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África Occidental sufre un incremento en las dinámicas de violencia terrorista durante el mes de septiembre. Los datos registran 105 ataques, con 473 fallecidos a consecuencia de éstos. Las acciones se han concentrado en la frontera entre Mali y Burkina Faso y en el estado de Borno (Nigeria), e incluyen emboscadas, explosiones de IED, enfrentamientos armados y ejecuciones selectivas. Los civiles como objetivo de la violencia terrorista han sido prevalentes en el 42% de los casos.
Las claves del mes:

Análisis de las regiones de estudio
A continuación, se ofrece un análisis de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de septiembre de 2025.
Sahel Occidental
Burkina Faso mejora sus dinámicas de violencia con respecto al análisis anterior, registrando 17 acciones terroristas y bajando hasta la cuarta posición con respecto a los países más golpeados por el terrorismo en la región. A pesar de ello, el país continúa liderando la comparativa regional con respecto a los índices de letalidad, con aproximadamente 150 fallecidos entre fuerzas militares y grupos de autodefensa. La presión geográfica se vuelve a concentrar en el norte y noroeste, particularmente en regiones como Boucle du Mouhoun (Kossi y Sourou), Nord (Yatenga), Sahel (Soum y Yagha), Centre-Nord (Bam y Sanmatenga) y Est (Gourma).
La tendencia continúa mostrando la completa dominación territorial y operativa de JNIM sobre otros grupos terroristas, con una acción ofensiva directa contra elementos militares y no tanto contra civiles como objetivo prioritario, en línea con análisis anteriores. El grupo es el único actor terrorista que ha perpetrado ataques con una o más víctimas mortales en esta ocasión, manteniendo su campaña mixta de presión militar y guerra económica sobre el país, lo cual se encarga de demostrar constantemente con sus ataques contra empresas y contratistas.
La confrontación entre grupos terroristas es una de las características a destacar en el análisis de Burkina Faso por tercer mes consecutivo. Muestra de ello tuvo lugar el pasado 17 de septiembre, cuando militantes de Estado Islámico en el Sahel atacaron a elementos de JNIM en la aldea de Ibbal (Sebba, Yagha, Sahel). Al menos 20 combatientes de este último fueron abatidos, además de incautarse armas y municiones por parte de la rama regional de Estado Islámico.
Además de estas constantes manifestaciones de fuerza entre grupos, conviene mencionar el ataque más significativo de septiembre, ocurrido a mediados de mes con el ataque al ejército y a los VDP en Thiou (Thiou, Yatenga, Nord). Al menos 56 personas, entre soldados y milicias de autodefensa, fueron asesinados (caso de estudio #72).
Otro de los ataques destacables tuvo lugar el 25 de septiembre, cuando militantes de JNIM atacaron una posición del ejército en Gomboro (Gomboro, Sourou, Boucle du Mouhoun). El grupo reivindicó haber terminado con la vida de al menos 26 soldados e incautado 13 rifles AK, así como otros equipos. Se publicaron varias fotografías del material incautado (caso de estudio #89), lo cual demuestra una letalidad creciente en el volumen de los ataques del grupo.
En el caso de Mali, el país mantiene sus dinámicas de violencia constantes (21) si se comparan con el análisis anterior (22), así como sus índices de letalidad. La presión geográfica se centró en Segou (especialmente Macina y Niono), Mopti (Djenne, Mopti y Bandiagara), Koulikoro y en menor medida Kayes, Tombuctú y Gao. El control terrorista es creciente en corredores rurales y rutas comerciales, especialmente en cuanto a emboscadas a convoyes y camiones cisterna con cargamento de combustible.
Como en el caso burkinés, el grupo dominante continúa siendo JNIM y en menor medida EIS. Los objetivos prevalentes se mantienen constantes durante septiembre: fuerzas estatales (militares, policía y Africa Corps), milicias identitarias (Dan Na Ambassagou y Dozo) y civiles, y las emboscadas y los ataques a posiciones militares siguen siendo los modus operandi prevalentes.
El 14 de septiembre tuvieron lugar dos incidentes destacables para el futuro de la seguridad en el país. Por un lado, elementos de JNIM atacaron ese día a posiciones de las FAMa en Konna (Mopti) lanzando tres IED con drones. La acción, que ocasionó un muerto y 13 heridos, recurre a una táctica de guerra avanzada que habría sido usada en al menos dos ocasiones más a lo largo del año, durante los meses de marzo y junio.
El otro de los incidentes a mencionar para ese mismo día incluye el ataque a un convoy de más de 100 camiones de combustible escoltados por el ejército maliense entre Kaniara (Lakamane, Diema, Kayes) y Lakamane (Lakamane, Diema, Kayes), a lo largo de la carretera que conecta Kayes y Bamako. Este evento marca el pistoletazo de salida a una ofensiva mayor del grupo tras el anuncio de un bloqueo de combustible en las regiones de Kayes y Nioro promulgado por la organización el pasado 3 de septiembre. Desde entonces, el país -dependiente en más de un 95% de la importación de combustible de fuentes externas- vive una de las peores crisis energéticas de su historia, poniendo en peligro la propia supervivencia política del régimen militar en Bamako y exacerbando una crisis multinivel tanto en las principales ciudades del país como en los núcleos del extrarradio.
