Algunos de los atentados cometidos en países occidentales durante el año 2017 tenían como denominador común a autores con una baja cualificación operativa y ninguna experiencia en el proceso de elaboración de explosivos. Fruto de esta baja cualificación, algunas tramas terroristas potencialmente mortales, han quedado desbaratadas. Esta clase de tramas marcan una evolución lógica del terrorismo yihadista, cuya principal matriz en los últimos años, el Dáesh, ha pretendido y pretende inspirar a actores radicalizados comprometidos con la ideología salafista yihadista allá donde se encuentren, aunque no tengan experiencia en zonas de conflicto.
Pasado poco más de un mes desde que Sayfullo Saipov cometiera un atentado en el que perdieron la vida ocho personas, Nueva York volvió a ser escenario de un atentado yihadista. El 11 de diciembre, Akayed Ullah, nacional de Bangladesh de 27 años, detonó el artefacto explosivo que portaba consigo en un pasillo del metro situado justo debajo de la Terminal de Autobuses de la Autoridad Portuaria. El artefacto explotó de manera parcial dejando algunos heridos leves y solo a un herido de consideración, el propio Akayed Ullah.
El proceder del terrorista, que afirmó haber actuado inspirado por el Dáesh y por su propaganda, recuerda por sus características poco sofisticadas y destrezas limitadas a otros atentados que han tenido lugar en Europa a lo largo del último año. El 20 de junio, Oussama Zariouh, marroquí de 36 años e inspirado por Dáesh, entró en la estación central de trenes de Bruselas y fue abatido por militares belgas después de que la maleta que portaba explotase de manera defectuosa en dos ocasiones sin causar víctimas mortales. El 15 de septiembre, Ahmed Hassan, iraquí de 18 años, colocó un artefacto explosivo improvisado que detonó de manera parcial en un tren a su paso por la estación londinense de Parsons Green, dejando veintinueve personas heridas y siendo reivindicado por Dáesh.
Estos son solo algunos casos representativos de una evolución del terrorismo yihadista que trata de adaptarse a la presión que ejercen los servicios policiales y de inteligencia. Atentados de sofisticación baja y coste reducido, que pretenden atacar objetivos representativos que amplifiquen el eco de sus acciones, sin coordinación a gran escala y sin planificación central por parte de Dáesh.
Los investigadores del atentado cometido por Akayed Ullah concluyeron que el terrorista detenido confeccionó el dispositivo siguiendo alguna guía de instrucciones online de elaboración de artefactos explosivos. Los atentados mencionados en el segundo párrafo de este artículo, así como el de la Terminal de Autobuses de la Autoridad Portuaria de Nueva York podrían haber sido mortíferos, pero se observa un patrón de falta de capacidades por parte de los terroristas. Esto es consecuencia de que los individuos que tienen la voluntad de llevar a cabo un ataque, debido a la presión policial previamente mencionada, deben recurrir al medio online para adquirir conocimientos operativos en la confección de explosivos y capacitarse para ello, así como ven muy limitadas sus posibilidades de adquirir los elementos necesarios para confeccionar artefactos más sofisticados y de letalidad potencial elevada. El proceso de elaboración de explosivos para individuos sin experiencia ni conocimientos es una labor compleja y peligrosa, sigan o no instrucciones online.
A pesar de esto, mientras Dáesh sobre el terreno resiste en algunos puntos como la zona fronteriza entre Siria e Irak de Abu Kamal y va progresivamente readaptándose a su nueva situación, sigue confiando en el medio online para continuar inspirando a sus seguidores y que cometan atentados allá donde se encuentren. Por suerte para todos, el resultado de estos procesos que atraviesan individuos con más voluntad que capacidades a veces desemboca en atentados fallidos en los que se salvan vidas.
Este artículo fue publicado en El Independiente.