Anuario del terrorismo yihadista 2024. Actividad yihadista en el Magreb y África Occidental

Anuario del terrorismo yihadista 2024. Terrorismo yihadista global: tendencias, actores y escenarios
06/03/2025
Far-right violence and terrorism – February 2025
16/03/2025

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Introducción 

El Sahel está experimentando un proceso de grandes cambios y transformaciones en un entorno multinivel. En los últimos años, la región ha sido testigo de un recrudecimiento de la inseguridad y la inestabilidad en prácticamente todos los países que entran dentro de este espacio geográfico, incidiendo intensamente en Burkina Faso, Mali, Níger o Nigeria y sin una proyección positiva en términos de prospectiva.

La violencia se ha acelerado precipitadamente tras los golpes de estado en Mali, Burkina Faso y Níger, cuyas juntas militares han reorganizado radicalmente las iniciativas de seguridad. La disolución del G5 Sahel y su Fuerza Conjunta, la retirada de la MINUSMA o el rechazo a la CEDEAO son solo algunos de los cambios más recientes que avanzan un periodo marcado por la inestabilidad y la incertidumbre. En este nuevo escenario, emergen actores de seguridad -incluyendo pero no limitándose a Rusia- que redefinen el equilibrio regional.

A pesar de ser el más analizado, el factor securitario no es el único aspecto en riesgo. El entorno económico, gravemente perjudicado por la pandemia de la COVID19 y las fuertes fluctuaciones en los precios del mercado internacional, ha abierto una brecha grave en la economía doméstica. La falta de seguridad económica y resiliencia política han mermado gravemente el estado de bienestar que las sociedades locales demandan y a los que quedan supeditados sus regímenes con independencia de su salud democrática durante la llegada al poder. En unos países con una población predominantemente joven, es fácil encontrar a comunidades enteras carentes de perspectivas optimistas en lo laboral, sanitario, e incluso alimentario, si a lo anterior se le añaden las consecuencias de las recientes temporadas de lluvias torrenciales y los largos periodos de sequía para las dos principales actividades económicas de la región, la agricultura y el pastoreo.

Con una situación para muchos insostenible en una infinidad de aspectos, no es de extrañar que la presencia de elementos radicales y disruptivos, en la búsqueda de revertir la situación en su propio beneficio, aumenten indiscutiblemente su popularidad y consigan ampliar su margen de operabilidad e influencia. Si concentramos la atención en el terrorismo armado de carácter islamista, vemos cómo los éxitos comunicativos, propagandísticos y de persuasión de la conciencia colectiva no encuentran resistencia en grandes segmentos de una sociedad que ha cesado en depositar su confianza sobre la fuerza de las instituciones y los órganos de poder central. Una parte cada vez más grande de la población entiende que son muchos los retos y amenazas a su supervivencia como para justificar la actitud de sus gobiernos, inmiscuidos en pugnas por el poder político interno y dejándose persuadir por influencias externas con un creciente peso en la seguridad y defensa nacional, un papel que a menudo trae a colación un excesivo uso de la fuerza contra los propios civiles con el beneplácito y en ocasiones participación de los supuestos garantes del orden público. Como consecuencia, la percepción social actual es de total abandono de la seguridad pública y una ausencia total de autoridad que garantice que los servicios básicos funcionen y sean confiables. Los ciudadanos que habitan el Sahel se encuentran actualmente sosteniendo un sistema inviable que aguanta sobre una base y una moral muy débiles con un riesgo de resquebrajarse de un momento a otro.

Si los actores regionales e internacionales con posibilidad de influencia real están haciendo todo lo que cabría esperar para combatir el extremismo violento y la criminalidad en la región objeto de estudio va más allá del alcance de este artículo. En su lugar, este capítulo aporta ese valor añadido que a menudo se encuentra ausente en los grandes análisis centrados en África Occidental y es precisamente el entender cómo los grupos armados yihadistas consiguen año tras año desestabilizar el orden público regional, permitiéndonos desglosar tanto la tendencia actual como las proyecciones futuras que impactan sobre las dos subregiones predominantes de la violencia: el Sahel Occidental y el área de lago Chad.

Basándonos en los registros mensuales del Observatorio del Yihadismo en el Magreb y África Occidental del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET), el artículo mostrará una descripción general de la situación actual durante 2024 para posteriormente desgranar las diferentes subregiones y la evolución del extremismo violento en cada una de ellas. Esto permitirá extraer algunas conclusiones que nos ayudarán a conceptualizar el grado de la amenaza que representa el yihadismo para millones de personas, como mencionado anteriormente, ya no solo en el aspecto securitario sino también para los posibles procesos políticos y sociales que puedan sucederse posteriormente y que aumenten el riesgo de inseguridad tanto para las necesidades e intereses de los países del Sahel como para los del norte de África y Europa.

 

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