En la emboscada al convoy en Kayes, varios soldados fueron asesinados o capturados, y 51 camiones cisterna fueron incendiados por los combatientes. Los militantes de JNIM publicaron un video de varios camiones quemados, reafirmaron el embargo sobre las ciudades de Kayes y Nioro, y anunciaron que atacarían específicamente a vehículos bajo escolta militar. El grupo también se apoderó de dos vehículos militares, dos ametralladoras, fusiles, dos RPG, cinco cohetes para RPG y seis cajas de munición, publicando fotografías de los objetos incautados.

Por su parte, Níger registra más del doble de acciones (21) que en el mes anterior (10), aumentando por consiguiente sus índices de letalidad, que superan el centenar de personas asesinadas. La presión geográfica se mantiene concentrada en Tillaberi y en menor medida en Dosso, Diffa, Tahoua y Agadez, destacando también la expansión de EIS hacia el sur (Dosso) y JNIM hacia el oeste. Como objetivos, prevalecen los ataques contra las fuerzas estatales (militares, gendarmes, policía y Guardia Nacional), y en menor medida contra milicias comunales y civiles, con un dominio de la violencia esencialmente a manos de Estado Islámico en el Sahel.
Como acciones a destacar, se incluyen la ocurrida a manos de EIS el 15 de septiembre contra civiles en el pueblo de Takoubat (Banibangou, Banibangou, Tillabéri). Los militantes asesinaron a 15 personas durante una ceremonia de bautismo, y posteriormente a otras siete en los alrededores del pueblo. El ataque ocurrió tras un incidente previo en la misma zona, donde miembros de una milicia armada asesinaron a jóvenes fulani acusados de estar vinculados a EIS que luego se escondieron en la ceremonia de bautismo en Takoubat (caso de estudio #47).
Pocos días más tarde, combatientes del mismo grupo atacaron una unidad de gendarmería en el mercado semanal de Doubalma (Soucoucoutane, Dogondoutchi, Dosso). Al menos siete gendarmes y un civil fueron asesinados, mientras que otro gendarme desapareció y otros dos resultaron heridos. El gobierno afirmó que militantes armados tendieron una emboscada a una patrulla y que la fuerza aérea de Níger lanzó una operación de persecución, “neutralizando al menos a 22” de los militantes e hiriendo a otros tantos (caso de estudio #68).
Lago Chad
Si en agosto la situación de Nigeria experimentaba una relativa mejoría, su panorama para septiembre demuestra todo lo contrario. El país sufre uno de sus episodios terroristas más violentos desde que existen registros, alcanzando los 31 ataques, de los cuales se han derivado un total de 125 víctimas mortales. No se contabilizaban esos datos desde enero de 2024.
Las acciones se han concentrado en el noreste y noroeste, especialmente en Borno y Sokoto, y en menor medida en Yobe, Adamawa y Kebbi. ISWAP y Boko Haram lideran en el noreste mientras que EIS, a través del grupo Lakurawa, domina en la parte noroeste del país. En cuanto a objetivos, se repite un equilibrio entre fuerzas estatales/milicias y civiles.
Buena parte de los índices de letalidad lo explica el ataque de principios de septiembre en Dar el Jamal (Bama, Borno), cerca de la frontera entre Nigeria y Camerún, donde se encontraba una base militar. Los terroristas llegaron en motos y dispararon contra cualquiera que se cruzara en su camino mientras prendían fuego a viviendas. La mayoría de las víctimas eran familias recientemente reubicadas desde el campamento de desplazados de la Escuela Secundaria Gubernamental en Bama, dejando un balance de al menos 63 víctimas mortales, incluidos cinco soldados (caso de estudio #14).
Este ataque del 5 de septiembre desencadenó una amplia respuesta militar en el estado de Borno, intensificando las operaciones aéreas y terrestres dirigidas contra emplazamientos terroristas. Las fuerzas de seguridad persiguieron a la facción de Boko Haram liderada por Ali Ngulde hasta la reserva forestal de Sambisa y las montañas Mandara. Estas últimas, que discurren por la frontera con Camerún, permiten a los militantes una movilidad entre países para esquivar los combates. En cuanto al bosque de Sambisa, su terreno denso y resguardado ha funcionado como un bastión clave para las actividades de ISWAP y Boko Haram durante años, utilizándose para lanzar ataques sorpresa contra personal de seguridad y habitantes locales, además de servir como vía para el tráfico ilícito en la zona.
