Análisis del Observatorio de Atentados Yihadistas en noviembre

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Mientras continúa la ofensiva sobre Mosul, la organización nigeriana Boko Haram protagoniza un recrudecimiento de la violencia y duplica sus ataques contra objetivos civiles y militares en comparación con los últimos meses.

Los 119 casos de estudio recabados a lo largo del mes de noviembre por el Observatorio de Atentados Yihadistas sirven de referencia para conocer un mes más la evolución que están teniendo a nivel global las distintas organizaciones de carácter yihadista que operan en distintas zonas geográficas.

Antes de comenzar con el análisis es importante recordar que los datos recogidos en esta publicación no supone la totalidad de la actividad yihadista practicada por las distintas organizaciones que tienen presencia a nivel global. Se debe ser comprensible con el hecho de que debido a conflictos armados como los que se están dando a día de hoy en Irak, Siria, Yemen o Libia, por poner algunos ejemplos, dificulta en gran medida el trabajo de los distintos medios e instituciones que desean informar sobre lo que está sucediendo a pie de campo, siendo un gran riesgo el que corren todos aquellos periodistas, voluntarios de ONGs o representantes de organismos que tratan de denunciar el incumplimiento de los derechos humanos. Si a ello le añadimos que en estos conflictos intervienen múltiples actores, que no siempre están claramente identificados, resulta muy complicado poder obtener información detallada y fiable sobre hechos que aporten nuevas referencias para este observatorio.

Análisis

El número de atentados yihadistas documentado durante este mes es ligeramente superior al obtenido en octubre, ya que se ha pasado de 108 a 119 casos. No obstante, este aumento no resulta tan llamativo si lo comparamos con el mes anterior donde se pasó de 76 a 108 ataques perpetrados por grupos de esta ideología. Los datos de noviembre representan la continuidad de los acontecimientos del mes anterior con el foco de atención en la ofensiva contra Dáesh en Mosul por parte de las fuerzas iraquíes junto a grupos chiíes, los combatientes peshmergas y la ayuda aérea de la coalición internacional. Por otro lado, resulta significativo el repunte de violencia en la zona del Sahel, especialmente en Mali donde se da una presencia de distintos grupos yihadistas como Ansar Dine, Al Morabitoun y especialmente durante este mes Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), ya que se ha documentado una importante presencia de su actividad en este país.

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En cuanto al número de víctimas producido por estos atentados, se puede observar a partir de la tabla 1 que se ha dado una importante disminución, pasando de 16 víctimas de media por atentado a 10. Aun así, es un hecho significativo que la tendencia de los últimos meses siga por encima del millar de víctimas, teniendo en cuenta que están sin contabilizar todas aquellas que no pueden documentarse en este seguimiento por los motivos anteriormente citados. En cuanto a los actos más virulentos ocurridos durante este mes es preciso señalar el atentado del día 24 en Bagdad donde un camión bomba acabó con la vida de 100 personas que volvían a sus casas tras la celebración de una festividad chií, haciéndose Dáesh responsable de dicho atentado mediante un comunicado difundido en sus medios afines. Por otro lado, se vuelve a repetir la tendencia del mes anterior en lo que concierne a Mosul y a la aparición de fosas comunes a medida que el autodenominado Estado Islámico pierde territorios. En dichas fosas se encuentran cuerpos sin identificar, la mayoría de ellos con evidentes signos de haber sido ejecutados, como muestran los dos casos documentados los días 7 y 21 con el hallazgo de dos fosas con cerca de 100 y 200 cadáveres respectivamente. Estos hechos son uno de los tantos ejemplos de la actividad del Dáesh a través de las ejecuciones de la población civil en aquellos territorios que todavía están bajo su dominio y en los que acusaciones por ayudar al enemigo, por traición o por no cumplir las normas establecidas pueden llevar a la muerte. Una muestra de ello es el hecho de que un joven fue sentenciado a morir tras descubrir que estaba realizando una llamada a través de su teléfono móvil, como aparece documentado en el caso número 34.

En lo referente a los distintos grupos yihadistas que operan a nivel global, el hecho a destacar durante este mes ha sido el protagonismo de AQMI, como ya se ha comentado antes, llevando el peso de al Qaeda y pasando de tener una escasa actividad durante los últimos meses a causar al menos ocho atentados en el Sahel y el Magreb a lo largo de noviembre.

