Observatorio de la actividad yihadista en el Magreb y el Sahel Occidental de febrero 2020

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Casos de estudio Magreb y Sahel febrero 2020

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 A lo largo del mes de febrero, se han registrado 71 ataques de carácter yihadista en las regiones del Magreb y el Sahel Occidental. Este tipo de violencia ha provocado la muerte de 271 civiles y militares –muertos durante el desarrollo de ataques o de operaciones antiterroristas—. Si se tuvieran en cuenta las bajas producidas en el bando de los atacantes, este número ascendería a 827. En líneas generales, se ha producido un descenso tanto en el número de ataques como de víctimas respecto al mes de enero, donde se registraron 77 atentados y 502 bajas civiles y militares.image

Es la zona del Sahel en la que se concentran la práctica totalidad de los atentados registrados, tal y como viene siendo habitual, aunque sí presenta diferencias respecto a los últimos meses. Tal y como se detallará más adelante, pese a que se mantienen los dos principales focos de violencia terrorista –zona de la triple frontera entre Malí, Burkina Faso y Níger y región del Lago Chad—, se aprecian ciertas diferencias en la distribución de los ataques registrados, concretamente en Malí y Nigeria. Por otro lado, Burkina Faso ha sido nuevamente el país más golpeado por la violencia yihadista, seguido de Camerún, y dejando a Nigeria en la tercera posición de la comparativa regional, tal y como se puede apreciar en el Gráfico 2.
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En cuanto a la región del Magreb, se habría producido un solo ataque de carácter yihadista al sur de Argelia, de acuerdo con las fuentes consultadas. El atentado, perpetrado por un militante de Daesh que se suicidó haciendo explosionar el vehículo en el que viajaba, supone un notable cambio en el modus operandi hasta ahora empleado.

Por otro lado, la Unión Africana ha anunciado el envío de 3.000 soldados al Sahel, como apoyo a las fuerzas nacionales e internacionales operantes allí. Por el momento, se desconoce la proporción en la que los distintos países pertenecientes al organismo aportarán sus tropas, así como el momento y duración del despliegue. Además, el gobierno de Suecia se está planteando participar en la operación Takouba, liderada por Francia, y que se encontrará completamente operativa para el último trimestre de 2020. La participación sueca no será confirmada hasta que la decisión sea ratificada por el gobierno y el parlamento.

A continuación, se realiza un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en las zonas de estudio.

Sahel Occidental

La situación en Burkina Faso continúa empeorando. Se han producido dos atentados más respecto al mes de enero, alcanzando un total de 21, que han causado la muerte de 112 civiles y 26 militares. Tal y como se puede apreciar en el mapa, el país concentra además los ataques de mayor gravedad perpetrados en la región de estudio[1]. Durante el mes de febrero, la actividad yihadista se ha concentrado especialmente a lo largo de la frontera con Níger, alejándose de Malí y expandiéndose hacia el este. De hecho, el pasado 09 de febrero se producía un ataque contra una comisaría situada en el norte de Benín, en la frontera con Burkina Faso. Alrededor de una decena de asaltantes dispararon contra la comisaría de policía de Keremou a primera hora de la mañana. Uno de los policías que se encontraban de servicio habría desaparecido –presumiblemente, secuestrado—, mientras que otro de ellos resultó gravemente herido. La falta de información disponible, así como de reivindicación por algún grupo terrorista operante en la zona, impide afirmar con seguridad que se trate de terrorismo yihadista y no de un ataque por parte de otro grupo armado.

En cuanto al resto de países del Golfo de Guinea, las autoridades togolesas habrían detenido a casi un centenar de individuos por su presunta relación con grupos terroristas, cuando pretendían entrar en su territorio. Procedían de Burkina Faso, adonde fueron devueltos. Según declaraba el presidente Gnassingbé, durante los últimos meses las fuerzas de seguridad habrían llevado a cabo operaciones similares. Por otro lado, la comisaría de Yendéré, situada en la frontera entre Burkina Faso y Costa de Marfil, habría sido nuevamente atacada, aunque las fuerzas de seguridad consiguieron repelerlo y abatir a uno de los atacantes.

