Casos de estudio Magreb y Sahel abril 2022
Abril finaliza con el mismo número de atentados registrados en marzo en las regiones de África Occidental y el Magreb (101). El número de víctimas mortales (337) se ha reducido en más del 40% respecto a entonces, acercándose a las cifras del mes de febrero. Si se considerase el número de terroristas muertos en operaciones militares y perpetración de ataques, esta cifra ascendería hasta 514.
Las claves del mes:
Análisis de las regiones de estudio
A continuación, se ofrece un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio.
Sahel Occidental
Burkina Faso lidera, una vez más, la comparativa regional. No obstante, el número de atentados ha disminuido notablemente—hasta los 37—, volviendo a niveles que no se registraban desde el pasado mes de noviembre.
En cuanto a distribución geográfica, a excepción de dos atentados cometidos en la zona de Poni, que colinda con Costa de Marfil, todos ellos han sido registrados en la mitad oriental del país. Destacan cuatro de ellos, considerados de impacto medio[1], tres de ellos cometidos por la coalición JNIM, afín a Al Qaida. En Bouroum, el 1 de abril fallecieron al menos 20 civiles como consecuencia de un ataque contra un yacimiento minero de extracción de oro (caso de estudio 1). Una semana después, el día 8, las víctimas fueron miembros del ejército de Burkina Faso (doce) y algunos Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDPs) (cuatro) destacados en la base de Namissiguima (caso de estudio 17). Por otro lado, a finales de mes (el día 24), supuestos miembros de la coalición atacaron los destacamentos militares de Gaskindé y Pobe Mengao, causando la muerte de nueve militares y seis civiles (caso de estudio 80).
Con respecto a la filial regional de Dáesh, el recién denominado Estado Islámico en el Sahel (EIS), se encontraría detrás de un ataque en la ciudad de Markoye, en la zona de la triple frontera, en el que murieron 13 civiles (caso de estudio 96).
Es precisamente en esta zona, en la provincia de Oudalan, donde tuvo lugar a principios de mes una operación antiterrorista que, según los informes disponibles, habría causado la muerte de cientos de civiles. Estas acusaciones, que el gobierno burkinés rechaza, se han producido en plena auditoría de la gestión militar del país, de la que se encargaría la Autoridad Superior de Control del Estado y de la Lucha contra la Corrupción (ASCE-LC, por sus siglas en francés).
En segundo lugar, Malí también registra un menor nivel de violencia yihadista, aunque la reducción no ha sido tan drástica como en el caso de Burkina. El país no ha sufrido ningún atentado de medio o alto impacto, y la gran mayoría de ellos han sido cometidos por JNIM.
Sin embargo, a nivel político y militar la situación continúa muy inestable. El mes comenzaba con las acusaciones de exacciones ilegales por parte de las Fuerzas Armadas y personal de Wagner en Moura—que habrían causado la muerte de más de 3.000 civiles—, por lo que el gobierno decidió abrir una investigación sobre los hechos. Posteriormente, tras el traspaso de la base militar de Gossi por parte de la fuerza Barkhane, de la que le hicieron entrega al ejército maliense, el ejército francés fue acusado de haber enterrado cientos de cadáveres de civiles en fosas comunes dentro de las instalaciones militares. No obstante, Francia se defendió de esas acusaciones mostrando un vídeo en el que supuestos miembros de Wagner enterraban, una vez traspasada la base militar, dichos cadáveres.
En cuanto a antiterrorismo, la Unión Europea ha suspendido su misión de adiestramiento militar (EUTM) por no haber “garantías suficientes por parte de las autoridades de transición sobre la no interferencia de la compañía Wagner”, así como por actuaciones como las de Moura. Sin que aún se conozcan más detalles, los datos disponibles indicarían que la misión se trasladará a países vecinos.
Respecto a los países del Golfo de Guinea, tal y como se indica en el apartado introductorio, en Benín se han registrado dos atentados, en los que habrían muerto cinco militares y un policía. El primero de ellos tuvo lugar en las inmediaciones del parque Pendjari (caso de estudio 24), donde un grupo—presuntamente perteneciente a JNIM—haría atacado a una patrulla del ejército beninés. En el segundo caso, un policía murió durante el ataque contra la comisaría de Monsey, también en zona fronteriza con Níger y Burkina Faso. En este caso, el atentado sí fue reivindicado por JNIM (caso de estudio 93).
Por último, en Níger, aunque el número de atentados registrados se mantiene en cinco, se han producido dos sucesos a destacar. En primer lugar, la prisión de alta seguridad de Koutoukalé fue atacada por un gran número de terroristas el domingo, 17 de abril. Se calcula que más de 120 presos encarcelados por terrorismo habrían logrado huir y, por el momento, no se ha ofrecido un balance oficial del número de fallecidos de las fuerzas y personal de seguridad de las instalaciones (caso de estudio 58). Por otro lado, la región de Agadez, en el norte, ha registrado, por primera vez un presunto atentado yihadista, en el que habrían muerto cuatro militares (caso de estudio 34).
