Esta semana es noticia que tropas iraquíes con el apoyo de Estados Unidos están combatiendo al Daesh en su bastión de Faluya. ¿Qué supondría una eventual derrota para la organización terrorista?
Es complicado evaluar los números absolutos. El Daesh tiene una proporción de terreno que fue ganando desde 2013 y 2014 y que ha ido perdiendo desde 2015. Para compensar esa pérdida de terreno, está ampliando sus canales de adoctrinamiento en el exterior. Por ejemplo, está favoreciendo mucho que esté creciendo el yihadismo en Libia. Van buscando zonas inestables para instalar sus células y hacerlas crecer. Empiezan a coger el dominio del terreno, de las personas y luego, de los elementos físicos, como recursos energéticos. Teniendo en cuenta estos tres ingredientes, Libia responde a ellos: es un país ubicado en África y cercano a Europa, con elementos energéticos importantes, y que por su idiosincrasia, tras la caída de Gadafi, se ha producido un conflicto interno en el que ha habido hasta tres gobiernos paralelos intentando gobernar el país. Todo esto para ellos es un aditivo. Están intentado expandirse en Libia y ya poseen células en zonas como Nigeria, Túnez, Egipto, Líbano, Afganistán y ahora también Filipinas, que pueden estar o no activas en este momento, pero que tienen presencia en estos países.
¿La comunidad internacional tendría que poner el foco en Libia si no lo ha puesto lo suficiente?
Sí, al menos atención. La presencia de yihadistas en Libia es un asunto que nos va a dar problemas. Los libios ya están sufriendo desde la caída de Gadafi, incluso antes, muchas penurias, pero con la caída de Gadafi viven el desmembramiento del Estado que antes tenían, hay luchas internas importantes y se ha producido un importante descontrol del armamento y de otros recursos de defensa que tenía el Gobierno de Gadafi, por lo que hay numerosos de estos elementos no localizados. Actualmente en la zona hay gente muy entrenada, acostumbrada al desierto, y a la lucha, por lo que es una situación potencialmente peligrosa.
¿Cómo puede desestabilizar a España que el terrorismo yihadista se acerque cada vez más a Europa?
El modelo para desestabilizar es atacar los pilares de un Estado. ¿Cómo se hace? Un ejemplo muy claro es Túnez: un país no muy grande, con el turismo como principal fuente de ingresos y con una gran parte de población joven que no tiene trabajo ni perspectiva de futuro. El Daesh ha atacado varios hoteles, quitándole a los jóvenes la percepción de los medios en los que podría haber basado su futuro. Por tanto, van a coger la primera alternativa que se les ofrezca y que, sea el Daesh o cualquier otro grupo terrorista, se basa en una ideología religiosa por un lado y en proporcionar medios económicos, por otro.
¿Puede ocurrir algo similar en Europa?
Si trasladamos esto a Europa, lo que pueden hacer es intentar mellar algunos de nuestros pilares: nuestra unión, nuestro sistema de libertades y nuestros valores, basándose en sus doctrinas en combatir el materialismo, o la falta de sentimiento religioso, por el que tanto critican a los europeos. Ante la necesidad humana de creer, expanden que su idea del mundo no es sólo material sino también espiritual, por eso diversos ciudadanos se pasan al “lado oscuro de la fuerza”.
El ministro de Defensa en funciones, Pedro Morenés, ha anunciado que la OTAN presentará en octubre “planes operativos para el sur” para responder a las amenazas terroristas que emanan de los países del Norte de África y de Oriente Próximo y que el Gobierno considera especialmente “graves” para España. ¿En qué se fundamentarán esos planes?
En el peligro potencial que representa Libia y en la presencia de células en países como Túnez o el sur de Argelia, y la presencia efectiva de células de grupos como AQMI o de otros estamentos terroristas, como el MUYAO, que suponen una amenaza para los países del norte de África de forma directa y la futura proyección de esa amenaza hacia Europa.
El Daesh ha lanzado amenazas directas a España. ¿Son reales?
El riesgo existe. Del porcentaje no se puede hablar: pueden pasar quince años sin que ocurra nada en España o puede ocurrir esta misma tarde. Cualquier país del mundo ahora mismo está bajo el riesgo de sufrir la amenaza yihadista, no descarto ninguno y no hay que bajar la guardia. España es un referente para todos los dirigentes yihadistas, tanto de Al Qaeda en su momento como del Daesh actual, o de algunos grupos del norte de África, en referencia a recuperar ese anhelado Al Ándalus y su esplendor. Como expresan en algunos mensajes “no descansaremos nuestra espadas hasta que no pisemos el usurpado suelo de Al Ándalus”. Es una frase permanentemente repetida en los mensajes yihadistas, aunque diferente es que puedan y quieran actuar, y que cuando actúen sus elementos de ataque sean efectivos o no y que el número de víctimas sean elevados o no. Hasta ahora, las Fuerzas de Seguridad del Estado han sido bastante eficientes y eficaces, desde 2004 no hemos tenido ningún atentado en España. Por eso, diferentes estamentos estamos luchando no sólo en la seguridad física sino en concienciar a la población de que tengan la tranquilidad de que nuestras fuerzas están actuando y de que, aun así, uno debe no estar temeroso, pero sí prevenido.
