Casos de estudio Magreb y Sahel mayo 2023
Mayo de 2023 finaliza como el mes más violento nunca registrado en África Occidental. Se tiene constancia de 146 atentados de carácter yihadista[1], que habrían causado la muerte de 577 civiles y militares. Esta última cifra también supone una de las más altas del histórico de datos, solo superada en tres ocasiones. Además, en mayo, si se considerasen los miembros de grupos terroristas muertos durante la comisión de atentados o a lo largo del desarrollo de operaciones de seguridad, esta cifra ascendería hasta 748.
Las claves del mes:
Análisis de las regiones de estudio
A continuación, se ofrece un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de mayo de 2023.
Sahel Occidental
Burkina Faso, que, una vez más, lidera la comparativa regional, marca también valores máximos de actividad terrorista. Uno de los dos atentados de impacto alto registrados en la región habría tenido lugar en Youlou, en la región de Mouhoun (caso de estudio 48), en el que murieron 33 civiles. Además, 12 de los 71 ataques registrados serían de impacto medio, gran parte de ellos cometidos por JNIM, que continúa siendo el grupo mayoritario en el país. Los incidentes de mayor gravedad se concentran en tres puntos: zona centro-oeste del país, y las áreas fronterizas con Níger y Togo.
Dentro de la gravedad del contexto de seguridad regional del Sahel Occidental, la evolución de Burkina Faso en cuanto a terrorismo yihadista resulta especialmente alarmante: los 71 atentados de mayo de 2023 contrastan enormemente con el máximo registrado en 2020, que fue, en el mes de febrero, de 20. Así las cosas, el primer ministro del país se ha negado a celebrar elecciones “mientras continúen los atentados yihadistas”, por lo que no se espera una fecha próxima de celebración de los comicios.
Por otro lado, dada la presunta implicación de militares burkinabés en la muerte de civiles durante el transcurso de operaciones antiterroristas, el gobierno interino ha decidido incluir a miembros de la policía judicial en el ejército, para que se incorporen a dichas operaciones y aseguren, así, la legalidad de dichas acciones.
En Mali, la proporción de atentados cometidos por la filial de Dáesh, el Estado Islámico en el Sahel (EIS) aumenta: si bien la actividad de la coalición JNIM aún absorbería alrededor de dos tercios del total nacional, el EIS se consolida en las regiones de Gao y Ménaka. Es precisamente en esta última donde el grupo perpetró el único atentado de alto impacto registrado en el país: el 19 de mayo, miembros de este grupo mataron a al menos 30 miembros de la comunidad Dawsahak en la localidad de Tin Techori (caso de estudio 90).
En el caso de Níger, aunque cuantitativamente la actividad yihadista se mantenga estable y dentro de niveles frecuentes para el país, se aprecia un aumento de la actividad de la coalición JNIM en su extremo occidental, concretamente en la región de Tillabéri, donde dicho grupo se encontraría detrás de uno o dos atentados (casos de estudio 29 y 80).
En esta ocasión, la violencia registrada en el Golfo de Guinea se ha concentrado en Benín, donde también se habría alcanzado el máximo nivel de actividad terrorista nunca registrado, con cinco atentados que se habrían cobrado la vida de 26 civiles y militares. Todos ellos habrían sido cometidos por miembros de JNIM que, por el momento, es el actor yihadista más activo en el país. Asimismo, resulta destacable la explosión acaecida en Toffo, departamento de Atlantique, al sur del país (caso de estudio 6), en la que 12 militares habrían perdido la vida. No obstante, por el momento no se ha registrado reivindicación por parte de JNIM.
Lago Chad
En Nigeria se cumple un año de cierta estabilidad en cuanto a violencia de carácter yihadista: a excepción del mes de septiembre, no se han superado los 12 atentados mensuales, lo que contrasta enormemente con los casi 40 de diciembre de 2020. En este caso, la actividad predominante recae en grupos afines a la filial regional de Dáesh, el Estado Islámico en África Occidental (ISWAP, por sus siglas en inglés), cuyas víctimas son, mayormente, civiles.
Desde hace dos años, tras la muerte del líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, ambos grupos terroristas pugnan por una mayor influencia en la cuenca del Lago Chad. Por el momento, ISWAP se mantendría en una posición más fuerte, por lo que Boko Haram—liderado por Bakura desde 2021—habría comenzado a adoptar una nueva estrategia, más similar a la de la franquicia de Dáesh, con acciones como la recaudación de impuestos periódicos en la zona.
No obstante, en Camerún sí predominan los atentados cometidos por Boko Haram, nuevamente, contra población civil. No obstante, todos ellos serían de impacto bajo y, salvo uno, perpetrado en un puesto de control a la entrada de Mora, en el que murieron tres militares (caso de estudio 151), no habrían causado más de una víctima mortal.
Magreb
En esta ocasión, se tiene constancia de un atentado en Argelia, cerca de Bordj Emir Abdelkader. El 10 de mayo, una patrulla militar se enfrentó a un grupo ligado a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) durante una operación de reconocimiento. Uno de los soldados falleció, y cuatro terroristas fueron detenidos (caso de estudio 41).
Perspectiva regional
Continúa el avance de la coalición JNIM a lo largo del territorio de Burkina Faso. Las capacidades de atentar del grupo aumentan, algo que se evidencia en los atentados de impacto medio alto que perpetran de manera continuada. Este extremo es algo en lo que ya se hizo hincapié en anteriores Observatorios pero, en esta ocasión, ha ido acompañado de un notable aumento cuantitativo en el número de atentados, que se habían mantenido estables desde el mes de enero.
Además, en cuanto a situación política, se espera que continúe una fuerte inestabilidad: supeditar la celebración de elecciones a la mejora de un contexto de seguridad de extrema complejidad supone, en la práctica, la cancelación de los comicios.
El fortalecimiento de la coalición JNIM resulta, en términos generales, preocupante. En primer lugar, en Níger, donde sus acciones están aumentando. Esto podría desestabilizar aún más la zona, aumentando los enfrentamientos entre grupos terroristas a territorio nigerino y provocando un aumento generalizado de la violencia terrorista. Por otro lado, si en el caso de Benín se confirmase la autoría yihadista del atentado de Toffo, el país se encontraría ante un reto de gran envergadura, ya que supondría la prueba de que los terroristas no circunscriben sus acciones exclusivamente al norte del país.
Por último, la situación de debilidad en la que Boko Haram se encontraría, ya analizada en anteriores entregas, se ve reconfirmada con la recaudación de impuestos, ya que, nuevamente, esta es una de las acciones que los grupos terroristas tratan de implementar para la obtención de financiación de manera ágil. Además, en este caso, supondría la contravención de la postura oficial del grupo que, tradicionalmente, ha sido opuesta a este tipo de prácticas, ya que se presentaban como “campesinos” y se negaban a posicionarse como actores superiores a la población civil. Por lo tanto, en este caso, la infracción de sus propios principios evidenciaría aún más las dificultades que estarían atravesando.
[1] Los atentados registrados en el presente Observatorio son aquellos de los que se deriva al menos una muerte, ya se trate de civiles, personal de seguridad o miembros de grupos terroristas.
[2] Se consideran atentados de bajo impacto aquellos que causan menos de 10 víctimas mortales; medio impacto, entre 10 y 29 muertes; alto impacto, 30 o más víctimas.