El 13 de agosto de 2024 varios ciudadanos se encontraban en una tetería situada en el Parque Mártir Rüstem Demirbaş en las inmediaciones de una mezquita en el distrito Tepebaşı de la ciudad turca de Eskişehir (unos 225 kilómetros al oeste de la capital, Ankara) cuando de repente, un individuo irrumpió en la escena hiriendo mediante el empleo de un arma blanca a cinco personas, dos de ellas de gravedad.
El atacante, identificado como Arda Küçükyetim, de dieciocho años de edad, fue detenido por la policía poco después. Iba enmascarado, llevaba unas gafas de protección, un casco metálico, un hacha un cuchillo, una navaja, un espray de pimienta y un chaleco táctico equipado con una cámara desde la que retrasmitió en directo la acción. En el propio chaleco podía verse un parche representativo del Sonnenrad (Sol Negro). Este símbolo, que aparece en la simbología tradicional de muchos países y culturas, incluidas las culturas nórdicas antiguas y celtas, fue empleado en la Alemania nazi, entre otros por las SS (Schutzstaffel o Escuadrón de Protección fundada en marzo de 1923, como guardaespaldas personales de Adolf Hitler) lo que derivó en su uso posterior por parte de grupos o individuos de tendencia neonazi y/o supremacista blanca.
En la empuñadura de la navaja, fue grabado con tinta blanca la siglas de las SS, una esvástica y las iniciales KKK (en referencia al Ku Klux Klan). La ejecución del ataque, así como la estética de Arda Küçükyetim guardaba cierta relación con la de Brenton Harrison Tarrant, el autor del asesinato de 51 personas y del intento de asesinato de otras 40 en un atentado cometido el 15 de marzo de 2019 en dos mezquitas de la localidad neozelandesa de Christchurch.
El día antes de perpetrar el atentado, Arda Küçükyetim difundió a través de Telegram un manifiesto en cuya portada aparece el título Mass cleaner el kitabi (Manual de limpieza masiva) en unión del símbolo de las SS. El documento, de dieciséis páginas de extensión, está redactado de manera muy simple -zafia en ocasiones- que se inicia con una serie de preguntas dirigidas a hipotéticos lectores expresadas en términos tales como: “¿Estás deprimido? ¿Estás harto de la vida? ¿Odias a la humanidad? Bien. Este manual te enseñará a escupir tu odio en lugar de ser un maricón…”
Como si se tratase de un juego en línea, desgrana una serie de posibles objetivos catalogándolos en función de la dificultad de atentar contra ellos: “Nivel Fácil”: bibliotecas, iglesias, mezquitas, sinagogas…; “Intermedio”: hospitales, centros comerciales, colegios… y “Modo pesadilla” (sic): aeropuertos, bases militares, comisarías de policía…
A continuación, continuando con el símil del juego en línea, asigna una puntuación a cada víctima, mortal o no, a cada arma, así como a la vestimenta y el material. Sirva como ejemplo que otorga 150 puntos por cada herido y, en cuanto a las armas, estas van de los 20 puntos de un cuchillo a los 10.000 de una “bomba de fertilizante”. Respecto al material, un chaleco táctico recibiría 50 puntos, 20 extra si porta un parche del Sol Negro. También da una serie de consejos previos a la comisión de un ataque como prepararse con antelación o consumir propaganda de Internet.
En un capítulo dedicado a sí mismo, Arda Küçükyetim, que se define políticamente como nacionalsocialista, afirma no haber tenido una buena relación familiar y sufrir una depresión tras terminar la educación secundaria, la cual le habría hecho perder las ganas de vivir. Posteriormente, en sus propias palabras “Cuando a esta depresión se le sumó el odio a la humanidad, encontré el propósito de mi vida…Eliminar tantos insectos como pueda del mundo…”. En el mismo documento, el atacante señaló su intención inicial de llevar el ataque sobre una sede del TKP (Türkiye Komünist Partisi, Partido Comunista de Turquía), aunque finalmente la descartaría.
Como suele ser habitual en este tipo de panfletos, culpa de la decadencia de la humanidad al globalismo “maldición inventada por los judíos” (sic). Como suele ser habitual también, establece una serie de comunidades a las que achaca todo tipo de males siendo estas, además de los judíos: “negros, feministas, izquierdistas, comunistas.”. Como dato novedoso, incluye en este conjunto a los kurdos a quienes describe como “unos cabrones que exigen tierras a Irán, Irak y Turquía. Hablan lengua indoiraní y son de origen iraní” y de los que dice -como no- que están al “servicio de los judíos”.
