Observatorio de la actividad yihadista en el Magreb y el Sahel Occidental de enero 2020

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MAP

Casos de estudio Magreb y Sahel enero 2020

Observatorio Magreb y Sahel Occidental- PDF descargable (283 KB)

El nuevo año ha comenzado superando las cifras registradas en cualquier mes de 2019 –el mes más violento fue mayo, con 66 ataques terroristas—. En enero se han registrado 77 ataques de carácter yihadista en las regiones del Magreb y el Sahel Occidental, provocando la muerte de 502 civiles y militares. Este número ascendería a 663 si se tuvieran en consideración las bajas producidas entre los miembros de grupos terroristas. La cifra de víctimas mortales también marca los niveles máximos registrados, al menos, en el último año.

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Una vez más, las dos zonas de estudio presentan notables diferencias en cuanto a número de ataques. El Magreb ha registrado un único atentado en el norte de Libia; el resto han tenido lugar en la zona del Sahel, que sí mantiene los dos principales focos de violencia de meses anteriores. En esta ocasión Nigeria ha sido el país más golpeado por el terrorismo yihadista en cuanto a número de ataques, aunque Burkina Faso ha registrado el mayor número de víctimas mortales. En el gráfico 2 se puede observar el número de incidentes registrados en noviembre y diciembre, clasificados por país.

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El Ejército de Níger volvió a sufrir un ataque de gran envergadura a principios de mes. El día 09 de enero, cientos de terroristas atacaron la base militar de Chinagoder, al suroeste del país, matando a al menos 89 militares. El atentado, reivindicado por ISWAP, fue perpetrado con un modus operandi similar al utilizado por los terroristas en el ataque a la base de Inates, el pasado 11 de diciembre: en primer lugar, los atacantes cortaron la red de comunicaciones desde una localidad cercana, pasando posteriormente a atacar las instalaciones desde distintos puntos. Cerca de 80 terroristas fueron abatidos por el ejército, que recibió ayuda de fuerzas francesas y estadounidenses.

En cuanto a acciones por parte de los gobiernos locales y otros actores internacionales, la reunión celebrada en Pau entre Emmanuel Macron y los líderes de los países del G5 Sahel –Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger— renovaron su compromiso de cooperación, que se materializó con la creación de una única fuerza conjunta, la ‘Coalición para el Sahel, que por el momento reunirá a los ejércitos del G5 y Barkhane, y establecerá su cuartel general en la zona de la triple frontera entre Malí, Burkina Faso y Níger. Tras la cumbre de Pau, los gobiernos del G5 se reunieron para definir medidas adicionales contra el terrorismo, planteando la cultura como una vía complementaria a las acciones militares que ya se llevan a cabo.

A continuación, se realiza un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en las zonas de estudio.

 

Sahel Occidental

Burkina Faso continúa sumida en una espiral de violencia, registrando cifras más alarmantes que las de los últimos meses. Se han producido un total de 19 atentados, que han acabado con la vida de 141 civiles –prácticamente el doble que en diciembre— y 11 militares. Pese a que la mayoría continúan produciéndose en la zona fronteriza con Malí, la actividad terrorista va expandiéndose hacia el este.

Este mes han tenido lugar dos ataques considerados de gran envergadura, ambos contra mercados locales en ciudades de la ya citada zona de la ‘tri-frontera’. El primero de ellos tuvo lugar en Nagraogo, provincia de Sanmatenga: un grupo de atacantes a bordo de motocicletas irrumpieron en las instalaciones, disparando contra las personas que allí se encontraban y matando a, al menos, 36 de ellas. Esa misma semana, en Silgadji, provincia de Soum, se produjo un atentado de similares características. En este último caso, los terroristas interrumpieron las comunicaciones de la localidad, para evitar que los habitantes alertasen a las fuerzas de seguridad.

Pese a que la actividad yihadista se ha concentrado en la mitad norte del país, los ataques en localidades fronterizas al sur del país han continuado. Se han registrado atentados en las ciudades cercanas a Costa de Marfil –Yendéré, nuevamente–, Togo y Benín —Nagaré y Singou—. La coalición JNIM reivindicó este último, aunque a raíz de la similitud en los modus operandi empleados también podría inferirse su autoría en el de Nagaré.

Por su parte, el Gobierno de Burkina Faso ha aprobado por unanimidad una ley para que voluntarios civiles se armen, complementando así las funciones del ejército en materia antiterrorista. Según fuentes oficiales, estas milicias, que habrán de ser aprobadas por las autoridades de cada municipio en que se formen, serán controladas por las autoridades del país.

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El contexto de seguridad en Malí también se ha visto agravado durante este mes de enero, continuando con la tendencia alcista que viene registrándose desde octubre. No solo se ha producido un incremento en el número de ataques terroristas, sino que la actividad de estos grupos se ha desplazado hacia el centro y el oeste del país, acercándose por tanto a la capital, Bamako.

