La investigación y el seguimiento realizado desde el Observatorio de Atentados Terroristas sobre la actividad yihadista durante el mes de junio ha vuelto a arrojar unos datos interesantes para su estudio. Los 113 casos de estudio documentados en los que han resultado muertas al menos 703 personas en 18 países distintos son una nueva muestra de la magnitud global de este fenómeno.
Afganistán sigue siendo el país más afectado por la violencia yihadista a causa de la actividad que allí ejercen tanto los grupos talibán como el propio Daesh a través de Wilayat Khorasan. No obstante, no hay que olvidar la situación de Irak donde, a pesar del importante descenso de atentados y víctimas provocadas por Daesh durante el último año, la actividad de este grupo sigue estando muy presente. Sin ir más lejos, en junio la violencia yihadista desarrollada por Daesh en Irak ha alcanzado unos niveles elevados con más de dos decenas de atentados en los que se han producido víctimas mortales.
Por otro lado, el deterioro de la estabilidad y la seguridad en Mozambique durante los últimos meses es otro rasgo a tener en cuenta, especialmente en la provincia norteña de Cabo Delgado. Este mes se han producido al menos seis acciones terroristas perpetradas por el grupo Ahlu Sunna Wa-Jamo, también conocido como Ansar al Sunna o Al Shabaab, sobre distintos poblados en los que han ejecutado a al menos 33 personas.
Análisis
El terrorismo yihadista sigue ampliando sus áreas de influencia a nivel global. Cada vez son más los países donde su presencia se encuentra a través de su ideología y de las acciones terroristas más o menos letales cometidas por grupos que actúan en nombre de este movimiento. En este sentido, en junio se han dado tres ataques yihadistas saldados con cerca de medio centenar de víctimas cada uno. El primero de ellos, ocurrido el primer día del mes en la ciudad de Muqokori en Somalia (caso de estudio #1) en el que murieron 47 soldados somalíes a manos de al Shabaab durante el ataque a un poblado. En segundo lugar, el doble atentado de Boko Haram perpetrado por dos niñas que hicieron estallar los explosivos adheridos a sus cuerpos en el estado de Borno en Nigeria (#63). Este atentado se dio durante los festejos del final del ramadán y acabó con la vida de 43 personas. El tercer atentado más letal tuvo un modus operandi similar, al hacerse estallar un terrorista de Daesh en la provincia afgana de Nangarhar (#61) durante un encuentro de paz entre las fuerzas de seguridad y los grupos talibán enmarcado en las negociaciones que llevaron a los tres días de tregua. Este atentado, en el que murieron al menos 35 personas, ha sido entendido como un intento por parte de Daesh de boicotear esos días de paz, de los cuales quedaron excluidos.
Analizando los datos desde el punto de vista cuantitativo, se aprecia la falta de grandes cambios respecto a la información obtenida el mes anterior. En junio, tanto el número de atentados como el de fallecidos ha descendido ligeramente respecto a mayo, como se puede apreciar en la gráfica superior. Si se amplía el foco de comparación se observa que, respecto a los datos resultantes del primer semestre de 2017, el año actual muestra unas cifras considerablemente menores en cuanto al número de víctimas producidas en acciones yihadistas. Esto debe ser entendido desde la perspectiva de una menor letalidad de los atentados, ya que su número no ha descendido en los mismos términos en el que lo ha hecho el número de fallecidos.
En junio, tanto Daesh como los grupos talibán han tenido un ligero descenso de su actividad. En el caso de los talibán, este descenso puede estar influenciado por los días de tregua que acordó el grupo con las fuerzas de seguridad afganas, una tregua que fue respetada por ambas partes. No obstante, el intento del gobierno afgano por prolongarla no tuvo éxito y los atentados talibán han vuelto a darse una vez finalizado el plazo del acuerdo de paz. Por otro lado, destaca el repunte de las acciones terroristas perpetradas por el grupo somalí de al Shabaab. En junio, este grupo ha cometido al menos trece ataques terroristas, en los que han perdido la vida cerca de un centenar de soldados del país. La amenaza del yihadismo sobre Somalia sigue creciendo ya que, además de la capacidad operativa de al Shabaab, cada vez está teniendo mayor protagonismo el Estado Islámico en Somalia, grupo que este mes ha perpetrado otras dos acciones, ambas en Mogadiscio, que suponen una modificación en cuanto a su área de influencia, la cual suele abarcar tradicionalmente la región de Puntland. El hecho de que hayan puesto el foco en la capital del país supone un desafío todavía mayor para la seguridad de todas las fuerzas de seguridad y la estabilidad del país.
Asimismo, Boko Haram ha vuelto a aumentar el número de acciones terroristas cometidas mediante atentados suicidas. A lo largo del mes de junio, al menos doce personas se han hecho estallar con explosivos en siete atentados distintos, siendo la gran mayoría de ellas chicas adolescentes. En estos atentados han perdido la vida 62 civiles, varios de ellos niños.
La tabla 3 refleja las principales regiones donde actúa el terrorismo yihadista. Oriente Medio y la mitad norte del continente africano siguen siendo las dos grandes áreas con mayor presencia del movimiento yihadista. En el caso de la primera, Irak y Afganistán siguen siendo los principales epicentros, tanto regionales como globales, de este fenómeno que centra gran parte de la actividad de la estructura central de Daesh y de los grupos talibán. Solo en estos dos países se ha concentrado el 60% de los atentados producidos en todo el mes de junio a escala planetaria. En el caso afgano, más de 300 personas han muerto este mes a causa de la actividad yihadista, siendo la gran mayoría miembros de las fuerzas de seguridad.
