Actividad yihadista en el Magreb y el Sahel, agosto 2020

Red de jóvenes investigadores
14/09/2020
Observatorio de violencia y terrorismo de extrema derecha: agosto 2020
21/09/2020

Casos de estudio Magreb y Sahel agosto 2020

Versión disponible en PDF

Los 72 ataques terroristas de carácter yihadista registrados en el mes de agosto en las regiones del Magreb y el Sahel han provocado un total de 258 víctimas mortales, civiles y militares. En caso de contabilizar las muertes de militantes terroristas, el número total de bajas ascendería a 513. Se tiene constancia además de 22 operaciones antiterroristas, en las que han sido neutralizados al menos 218 terroristas.
Por segundo mes consecutivo, las fuentes consultadas no han arrojado información sobre atentados yihadistas en la región del Magreb. En el caso del Sahel Occidental, las cifras registradas, que en julio marcaron máximos, descienden de nuevo, alcanzando niveles similares a meses anteriores (ver gráfico 2).

En cuanto al Sahel Occidental, destaca el incremento de la actividad terrorista en la región de Mopti, en el centro de Malí. En la localidad nigerina de Kouré, en el suroeste del país y a menos de 60 kilómetros de la capital, Niamey, ha tenido lugar un ataque contra un grupo de seis trabajadores franceses de una ONG, que visitaban junto a un guía y un conductor, ambos locales, la Reserva de Jirafas de la localidad (caso de estudio 29).

Con respecto a la franja sur, colindante con los países del Golfo de Guinea, han continuado teniendo lugar ataques en el sur de Burkina Faso, siendo el de mayor envergadura el perpetrado contra el mercado de la localidad de Namoungou, en el que murieron 20 civiles (caso de estudio 21). Por último, y ya en la zona más oriental, la reivindicación del grupo Ansaru de un atentado en el estado de Kaduna, en el centro de Nigeria (caso de estudio 93), en el que murieron al menos 35 militares, evidencia la mayor capacidad del grupo, que hasta ahora había reivindicado acciones de menor envergadura, además de una expansión hacia el oeste del país, que ha sido ya confirmada por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA). De hecho, este ha sido el único ataque clasificado como de alto impacto en la región.[1]

Tal y como se puede apreciar en el mapa inicial, los enfrentamientos entre miembros del Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS en adelante) y la coalición JNIM han continuado, esta vez exclusivamente en Malí. En general, el EIGS ha sufrido un mayor número de bajas entre sus filas, aunque no se puede afirmar que la coalición JNIM se haya apuntado rotundas victorias (casos de estudio 6, 45, 68 y 92).

A nivel político, agosto ha estado marcado por el golpe de estado militar perpetrado en Malí. Tras meses de inestabilidad política y social en el país, protagonizada por las protestas del movimiento ‘5 de junio – Agrupación de Fuerzas Patrióticas’ (M5-RFP), el gobierno de Ibrahim Boubakar Keita fue destituido el día 18 por parte del ejército, que posteriormente creó el ‘Comité Nacional por la Salud del Pueblo’ (CNSP), una nueva junta militar que tomó el control del país. Liderados por el coronel Assimi Goita, insisten en el cumplimiento de los Acuerdos de Paz firmados en Argelia en 2015, la continuidad de la colaboración con socios internacionales para controlar el terrorismo y la próxima convocatoria de elecciones democráticas –aunque sin fijar una fecha para los comicios—; además de iniciar diálogos con el M5-RFP y otros actores sociales para definir los próximos pasos a seguir. Este cambio de poder ha provocado el rechazo generalizado a nivel internacional: el ECOWAS envió una delegación en días posteriores para tratar de restablecer el gobierno de Keita, sin éxito, por lo que mantiene cerradas las fronteras malienses y ha anulado la membresía del país de su organización. Francia anunció de inmediato el mantenimiento de la operación Barkhane, y desde la Unión Europea, pese a que ha paralizado las operaciones de apoyo “temporalmente”, han insistido en que continuarán próximamente. Estados Unidos también ha anunciado la interrupción de sus misiones de entrenamiento. Todos ellos insisten en que la transición ha de ser llevada a cabo por un actor civil, aunque por el momento no ha habido cambios en la junta militar.