La situación terrorista mejora en Camerún, reduciendo el volumen de sus ataques hasta las 15 acciones para el mes de septiembre, con un balance de 19 víctimas mortales. Las acciones han tenido lugar en Extreme-Nord (Mayo-Sava, Logone-et-Chari y Mayo-Tsanaga, con una presión localizada en la frontera con Nigeria. Boko Haram es el grupo dominante para esta ocasión. Los civiles repiten como el objetivo principal de la violencia terrorista, en su mayoría agricultores y comunidades pastoriles, como el ataque ocurrido el 24 septiembre en Ganse y Zourou (Mayo-Sava), que dejó cuatro agricultores muertos (caso de estudio #85). Los secuestros continúan imparables, especialmente a manos de Boko Haram.
Para finalizar, tanto Chad como los países del Golfo de Guinea han mostrado una mejoría en sus dinámicas de violencia, a excepción de Togo, que sufrió un ataque de IED al paso de una familia de refugiados que atravesaban la localidad de Tonloni, cerca de Kouampante (Kpendjal, Savanes). Los cinco miembros de la familia fueron asesinados (caso de studio #41).

Norte de África
El norte de África mantuvo la ausencia de ataques terroristas durante el mes de septiembre, en línea con la tendencia observada a lo largo del año.
Perspectiva regional
El panorama del terrorismo en el Sahel durante el mes de septiembre revela una dinámica de estrangulamiento económico y expansión territorial por parte de grupos terroristas, con JNIM consolidando su influencia en Mali a través de tácticas de bloqueo que exponen las vulnerabilidades estatales y erosionan la legitimidad de la junta militar. La crisis de combustible en el país ha escalado dramáticamente, paralizando la economía y agudizando la brechas internas que dividen al país. Inicialmente enfocado en Kayes y Nioro, el bloqueo se ha extendido a rutas clave como el eje Kayes-Bamako (vía Senegal y Mauritania) y Sikasso-Bamako (conectando a Costa de Marfil), lo que ha llevado a la destrucción de más de 200 camiones cisterna desde el inicio de lo que es, en la práctica, un auténtico embargo de combustible. Las operaciones de JNIM, las cuales van desde emboscadas e IEDs hasta incendios provocados y extorsión, no solo han detenido el transporte de combustible – provocando la retirada de transportistas privados – sino que han interrumpido importaciones críticas en materia de energía, minería y suministro de alimentos. Es conveniente destacar que la mayor parte del comercio exterior del país pasa por rutas occidentales, por lo que el objetivo terrorista busca demostrar la debilidad del régimen y erosionar la confianza pública en la junta. Si bien se anticipa una inminente caída del régimen – algunas fuentes evalúan que esto podría ocurrir en dos o tres meses – no se prevé la viabilidad de un proyecto de establecimiento de califato islamista en el país, por motivos que van desde lo puramente logístico y operativo (JNIM no cuenta con la capacidad suficiente para controlar el territorio nacional al completo) hasta lo ideológico. Aun así, algunos analistas apuntan a que solo “un milagro” podría salvar la situación para el gobierno maliense, que no ha tardado en abrir canales de negociación con JNIM.
La crisis en Mali se entrelaza con inestabilidades internas, donde aumenta la tensión y división militar y que llegó incluso a demostrarse con disparos cerca de una base aérea en Bamako el 16 de septiembre – oficialmente un ejercicio, aunque se interpreta como un signo de fractura – y la detención en agosto de soldados, incluyendo dos generales, por un presunto golpe. Estos acontecimientos han alimentado las especulaciones sobre la cohesión en el seno de las fuerzas armadas. En el plano diplomático, las relaciones malienses con Argelia permanecen tensas durante el periodo de análisis. Mali presentó una demanda ante la Corte Internacional de Justicia el 4 de septiembre por el derribo de un dron en marzo, a lo que siguieron críticas mutuas en la Asamblea General de Naciones Unidas a finales de septiembre.
Otro de los acontecimientos geopolíticos clave es el retiro conjunto de Mali, Burkina Faso y Níger de la Corte Penal Internacional el 22 de septiembre, alegando sesgos occidentales, lo que podría limitar futuras rendiciones de cuentas por abusos en operaciones antiterroristas y complicar la asistencia internacional.
En un contexto más amplio, la guerra civil en Sudán – sin tregua aparente – ha reavivado el comercio ilícito de vehículos hacia Chad, con miembros de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) saqueando vehículos y vendiéndolos a bajo coste en mercados fronterizos porosos, incluyendo contrabando nocturno con placas falsificadas. Esta economía ilegal, valorada en miles de millones de dólares en bienes saqueados desde abril 2023, no solo está contribuyendo a financiar el conflicto sino que también desestabiliza la frontera Chad-Sudán, con potenciales ramificaciones a unas economías sahelianas ya de por sí frágiles. Aunque fuera del núcleo saheliano, la inauguración de la Gran Presa del Renacimiento Etíope en septiembre de 2025 podría tensionar las relaciones con Sudán y Egipto por los recursos hídricos, indirectamente afectando a las dinámicas de inestabilidad que alimentan la economía criminal y el contrabando hacia el Sahel.