En España hemos puesto el foco en el terrorismo yihadista de forma especial cuando los terroristas han secuestrado a periodistas españoles. Tras la liberación de los tres últimos secuestrados, El País publicó que España había pagado unos diez millones de euros a cambio de su libertad. ¿España se coloca una nueva diana en la espalda con cada rescate?
Es un tema muy complicado. Primero hay que ver si se ha pagado o no, yo no tengo constancia. Pero es un dilema. Gran Bretaña, por ejemplo, sí ha reflejado en su estrategia antiterrorista que prohibía a las compañías de seguros pagar las pólizas de las personas raptadas en zonas de conflicto porque decían algunos especialistas que en un año el Daesh había recibido 35 millones de libras gracias a los pagos de pólizas de seguro de gente que había sido raptada y que las aseguradoras habían pagado por ellas. Sea o no cierta la cifra, está el dilema entre el interés personal, que es humano, y el interés general. En cada caso cada gobierno debe decidir cómo actuar y luego asumir las consecuencias.
Con excepciones como la anterior, las informaciones en torno al Daesh se centran habitualmente en sus combatientes, pero apenas se presta atención a las víctimas. Sólo en Faluya se calcula que hay entre 50.000 y 80.000 personas atrapadas, sin víveres y medicinas. ¿Qué sabemos de sus condiciones de vida? ¿Qué podemos descubrir en las zonas en las que el Daesh pierda la batalla?
No vemos lo que le ocurre a las víctimas porque lo que sí ha conseguido el Daesh es una gran victoria en los medios de comunicación. Están siendo los reyes. Han creado diferentes medios de comunicación, entre ellos una cadena de televisión, con sus propios corresponsales y no dejan que haya otros corresponsales, por lo que la información está siendo mediatizada completamente por el Daesh. Todo lo que sabemos de algunas zonas son las noticias que ellos nos dan. El desconocimiento de cómo están las poblaciones, de lo que se ha cometido, de asesinatos, barbaries, matanzas…desgraciadamente no tenemos datos fiables que nos informen de la realidad. Y los que tenemos no nos dan pie a ser muy optimistas.
¿Cuáles son los puntos fuertes de su estrategia de comunicación?
Todo está muy estudiado: la imagen, el sonido, incluso la música. Cuando vemos un vídeo del Daesh, lo que se escucha de fondo es una melodía entonada sólo por voces que hacen referencia a los cantos gregorianos, muy espirituales, que no te distrae de la imagen y que es muy pegadiza. Los vídeos están muy bien diseñados en el aspecto de la comunicación visual: tienen una gran calidad de imagen y sonido. Lo que ves no es agradable a la vista, pero cómo se está desarrollando esa escena, sí lo es. Y hay que tener en cuenta que ocurre algo parecido como con las películas de terror: están pensadas para un público que, cuanto más terror hay, más les gusta. En esta línea, cuanto más violencia hay, más le va a gustar a los jóvenes a los que se dirigen.
Sin embargo, no todos los vídeos incluyen contenido violento.
El argumento más utilizado es la justicia: transmiten que les han robado, masacrado, esquilmado, y que ellos van a hacer lo mismo por justicia y por venganza, buscando así a un público que ve los vídeos con estos anhelos. También hay vídeos en los que se ve a médicos curando a niños, a hospitales con médicos y enfermeras jóvenes, todos muy atractivos, en instalaciones muy limpias. Es decir, están llamando a su público diciendo que aparte de ser justicieros, también tienen la capacidad de crear un estado de bienestar. Por ejemplo, las fotografías de la revista Dabiq [principal publicación editada por el Daesh] muestran coches nuevos, edificios en construcción, casas de la tercera edad donde las personas mayores están con mesas llenas de comida. Incluso hay pies de foto en los que dicen: “Curamos el cáncer a los niños”. Todo eso tiene una doble imagen: llaman a la parte violenta y a la parte sentimental. Y son elementos que calan en diferentes estamentos de la juventud.
¿Hay un perfil de público radicalizable?