Por último, en la región de Diffa se habrían registrado dos atentados contra militares nigerinos, aunque solo uno habría fallecido (casos de estudio 63 y 77).
Además, el parlamento ha aprobado el despliegue de fuerzas extranjeras en el territorio, que previsiblemente será iniciado por Barkhane a lo largo del verano.
Lago Chad
Las tendencias que se mostraban en marzo se han invertido, siendo esta vez los países de los alrededores del Lago Chad los que peor situación muestran. En Nigeria se han registrado 22 atentados, lo que supone cuadruplicar la cifra del mes de marzo (5) y el mayor nivel de violencia de los últimos 14 meses, desde febrero de 2021. Estado Islámico en África Occidental (ISWAP) ha reivindicado el que sería su primer atentado en el estado de Taraba, en la frontera oriental del país, pero considerablemente más al sur que donde desempeñan su actividad tradicional. Los terroristas dejaron una mochila con explosivos en un bar, donde la posterior explosión causó al menos la muerte de tres personas (caso de estudio 67).
Es precisamente en Nigeria donde ha tenido lugar el único atentado de alto impacto registrado en abril. Miembros de Ansaru, grupo afín a Al Qaeda, mataron a al menos 50 miembros de grupos criminales en la localidad de Dansadau, en el estado de Zamfara, en un intento de postularse como proveedores de seguridad en la región, donde la violencia por parte de estos grupos delincuenciales es muy alta. Como parte de esta estrategia, y coincidiendo con el mes de Ramadán, miembros del grupo han desempeñado también acciones sociales, repartiendo comida y ayudas a los ciudadanos de la zona.
También han continuado los enfrentamientos entre las dos principales facciones yihadistas, el ISWAP y Boko Haram. De acuerdo con los datos disponibles, los miembros de la filial de Dáesh habrían sido superados en fuerza por los de Boko Haram (casos de estudio 64, 68 y 83).
En último lugar, Camerún también muestra una tendencia creciente, aunque no tan pronunciada, en cuanto a violencia yihadista se refiere. Se tiene constancia de nueve atentados, todos ellos cometidos contra civiles, que habrían causado la muerte de 12 personas. No obstante, la autoría no queda clara, ya que no hay reivindicaciones de ninguno de los dos grupos.
Magreb
Por tercer mes consecutivo, no se ha obtenido información sobre atentados yihadistas en los países de la región del Magreb. En esta ocasión, solo se tiene constancia de dos operaciones antiterroristas en Túnez. En la primera de ellas (caso de estudio 20), la Guardia Nacional habría detenido a un presunto terrorista, de origen extranjero, que habría llegado al país para unirse a células terroristas. En la segunda, que tuvo lugar en varias localidades simultáneamente, las autoridades detuvieron al menos a cinco sospechosos de participar en delitos de terrorismo (caso de estudio 95).
Perspectiva regional
Pese a la mejora cuantitativa de la situación en la región del Sahel Occidental, hay indicadores que suponen una evolución negativa del contexto. En primer lugar, la suspensión de actividades de la EUTM supone una notable degradación de las capacidades de lucha contra el terrorismo prevista para el ejército de Malí, que continúa incapaz de liderar en solitario estas acciones. Por otro lado, sucesos como las denuncias sobre exacciones ilegales por parte de las Fuerzas Armadas malienses—junto a miembros de Wagner—, o sobre las presuntas masacres de las que acusan al ejército francés, complican aún más el panorama actual: resulta imprescindible que los ejércitos nacionales respeten los Derechos Humanos de los ciudadanos, para evitar que la brecha entre estos y las autoridades aumente—aún más—. Sin la confianza y el respaldo de la población del país, resultará imposible vencer a los grupos terroristas que, como ya se ha indicado en numerosos Observatorios y otras publicaciones como el Anuario OIET, explotan estas debilidades estatales.
Por otro lado, en la cuenca del Lago Chad se evidencia el fortalecimiento de ISWAP, que ha aumentado notablemente su actividad respecto a meses anteriores. Asimismo, si Boko Haram es el que se encuentra detrás de los atentados registrados en Camerún, también supondría un aumento de la fuerza de estos, cuya capacidad se ha visto mermada en el último año.
Además, el incremento de ataques por parte de Ansaru suponen una evolución alarmante. A este aumento de capacidad operativa se le debe sumar la estrategia de reclutamiento iniciada hacia los antiguos miembros de Boko Haram, a los que se dirige en una actitud conciliadora, en contraste con la desplegada por el ISWAP, por lo que podrían tener cierto éxito en una potencial absorción de aquellos. Además, el fortalecimiento del grupo en la región noroeste del país puede suponer la llegada de un nuevo actor al norte de Benín, consolidándose así el inicio de un “corredor” entre los dos focos del terrorismo yihadista de la región.
[1] Se consideran atentados de bajo impacto aquellos que causan menos de 10 víctimas mortales; medio impacto, entre 10 y 29 muertes; alto impacto, 30 o más víctimas.