En cuanto a la región que abarca parte del continente africano, el mayor problema a día de hoy es la expansión de la ideologia yihadista por distintos países y la tradicional presencia en otros de ellos de organizaciones que llevan asentadas en el territorio varios años con un fuerte control sobre el mismo. Esta difusión del yihadismo se está haciendo especialmente visible en la mitad sur del continente, teniendo como principales casos el de Mozambique y, de forma aislada, el de Sudáfrica. El caso de Mozambique resulta especialmente interesante porque lo que se entendía a finales del año pasado y principios de este como casos aislados, se ha demotrado que es obra del grupo conocido por la población local como Al Shabaab, una organización que no parece tener vínculos con su homónima somalí. El modus operandi de este grupo tiene algunas características semejantes a Boko Haram en cuanto a sus continuas incursiones en poblados en las que arrasan con todo lo que encuentran a su paso y roban la mayor cantidad posible de recursos. Estos ataques van acompañados de ejecuciones brutales de algunas de las personas más influyentes dentro de estos lugares y otros habitantes. Solo en junio se han dado seis acciones de este tipo en las que han sido asesinadas 33 personas.
La tabla 4 refleja la dimensión global del fenómeno yihadista a partir de los países en los que se produce cada mes al menos un atentado perpetrado por organizaciones o individuos inspirados en esta ideología. El número de países donde se ha producido al menos una acción yihadista en junio han sido 18: Irak, Siria, Afganistán, Pakistán, India, Filipinas, Egipto, Libia, Túnez, Mali, Níger, Nigeria, Camerún, Burkina Faso, Somalia, Kenia, Mozambique y Sudáfrica.
Balance del primer semestre del año
El seguimiento y la monitorización que se realiza sobre la actividad de los grupos yihadistas permite realizar un balance de lo ocurrido durante el primer semestre del año. En este período, el Observatorio de Atentados Yihadistas ha documentado 765 atentados de carácter yihadista que han causado la muerte de al menos 3.982 personas. Estas cifras han sufrido una importante reducción respecto al mismo período del año anterior, especialmente en cuanto al número de fallecidos.
En estos primeros seis meses, el número de países en los que se ha producido al menos una acción yihadista han sido 30: Afganistán, Siria, Irak, Pakistán, India, Irán, Yemen, Líbano, Egipto, Libia, Argelia, Túnez, Mali, Nigeria, Níger, Guinea, Camerún, Burkina Faso, Chad, Somalia, Kenia, Sudáfrica, Sudán, Filipinas, Tailandia, Indonesia, Rusia, Francia y Bélgica.
Afganistán ha desbancado a Irak como epicentro de la actividad yihadista. Desde marzo, este país abarca tanto el mayor número de atentados como el de muertes provocadas a causa de la actividad del salafismo yihadista. Más de 1.660 personas han sido asesinadas en este período de tiempo, lo que representa el 42% de las víctimas a nivel global. Los principales responsables de esta situación son tanto los grupos talibán como Wilayat Khorasan. Si bien es cierto que las principales acciones que realizan los talibán van dirigidas contra las fuerzas de seguridad, mientras que los atentados de Daesh tienen como objetivo principal la población civil.
En este semestre se ha constatado el preocupante deterioro de la estabilidad y la seguridad en relación a la presencia de organizaciones yihadistas. En este sentido, los dos países que han sufrido en mayor medida esta situación son India y Mozambique. En ambos casos se ha dado un incremento de atentados terroristas en una continuación de algo que ya se vislumbraba durante los últimos meses del año último. Con toda probabilidad, la realidad de estos países siga empeorando durante la segunda parte del año ante la incapacidad gubernamental para hacer frente a las fuerzas yihadistas. Estos casos sirven para ilustrar una de las mayores preocupaciones en este sentido, con un futuro inmediato en el que la expansión de la ideología yihadista se produce cada vez de forma más frecuente en regiones donde hasta la fecha su presencia había sido muy minoritaria.
Es muy posible que la línea a seguir durante la segunda mitad de 2018 se mantenga en unos parámetros similares a los que hemos visto hasta ahora. Afganistán acabará por consolidarse como el nuevo epicentro de la actividad yihadista, mientras que Daesh seguirá presente a través de la insurgencia en los antiguos territorios de su califato. La vuelta de al Qaeda seguirá produciéndose de forma paulatina, aunque será difícil que abandone el perfil bajo y el papel moderado con el que intentan volver a recuperar el territorio perdido en cuanto a su estructura central. Mientras tanto, su actividad seguirá recayendo sobre sus franquicias regionales.
Por último, un dato positivo para finalizar. La reducción del número de víctimas es una buena noticia, la cual se encuentra estrechamente relacionada con la menor letalidad de los atentados. En lo que llevamos de año, únicamente se ha dado un atentado que haya superado el centenar de fallecidos, el ocurrido a finales de enero en Kabul, mientras que en el mismo período del año anterior se habían dado ya cuatro, alguno de ellos superando los dos centenares de fallecidos.