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Casos de estudio Magreb y Sahel noviembre 2021

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Noviembre finaliza con el nivel más bajo de actividad yihadista registrado en 2021: los 89 atentados de octubre descienden hasta los 67 del último mes. No obstante, el número de víctimas mortales se mantiene estable (335 civiles y militares fallecidos), por lo que la mortalidad media aumenta a cinco víctimas por ataque, en comparación con las cuatro de octubre. En caso de contabilizarse las muertes de militantes de grupos terroristas, la cifra total ascendería a 590.

Las claves del mes:

  • Sahel Occidental: notable descenso de la violencia yihadista en Malí, Níger y Burkina Faso, aunque en los dos últimos las víctimas han aumentado exponencialmente respecto al mes de octubre. Ambos han sufrido atentados que han causado un número de víctimas mortales sin precedentes.
  • Continúa la violencia en los países del Golfo de Guinea: se registra el que sería el primer ataque terrorista en territorio togolés. Por su parte, Costa de Marfil ha acelerado su estrategia de contención y prevención en su propia región norte.
  • Las movilizaciones populares contra el ejército francés se extienden más allá de Malí: se registran incidentes en Burkina Faso y Níger.
  • Cuenca del Lago Chad: ISWAP nombra a un nuevo líder del grupo.

Análisis de las regiones de estudio

A continuación, se realiza un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en las zonas de estudio.

Sahel Occidental

Un mes más, Burkina Faso encabeza la comparativa regional. El país ha sufrido el atentado más mortífero contra fuerzas de seguridad nacionales hasta ahora registrado, que conforma uno de los dos ataques de alto impacto[1] de los que se tiene constancia en toda la zona de estudio. En el caso burkinés, el destacamento de gendarmes de Inata, en la frontera norte con Malí, encargado de proteger el yacimiento de oro de la localidad, actualmente inactivo, fue atacado el 14 de noviembre. Al menos 53 militares y cuatro civiles fallecieron tras los enfrentamientos con los atacantes. Días después fue reivindicado por el grupo Ansaroul Islam, perteneciente a la coalición JNIM (caso de estudio 39).

Tras estos sucesos, la Unión Europea ha renovado formalmente su compromiso de ayudar a las autoridades del país a construir un Estado de Derecho y contribuir a la mejora del contexto de seguridad y social.

Por otro lado, el fin de semana del 20 de noviembre, un convoy de la Operación Barkhane que viajaba de Costa de Marfil a Malí fue bloqueado por cientos de manifestantes en la ciudad de Kaya que, al parecer, llegaron a acusar al ejército francés de transportar armas para los terroristas. La multitud impidió su paso y provocó su desvío, casi dos días después, hacia Uagadugú.

En Malí ha tenido lugar un importante descenso de la violencia terrorista, tanto en número de ataques como de víctimas mortales. Todos los atentados registrados (14) habrían sido de impacto bajo y perpetrados por la coalición JNIM. Además, se habrían producido enfrentamientos entre la filial regional de Daesh (Estado Islámico en el Gran Sáhara, EIGS) y JNIM en Ansongo, en la zona de la Triple Frontera entre Malí, Burkina Faso y Níger, región de la que ambos grupos se disputan el control desde hace dos años. En esta ocasión, no obstante, no se tiene constancia de atentados en la frontera occidental del país, en la región de Kayes, aunque sí en el círculo de Nara (caso de estudio 16), cerca de la frontera con Mauritania.

Por su parte, la Fuerza Barkhane continúa con el repliegue hacia la base militar de Gao. En octubre desmantelaron sus instalaciones de Kidal, y estas semanas han comenzado con el de Tombuctú. Ambas quedarán, a partir del mes de enero, a cargo de las Fuerzas Armadas de Malí, y las fuerzas francesas se concentrarán en la base militar de Gao, más próxima a la zona de la Triple Frontera, donde actualmente se concentra la mayoría de la actividad terrorista.

