrollo serían actualizadas, considerando así los datos más recientes disponibles, y contrastadas nuevamente con la incidencia del terrorismo yihadista, pudiendo así delimitar con detalle qué efectos tiene este tipo de violencia sobre dichas variables, lo que permitiría priorizar aquellas que se hayan visto más degradadas en cuanto a acciones y programas contraterroristas.