A continuación, se realiza un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en las zonas de estudio.

Sahel Occidental

Malí lidera la comparativa regional en cuanto a número de ataques, seguido de cerca por Nigeria y Burkina Faso, registrando un total de 21 atentados. En comparación con meses anteriores, los ataques han sido de menor envergadura, concentrándose además en la zona de Mopti, en la zona central de su frontera con Burkina Faso, y con una mayor predominancia de la actividad de la coalición JNIM, en comparación con el EIGS. De hecho, aquellos se encontrarían detrás de los dos ataques de mayor envergadura registrados este mes, ambos contra el ejército maliense: a principios agosto se produjo un doble ataque contra convoyes militares en la zona de Diabaly, en el que murieron al menos cinco de ellos (caso de estudio 7), y el día 21 otros cinco murieron tras la explosión de un IED a su paso por Bougou, en Bandiagara (caso de estudio 80).

La situación en Burkina Faso resulta muy similar a la de julio, con 16 atentados yihadistas registrados, tan solo uno de ellos de impacto medio –el perpetrado en Namoungou, detallado anteriormente en la introducción— que, si bien no ha sido reivindicado oficialmente por ninguno de los grupos terroristas operantes en la zona, la información disponible apuntaría hacia miembros del EIGS, cuya actividad suele desarrollarse en esta zona sureste del país.

Aunque en la zona suroeste de Níger se han registrado solamente dos atentados, el impacto del perpetrado contra el grupo de cooperantes franceses ha sido muy alto a nivel internacional. Hasta ahora no se habían registrado actos relacionados con terrorismo yihadista en la zona, que estaba de hecho clasificada como de riesgo “medio” por las autoridades nigerinas. A los pocos días de tener lugar, la coalición JNIM, afín a al Qaeda, publicó un comunicado negando su participación en el ataque. Por su parte, el EIGS alabó el ataque en una de sus publicaciones semanales propagandísticas, aunque no asumió su autoría. Pese a que se desconoce, por tanto, quién podría estar tras su comisión, el asunto está siendo investigado como acto terrorista, con la participación de la Fiscalía Antiterrorismo francesa. A finales de agosto, el ministro de Interior de Níger, Alkache Alhada, anunció la detención de un posible sospechoso, sin que se hayan publicado más detalles.[2]

Lago Chad

Tras alcanzar niveles récord en el mes de julio, los niveles de actividad yihadista en Nigeria se estabilizan en agosto, regresando a cifras similares a las registradas durante el último año. Tal y como se indicaba en la introducción, el único ataque de alto impacto registrado este mes se ha producido en Kaduna por miembros del grupo Ansaru, afín a Al Qaeda (caso de estudio 93). En cuanto a la expansión territorial hacia el oeste de los grupos terroristas operantes en el extremo noreste del país, los enfrentamientos registrados en Mainari (Dikwa) entre miembros de Boko Haram y el ejército nigeriano aportan nuevas pruebas de los movimientos que los terroristas realizan (caso de estudio 75). Por otro lado, el ejército ha iniciado un programa conjunto con el gobierno de Camerún para la rehabilitación de antiguos miembros de grupos terroristas, en medio de un incremento de casos de rendiciones en los últimos meses.

Por su parte, Chad ha sufrido un solo ataque en la isla de Ngouboua, en el Lago Chad, en el que un militar perdió la vida (caso de estudio 90). El gobierno ha decidido enviar a 8.000 nuevos efectivos militares en la región del Lago, para hacer frente a la resistente presencia de ISWAP y Boko Haram en la zona. En cuanto a la investigación sobre la muerte de 44 prisioneros en dependencias policiales el pasado mes de abril, la información reciente apuntaría hacia el incumplimiento de los derechos de los detenidos, que habrían sido retenidos en condiciones extremas, muriendo como consecuencia de las mismas.

