Actividad yihadista en el Magreb y el Sahel, abril 2023

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Casos de estudio Magreb y Sahel abril 2023

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Por tercer mes consecutivo, los niveles de actividad terrorista de carácter yihadista descienden en África Occidental. Así, abril ha registrado el menor nivel de violencia de 2023, con 115 atentados[1]. Por el contrario, el número de víctimas mortales ha aumentado respecto a marzo (496, frente a 415 de entonces). Si se considerasen los miembros de grupos terroristas muertos durante la comisión de atentados o a lo largo del desarrollo de operaciones de seguridad, esta cifra ascendería hasta 922.

 

Las claves del mes:

  • Finaliza la celebración del Ramadán sin que se registre aumento de la actividad de los grupos yihadistas en ninguna de las subregiones de estudio.
  • Sahel Occidental: atentados de alto impacto en Burkina Faso, donde las tensiones con Francia siguen aumentando. En Mali, el EIS incrementa el control territorial en Ménaka.
  • Cuenca del Lago Chad: primera reivindicación de ISWAP en el estado de Jigawa.

 

 

Análisis de las regiones de estudio

A continuación, se ofrece un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de marzo de 2023.

 

Sahel Occidental

Burkina Faso lidera, una vez más, la comparativa regional con un total de 34 atentados terroristas. El país habría sufrido los tres ataques de alto impacto registrados en el mes de abril[2]. El primero de ellos, perpetrado en la localidad de Kourakou, en la que murieron 31 civiles, fue reivindicado por el Estado Islámico en el Sahel (EIS, en adelante), después de que dos miembros del grupo terrorista fuesen linchados días antes por la población cuando trataban de robar ganado (caso de estudio 22). En cambio, se desconoce la autoría de los otros dos atentados de alto impacto: en el caso de Ouahigouya (caso de estudio 60), es probable que se trate de miembros de la coalición JNIM, teniendo en cuenta la zona en la que fue perpetrado, pero en el de Ougarou, al este del país (caso de estudio 132), la coincidencia de actividad tanto de JNIM como del EIS en los alrededores impide discernir qué grupo se encontraría tras la muerte de 33 militares.

Por otro lado, las fuerzas de seguridad del país continúan protagonizando episodios de violencia contra la población civil; el último de ellos en la localidad de Yatenga, en la frontera con Mali, donde, según la ONU, podrían haber muerto más de 150 personas. En esta ocasión, los miembros de las Fuerzas de Defensa y Seguridad—el ejército nacional de Burkina Faso—habrían ido acompañadas de Voluntarios por la Defensa de la Patria (VDPs), civiles armados que auxilian a las fuerzas armadas en la lucha contra el terrorismo.

Las hostilidades del gobierno burkinés hacia personal francés continúan: en esta ocasión, a las corresponsales de Monde Afrique y Libération, Sophie Douce y Agnès Faivre, les habrían dado un plazo de 24 horas para abandonar el país sin justificar la decisión. q

 

 

Mali no ha sufrido, en esta ocasión, ningún atentado de alto impacto, aunque sí se habrían registrado dos de categoría media, ambos en la región central del país y, presuntamente, cometidos por miembros de la coalición JNIM. En primer lugar, un convoy del ejército maliense fue atacado cuando circulaba entre Sokolo y Farabougou, en la región de Ségou. Al menos 10 militares perdieron la vida. Por otro lado, en el aeropuerto de Sevaré, dos terroristas suicidas se habrían inmolado en sendos vehículos en la mañana del 22 de abril, cuando la población local se dirigía a la mezquita. Un tercer vehículo fue interceptado por las fuerzas armadas antes de que la carga explotase (casos de estudio 95 y 107, respectivamente).

En cuanto al avance geográfico de los grupos terroristas, los enfrentamientos en la región de Ménaka, fronteriza con Níger y cercana a Burkina Faso, continúan. Es aquí también donde el EIS ha afianzado su presencia recientemente, controlando gran parte de su extensión. Según la información disponible, el grupo habría difundido grabaciones en las que ofrecen a los miembros de JNIM la posibilidad de abandonar las armas, o bien de unirse a las filas del EIS, en un intento de dejar las hostilidades a un lado.

