Abdul Rahman al-Mawli al-Salbi, el nuevo “califa” de Daesh

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El estado islámico (…), ha decidido  anunciar el establecimiento del califato islámico, el nombramiento de un califa de los musulmanes y la promesa de lealtad al jeque, el muyahid, el erudito que practica lo que predica, el devoto, el líder, el guerrero, el restablecedor, descendiente de la familia del profeta, el esclavo de Alá, Ibrahim Ibn Awwad Ibn Ibrahim Ibn Ali Ibn Muhammad al-Badri al-Hashimi al-Husayni al-Qurayshi por linaje, al-Samarra’i por nacimiento y educación, al-Baghdadi por residencia y estudios”.

Con esta afectada grandilocuencia el 29 de junio de 2014 el portavoz de Daesh, Abu Muhammad al-Adnani, anunciaba la restauración de “califato . Pocos días después, el cuatro de julio, Abu Baker Al- Baghdadi, el flamante “califa Ibrahim”, se dirigía a sus acólitos desde el púlpito de la mezquita al-Nuri de Mosul: “Este es el restablecimiento de la religión: un libro que guía y una espada que sostiene. En cuanto a nuestros hermanos muyahidín, Alá les ha otorgado la gracia de la victoria y la conquista, y les ha permitido, después de muchos años de yihad, paciencia y lucha contra los enemigos de Alá (…). Por lo tanto, se apresuraron a declarar el Califato y colocar un imán, y este es un deber para los musulmanes, un deber que se ha perdido durante siglos (…). Los musulmanes pecan al perderlo, y siempre deben tratar de establecerlo, y lo han hecho, y todas las alabanzas se deben a Alá”.

Abu Baker Al- Baghdadi en la mezquita al-Nuri de Mosul (Irak). Fuente: New York Times

Abu Baker Al- Baghdadi en la mezquita al-Nuri de Mosul (Irak). Fuente: New York Times

Acababa de empezar la “edad de oro” del yihadismo, logrando cotas de poder territorial y capacidad letal nunca alcanzadas por ningún otro grupo terrorista inspirado por la distorsionada versión de la fe islámica, distintivo común de las distintas organizaciones que practican el terrorismo yihadista.

Los delirios califales se fueron truncando y la pérdida de capacidades y control efectivo de terreno y población en zonas de Irak y Siria llegó a su cénit el 28 de octubre de 2019. El Departamento de Defensa de Estados Unidos anunció el asalto por parte de fuerzas de operaciones especiales del complejo en el que se ocultaba Abu Baker Al- Baghdadi situado en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria. El “califa” murió después de detonar la carga explosiva de un chaleco que portaba. El secretario de Defensa Mark Thomas Esper declaró: “Su muerte marca un golpe devastador para Daesh, que ahora está privado de su líder inspirador después de la destrucción de su califato físico a principios de este año“[2019]. Esper también confirmó que la muerte de Al- Baghdadi no ponía fin al terrorismo.

Abu Hamza Al-Muhajir, flamante portavoz de Daesh tras la eliminación de su sucesor Abu al-Hassan al-Muhajir, anunciaba en su primera intervención pública que Abu Baker Al- Baghadi, al igual que su predecesor en la portavocía de la organización terrorista, había alcanzado el “martirio”. Advertía a EE.UU. que “no se regocije” con su muerte ya que su sucesor pronto les hará “olvidar el horror que han contemplado”. Así, el 31 de octubre de 2019, la no tan boyante propaganda de Daesh confirmó, mediante una grabación de audio distribuída a través de Telegram,  la muerte de su líder y que el nuevo “califa” y “príncipe de los creyentes” era Abu Ibrahim al-Hashemi al-Qurayshi.

En el mundo árabe el término Abu (padre), seguido del nombre, generalmente el del primogénito varón es empleado con mucha frecuencia. Este sobrenombre (kunya) se suele completar con la filiación geográfica o tribal (nisba). En ocasiones, el empleo de la kunya no implica relación alguna de paternidad y es usado como un alias.[1] Por su parte, Al-Hashemi, deriva de  Banu Hasim, denominación de los descendientes de Hashim ibn Abd Manaf, antepasado de Mahoma, término que también se aplica a la familia del profeta. La mayoría de los hashimis apoyaron la causa de Mahoma, aunque fueron perseguidos por otros miembros de su propia tribu, los Coraixitas (Quraysh) prósperos comerciantes de la península arábiga. En la actualidad la tribu Quraysh, es la encargada de custodiar las llaves de la Kaaba, la estructura con forma cúbica situada en la mezquita Al-Haram de La Meca que constituye el recinto más sagrado de todo el Islam. La azora 106 del Corán está dedicada a la tribu de Quraysh[2].