La coalición JNIM continúa llevando a cabo la mayoría de los atentados; de hecho, ha sido el único grupo que ha reivindicado oficialmente acciones terroristas. Destaca el ataque contra el campamento militar de Sokolo, que llevaron a cabo de manera muy similar a los reivindicados por ISWAP en Níger y Burkina Faso: numerosos atacantes irrumpieron en las instalaciones fuertemente armados, matando a al menos a 20 militares.

Ante esta situación, el Gobierno ha dado un paso atrás en la estrategia iniciada en diciembre, por la que replegaban las tropas situadas en lugares periféricos hacia puntos donde su presencia fuese más fuerte, restaurando así la presencia militar en la mayor parte del territorio. Este nuevo cambio de estrategia incluirá el reclutamiento de 10.000 nuevos militares, además del refuerzo de los contingentes en las regiones del centro y el norte del país, que son las más afectadas por el terrorismo. Para ello, se establecerá un cuartel general en Sévaré, que abarcará Ségou, Mopti, Tombuctú y Taudénit; y otro en Gao, cuyo ámbito de actuación incluirá también Ménaka y Kidal.

Durante un mes más, Níger no ha registrado un gran número de ataques, pero el atentado contra la base militar de Chinagoder, detallado anteriormente, ha elevado nuevamente el número de víctimas mortales, que ha ascendido a 94 personas. Si en el mes de diciembre el ataque a la base de Inates era el mayor ataque registrado hasta el momento en el país, ha sido superado en menos de un mes.

Por último, se ha registrado información sobre un posible ataque terrorista en Senegal, en la localidad fronteriza de Gathiary, cercana a Malí, que aún no ha sido reivindicado: tres individuos, procedentes de territorio maliense, atacaron a los gendarmes presentes en la ciudad. No se produjeron víctimas mortales o heridos. La información disponible no permite confirmar que sea de carácter yihadista, en cuyo caso sería el primer atentado de este tipo registrado en el país.

 

Lago Chad

Tal y como se indicaba al principio, Nigeria vuelve a encabezar la comparativa regional en cuanto a número de ataques. El país ha sufrido 21 atentados, casi el doble que en el mes de diciembre, que han provocado un total de 134 muertes. El ataque más mortífero ha tenido lugar en la localidad de Gamboru Ngala, en la frontera con Camerún. 32 personas habrían muerto como consecuencia de la explosión de un IED en la ciudad.

Se han registrado además dos excepciones a la tradicional distribución geográfica de la actividad yihadista en el país: la localidad de Kwatas, ubicada en la céntrica meseta nigeriana, se vio golpeada por el terrorismo el 26 de enero: un grupo de individuos armados atacaron el mercado de la localidad, matando a al menos 14 civiles. Por el momento, ningún grupo lo ha reivindicado. Esta región no se veía afectada por la violencia yihadista desde 2015, cuando Boko Haram actuaba en la zona central del país.

Por otro lado, el grupo Jamaatu Ansarul Muslimina fi Biladis Sudán –Ansaru en adelante—, vinculado a al Qaida, ha reivindicado el que sería su primer atentado desde 2013. Un grupo de individuos portando armas cortas emboscó al convoy militar del emir de Potiskum, Yobe, matando a seis de sus escoltas. El grupo terrorista anunció el pasado mes de octubre su inminente regreso a la lucha armada a través de su medio de comunicación, al-Yaqut Media, pero hasta ahora no se había registrado actividad.

En Camerún, si bien el número de ataques terroristas se ha mantenido estable respecto a los últimos meses, se ha producido un repunte de casi un 25% en cuanto al número de víctimas. La actividad predominante continúa siendo de Boko Haram, y no se ha registrado ningún atentado de gran envergadura. El más grave de ellos tuvo lugar en la localidad de Fotokol, donde los terroristas detonaron un puente, matando a 11 personas.

Por último, Chad no presenta cambios relevantes. Se han producido cinco atentados de carácter yihadista, en contraste con los tres registrados en diciembre, todos ellos en la región del Lago Chad. El 04 de enero se tuvo constancia de un ataque contra pescadores a finales de diciembre en los alrededores del lago, en el que los atacantes, que se habrían disfrazado de comerciantes para pasar desapercibidos, habrían matado a al menos 50 personas.

En enero, destaca el ataque a una patrulla del ejército cerca de la isla de Tetewa, en Mandrari, en la que murieron al menos seis militares. Por otro lado, miembros de la Fuerza Conjunta neutralizaron a un comandante de ISWAP a principios de mes.

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Magreb

El único ataque terrorista de carácter yihadista registrado en la región del Magreb en el mes de enero ha tenido lugar al norte de Libia, en la ciudad de Ajdabiya, donde se encontraron los cadáveres de tres civiles que habrían sido asesinados por miembros de Daesh.

