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Soldados de Naciones Unidas en el lugar donde se produjo el ataque. Imagen: ALEXIS HUGUET / AFP

Noticia 5/2021

Soldados de Naciones Unidas en el lugar donde se produjo el ataque. Imagen: ALEXIS HUGUET / AFP

Un ataque ocurrido en la ciudad de Beni en la República Democrática del Congo el pasado día 22 se cobró la vida del embajador italiano en este país, así como la de su guardaespaldas y la del conductor del vehículo en el que viajaban. Según apunta la investigación, un grupo armado de al menos seis hombres emboscaron el convoy y secuestraron al embajador y al miembro de seguridad, quienes acabarían muriendo horas más tarde durante la operación de rescate.

Pese a que las primeras noticias apuntaban hacia una autoría por parte de agrupaciones islamistas, tales como las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) o el Estado Islámico en África Central (ISCAP) que operan en zonas geográficas próximas al lugar en el que se dieron los hechos, en los últimos días se ha atribuido la acción a los rebeldes hutu de las Fuerzas para la Liberación de Ruanda, acostumbrados a recibir el pago de rescates por rehenes y al robo como forma de supervivencia. No obstante, estos han negado la autoría del ataque.

Los recientes acontecimientos ocurridos en diciembre en Nigeria tras el secuestro en Katsina de varios centenares de niños en una escuela a manos de bandidos y reivindicado por la facción de Boko Haram, liderada por el carismático Abubakar Shekau, podrían hacer pensar en un primer momento que esta conexión entre crimen organizado y agrupaciones yihadistas también podría ser factible en la República Democrática del Congo. Los grupos terroristas de estas regiones suelen mostrar comportamientos similares con incursiones en poblado, a partir de las cuales se abastecen de los recursos necesarios para garantizar su supervivencia, y emboscadas sobre fuerzas militares o cargos institucionales.

La situación en términos de seguridad en la República Democrática del Congo se ha visto gravemente deteriorada en los últimos años, especialmente como consecuencia del incremento de la radicalidad de una buena parte de ADF y la penetración de la influencia de Daesh. Todo ello desembocó en 2019 en la aparición en este territorio de la franquicia regional del Estado Islámico, conocida como ISCAP, la cual expande también sus tentáculos por Mozambique. De esta forma, han acabado por confluir los intereses de los movimientos insurgentes locales y la agenda global de Daesh. A día de hoy no se conoce el grado de relación exacto que mantiene ISCAP y ADF. Mientras que algunas fuentes apuntan a que ambas actúan de forma coordinada argumentando que por ello ISCAP reivindica acciones perpetradas por ADF, otras creen que cada una tiene su propia agenda, a pesar de que exista cierto entendimiento entre ambas. Sea como fuere, lo cierto es que durante los últimos dos años se ha producido tanto un incremento exponencial de los ataques que sufre una buena parte de la población de Beni como las acciones terroristas perpetradas contra objetivos militares y policiales. Todo ello ha provocado que en estos momentos la República Democrática del Congo se haya convertido en uno de los países más afectados por el terrorismo de corte islamista.