Dos de los tres ataques más mortíferos registrados en toda la región han tenido lugar en Burkina Faso.  El peor de ellos fue cometido el pasado 16 de febrero en Pensi, al norte del país, donde un grupo perteneciente al llamado Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS, por sus siglas en inglés), habría atacado una iglesia protestante. Robaron a los asistentes al servicio religioso y asesinaron a 24 de ellos.image (2)

El contexto de seguridad en Malí sí ha registrado cierta mejoría respecto a enero, ya que tanto el número de ataques como de víctimas mortales se han visto reducidos. Probablemente, esto esté relacionado con el despliegue militar que el ejército reanudó durante el mes de enero, reforzando las regiones del centro y el norte. Como ya se alertó en el observatorio de enero, la actividad terrorista ha continuado expandiéndose hacia el centro y el oeste del país, registrándose algunos ataques en localidades situadas a menos de 300 kilómetros de distancia de Bamako, la capital.

A principios de febrero, el presidente Keita reconoció haber establecido contactos con los líderes de la coalición JNIM, en un intento por lograr la pacificación del país. Por el momento, estas negociaciones no incluirían a los grupos afines a Daesh que operan en el país. Esta decisión del gobierno ha resultado muy controvertida a nivel regional e internacional. La vertiente que se opone a negociar insiste en que un posible acuerdo entre ambas partes restaría valor a los casi ocho años de operaciones militares en el país, y que además obligaría a realizar concesiones hacia grupos terroristas, con el alto riesgo que ello implicaría.

Por su parte, la MINUSMA, misión de las Naciones Unidas, ha creado una línea telefónica gratuita para mejorar los mecanismos de alerta de la población civil, haciendo más efectiva una posible respuesta temprana por parte de las fuerzas de seguridad. Además, durante las últimas semanas se ha registrado información sobre tensiones en el seno de la coalición JNIM, concretamente por parte de miembros de la Katiba Macina, uno de los grupos que la integran, que habrían abandonado sus filas para luchar junto a miembros fieles a Daesh. En este sentido, se habría creado una nueva filial del grupo, los llamados “Soldados del Califato en Malí” –Jund al Khilafah fi Mali—.

Níger también presenta diferencias respecto al mes de enero. Si bien los ataques se han visto incrementados–de cuatro a ocho—, el número de víctimas mortales se ha reducido drásticamente, ya que no se ha registrado ningún atentado de gran envergadura como los perpetrados en la base de Inates en diciembre o Chinagoder en enero.

En esta ocasión, la mayor parte de la actividad terrorista de carácter yihadista del país se ha concentrado en la región del Lago Chad –detallada en la siguiente sección—, habiéndose reducido en la región suroeste. En este sentido, destaca la operación antiterrorista llevada a cabo conjuntamente entre el ejército de Níger y la Operación Barkhane en la región de Tillaberi, en la que habrían neutralizado a al menos 120 terroristas.

Por último, en cuanto al posible ataque terrorista en Senegal ocurrido en enero, durante las últimas semanas no se ha obtenido nueva información, por lo que no se puede confirmar su carácter terrorista yihadista.

Lago Chad

Pese a que, como se indicaba en la introducción, Nigeria haya sufrido menos ataques terroristas que en meses anteriores, el contexto de seguridad del país refleja ciertos cambios, algunos de los cuales ya fueron mencionados en el anterior observatorio: la actividad terrorista aumenta en la región de Plateau –en el centro del país— y sus alrededores, que no se veía afectada por este tipo de violencia desde 2015. Esto podría estar ligado a la reactivación de Ansaru, grupo vinculado a al Qaida, ya que se han registrado operaciones antiterroristas contra algunos de sus miembros en dicha región.

Por otro lado, Boko Haram e ISWAP continúan atentando en la región noreste del país. El ataque más mortífero tuvo lugar en la localidad de Auno, en el estado de Borno. Decenas de atacantes llegaron en camiones, bloqueando la carretera que se dirige a Maiduguri, y dispararon a los viajeros que dormían allí por el toque de queda impuesto por las autoridades. Mataron a al menos 30, y secuestraron a otras 20 mujeres y niños.

