El modus operandi de Omar Mateen en Orlando sigue el patrón marcado por Daesh: cometer atentados en su nombre sin solicitar permiso al núcleo, con el único requisito exigido de jurar fidelidad a la organización.
Tras el atentado terrorista perpetrado en Orlando por Omar Mateen contra un club nocturno de ambiente gay, y que dejó 49 asesinados y 53 heridos, los medios de comunicación se han apresurado a realizar aproximaciones al fenómeno del terrorismo yihadista con más o menos acierto, siendo las imprecisiones de términos una constante. Quizá también podríamos señalar que por candidez o por error de enfoque han dejado escapar detalles importantes del análisis y han concentrado el foco en detalles que, si bien son importantes, no son determinantes para entender la lógica del atentado yihadista.
Gran parte del debate al que hemos asistido trata de dilucidar si Omar Mateen estaba relacionado de manera directa con Daesh y, por lo tanto, si el atentado estaba dirigido desde el núcleo de la organización terrorista o si, por el contrario, Omar Mateen no tenía vínculos con la organización y era un atentado de ejecución autónoma. En primer lugar, es necesario hacer referencia a una figura conocida como “lobo solitario” y que, como bien señala Mario Toboso en su trabajo “Una aproximación a la contranarrativa yihadista”, ha sufrido una mitificación mediática. De otro lado, su uso desmedido puede haber contribuido a que el concepto haya perdido valor analítico hasta el punto de producir confusión. Dicho esto, cabe preguntarse si efectivamente Omar Mateen tenía alguna vinculación directa con el núcleo del Daesh. Con la prudencia que exige el hecho de que haya una investigación en marcha, hay una serie de datos que sabemos a ciencia cierta y que podemos mencionar sobre el modo en que procedió Omar Mateen.
Sabemos que había sido investigado en dos ocasiones previas por el FBI, siendo una de ellas por su posible conexión con Mohammad Abu-Salha, natural de Florida, que se convirtió en el primer terrorista suicida de nacionalidad estadounidense en Siria. Frecuentaban la misma mezquita, pero el FBI determinó que el contacto había sido mínimo y que no suponía ninguna amenaza.
Sabemos que en su llamada al 911 desde el interior del propio club juró lealtad (bay´yah) a Daesh. Este hecho es importante con vistas a la reivindicación del atentado por la propia organización. A principios de 2014 y a través de su portavoz Abu Mohammed al-Adnani, Daesh invitaba a sus seguidores a cometer atentados en su nombre allá donde se encontraran sin la necesidad de solicitar permiso al núcleo, siendo el único requisito exigido el jurar fidelidad a la organización y al líder de manera pública. Este patrón de ejecutar un ataque, seguido de juramento de fidelidad más reivindicación oficial desde la organización terrorista, tiene dos antecedentes en suelo norteamericano.
Uno de ellos es el tiroteo en mayo de 2015 en un concurso de dibujos de Mahoma en Texas perpetrado por Elton Simpson y Nadir Soofi. El segundo, el atentado en San Bernardino llevado a cabo por Syed Rizwan Farook y su esposa Tashfeen Malik que costó la vida a 14 personas. En ambos ataques sus autores juraron fidelidad al líder del Daesh a través de Facebook y posteriormente fue reivindicada su autoría a través de la radio oficial del grupo, al-Bayan. Con estos antecedentes, se puede afirmar que el ataque de Orlando sigue el patrón establecido y la fórmula lanzada por Adnani para ejecutar atentados inspirados por el Daesh. Por lo tanto, los hechos no apuntan a reivindicaciones aleatorias de sucesos violentos para un uso propagandístico del Daesh, sino más bien a todo lo contrario, se trata de un patrón definido y un modo de actuar conservador en las reivindicaciones.
No debe sorprender que un ataque perpetrado en solitario por un terrorista yihadista no tenga conexión directa con el núcleo central de la organización, puesto que es el propio núcleo quien ha ideado esta estrategia para protegerse. Por ello, todo apunta a que Omar Mateen planificó y ejecutó el ataque de forma autónoma y que debido al consumo de propaganda islamista radical vía internet y redes sociales, experimentó una radicalización islamista que le llevó a desarrollar en último término una vinculación ideológica con Daesh, obteniendo así legitimidad y justificación para llevar a cabo el ataque. A efectos prácticos, tanto si el atentado es inspirado o hay implicación directa, los réditos en términos propagandísticos y de prestigio para Daesh van a ser igualmente aprovechables y beneficiosos.
Hay que tener en cuenta que el ataque se realizó durante el mes del Ramadán. El pasado mes de mayo y en un comunicado, Adnani volvió a llamar a los musulmanes a realizar atentados allá dónde estuvieran y especialmente en América y Europa. Y este llamamiento es destacable puesto que el autor del ataque realizado el pasado lunes en el oeste de París que acabó con la vida de una pareja de policías se grabó en el mismo lugar de los hechos. Su autor insistió en que cumplía con el reclamo de Daesh de “matar infieles, en sus casas con sus familias”. En este ataque se vuelve a observar el patrón comentado con anterioridad de juramento de lealtad y reivindicación del grupo a través de canal oficial.
A pesar del impacto que estos atentados causan en la opinión pública, la estrategia utilizada no es nueva y la tentación de sobredimensionar la amenaza debe compensarse con un análisis pausado y prudente.
Pasaron dos años desde que en mayo de 2014 Mehdi Nemmouche irrumpió en el Museo Judío de Bélgica matando a cuatro personas hasta que se supo que en Europa existía una célula bien organizada de yihadistas retornados de Siria e Irak planificando atentados. Ya por aquellas fechas Abdelhamid Abaaoud motivaba a los yihadistas que volvían a Europa para que escogieran blancos sencillos y dispararan a cuantos civiles pudieran, creando situaciones con rehenes a través de las cuales atraer a las fuerzas policiales y poder morir como mártires. Por desgracia, con el reciente atentado en Orlando, el consejo que daba Abdelhamid Abaaoud allá por 2014 a un yihadista francés de 29 años llamado Reda Hame en la frontera de Siria con Turquía sigue estando de actualidad.
Ante semejante amenaza, como sociedad civil estamos ante el reto de volvernos más resilientes, de no ceder a las tentaciones reduccionistas de análisis simples y radicalismo fácil y, sobre todo, de estar unidos y no sucumbir ante discursos que polarizan y estigmatizan, puesto que narrativas de ese estilo serían el mejor combustible para radicalizar a individuos susceptibles, como lo era Omar Mateen.
Álvaro H. de Béthencourt es politólogo y ayudante de investigación en el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET)
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