La detención anunciada por el Consejo de Seguridad de la ONU del líder de AQAP Khalid Batarfi, desmentida

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Noticia 4/2021

Imagen de Khalid Batarfi en uno de sus comunicados. Fuente: The Times of Israel

Tal y como expone un informe del Consejo de Seguridad de la ONU publicado el 3 de febrero de 2021, “Khalid Batarfi, también conocido como Abu Miqdad al-Kindi, fue detenido en octubre en la ciudad de Ghayda (provincia de Al-Mahra) durante una operación en la que murió también el segundo en el mando, Saad Atef al-Awlaqi”. No se dieron más detalles sobre la operación. Hasta ese momento, surgió la incertidumbre de quién saldría al frente de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP, por sus siglas en inglés). Sin embargo, el organismo especializado en seguimiento de grupos terroristas Site Intelligence Group desmintió las afirmaciones de Naciones Unidas con la publicación de un video en el cual Batarfi lanza una serie de amenazas a Estados Unidos. Dicho vídeo no posee fecha de realización. No obstante, destaca el hecho de que mencione el asalto al Capitolio llevado a cabo por los seguidores de Donald Trump en enero de este mismo año. Según la teoría de la ONU, en esas fechas Khalid Batarfi estaba detenido pero sus palabras reafirman su puesta en libertad, lo cual ha puesto en duda la credibilidad del comunicado de Naciones Unidas.

La figura de Khalid Batarfi reviste de una gran importancia a la hora de entender la proyección de AQAP, dado su estrecho vínculo. El surgimiento de AQAP sienta sus bases tras la guerra de Afganistán, pero fue con Abdal Rahim Nashiri cuando se produjo un aumento en la importancia del yihadismo en la zona, con ataques como el llevado a cabo frente al USS Cole. Además, destaca como piedra angular de su nacimiento la alianza de Arabia Saudí con Estados Unidos, la cual tuvo como objetivo la defensa ante Al Qaeda y, como resultado de las persecuciones, que muchos de los yihadistas saudíes se vieran forzados a desplazarse a Yemen. Fue así cuando en 2009 Al Qaeda en la Península Arábiga se consolidó con la unión de la filial saudita y yemení. Tras esto, líderes como al Wuhayshi – con acciones como el ataque a Charlie Hebdo – o Qasim al Rimi – con destacadas habilidades tácticas y organizativas – han supuesto un punto de inflexión y, con sus muertes, se ha perturbado la estabilidad de la organización. Tampoco se debe olvidar la influencia que ha ejercido sobre AQAP figuras de gran relevancia dentro del panorama yihadista, como fue el caso de Anwar al-Awlaki, considerado como el jefe de operaciones exteriores de la organización en el momento en el que Estados Unidos veía a AQAP como la franquicia regional de Al Qaeda con mayor capacidad a nivel global.

Khalid Batarfi, el saudí que heredó en 2020 el legado de Qassim al Rimi ha sido clasificado por Estados Unidos como Terrorista Global Especialmente Designado (SDGT, por sus siglas en inglés), liderando la filial en cuestión durante un año.

No es la primera vez que se difunden noticias sobre falsas detenciones e incluso muertes de líderes yihadistas, afirmadas por los propios gobiernos de quienes los albergan – los cuales dicen ser los autores de esas detenciones o asesinatos – y, a pesar de ello, luego se desmienten.

Un caso en el que esto sucedió, entre otros, fue en 2018, cuando el Ejército de Malí anunció la muerte de Amadou Koufa, yihadista y representante del líder de JNIM – filial de Al Qaeda en el Sahel. Meses más tarde se mostraba en un video que, tanto el gobierno de Malí como el francés (el cual también declaró que durante la operación “probablemente” se produjo su muerte), estaban equivocados. Su caso sirve para ejemplificar la amenaza que supone este tipo de información ya que, tal y como publicó Europa Press, Koufa afirmaba que su objetivo era: “observar las reacciones políticas […] para diseñar los mejores planes para hacerles frente en los medios, la política y sobre el terreno”; es decir, fue una decisión estratégica.

Otro caso similar y con un recorrido mucho mayor es el de Abubakar Shekau, líder desde 2009 de Boko Haram, al que han dado por muerto desde esa fecha en ocho ocasiones distintas. Ejércitos como el de Nigeria, principalmente, junto con las fuerzas de Níger, Chad o Camerún han llevado a cabo numerosas ofensivas tras las cuales han anunciado su “muerte”. No obstante, estos comunicados han sido refutados por el propio líder, que continúa con vida tal y como muestran sus afirmaciones en medios locales: “solo moriré el día que Alá me quite el aliento”.

Este tipo de noticias pueden ser perjudiciales tanto para la sociedad civil como para las fuerzas de seguridad. Dar por muerto al líder de una organización terrorista otorga cierta ventaja a la misma, beneficiándose así de la situación de incertidumbre y siendo capaz de aprender de la forma de actuación de los gobiernos. Además, gracias a ellas obtienen un margen de tiempo durante el cual estos grupos tienen mayor facilidad de perpetrar ataques por la noción de debilidad que parecen mostrar.