Pese al bajo número de ataques—todos ellos perpetrados por el EIGS—en la región suroeste de Níger (cuatro), la mortalidad de los mismos (un total de 111 víctimas mortales) ha sido muy alta. El más grave, de alto impacto, tuvo lugar contra las milicias civiles de autodefensa de Banibangou, por parte de atacantes que procedían de la Reserva de Ansongo-Ménaka, en Malí. 69 ciudadanos, entre los que se encontraría el alcalde—que estaba al frente de los comités de vigilancia—, habrían fallecido en este atentado (caso de estudio 6). Este ha sido uno de los mayores ataques registrados en la región occidental, donde la violencia se ha recrudecido en los últimos meses, especialmente contra población local y, consecuentemente, con los comités civiles de autodefensa, creados para la protección de los ciudadanos.

Por otro lado, se habrían perpetrado dos atentados de impacto medio: en Dagné, contra el ejército, donde murieron al menos 11 militares (caso de estudio 17), y en Bakorat, nuevamente contra las milicias civiles de autodefensa locales (caso de estudio 48).

Una semana después de las protestas registradas en Burkina Faso contra las tropas francesas, un grupo de manifestantes en la localidad de Téra trató de bloquear el paso de un convoy de la fuerza Barkhane que se dirigía a Malí. Los enfrentamientos entre ambas partes derivaron en la muerte de dos de los manifestantes, y otros 18 resultaron heridos.

Asimismo, como ya se indicaba en la introducción, los grupos terroristas continúan avanzando a lo largo de la franja norte de los países del Golfo de Guinea. En esta ocasión, el país afectado ha sido Togo, donde el ejército ha conseguido repeler el que sería el primer atentado terrorista en la localidad de Sanloaga. En cuanto a las medidas anunciadas por Costa de Marfil, el país ha afirmado que reclutará a 3000 militares en 2022 y acompañará este refuerzo militar de inversiones en educación, salud y empleo en la región norte, con el objetivo de evitar la consolidación de los grupos terroristas en su territorio. Pero, además, a nivel regional, Ghana, Costa de Marfil y Togo han empezado a desplegar operaciones conjuntas con el ejército de Burkina Faso para luchar contra el aumento del terrorismo en sus fronteras compartidas. Recientemente, han llevado a cabo la Operación Cohesión en la zona, en la que habrían detenido a alrededor de 300 presuntos terroristas y se habrían incautado de armas, munición, vehículos, drogas y precursores de explosivos.

Lago Chad

En la zona del Lago Chad, el otro gran foco de terrorismo en la región de estudio, también se ha registrado un notable descenso de la actividad yihadista en el mes de noviembre.

El atentado más grave, considerado de riesgo medio, se ha registrado en Nigeria, en los alrededores de Maiduguri, la capital del estado de Borno, donde un convoy militar que transportaba armamento fue, en primer lugar, víctima de un IED y posteriormente de una emboscada terrorista. Al menos 12 de sus miembros fallecieron (caso de estudio 32).

Por otro lado, el presidente del Comité Militar del senado nigeriano, Mohammed Ali Ndume, ha alertado de una mayor presencia de la filial regional de Daesh (Estado Islámico en África Occidental o ISWAP, por sus siglas en inglés) alrededor de la cuenca del Lago Chad, en el marco de las reestructuraciones que llevan produciéndose desde verano, tras la muerte del líder de la filial opuesta, Boko Haram, a manos de miembros de ISWAP. Este habría designado a un nuevo líder, o wali, Sani Shuwaram, tras la reciente muerte de Abu Musab al Barnawi.

Por último, Camerún muestra un ligero incremento de violencia yihadista, aunque, en general, continúa en niveles bajos. Se han registrado nueve atentados, cuya autoría continúa siendo difícil de dilucidar debido a los enfrentamientos internos entre las dos filiales nigerianas, en los que han muerto dos militares y 17 civiles.