En Camerún, pese al fuerte incremento en el número de ataques, las características de estos se mantienen estables; de hecho, en febrero se han registrado menos víctimas que el mes anterior. A excepción de uno, todos los atentados registrados han sido reivindicados por Boko Haram, que ha matado a 33 civiles y ha saqueado multitud de aldeas.

Chad no ha registrado ningún ataque a lo largo del mes de febrero. Su presidente, Idriss Déby, cesó al jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra –Baharadine Adoum Haggar—, así como a otros tres altos cargos de las Fuerzas Armadas, tras el incremento de la violencia yihadista registrado en el país en diciembre y enero. Haggar ocupó el puesto dejado por el general Taher Erda en marzo al ser nombrado Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Chad, tras la destitución de general Saleh por el atentado en Dangdala, en el que murieron al menos 23 militares.

Magreb

Tal y como sucedió en el mes de enero, la región del Magreb habría sufrido un único ataque terrorista de carácter yihadista, en esta ocasión en Argelia: el 09 de febrero, un puesto avanzado del ejército argelino situado en la localidad de Bordj Badji Mokhtar, fronteriza con Malí, fue atacado por un terrorista suicida, que trató de detonar los explosivos de su vehículo dentro de las instalaciones militares, sin éxito. La actuación del soldado a cargo del control de acceso, que murió en la explosión, logró evitarlo. El atentado fue posteriormente reivindicado por Daesh. La zona sur del país era tradicionalmente de la influencia de al Qaeda, concretamente de su filial en el Magreb Islámico (AQMI), pero el pasado mes de noviembre miembros de Daesh ya reivindicaron el que sería su primer atentado allí. Según ciertas fuentes, se trataría de una célula cuyos líderes procederían de Libia y contarían con alrededor de 150 combatientes.image (3)

El 22 de febrero se cumplió el primer aniversario del Hirak, coincidente con la publicación de un informe de Amnistía Internacional, en el que se denuncia el uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades argelinas, reduciendo el espacio público y llevando a cabo arrestos preventivos y arbitrarios. Las autoridades impidieron que la gran marcha llegase hasta la Grande Place de Argel, símbolo del movimiento ciudadano, aunque no se registraron incidencias de relevancia.

Por otro lado, el presidente Tebboune ha anunciado la creación de un organismo argelino de cooperación internacional para ayudar en conflictos africanos, como el existente actualmente en el Sahel, mostrando cierto aperturismo respecto al régimen de Bouteflika.

El Túnez, las autoridades han llevado a cabo dos operaciones antiterroristas, que se han saldado con la detención de un individuo en la localidad de Sbitla y la neutralización de otros dos elementos relacionados con el grupo Jond Al Khilafa, afín a Daesh, en Selloum.

No se tiene constancia de ataques u operaciones en Marruecos y Libia durante el mes de febrero. La situación en este último continúa bloqueada, pese a los intentos de mediación liderados por Naciones Unidas, que convocó una mesa de negociación en Ginebra a finales de febrero. Por su parte, la Unión Europea ha iniciado una nueva operación marítima que sustituirá a Sophia, cuyo principal propósito era la lucha contra el tráfico de seres humanos. En esta ocasión, el objetivo primordial será evitar la entrada de armas ilegales en Libia, a través del control costero del país, tratando así de implementar el embargo de armas impuesto por las Naciones Unidas.

Perspectiva regional

Pese al cierto alivio en los niveles de violencia respecto al mes de enero, las cifras registradas no dejan de ser alarmantes, concretamente en la zona del Sahel. La incapacidad de los estados para integrar regiones fronterizas en las políticas nacionales y promover su desarrollo ha facilitado enormemente la llegada del terrorismo, la delincuencia y la violencia. Recuperar el control de estas regiones es de suma importancia, pero no es tarea sencilla. En este sentido, uno de los fallos identificados durante la cumbre celebrada por los jefes de estado del G5 Sahel –Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger y Chad— en Nouakchott ha sido la concentración de fuerzas militares en zonas concretas, ya que propicia una estrategia de “evasión” por parte de los terroristas, que huyen a lugares más desatendidos. Resulta de gran importancia que se aumente el intercambio de información entre los actores regionales, pudiendo así aprender tanto de errores como de políticas exitosas de los países vecinos.

