Burkina Faso sufre el peor ataque terrorista de toda su historia, al menos 160 fallecidos

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Patrulla de la armada burkinesa que actúa como contención de los grupos armados. Fuente: AFP

Noticia 29/2021

Patrulla de la armada burkinesa que actúa como contención de los grupos armados. Fuente: AFP

 

Burkina Faso no ve cesar los ataques armados en su país. El pasado fin de semana, al menos 160 personas han fallecido en un ataque doble en Solhan, en la región norteña del país. El lugar donde sucedió el ataque es conocido por estar dentro de la órbita de la “triple frontera”, la zona entre Burkina Faso, Níger y Malí, también conocida como la región de Liptako Gourma. También es conocido por ser ruta de paso habitual de potenciales mineros de oro, que los terroristas se encargan de explotar.

Una veintena de motoristas asaltaron el poblado en la madrugada del sábado, teniendo como primer objetivo los Voluntarios por la Defensa de la Patria (VDF, por sus siglas en inglés). Este grupo sirve como apoyo a las fuerzas armadas en la lucha antiterrorista, por lo que es probable que los asaltantes sean miembros de algún grupo de índole terrorista. Después de terminar con este colectivo, comenzaron a asaltar las casas de la población civil, saqueando lo que encontraran y matando indiscriminadamente a quien se encontraran a su paso, lo cual dejó al menos 120 fallecidos menores de edad de los 160 en total.

Todavía no se ha reivindicado la autoría de los ataques, pero es lógico pensar que la población civil de la zona no está a salvo. Los dos posibles grupos terroristas que se barajan como los instigadores de los ataques por operar en la zona son la coalición JNIM, una franquicia local de al Qaeda, y el Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS). Sin embargo, existen otros grupos de menor recorrido, pero de cierta presencia en el lugar, especialmente Ansarul Islam, que también podría estar detrás del ataque y certificaría su rearme después de unos años de relativo estancamiento, aunque esta opción es menos probable: el apoyo que reciben de la población local es fundamental para llevar a cabo su actividad armada y un ataque de esta letalidad terminaría por perjudicar la imagen del grupo por parte de la sociedad.

Mientras tanto, el gobierno sigue tratando de restablecer la seguridad en el país. Desde que Kaboré llegara a la presidencia en 2015, Burkina Faso ha sufrido una escalada de violencia yihadista sin precedentes. Algunas fuentes, especialmente las provenientes del gobierno, aseguran que el anterior jefe de la Presidencia burkinesa, Blaise Campaoré, había establecido un pacto de no agresión entre las fuerzas gubernamentales y la insurgencia islamista. No obstante, una línea roja del actual gobierno de este país africano se impuso a la hora de tener cualquier tipo de negociación con los grupos rebeldes que amenazan al país, que actualmente sufre sus peores cifras terroristas desde los últimos años. Así, el gobierno trata de implementar su estrategia antiterrorista al mismo tiempo que se demuestran las vulnerabilidades de sus fuerzas del orden: los cuerpos de seguridad tardaron entre una y dos horas en llegar al lugar de los hechos, cuando sus bases están estacionadas en Sebba, a unos 10 km del poblado que ha sido objeto de ataque.

La inseguridad percibida por la sociedad local, en última instancia, provoca que el vacío poblacional pueda verse rellenado por bandas criminales, asentándose en una zona donde se encuentran algunas minas de oro de donde podrían sacar mayor rentabilidad, esta vez impunemente y sin la población alrededor. Los ciudadanos ya no se sienten seguros ni protegidos por las fuerzas del orden, las cuales habían reivindicado su triunfo en las últimas campañas que, aunque modestamente, habían conseguido frenar la insurgencia en ciertas zonas del país.