 

Magreb

El único atentado terrorista de carácter yihadista registrado en el Magreb ha tenido lugar en  Túnez, aunque no ha sido contabilizado por no derivarse víctimas mortales del mismo: un individuo de 31 años trató de atacar a la policía que escolta el ministerio de Interior con un cuchillo y un hacha en el centro de Túnez, la capital, aunque logró ser reducido antes de poder llevar a cabo la agresión. Posteriormente, las autoridades afirmaron tenerlo identificado como yihadista.

 

Perspectiva regional

El atentado contra la gendarmería de Inata, en Burkina Faso, ha motivado numerosos despidos en la cúpula militar del país: varios oficiales habrían sido destituidos por la falta de coordinación y respuesta al ataque ya que, al parecer, los gendarmes que sufrieron el atentado habrían alertado de la escasez de munición y víveres días antes, sin recibir la ayuda solicitada, lo que habría dificultado la respuesta al ataque del 14 de noviembre. Finalmente, el 08 de diciembre se conoció la dimisión del primer ministro, que habría sido cesado por el Presidente Kaboré, y se esperan próximas modificaciones de calado en la organización y dimensionamiento de las unidades del ejército, así como la mejora de los mecanismos de coordinación.

En Níger, la violencia en las regiones occidentales se ha multiplicado en 2021, con cientos de muertos entre la población civil registrados en estos once meses ya estudiados. La zona se habría convertido en el principal bastión del EIGS, que ataca repetidamente a la población agricultora, saqueando posteriormente ganado, víveres y otros enseres para, presuntamente, su propio abastecimiento o posterior venta.

Por otro lado, el rechazo a la presencia francesa, hasta ahora predominante en Malí, se ha extendido a Burkina Faso y Níger en las últimas semanas. Estos movimientos sociales estarían siendo apoyados por perfiles de redes sociales, cuya veracidad no ha sido confirmada, desde los que se estaría publicando información falsa de contenido contra Europa y Francia, tal y como confirmó el ministro de Exteriores galo, Jean-Yves Le Drian. No obstante, por el momento, las manifestaciones registradas han sido exclusivamente ciudadanas, ya que los gobiernos de estos tres países siguen mostrándose en favor de la cooperación francesa. En el caso de Níger, la muerte de los dos manifestantes ha provocado el recrudecimiento de las protestas contra la fuerza Barkhane y se ensalza la “soberanía nacional”, por lo que se espera que durante las próximas semanas se celebren convocatorias de este tipo, que probablemente podrán derivar en enfrentamientos violentos con las fuerzas armadas nigerinas.

En el caso del Golfo de Guinea, destacan las iniciativas emprendidas por el gobierno de Costa de Marfil, cuya estrategia integral será clave a la hora de evitar el aumento del terrorismo en su territorio: en casos como el de Malí y Burkina Faso, los terroristas han instrumentalizado la debilidad estatal y la falta de oportunidades de la población para consolidarse y, presumiblemente, un mayor nexo entre las autoridades y sus ciudadanos servirá como medida preventiva.

Por último, la situación en la cuenca del Lago Chad sigue siendo cambiante: siguen produciéndose enfrentamientos entre los dos principales grupos terroristas yihadistas (Boko Haram e ISWAP), por lo que aún no se puede considerar como definitivo el liderazgo de este último. Por el momento, resulta complicado distinguir la autoría de los atentados que tienen lugar, debido a la falta de definición de zonas de actuación y control de uno y otro. Asimismo, la llegada de un nuevo líder a la filial de Daesh implicará, probablemente, un cambio estratégico en las acciones del grupo, que podría implicar nuevas áreas de influencia, objetivos o modus operandi.

 

[1] Se consideran ataques de impacto bajo aquellos que provocan la muerte de menos de 10 personas; impacto medio, entre 10 y 29 víctimas mortales; impacto alto, 30 o más víctimas.