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La otra gran organización que ha tenido un importante aumento en su actividad es el grupo nigeriano Boko Haram, quien, a pesar de la presión ejercida por parte de los múltiples ejércitos nacionales que combate a sus miembros, ha aprendido a sobrevivir con ello y además está en continuo proceso de expansión geográfica de su actividad, dado que cada mes se producen atentados con su sello en regiones más amplias en relación a su principal zona de influencia en el estado de Borno en Nigeria. El resultado de ello es que este mes se han duplicado los actos recogidos por este grupo en comparación a la actividad analizada durante los anteriores meses. Respecto a los blancos de sus atentados, se observa que están dirigidos tanto contra la población civil como contra las fuerzas militares, produciéndose por igual ataques contra poblados donde queman todo lo que encuentran a su paso como ofensivas realizadas contra distintas bases militares de la ONU y de la Unión Africana. Si bien es cierto que en los últimos meses se ha dado un repunte de su actividad contra objetivos militares como muestran los atentados del día 4 contra un convoy en el que murieron cinco soldados nigerianos o el ataque producido contra una base militar el día 21 cerca del lago Chad donde perecieron seis soldados cameruneses.

Por su parte, el Dáesh sigue siendo el referente del terrorismo yihadista con una intensa actividad, especialmente en aquellos territorios donde actualmente está perdiendo el control. Las estrategias mediante las que combaten la superioridad militar de sus enemigos son múltiples, recurriendo especialmente al uso de terroristas suicidas que se adentran entre las filas enemigas con vehículos muy reforzados para activar la carga explosiva en el momento oportuno, causando el mayor número de bajas posibles. Además, como ya se comentó en el análisis del mes pasado, a medida que retroceden, los miembros de Dáesh esconden todo tipo de explosivos por el territorio con el objetivo de que éstos estallen al paso del ejército enemigo o población civil, llegando a encontrarse algunos de estos artefactos en juguetes infantiles o balones de fútbol. Las ejecuciones siguen siendo otro método muy recurrente, ya que por un lado sirven como método de castigo hacia aquellos que se rebelan contra su autoridad, mientras que por el otro, estos actos consiguen infundir temor en el resto de la población civil, debido a que la mayoría de estos actos suele hacerse en plazas públicas para conseguir este propósito.

La barbarie del Dáesh no sólo se limita a aquellos a los que consideran sus enemigos, sino que incluso llega a tener como víctimas a sus propios miembros, sirviendo como ejemplo el caso registrado el día 11, donde se produjo una ejecución de varios de sus combatientes tras ser acusados de abandonar el campo de batalla ante el avance de las tropas enemigas. Por otro lado, hay que señalar que el Dáesh por primera vez reivindicó el día 4 un atentado en Turquía en el que murieron nueve personas, a pesar de que existen dudas sobre la autoría de dicho acto. Tradicionalmente, el Dáesh no reivindica los atentados cometidos en territorio turco con el objetivo de crear mayor desconfianza y tensión en la relación entre las autoridades y el PKK, favoreciendo así la inestabilidad del país.

En lo que concierne a la actividad islamista atendiendo al ámbito geográfico se aprecia que no se han producido grandes cambios, siendo 20 los países afectados donde ha hecho acto de presencia: Irak, Siria, Afganistán, Pakistán, Yemen, Libia, Túnez, Egipto, Kenia, Mali, Somalia, Niger, Nigeria, Camerún, Burkina Faso, Indonesia, Filipinas, Israel (Altos del Golán), Turquía y Estados Unidos.

Oriente Medio continúa siendo el principal epicentro a partir de la actividad del Dáesh especialmente en Siria, Irak, Afganistán y Pakistán, y de los grupos talibán, muy presentes en estos dos últimos países. Mientras, la región del Magreb y el Sahel siguen teniendo un importante protagonismo a partir de las distintas zonas de influencia donde operan principalmente filiales del propio Dáesh, AQMI, Boko Haram o Al Shabaab. Es importante detenerse en este punto, dado que es fundamental que estas regiones comiencen a recibir la atención necesaria por parte de Occidente si se quiere evitar que grupos procedentes de estas áreas se conviertan en las próximas amenazas para la seguridad internacional. Una muestra de ello es que cada vez se asienta más la teoría de que Libia puede convertirse en el próximo foco a partir de la llegada de terroristas de Dáesh que huyen a este país tras el desmoronamiento de su califato. Si a ello le sumamos las influencias procedentes de los grupos citados tanto en el resto del Magreb como en el Sahel, sin duda Libia puede acabar siendo el nuevo avispero de yihadismo, con la amenaza de una mayor proximidad geográfica respecto a Europa occidental, traducida a una mayor facilidad logística para atentar en dicho territorio.