En relación con el conflicto civil del país, el alto el fuego aceptado por el mariscal Hafter el domingo 12 de enero fue posteriormente violado por ambas partes, por lo que el mes se ha desarrollado entre continuos enfrentamientos. La continuidad de esta crisis está afectando gravemente a la economía del país, cuya Compañía Nacional del Petróleo ya se ha declarado al borde del colapso, debido a la caída de la producción de crudo, que constituye la principal fuente económica del país, y la dificultad de su exportación.

Por su parte, la Unión Europea, en un intento de colaborar a que se firme un alto el fuego duradero, se ha comprometido a recuperar la Operación Sophia. Con esto, pretenden controlar que el embargo de armas, impuesto por las Naciones Unidas en 2011, se lleve efectivamente a cabo.

En Argelia, el gobierno de Abdelmayid Tebune ha continuado avanzando con las llamadas “medidas de apaciguamiento”, que pretenden terminar con las protestas del movimiento ciudadano Hirak, que continúa protestando en las calles de la capital cada semana. Además de la liberación de los presos, los ciudadanos piden, entre otras acciones, la apertura de medios de comunicación, garantía de circulación en el país y libertad de práctica política y reunión. Pese a las declaraciones hechas por Tebune, se ha registrado información que indicaría que las detenciones de manifestantes siguen realizándose bajo el nuevo gobierno.

Por último, en Túnez, las autoridades detuvieron a un presunto terrorista en la localidad de Kasserine, acusado de fabricar explosivos y participar en los recientes atentados perpetrados por Daesh en el país. Además, se han producido dos incidentes en las localidades de Essouassi y Kasserine, en las que sendas minas explotaron, hiriendo a dos militares y un civil, respectivamente, aunque los datos disponibles sobre los incidentes no permiten contabilizarlos como atentados yihadistas.

 

Perspectiva regional

El contexto de seguridad en la región del Sahel continúa degradándose, con un notable aumento en el número de ataques y de víctimas durante el mes de enero. Las autoridades de Burkina Faso, incapaces de controlar la violencia terrorista, han aprobado una ley mediante la cual los civiles que se conformen en milicias armadas recibirán un entrenamiento de 14 días por parte de oficiales nacionales. Con toda probabilidad, esta formación está lejos de resultar efectiva en la lucha antiterrorista y, además, podrá provocar un recrudecimiento de la violencia intercomunitaria en el país.

El ejército burkinabé, consciente de la expansión del terrorismo hacia las fronteras meridionales del país, ha llevado a cabo al menos una operación militar en la región, concretamente en la localidad de Alidougou, aunque por el momento no constan los resultados de esta. Esta zona, selvática en su mayoría, conforma un paso fácil para los terroristas hacia los países del Golfo de Guinea que, un mes más, han logrado mantenerse ajenos a la actividad de estos grupos.

La decadencia registrada en Malí durante este mes ha logrado una reacción por parte del gobierno, aumentando la presencia militar en las zonas del país con mayor influencia de grupos terroristas –centro y norte—. No obstante, este aumento de las tropas en casi un 50% implicará un alto coste para el país, que además tendrá que lidiar con el desánimo existente en las tropas, que se ven constantemente atacadas.

Se espera que estas medidas, unidas al refuerzo por parte de la Coalición para el Sahel en la zona de la triple frontera entre el sur de Malí, Burkina Faso y Níger, ayuden a aliviar la violencia reinante. Por el momento, Estados Unidos no se ha pronunciado sobre la posible reducción de sus tropas en la región, que condicionaría notablemente la capacidad de respuesta ante ataques terroristas.

Ataques como los de Inates o Chinagodrer hacen necesaria la implementación de acciones y medios adicionales, como la adquisición de tecnología: una flota de drones desplegada en zonas selváticas ayudaría a alertar a los militares de la presencia de terroristas en los alrededores, pudiendo pedir refuerzos y preparar a las tropas con antelación.

Por otro lado, el debate iniciado entre los miembros del G5 Sahel sobre la implementación de medidas alternativas a las exclusivamente militares podría marcar el inicio de un camino hacia una recuperación de la región, aunque estos resultados se mostrarían en el largo plazo y, por el momento, no se ha definido siquiera un plan de acción para desarrollarlas.

En Nigeria, la reaparición de Ansaru como nuevo actor podría llevar a un mayor deterioro de la situación que ya vive el país, al poder producirse enfrentamientos entre este y Boko Haram o ISWAP, que actualmente conforman la principal presencia terrorista. No obstante, por el momento se desconocen las capacidades reales del grupo.

Por último, en Argelia las protestas ciudadanas podrían verse recrudecidas durante febrero, cuando se cumple un año de la creación del movimiento social ‘Hirak’. Pese a que la actitud del nuevo gobierno es distinta a la mostrada por el régimen de Bouteflika, acciones como las detenciones de manifestantes hacen poco probable que las protestas ciudadanas se suspendan próximamente.