Ejemplo de esta desatención de zonas periféricas es Malí: durante los últimos meses se viene alertando del desplazamiento de la actividad terrorista hacia el oeste del país, acercándose a la capital y a la frontera con Mauritania –que no sufre ataques terroristas desde 2011—. Este movimiento podría deberse a varios factores: por un lado, la reaparición del ejército en las regiones centro y norte del país, en las que su presencia era mínima hasta ahora, provoca una respuesta natural de evasión, tal y como se explicaba en el párrafo anterior. Por otro lado, las deserciones producidas durante los últimos meses de la Katiba Macina hacia Daesh podrían propiciar la expansión de estos grupos hacia zonas antes no afectadas. Tampoco debemos olvidar otras posibles razones, como la voluntad de los terroristas de “distraer” a las fuerzas de seguridad, que centran sus esfuerzos en el norte y en la zona de la trifrontera. Dada la limitada capacidad del ejército de Malí, la continua ampliación de sus zonas de influencia provocaría un debilitamiento de sus facultades.

Por otro lado, en cuanto a las negociaciones entre el gobierno de Malí y los líderes de la coalición JNIM, es importante recordar que no solo JNIM está presente en la zona, por o que un acuerdo entre ambas partes no pondría fin a la violencia en el país. Para ello, habría que llegar a un acuerdo con Daesh, y eso no sería visto con los mismos ojos por la opinión pública, ya que JNIM cuenta con mayor apoyo popular.

Además, cabe destacar la probabilidad de que los atentados terroristas aumenten durante el mes de marzo, especialmente según se acerque la fecha de las elecciones parlamentarias, previstas para día 29.

En cuanto a las fuerzas de apoyo internacionales, Estados Unidos no ha confirmado aún qué pasos dará en la región, aunque ciertas fuentes apuntan hacia una disminución de su presencia. Una eventual retirada de tropas podría debilitar los esfuerzos adicionales de Francia y la Unión Europea, incluso antes de que sean oficialmente desplegados en terreno –tal y como se indicaba anteriormente, se espera que la operación Takouba esté operativa en otoño—.

La presión en los países del Golfo de Guinea continúa aumentando. Sirva de ejemplo el ataque registrado en la comisaría beninesa que, si bien no se ha confirmado como atentado terrorista, supone un aumento de la violencia en la región. Además, las fuerzas de seguridad de estos países han llevado a cabo operaciones antiterroristas a lo largo de sus fronteras septentrionales, en las que se ha detenido a numerosos individuos procedentes de Burkina Faso. La porosidad de las fronteras supone uno de los principales problemas a la hora de controlar la entrada de elementos terroristas.

En Nigeria, la reaparición de Ansaru, afín a al Qaeda, podría relacionarse con un intento del grupo terrorista de mostrar su fuerza e influencia en la región del Sahel, dado el aumento de la presencia de grupos afines a Daesh recientemente. Resulta de vital importancia que las fuerzas de seguridad impidan que la región central vuelva a estar dominada por los grupos terroristas; las acciones que tomen en el corto y medio plazo definirán la evolución de este tipo de violencia en el país, que ya había conseguido verse reducida a la zona noreste.

Por último, destaca el atentado cometido por Daesh en el sur de Argelia. Este modus operandi no es común en el país, y muestra una mayor capacidad logística y organizativa por parte del grupo terrorista en la región. Una vez más, la respuesta que dé el ejército argelino será determinante para marcar la trayectoria de esta supuesta célula terrorista presente en la región meridional del país. Esto se ve dificultado por la orografía del terreno, cuyas condiciones desérticas facilitan las incursiones de militantes procedentes de Malí o Libia.

[1] Tal y como refiere la leyenda del mapa al inicio del análisis, se consideran ataques de gravedad alta aquellos que han provocado 10 o más víctimas mortales, y muy alta en caso de que se registren más de 30 muertes.