Por último, en Camerún, el número de ataques se estabiliza respecto a los registrados en julio, y continúa limitándose a la región del Extremo Norte. Miembros de Boko Haram han llevado a cabo dos ataques considerados de impacto medio, destacando el perpetrado contra el campo de desplazados de Mayo Moskota por dos terroristas suicidas, en el que 17 civiles perdieron la vida (caso de estudio 2). El otro tuvo lugar en la localidad de Krawa Mafa, que finalmente fue repelido por miembros del ejército. En esta ocasión, 11 ciudadanos perdieron la vida (caso de estudio 5).

Magreb

Por segundo mes consecutivo, no se ha registrado ningún ataque terrorista de carácter yihadista en la región del Magreb. Además, las fuentes consultadas han arrojado información sobre una sola operación antiterrorista, llevada a cabo por el ejército libio en Ghadduwah, donde neutralizaron a cuatro miembros de Daesh que, presuntamente, planeaban acciones terroristas en yacimientos petrolíferos del sur del país (cas0 de estudio 55). Sí se ha registrado información que apuntaría hacia una mayor presencia yihadista en los campamentos de Al Tlil y Al Baraem, en las afueras de la ciudad de Sabratha. Esta localidad fue un importante bastión del grupo terrorista en años anteriores.

Perspectiva regional

El golpe de Estado en Malí podría provocar una mayor desestabilización del país que no solo afectaría a nivel político, sino económico –la pobreza de sus ciudadanos podría verse afectada por los cierres de fronteras y la salida del país de organismos regionales como el ECOWAS—, social y, por supuesto, en el ámbito del terrorismo y la seguridad. Por el momento, la actividad yihadista no se ha visto incrementada aunque, con una alta probabilidad, sus consecuencias tardarían más semanas en llegar. En este sentido, la salida de importantes socios internacionales como Estados Unidos o las misiones de entrenamiento de la Unión Europea acarrearían un empeoramiento del contexto de seguridad del país, cuyas fuerzas armadas continúan sin estar preparadas para hacer frente en solitario a la amenaza terrorista. Cobra por tanto una importancia capital la manera en la que el proceso de transición sea gestionado por parte del CNSP, cuyos movimientos deberán contar con el apoyo de socios nacionales e internacionales.

Por otro lado, la actividad de la coalición terrorista JNIM ha aumentado notablemente respecto al EIGS, posiblemente debido a sus últimas victorias en los enfrentamientos que han tenido lugar en el Gourma maliense y la zona de Mopti, que ya eran bastiones tradicionales del grupo afín a Al Qaeda. Por tanto, se consolida la tendencia ya mostrada en julio, en la que el EIGS comenzaba a sufrir mayores derrotas que su rival.

El ataque contra personal francés en Níger evidencia la presencia de grupos terroristas en los parques nacionales de la zona, tal y como se detallaba en el Informe Semestral de Actividad Yihadista en 2020, en los que explotan sus recursos naturales –caza y pesca furtiva, pastoreo, minería ilegal, etc.— aprovechan para abastecerse y refugiarse, y que además les sirven como “corredores” para circular entre los distintos países de la zona. Este fenómeno supone un gran riesgo para la economía y la seguridad de los países afectados, en los que el turismo es una fuente de ingresos muy importante.

Por último, en cuanto a la situación en Nigeria, la huida de terroristas desde Borno hacia zonas más occidentales, así como el aumento de las rendiciones de militantes en el curso de operaciones militares, continúa apuntando hacia un debilitamiento de Boko Haram e ISWAP, que no han perpetrado ataques de alto impacto recientemente. No obstante, las autoridades nigerianas deberán reaccionar con rapidez para contener la implantación de estos grupos en la zona norte y noroeste del país, donde llevan meses operando, pero cuya presencia allí no ha sido oficialmente reconocida hasta el mes de julio.

[1] Atendiendo a la leyenda detallada en el mapa, se consideran ataques bajo impacto aquellos que provoquen menos de 10 víctimas mortales, impacto medio entre 10 y 30 bajas y alto los que superen las 30.

[2] Por el momento, el incidente ha sido contabilizado como acto terrorista en la presente base de datos. Futuros avances en la investigación podrán producir cambios en su clasificación.