En su manifiesto, Arda Küçükyetim describe como “Los santos de hoy” a los siguientes individuos:
Precisamente ese nombre fue el que citó en su declaración Arda Küçükyetim como la persona que había contactado con él a través de la plataforma de juegos llamada STEAM. Según Küçükyetim, el usuario llamado Fjotolf Hansen le contó que tenía intención de adquirir un arma y cometer un atentado y que también contemplaba la fabricación de explosivos o el empleo del coche de algún familiar para realizar un atropello. Posteriormente, a través de Telegram, siempre según el testimonio de Arda Küçükyetim, Fjotolf Hansen le orientó y “aprobó” la perpetración del atentado, acción que acabó ejecutando no sin antes formatear y reiniciar todos sus dispositivos informáticos.
Por otro lado, el 10 de septiembre de 2024, las autoridades estadounidenses informaron que llas Humber, de 34 años, de Elk Grove, California, y Matthew Allison, de 37 años, de Boise, Idaho, fueron detenidos bajo la acusación de intentar provocar una “guerra racial” y ataques contra judíos, inmigrantes y miembros de la comunidad LGBTQ mediante un foro en Telegram conocido como “Terrorgram Collective”. A los dos arrestados se les considera líderes del grupo desde 2022 y se les atribuye ser los instigadores de un tiroteo en un bar gay en la capital eslovaca, Bratislava, en octubre de 2022 y del atentado perpetrado por Arda Küçükyetim.
Estos luctuosos hechos suponen, otra vez, una suerte de tenebroso reavivamiento del “efecto mariposa” toda vez que implica el salto espacio-temporal mediante el cual el autor de un atentado terrorista en EE.UU. en 1995 sirve como elemento inspirador de otro en Turquía en 2024. En este tipo de actos también influye lo que podría denominarse el “efecto manifiesto” esto es, escritos justificantes de barbaries terroristas, como los de Breivik/Hansen o Tarrant son el “preámbulo” de otros como el de Arda Küçükyetim.
En esta cuestión juega un notable papel la “red de redes” ya que, aunque sea de manera involuntaria garantiza a contenidos de este tipo el “don de la ubicuidad” así como el de la “vida eterna”. Esta influencia documental “pasiva” se ve reforzada en esta ocasión por otra influencia “activa” perpetrada por los usuarios virtuales que operaban con el nombre de Fjotolf Hansen. Asimismo, también refleja el papel de la influencia externa como elemento justificador y autovictimizador, ya que el potencial terrorista se ve a sí mismo como objeto de injusticias, así sean estas reales o percibidas. Ya lo ejemplificó perfectamente Eduardo Galeano (1940-2015). En una pequeña historia recogida en su obra “Días y noches de amor y de guerra”. En ella se narra como a través de un impulso externo, en este caso religioso, los habitantes de dos aldeas homónimas se exterminaron mutuamente justificándose en un supuesto mandato divino.
Cuando un individuo está dispuesto a atentar, como en este caso, una vez superada la fase del impulso se llega a la del autoconvencimiento alcanzando una macabra recreación distorsionada de un, en sí mismo, noble estadio magistralmente descrito por el filósofo danés Søren Kierkegaard (1813-1855): “Lo que me hace de veras falta es ver perfectamente claro lo que debo hacer, no lo que debo saber. Lo que me importa es entender el propio sentido y definición de mi ser, ver lo que Dios quiere de mí, lo que debo hacer. Es preciso encontrar una verdad para vivir y morir”. Aquí el terrorista además busca motivos también para matar; morir matando; matar muriendo.
Como peldaño inmediatamente anterior a la ejecución del atentado está la deshumanización de las víctimas. En su manifiesto Arda Küçükyetim las calificaba como böcekleri (escarabajos). En otro lugar y otro tiempo- Ruanda 1994- los perpetradores del genocidio tutsi en referencia a sus víctimas empleaban el vocablo en lengua kinyarwanda “inyezi” (cucarachas). Fue precisamente un periodista conocedor de esa catástrofe humanitaria, Jean Hatzfeld (1949 -), quien en su obra “Una temporada de machetes” describe claramente la fase final del terrorista una vez superadas todas las etapas: “La norma número uno era matar. Norma número dos no había. Era una organización sin complicaciones”.