El periodista Arcadi Espada, el general Miguel Ángel Ballesteros, el periodista y moderador del debate Javier Marrodán, y el periodista Gonzalo Araluce.
Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad cuando se produce un atentado terrorista: informar con precisión y sensibilizar a la ciudadanía sobre el sufrimiento de las víctimas. Durante la mesa redonda “Medios de comunicación y terrorismo: los límites entre el periodismo y la propaganda” de la Jornada de COVITE y OIET, celebrada el 23 de noviembre, el general Miguel Ángel Ballesteros, director del Instituto de Estudios Estratégicos, el periodista y escritor Arcadi Espada y el reportero de El Español Gonzalo Araluce –coautor de Sangre, sudor y paz y de los tres volúmenes de Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra dieron respuesta a la pregunta de cómo informar ante un atentado terrorista.
El general Ballesteros comenzó su intervención dejando claro la importancia de no contribuir desde los medios de comunicación a difundir el mensaje de los radicales y de fortalecer a la ciudadanía para que desarrolle una resiliencia -término acuñado por el general- que le permita salir adelante tras un atentado sin sucumbir en el terror, lo que haría más fuertes a los terroristas. “Hay que sensibilizar acerca del drama del terrorismo, pero no transmitir el mensaje del terror. Por ejemplo, el vídeo de la quema del piloto jordano por parte de DAESH es muy ilustrativo, pero difundiéndolo sólo contribuimos a la expansión del terror y a propagar la idea de cómo este grupo terrorista aplica la ley”.
En palabras del general Ballesteros, al terrorista se le combate mediante la estrategia de “disuasión por negación”, es decir, haciéndole ver que tiene el conflicto perdido y que su sacrificio es inútil. “Las asociaciones de víctimas del terrorismo tienen un papel fundamental en esta estrategia”, aseguró el general. “La sociedad tiene que transmitir un mensaje a los terroristas: que no van a lograr nada. Que las víctimas se quedan protegidas por la sociedad, puesto que forman parte estructural de la lucha contra el terrorismo. La sociedad tiene que ser resiliente, tiene que reponerse rápidamente a los atentados terroristas”.
Por su parte, Arcadi Espada reconoció que, en el caso del terrorismo yihadista, es un grave error humano y político obviar que la mayoría de las víctimas de estos atentados son musulmanes. “Los medios somos equivocadamente sentimentales a la hora de exhibir la estrategia de los atentados. Es muy difícil vencer la realidad simbólica que nos hace no romper la cercanía con los ciudadanos de París y sí romperla con los ciudadanos de países musulmanes. Pero deberíamos tratar de hacerlo con más ahínco”, afirmó el periodista. Al hilo de este aspecto del debate, el general Ballesteros añadió que es muy importante no confundir a los refugiados con los terroristas. “Aunque es cierto que las redes de inmigración son aprovechadas por los terroristas, no hay que confundirlas. Refugiado es una cosa y terrorista, otra muy distinta”.
Arcadi Espada remarcó que hay mucha “hipocresía” en la forma de afrontar los atentados terroristas. “Mucha gente que se muestra supuestamente en contra del terrorismo luego no quieren ver en el periódico una foto de un atentado que les incomode su desayuno. Esta actitud es inmoral, ineficaz y no sirve en la lucha contra el terrorismo”. Asimismo, el periodista analizó una forma de cobertura que muchos medios están adoptando cuando se produce un atentado terrorista: el relato del “minuto a minuto”. “Cubrir en directo a la manera a la que se hace ahora es el caos, el terror, el desorden, la imprecisión. En Barcelona circularon durante mucho tiempo infinidad de rumores acerca del atentado, como que los terroristas se habían atrincherado en un bar, lo que resultó ser mentira”. Y sentenció: “El terrorismo necesita la limpieza, la precisión, la respuesta contundente”.
El escritor se mostró a favor de la necesidad de mostrar los efectos del terrorismo “con firmeza”, aunque eso quiera decir que se publiquen fotos desagradables y que incomoden al lector. “El cadáver de un acto terrorista no es un cadáver privado. Es el reflejo de una realidad que nos concierne a todos. Y que tenga que ser mostrado es culpa de los terroristas, no de los periodistas”, defendió. “Las imágenes son fundamentales para la memoria, imprescindibles para evitar el olvido”.
Para el periodista Gonzalo Araluce, las entrevistas personales son un discurso eficaz en la deslegitimización de los mensajes de los terroristas. Todos los testimonios de víctimas son necesarios para conformar el gran relato que se debe construir en un escenario de terrorismo, cada uno añade algo al anterior y, por ello, son “indispensables”. “El terrorismo es propaganda. Hay que intentar humanizar a las víctimas del terrorismo, poner nombres y apellidos a esta realidad”. Araluce aseguró que, en la cobertura de los atentados terroristas, se puede informar al minuto de los últimos acontecimientos, pero con responsabilidad, “no como lo haría cualquier ciudadano. Debemos interiorizar muy profundamente la cultura de defensa y de seguridad”.