El 20 de enero de 2020, el rotativo británico The Guardian, anunciaba, citando fuentes de inteligencia, que el verdadero nombre del nuevo líder de Daesh era Abdul Rahman al-Mawli al-Salbi, también conocido por el sobrenombre de Haji Abdullah. Al-Salbi completó sus estudios en derecho islámico (sharía) en la Universidad de Mosul (Irak). Su formación académica le valió el sobrenombre de “Profesor”. En el año 2004 fue detenido por las fuerzas de EE.UU. e ingresado en la prisión de Camp Bucca, una suerte de “Universidad del Terrorismo”[3] en la que entró en contacto con Abu Baker al-Baghadi y de la que salieron varios cuadros de alto nivel de Daesh.

Fotografía del líder de Daesh, Abdul Rahman al-Mawli al-Salbi. Fuente: Daily Mail

Fotografía del líder de Daesh, Abdul Rahman al-Mawli al-Salbi. Fuente: Daily Mail

La formación religiosa de al-Salbi le sirvió para alcanzar puestos de mayor poder dentro de la “nomenklatura” yihadista. Su bagaje religioso también le permitió emitir fetuas (decretos religiosos) que sirvieron a Daesh como excusa recubierta de un tosco barniz de justificación, para perpetrar el genocidio de la minoría religiosa yazidí y los ataques contra los cristianos de lengua aramea que trajeron como consecuencia la huída de estos de las planicies de Nínive . De la brutalidad con la que se perpetraron estos crímenes surgió otro de los apodos de al-Salbi, “Destructor”.

Al-Salbi, del que se cree que tiene un hijo, nació en la ciudad iraquí de Tal Afar, en el seno de una familia de la etnia turcomana, circunstancia poco habitual en el liderazgo de Daesh compuesto mayoritariamente por individuos de la etnia árabe. Tal Afar ha sido la cuna de varias figuras prominentes, tanto por su poder dentro de la organización como por la dureza de sus posicionamientos. Son ejemplos de ello Abu Ali al-Anbari, eliminado en Siria en marzo de 2016 o Abu Ala al-Afri, también conocido como Abu-Muslim al-Turkmani muerto en un ataque aéreo de EE.UU. en Irak en 2015.

Abu-Muslim al-Turkmani fue cuadro de alto nivel de Daesh con asiento en el Consejo de la Shura, órgano con mayor capacidad de decisión del grupo terrorista. Antes e engrosar las filas del “ejército del califa”, sirvió, al igual que muchos de sus cofrades, en las fuerzas armadas de Sadam Hussein, concretamente en las áreas de inteligencia militar y fuerzas especiales. Su origen turcomano, al igual de lo que puede ocurrir con Al-Salbi no fue óbice para que escalase puestos en Daesh, ya que como apunta Ibrahim Al-Marashi, profesor en la Universidad de San Marcos, en Califormia (EE.UU.) “Históricamente, las tribus árabes y los descendientes del profeta Mahoma se mudaron a zonas culturales turcas, kurdas, persas o indias adoptando el idioma y la cultura de estas áreas”.

Después de que el Consejo de la Shura de Daesh proclamase al nuevo califa, la propaganda del grupo terrorista difundió un mensaje en formato audio de 37 minutos de duración narrado por el portavoz de la  organización Abu Hamza Al-Muhajir. El comunicado hace referencia al versículo 10 de la Azora 47 del Corán: “Sea así, puesto que ellos han rechazado lo que Dios ha hecho descender. ¡Anule Dios sus obras![4].

Esta cita coránica enfatiza el caso de los pueblos destruidos por Alá por no obedecer a su profeta y también constituye una advertencia para los incrédulos que se desvíen del camino de Alá. Ni que decir tiene que desde la reduccionista óptica de Daesh en la categoría de “incrédulos” entran todos y cada de aquellos que no siguen “el camino de Alá” empleando exclusivamente para ello las coordenadas impuestas por el grupo terrorista.

La grabación se distribuyó el 27 de enero de 2020. En su parte inicial recoge que los “infieles” habían librado una guerra contra Daesh siendo esta infructuosa ya que “la luz de Alá nunca se extingue” y el grupo no desaparecerá. Al-Muhajir dice a EE.UU. y a los gobernantes “tiránicos” de los estados árabes, fundamentalmente a Irak, que carecen de fundamento sus declaraciones sobre la desaparición de Daesh.

Imagen de la propaganda de Daesh anunciando un comunicado de la organización terrorista. Fuente: @SimNasr

Imagen de la propaganda de Daesh anunciando un comunicado de la organización terrorista. Fuente: @SimNasr

El portavoz del grupo terrorista llamó a los integrantes de su organización en el Sinaí egipcio, en Siria y en otras zonas del mundo a luchar contra Israel y los judíos con el fin de impedir el llamado “Acuerdo del siglo” para Palestina del presidente Trump, cuya presentación pública tuvo lugar precisamente tan sólo un día después, el 28 de enero de 2020.

