Análisis de la actividad yihadista en el Magreb y el Sahel Occidental de abril de 2019

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Durante el mes de abril de 2019 se han documentado un total de 28 atentados terroristas en el Magreb y el Sahel Occidental, que han dejado al menos 224 víctimas mortales entre civiles, militares y combatientes de milicias armadas. El país más castigado por la violencia yihadista ha sido Nigeria, con una diferencia sustancial respecto al resto. En total 128 personas han sido asesinadas, contando con los 69 militares que ISWA asegura haber ejecutado en uno de sus medios de comunicación (caso de estudio #25). Las distintas facciones de Boko Haram también han llevado a cabo atentados y ataques en Níger, con tres muertos, Chad, con ocho, y, como novedad respecto a observatorios anteriores, Camerún, con 26 víctimas mortales contabilizadas. Por su parte, en Malí se han registrado 13 muertos, en Chad, ocho y en Túnez, uno.

La insurgencia de Boko Haram lleva más de 15 años atentando contra civiles, militares y demás fuerzas de seguridad en Nigeria. Ya son más de dos millones de personas las que han tenido que desplazarse para huir de los sucesivos atentados, explosiones e incursiones perpetrados por las dos facciones en las que se divide el grupo desde 2016, una de ellas leal al Daesh. Sin embargo, la violencia yihadista les ha perseguido tras las fronteras y muchas de ellas todavía buscan un lugar seguro en el que establecerse.

En este sentido, los ataques y acometidas perpetrados este mes de abril ponen de manifiesto el creciente carácter transfronterizo del grupo. El estado nigeriano de Borno sigue siendo el más castigado, pero el conflicto se ha extendido a los estados fronterizos de Yobe y Adamawa, como demuestra el asalto del 29 de abril (caso de estudio #51) en Kudakaya, en el que murieron 26 de personas. Muhammadu Buhari, reelegido presidente el pasado febrero bajo el mantra de llevar a Nigeria “al siguiente nivel”, se enfrenta por tanto a la difícil tarea de cumplir con las grandes expectativas que ha generado y acabar con la propagación de la violencia por el territorio nacional.

Asimismo, la violencia también se ha expandido al resto de países en los que se encuentra el lago Chad: Níger, Chad y Camerún, con tres, ocho y 26 bajas contabilizadas respectivamente. En comparación con las tendencias anteriores, destaca el caso de Camerún. No solo por el elevado número de víctimas mortales sino porque hacía tiempo que el grupo terrorista no llevaba a cabo incursiones violentas en el país con semejante intensidad. El ataque del 22 de abril (#41) contra los habitantes de Blangoua, limítrofe con Nigeria, sirve de ejemplo representativo: un grupo de hombres armados irrumpieron en la localidad de noche, saquearon y quemaron las viviendas y mataron al menos a siete civiles, tan solo días después de que las fuerzas de seguridad camerunesas arrestasen en la misma localidad a una treintena de nigerianos por supuesta vinculación con los terroristas.

Pese a tener uno de los ejércitos más competentes de la zona y a contar con el apoyo de la Unión Africana, la escalada de violencia pone de manifiesto que Camerún todavía no dispone de los recursos suficientes como para acabar con los ataques relámpago en el extremo norte del país, más aún si tenemos en cuenta que también han de hacer frente al conflicto en la parte anglófona, fronteriza con Nigeria, entre el Gobierno y los grupos separatistas, que ha provocado una crisis humanitaria que ha tardado más de dos años en ser abordada por el Consejo de Seguridad de la ONU. Cabe añadir que Chad es probablemente el otro país que cuenta con el mejor ejército en la zona. Según aseguran fuentes militares, el 15 de abril respondieron un ataque de Boko Haram, que dejó siete soldados muertos, con 63 bajas terroristas (#32), una cifra muy elevada para tratarse de una sola operación militar.

En cuanto a Malí, otro de los puntos calientes en el continente, la violencia yihadista se ha dirigido de una manera especial contra las fuerzas militares extranjeras e internacionales. La muerte del médico francés Marc Laycuras en una explosión (#05) ha avivado el debate sobre la pertinencia de la Operación Barkhane, justo en el mes en el que se ha anunciado la extensión de las operaciones a la región de Gourma, en el centro del país. Además, un casco azul ha fallecido en otra explosión (#39) y otros dos han resultado heridos en un ataque contra una base de la MINUSMA (#07). Como ocurre en Camerún, la violencia yihadista no es la única a la que se tienen que enfrentar las respectivas fuerzas de seguridad y, en el caso de Malí, estos últimos meses han visto cómo la violencia intercomunitaria ha escalado de forma acusada, lo que ha provocado la dimisión del primer ministro, Soumeylou Boubeye Maiga.

Si cambiamos el foco al norte del continente, destacan los 13 arrestos llevados cabo en Marruecos, la mayoría de ellos por supuestos vínculos con Daesh. Precisamente este mes, Estados Unidos ha recomendado en un comunicado oficial dirigido a sus nacionales ser especialmente prudentes y ha dado la voz de alarma por posibles atentados en Marruecos, el país más visitado de África. A su vez, cabe mencionar que ya ha comenzado el proceso judicial contra 24 personas por supuesta vinculación con las muertes de dos mujeres europeas en el Atlas el pasado diciembre. Por su parte, Argelia, que todavía vive momentos de incertidumbre tras la dimisión del presidente Abdelaziz Bouteflika, ha detenido a 17 individuos por supuestas relaciones con terroristas en la zona de Orán.

Si bien la atención internacional sigue el desarrollo de la crisis política en Argelia, también se fija en el devenir del conflicto militar en Libia, en donde el Consejo de Seguridad de la ONU ha pedido un cese al fuego y una reducción de las hostilidades. No obstante, Daesh ha aprovechado el conflicto para atacar este mes de abril una ciudad remota en el desierto central del país, matar a tres personas, incluido el presidente del Gobierno local, y secuestrar al jefe de la guardia municipal (#17).