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En la tabla 3 se aprecia que, pese a la continua amenaza que recae sobre Occidente por parte del terrorismo yihadista, ésta no se ve traducida en actos, ya que por regla general los casos producidos suelen ser muy escasos. Este mes es un buen ejemplo de ello, ya que el único caso de atentado inspirado en la ideología islamista es el sucedido a finales de mes en Ohio, donde de hecho la única víctima fue el propio terrorista que resultó abatido tras atropellar previamente a varios estudiantes y herir a varios de ellos con un arma blanca. No obstante, hay que señalar que durante este mes se han producido atentados contra objetivos que representan instituciones occidentales, como muestran los ataques contra una base militar estadounidense en Afganistán el día 12 de noviembre, o el producido dos días antes en el mismo país contra el consulado alemán. Ambos atentados fueron reivindicados por los talibán.

Respecto al sudeste asiático, a pesar de que la actividad yihadista no es especialmente llamativa, si destaca la presencia del grupo Abu Sayyaf. Por otro lado, es importante alertar sobre la progresiva presencia de la ideología promovida por Dáesh observada desde tiempo atrás, pudiendo darse en los próximos meses un aumento de este perfil de terrorismo la región.

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Por último, en cuanto a los objetivos establecidos por los grupos yihadistas para cometer sus atentados se aprecia que tanto los blancos militares como los civiles suelen ser muy recurrentes. El caso más llamativo sigue siendo el de Dáesh, que a pesar del aumento de ataques contra las tropas enemigas tiene predilección por los atentados contra la población civil, especialmente contra los grupos chiíes, que no hay que olvidar que forman una importante parte de la comunidad musulmana. No obstante, el uso de la violencia se extiende a todos aquellos que rechazan su ideología, incluso contra la propia población sunní, siendo esta espiral de violencia desmedida uno de los factores que produjo la escisión años atrás de al Qaeda y actualmente un motivo de la pérdida progresiva del necesario apoyo social. Por contra, grupos como Boko Haram o al Shabaab priorizan más actualmente sus ataques contra los objetivos militares, sin olvidar que también la población civil sigue siendo la principal afectada por el terrorismo que promueven, dándose múltiples atentados contra objetivos blandos como en mercados o estaciones de transporte. No obstante, en el caso de estos dos últimos grupos, se aprecia que en los últimos meses se ha producido un aumento de sus ataques contra bases militares, así como patrullas policiales en respuesta a la ofensiva iniciada por parte de los distintos gobiernos afectados, que han adoptado un papel más activo a la hora de combatir a estas organizaciones yihadistas.

Conclusiones

La evolución del terrorismo yihadista en noviembre ha seguido la línea marcada del mes anterior a través del incremento de la presencia de distintas organizaciones a nivel global con un total de 119 atentados repartidos en 20 países. Es un hecho a destacar el descenso de víctimas mortales a causa de la menor virulencia de los atentados cometidos, a pesar de que éste haya aumentado ligeramente respecto a octubre.

Oriente Medio sigue siendo el principal epicentro de presencia yihadista. Dáesh tiene mayor presencia en Irak y Siria y progresivamente en Pakistán y Afganistán, mientras que los talibán así como otros grupos asociados centran su actividad en estos dos últimos países. Por otro lado, tanto en el Magreb como en el Sahel, la presencia de grupos islamistas sigue en aumento, con un importante papel del AQMI a lo largo de este mes, especialmente en Mali, así como de Boko Haram, que sigue expandiendo su área de influencia pese a la presión militar. Al Shabaab no ha mostrado cambios, limitándose a la actividad en Somalia y alguna incursión puntual en la vecina Kenia

El foco sigue centrado en la ofensiva contra Mosul donde se espera que para la próxima primavera la derrota del Dáesh sea una realidad. Sin embargo, resulta fundamental comprender que tanto esta derrota como la futura pérdida total de sus dominios en Siria e Irak no significará su desaparición, sino simplemente una mutación de lo que representa, ya que es muy posible que intenten continuar su proyecto en el sur de Libia, a pesar de que también aquí están teniendo serias dificultades con la pérdida de su principal bastión en la ciudad de Sirte. Aun así, en el caso de que se consiga acabar con Dáesh, es preciso que se pongan medidas para combatir y anular el problema de fondo, que sigue siendo desde hace varias décadas la ideología salafista yihadista, ya que si la comunidad internacional se limita a eliminar su cara visible cada ciertos años en el momento en el que una organización determinada se convierte en una seria amenaza, con el paso del tiempo ésta volverá a resurgir a partir de otro grupo ya existente o con el nacimiento de uno nuevo que sepa reunir todos los elementos necesarios para convertirse en el nuevo referente.

*El Observatorio de Atentados Yihadistas es una investigación de Carlos Igualada (@carlos_igualada) para el grupo de análisis Baab al Shams con la colaboración del Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo (OIET).