Noticia 24/2021
Ana Aguilera
Según un alto mando del ejército de Nigeria, el líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, habría muerto en un enfrentamiento contra el Estado Islámico en el África Occidental (más conocido por ISWAP, por sus siglas en inglés) en el bosque de Sambisa, al noreste de la frontera con Camerún. Según un informe presentado por fuentes cercanas a la inteligencia nigeriana, Shekau habría detonado un cinturón de explosivos que llevaba encima para evitar ser atrapado con vida por parte de los combatientes de ISWAP.
Bajo el mando de Abubakar Shekau, considerado el estratega militar que convirtió al grupo en una organización salafí-yihadista, la agrupación terrorista ha tenido por objetivo la población civil, empleando tácticas de saqueo y extorsión a la ciudadanía nigeriana. Antes de aparecer ISWAP, Boko Haram disponía de mayor capacidad frente a objetivos militares, pero durante los últimos años su actividad de delincuencia ha resultado fundamental para asegurar la supervivencia del grupo. De hecho, Boko Haram ha sido conocido a nivel internacional por el uso del secuestro a cambio de un rescate como principal fuente de financiación del grupo. El secuestro de casi 300 estudiantes de una escuela en la ciudad de Chibok en 2014, en el Estado de Borno, es el ejemplo más conocido del alcance de este tipo de actividad criminal como método de supervivencia. Tampoco es un secreto que el grupo colabora con grupos criminales locales asentados en territorios ajenos a su influencia, como ocurrió en el secuestro de las más de 300 niñas en un colegio en el estado de Katsina, al noroeste del país, a manos de bandas criminales pero reivindicado por Boko Haram. Que el grupo no participe directamente no quiere decir que no saque rédito de la situación, ya que a menudo paga a los intermediarios para que hagan el trabajo de campo o para poder atribuirse la organización el mérito de las operaciones. Esta colaboración entre crimen y terrorismo es peligrosa para los Estados de la región, provocando que el riesgo se extrapole a cualquier rincón donde tengan presencia tanto los criminales como los terroristas.
Ahora, los dos grupos nigerianos Boko Haram e ISWAP lideran la comparativa regional en cuanto a número de víctimas, y Boko Haram ha sido el grupo que más ataques ha perpetrado a lo largo de 2020. Esto revela la fortaleza del grupo en la región este del país, que ve menguada su actividad operativa en su mayor parte cuando colisiona con la franquicia rival de Daesh. Este último grupo cuenta con un mayor número tanto de recursos económicos como de combatientes, aunque no significa que Boko Haram no se erija como un serio adversario y las bajas a uno y otro lado hayan sido una constante durante los últimos años.
Actualmente, la zona de influencia de Boko Haram llega hasta el este del país desde el bosque de Sambisa, aunque su trayectoria más reciente está expandiéndolo progresivamente hacia el oeste, mientras que ISWAP cuenta con bases operativas alrededor de la zona del Lago Chad, en la región noreste del país. Ambas zonas cuentan con una relativa proximidad geográfica y a menudo se traducen en enfrentamientos como el que presuntamente ocurrió ayer y que acabó con la vida del líder de la organización.
ISWAP, grupo que surgió a partir de una escisión de Boko Haram, le lleva disputando el poder y la influencia al grupo que lideraba Shekau en los últimos años. Originariamente fueron el mismo grupo, jurando fidelidad el propio líder a través de una nueva bay’ah a Daesh Central en 2015. Sin embargo, problemas ideológicos y tácticos con respecto a la crudeza de Shekau contra la población civil y las continuas acusaciones de takfirismo hacia todo aquel que no pensara como él fueron los detonantes que llevaron a ambas facciones a separarse en dos entes diferentes en agosto de 2016.
De confirmarse la muerte de Abubakar Shekau, un líder tan carismático y particular como polémico, se entraría en un momento decisivo para el grupo. Este individuo fue desde sus inicios como líder de Boko Haram en 2009 un símbolo para muchos miembros de la organización, y tras su expulsión como cabeza visible del grupo por parte de Daesh Central, fueron muchos los que le siguieron y ayudaron a configurar lo que es el grupo tal y como se conoce hoy. Su liderazgo es incuestionable, y resultará complejo para los miembros elegir a otro líder que aliente el futuro del grupo como lo hacía Shekau. Por tanto, y a falta de recibir una confirmación de su muerte de una manera oficial, se espera que su fallecimiento marque un punto de inflexión en el porvenir del grupo durante los próximos años.