Noticia 19/2021
Durante la mañana del día de ayer se confirmaba la fatídica noticia. Los periodistas españoles David Beriain y Roberto Fraile habían sido asesinados en Burkina Faso mientras grababan un documental para Movistar en el que trataban la caza furtiva. A ellos habría que sumarles otra tercera víctima mortal, el conservacionista irlandés Rory Young.
A partir de la poca información que se conoce todavía en relación lo ocurrido, el ataque habría tenido lugar cerca de las 9 de la mañana del pasado lunes cuando los dos periodistas españoles se encontraban en un convoy acompañados por un escolta militar que había finalizado recientemente una serie de entrenamientos específicos para dar protección tanto a los periodistas como a los agentes medioambientales que también formaban parte de la misión. Mientras David y Roberto trataban de grabar unas imágenes aéreas mediante el uso de un dron, un grupo numeroso de individuos armados atacó al grupo, consiguiendo secuestrar a los dos periodistas españoles y al ciudadano irlandés. A partir de entonces se perdió el contacto con ellos pese a que se estableció un dispositivo de búsqueda para encontrarlos. Fueron miembros de este mismo dispositivo los que encontrarían los cuerpos sin vida de las tres personas secuestradas con claros indicios de haber sido ejecutadas.
El secuestro y la ejecución de los periodistas ocurrió en las proximidades de Natiaboani, una localidad burkinesa que se encuentra en el sureste del país y separada de la frontera de Togo y Benín por menos de 100 kilómetros. La inseguridad en Burkina Faso durante los dos últimos años se ha deteriorado enormemente como consecuencia de la actividad yihadista que desarrollan distintas organizaciones terroristas como son el Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS), JNIM o el grupo de agenda local Ansaroul Islam. Esta misma inseguridad se había expandido poco antes en buena parte de Mali, donde la ampliación de las áreas de influencia de agrupaciones terroristas, vinculadas algunas de ellas a Al Qaeda en el Magreb Islámico, desde el norte hacia el sur del país permitieron que el deterioro de la estabilidad acabase por contagiar también a Burkina.
Partiendo de este breve contexto, lo lógico sería pensar que el asesinato de los dos periodistas españoles y del ciudadano irlandés fue obra de alguna organización de corte yihadista. En esta línea encajaría un comunicado de audio en lengua fula (idioma hablado por la etnia peul) que aparentemente habría sido emitido por alguien afín a JNIM junto a unas imágenes en las que se observa todo tipo de material, entre ellos varios objetos utilizados en la profesión periodística. De momento, ni el comunicado ni las imágenes han podido contrastarse como para afirmar con claridad que el ataque ha sido obra de JNIM. De hecho, si se pone en perspectiva tanto el lugar en el que ocurrió el ataque, así como la forma en la que este se llevó a cabo y los antecedentes con casos similares ocurridos recientemente, la opción de que este ataque hubiese sido materializado por JNIM no sería la más probable de entrada.
En primer lugar, el sur y el sureste de Burkina Faso suelen ser regiones con preponderancia de EIGS, ya que este grupo ejerce su dominio y su influencia en buena parte de este escenario, llevando a cabo numerosos atentados terroristas sobre las fuerzas de seguridad y la población local. Es más, no solo se limitan a Burkina, sino que ya han llegado a cruzar la frontera con Benín y Togo en alguna acción puntual durante el último año. En segundo lugar, la forma en la que se dio el asesinato de David Beriain, Roberto Fraile y del ciudadano irlandés tampoco encajaría con el modus operandi típico de JNIM. Esta organización durante los últimos años ha realizado varios secuestros de occidentales a los que mantiene con vida de cara a negociar con gobiernos locales o europeos por su rescate a cambio de ventajosos intercambios, ya sean grandes sumas de dinero, que pueden rondar los varios millones de dólares por cada rehén, o miembros de la propia organización que han sido encarcelados en el pasado. Una de las muestras más recientes de ello se dio en octubre de 2020 cuando fueron liberados el líder político maliense Soumaïla Cissé y la ciudadana franco-suiza Sophie Pétronin a cambio de la excarcelación de 200 miembros de la organización. Además, la ejecución de los tres ciudadanos occidentales en este caso no repercutiría ningún tipo de beneficio en estos momentos a JNIM, sino todo lo contrario, ya que durante el último año y medio se han dado ciertos acercamientos de cara a iniciar un proceso negociador de paz con el gobierno maliense. En este sentido, la organización terrorista JNIM es consciente de que los gobiernos occidentales pueden presionar a las autoridades locales para que no dialogue con ellos tras una acción terrorista como la ocurrida ayer, por lo que estratégicamente sería contraproducente para sus intereses. El único caso en el que el asesinato de las tres personas tendría cierta lógica en el caso de tratarse de JNIM sería aquel en el que los terroristas se hubiesen sentido perseguidos y acorralados por el dispositivo de búsqueda y decidiesen acabar con la vida de los rehenes para tratar de huir. Aun así, esta posibilidad es pura especulación.
Por tanto, en el caso de que el ataque hubiese sido obra de grupos yihadistas, sería más lógico pensar en EIGS, ya que de entrada no suelen recurrir a secuestros con fines económicos sino en todo caso con un objetivo propagandístico. En cualquier caso, este tipo de ataques no suelen ser comunes en esta agrupación, ya que está más acostumbrada a llevar a cabo directamente emboscadas en las que tratan de eliminar a cualquier blanco que se encuentren. Durante los últimos meses, no han sido pocos los casos de cooperantes y miembros de distintas ONGs asesinados por esta agrupación especialmente en la triple frontera entre Mali, Burkina Faso y Níger.
Por último, no hay que descartar la posibilidad de que el ataque no haya sido autoría de una organización yihadista, sino de agrupaciones vinculadas con el crimen organizado. En este sentido, una opción que podría ganar enteros sería la de grupos furtivos locales, dado que los periodistas españoles estaban precisamente realizando un documental orientado hacia el furtivismo en la región. Esta actividad económica ilegal genera muchos ingresos en organizaciones criminales que subsisten gracias al negocio que hacen con la caza ilegal, por lo que el denunciar este tipo de actividades ante una amplia audiencia podría suponer un serio problema para sus intereses.
Haya sido el ataque obra o no de grupos yihadistas, lo cierto es que se pueden extraer dos conclusiones. Uno, es más que probable que, independientemente de la autoría, el EIGS quiera sacar rédito propagandístico de lo ocurrido. Por lo tanto, no sería extraño que en los próximos días o semanas emitiera un comunicado reivindicando como una acción propia el asesinato de las tres personas. Y dos, sea como fuere, David Beriain y Roberto Fraile perdieron la vida injustamente haciendo lo que más les gustaba. Aquellos que los conocieron han dejado multitud de muestras de cariño durante las últimas horas y agradeciendo su excelente profesionalidad, dedicación y generosidad. Los numerosos reportajes y documentales que nos dejan son el mejor legado del buen hacer en el periodismo de investigación.