En el caso del Golfo de Guinea, la violencia continúa en descenso: en abril solo se tiene constancia de dos atentados, uno en Benín (caso de estudio 74) y otro en Togo (caso de estudio 102), que habrían causado la muerte de ocho civiles en total. Además, en este último, el parlamento ha extendido el estado de emergencia en la región de Savanes, al norte del país, durante 12 meses adicionales, para combatir la presencia de grupos terroristas y frenar su expansión a lo largo del territorio nacional.

 

Lago Chad

La situación de seguridad en Nigeria se ha mantenido estable a lo largo del mes de abril: los niveles de violencia yihadista continúan en niveles bajos y, además, no se tiene constancia de enfrentamientos entre grupos terroristas durante las últimas semanas.

Además, la filial de Dáesh habría reivindicado el que sería su primer atentado en el estado de Jigawa, en la zona norte (caso de estudio 44). Por otro lado, algunos medios de comunicación se han hecho eco de un cambio de tendencia en el modus operandi de Boko Haram, que llevaría meses sin perpetrar atentados de envergadura, optando por un aumento de los secuestros con rescates.

En el resto de países de la subregión—Camerún, Níger y Chad—la situación se mantiene sin cambios: niveles bajos de actividad terrorista en los dos primeros, y ningún atentado registrado en el último.

 

Magreb

El mes de abril ha finalizado sin que se tenga constancia de ningún atentado en los países del Magreb. Esto contrasta con la excepción registrada en el anterior Observatorio, con el asesinato de un policía marroquí a manos de dos individuos afines a Dáesh. Es precisamente en Marruecos donde tendrá lugar la decimonovena edición de las maniobras Africa Lion, organizadas cada año junto a Estados Unidos.

 

Perspectiva regional

La concentración de atentados de alto impacto en Burkina Faso muestra, pese a la mejora numérica de los registros, una tendencia preocupante, ya que evidencia unas altas capacidades de atentar por parte de los grupos yihadistas que operan en territorio burkinés. Ello, unido al desorden mostrado por el gobierno de Traoré a la hora de organizar una respuesta antiterrorista efectiva, así como a los crecientes episodios de violaciones de derechos fundamentales de la población, genera un escenario muy problemático de cara al futuro próximo. Más allá de esto, la movilización general decretada por las autoridades, que otorga al presidente Traoré “el derecho a requisar personas, bienes y servicios y el derecho a restringir ciertas libertades civiles”, podría agravar aún más el contexto de seguridad.

En el caso maliense, se aprecian notables diferencias entre los mensajes emitidos por los líderes de la coalición JNIM y el EIS. Mientras que aquellos abrían ofrecido, meses atrás, un acuerdo mutuo de no agresión—por el que cada grupo continuaría con su lucha por separado—, el EIS no contempla la coexistencia de ambos grupos, sino su asimilación o rendición. Esto evidencia, una vez más, la intención del grupo de aniquilar a su rival para convertirse en el actor principal del terrorismo yihadista en la zona de la Triple Frontera.

Por otro lado, en Nigeria, el atentado de Dutse muestra nuevamente la expansión territorial que los grupos yihadistas están desplegando a lo largo de la geografía nigeriana. Si bien en esta ocasión no supone un cambio notable de tendencia, no se debe perder de vista lo preocupante de una mayor extensión geográfica de estos grupos.

Además, el cambio de modus operandi de Boko Haram supondría un indicador de debilidad material y logística, ya que los secuestros se consideran uno de los primeros y principales recursos por parte de los grupos criminales para obtener financiación de manera relativamente ágil.

 

[1] Los atentados registrados en el presente Observatorio son aquellos de los que se deriva al menos una muerte, ya se trate de civiles, personal de seguridad o miembros de grupos terroristas.

[2] Se consideran atentados de bajo impacto aquellos que causan menos de 10 víctimas mortales; medio impacto, entre 10 y 29 muertes; alto impacto, 30 o más víctimas.