Abu Hamza Al-Muhajir afirmó que bajo la égida del flamante “califa” Abu Ibrahim al-Hashemi al-Qurashi daba comienzo una nueva etapa de la yihad entendiendo esta como la lucha contra Israel y el retorno “al gobierno del islam” de Jerusalén y del conjunto de Palestina. También añadió que  el presidente de EE.UU., al que se dirige con el apelativo de “perro de Bizancio”, se equivocaba al pensar que la eliminación de Abu Bakr Al-Baghdadi había supuesto el fin de Daesh, que el nuevo “califa” continúa por al senda de su predecesor y que los “infieles sufrirán más y más muertes”. Igualmente declaró que el grupo tenía implantación en “todo del mundo” con menciones a Irak, Siria, Yemen, el Sinaí (Egipto) Libia, Somalia, Khorasan (Afganistán), Pakistán, India, el Cáucaso, África Occidental y Central, Túnez y Argelia. Como colofón a su invectiva, Al-Muhajir hizo un llamamiento a todos los musulmanes para que “emigrasen” al “estado islámico” y se incorporasen a los campos de entrenamiento de Daesh.

Además de un mensaje que abunda en la retórica de los tiempos de Abu Bakr Al-Baghdadi, Daesh y su aparato de propaganda, no han difundido más datos que puedan facilitar algún mayor nivel de conocimiento respecto de su nuevo líder. Ello puede ser debido a que el declive del “califato” ha afectado al nivel de penetración propagandísti1co del grupo. De forma paralela, este mismo declive puede ser, y en realidad es, un factor decisivo en sus capacidades lo que se traduce en menos medios de movimiento, protección y ocultación segura para su nuevo líder, en aras evitar que corra la misma suerte que su predecesor.

El actual estado de debilidad de Daesh también es percibido por el Departamento de Estado de los EE.UU. empleando como nivel de medida para esta aseveración el monto económico al que asciende la recompensa que ofrece por Abdul Rahman al-Mawli al-Salbi en relación a la cuantía ofertada por Abu Baker Al-Baghdadi. Si una pista que llevase a la captura del fundador del autodenominado Estado Islámico podía reportar 25 millones de dólares , por su sucesor se ofrece la más “modesta” cifra de cinco millones de dólares. Son dos millones menos que los prometidos por Abubaker Shekau líder del grupo comúnmente conocido como Boko Haram (Jama’atu Ahl as-Sunnah il-Da’awati wal-Jihad) organización que en su momento estuvo  integrada en Daesh y ahora facción escindida de su provincia de África occidental (ISWAP).

La clandestinidad inherente a cualquier grupo terrorista hace que, en no pocas ocasiones, se carezcan de datos incompletos o poco fiables sobre el liderazgo de los mismos, sea por motivos securitarios o bien por cuestiones propagandísticas. Del actual líder de Daesh es notorio que mantiene un nivel de radicalidad, contrastada por la más expeditiva vía de los hechos, y de formación religiosa homologable a su antecesor el “califa Ibrahim”. Ambas circunstancias son potentes vectores para sostener en el tiempo su control sobre el grupo terrorista salvo, claro está, si este orden de cosas no es truncado por algún factor exógeno como le ocurrió a Abu Baker Al-Baghdadi.

En el statu quo actual del yihadismo de Daesh es evidente que se encuentra en una situación notablemente más ruinosa que en épocas pretéritas, aunque sería descabellado considerarlo totalmente periclitado y tal vez constituiría un grave error contemplarlo como absolutamente derruido.

En este punto cobran especial relevancia las declaraciones en relación a Daesh realizadas por un alto funcionario kurdo-iraquí a The Guardian: “Sus redes rurales permanecen intactas. Después de todo, los miembros de Daesh en Irak todavía perciben salarios mensuales y capacitación en áreas montañosas remotas. Esa red permite que la organización perdure, incluso cuando es derrotada militarmente”.

Sobre la derrota de un grupo armado no estatal, terrorista en este caso, conviene tener presente lo planteado por el sociólogo Raymond Aron, sustituyendo de su acertada reflexión la palabra “guerrillero” por la de  “yihadista”: “los guerrilleros ganan la guerra si no la pierden y quienes luchan contra ellos la pierden si no la ganan[5].

[1] GÓMEZ, Luz: “Diccionario de islam e islamismo”. Espasa (2009), pp. 2-3. Los yihadistas en general hacen un profuso empleo de la kunya fundamentalmente por razones de seguridad, para ocultar su verdadera identidad y para buscar cierto prestigio entre sus acólitos basado en una supuesta grandeza en el linaje del que descienden.

[2]  La azora 106, llamada precisamente “Coraix” consta únicamente de cuatro aleyas (versículos): “En la concordia con los coraixitas, en su concordia en la caravana de invierno y verano. ¡Adoren al Señor de este Templo! Él los ha alimentado, los ha salvado del hambre, y los ha puesto a salvo del temor”. VERNET, J. “El Corán” Ed. Óptima (1999), pag.477.

[3] IGUALADA, Carlos, “La radicalización yihadista en el entorno de las prisiones, Instituto Español de Estudios Estratégicos, noviembre 2017.

[4] Azora XLVII Mahoma (Bendígale Dios y los salve).VERNET, J. “El Corán” Ed. Óptima (1999), pag.369.

[5] ARON, Raymond: “Pensar la guerra. Clausewitz. Tomo II. Ed. Ministerio de Defensa (1993), p.197.