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Prólogo
Fernando Grande-Marlaska, Ministro del Interior del Gobierno de España
Sin lugar a duda, 2024 ha sido una fecha recordada por el XX aniversario de los atentados del 11-M, motivo por el cual la Comisión Europea escogió Madrid para la celebración del Día Europeo de Recuerdo de las Víctimas del Terrorismo, que tuvo lugar en las Galerías de las Colecciones Reales bajo la presidencia de Sus Majestades los Reyes. El recuerdo de este trágico ataque terrorista de inspiración yihadista, que acabó con la vida de 193 personas y dejó más de 1.800 heridos, nos reafirma en la convicción de que uno de los pilares de la lucha contra el terrorismo debe ser la mejora de la situación de las víctimas del terrorismo, como principales damnificados de la lacra terrorista, y su toma en consideración en la prevención de la radicalización violenta.
El yihadismo sigue representando un año más la principal amenaza de naturaleza terrorista para la seguridad internacional, y el desafío que representa repercute directamente en los intereses de España. Tanto es así que en mayo de 2024 fueron asesinados tres turistas españoles en la ciudad afgana de Bamiyan, falleciendo meses después otra turista española a causa de las heridas sufridas, en un atentado llevado a cabo por terroristas de Estado Islámico del Khorasan (IS-K), quienes atacaron a los españoles que se encontraban junto a otras personas de diversas nacionalidades. Este atentado terrorista ha provocado que los ciudadanos españoles hayan sido los más afectados de la Unión Europea por la actividad del IS-K en el último año, un hecho que remarca todavía más el nuevo desafío que esta organización terrorista representa tanto para la seguridad global como para nuestro país.
La amenaza yihadista no solo ha repercutido directamente en los intereses de España en el extranjero. El desafío que representa este fenómeno dentro del territorio nacional ha continuado durante el último año. La actuación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, en colaboración con el Centro Nacional de Inteligencia y con las instituciones y organismos internacionales con responsabilidad en la lucha contra el terrorismo, ha conseguido desarticular a lo largo del último año, y entre otras muchas intervenciones, los planes de diversos individuos radicalizados que pretendían cometer atentados terroristas en nuestro país. Que España sea uno de los países más seguros del mundo y sea un referente internacional en materia de contraterrorismo se debe en gran medida al excelente trabajo que se está realizando en materia de seguridad, algo que la sociedad en su conjunto debe conocer.
Estas son solo algunas de las ideas más significativas que se desprenden de la octava edición de este Anuario del terrorismo yihadista en el que de nuevo colaboro con este prólogo como Ministro del Interior del Gobierno de España. Este trabajo realizado por el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) se presenta un año más como estudio fundamental para comprender la evolución que el yihadismo está teniendo y las dinámicas más características de este fenómeno. El trabajo realizado por los investigadores del OIET señala con precisión cuáles son las principales tendencias que se están desarrollando e identifica las amenazas a las que habrá que hacer frente. Bajo la coordinación de su director, Carlos Igualada, se recorren algunos de los diferentes escenarios sobre los que el extremismo violento tiene presencia, abarcando así desde África Occidental hasta el Sudeste Asiático, pasando por regiones como Asia Central y Europa. Todo ello sin olvidar un aspecto fundamental que conviene tener en cuenta en los estudios académicos sobre esta materia: el respeto y el reconocimiento al papel de las víctimas del terrorismo, las grandes damnificadas.
Entrando en detalle en el contenido de cada uno de los capítulos de este Anuario del terrorismo yihadista 2024, los cuatro primeros trabajos son resultado del trabajo de monitorización, seguimiento y análisis realizado a lo largo del año por el equipo del OIET. En el primero de ellos, el director del Centro hace balance de la evolución que ha tenido el terrorismo yihadista desde una dimensión internacional. La persistencia de la amenaza que representa Al Qaeda y Daesh, la elevada capacidad de estas dos marcas transnacionales del terrorismo para inspirar a individuos radicalizados o que son especialmente vulnerables a los procesos de radicalización, así como la capacidad de filiales como el IS-K para proyectar acciones en suelo europeo, son algunas de las tendencias que apuntan, una vez más, al enorme desafío que este fenómeno representa para la seguridad.
En el segundo capítulo, Ana Aguilera profundiza en la consolidación de África Occidental como epicentro de la inestabilidad en el Sahel. La violencia yihadista en esta región sigue creciendo bajo un contexto de profundos cambios geopolíticos. La retirada de tropas francesas, el giro panafricanista de antiguos aliados occidentales y el abandono de instituciones clave reflejan un proceso de transferencia de poder donde Occidente pierde influencia como socio de seguridad, comercial y de desarrollo. En su lugar, Rusia se consolida como socio preferente en la lucha contra el extremismo, a cambio de concesiones económicas y ocupando el vacío que van dejando sus rivales geopolíticos, marcando un cambio político que limita la influencia directa de Occidente en una región estratégica tanto para España como para Europa.
En contraste, en la región del Sudeste Asiático, puede considerarse como uno de los pocos territorios en el mundo en el que la amenaza del terrorismo yihadista parece haber disminuido durante los últimos años. Como señala Iñaki Méndez, países como Tailandia, Singapur, Malasia, Indonesia y Filipinas están haciendo grandes esfuerzos para acabar con la lacra del terrorismo. Si bien era difícilmente pensable hace una década, en estos momentos hay diferentes agrupaciones terroristas con un largo listado de víctimas en el pasado, especialmente en Filipinas, que están al borde de la desaparición. Esto se debe en buena medida al trabajo que se realiza en materia de contraterrorismo y a las medidas político-sociales adoptadas.
El cuarto de los capítulos, también de Carlos Igualada, plasma los esfuerzos y el trabajo que España hace en la lucha antiterrorista. Hablan por sí mismas las 47 operaciones realizadas a lo largo del año en las que han sido detenidos un total de 81 individuos por su implicación en actividades yihadistas, a los que habría que sumar las efectuadas en el exterior, fruto de la cooperación policial internacional con un total de 7 detenidos en 2024. Si bien estos datos son un ejemplo de la eficacia con la que se combate el terrorismo en nuestro país, también es un indicador del enorme desafío al que seguimos haciendo frente y la amenaza que continúa representando el yihadismo para la sociedad, más de veinte años después de los atentados del 11-M y casi ocho desde los atentados del 17A. Desde entonces, se ha incrementado la implicación de menores radicalizados en actividades yihadistas lo que constituye hoy uno de los principales retos de la lucha antiterrorista.
Sin perder el enfoque contraterrorista, pero desde una perspectiva global, Javier Yagüe analiza cómo las estrategias para hacer frente al terrorismo también han tenido que evolucionar durante la última década con el objetivo de responder de manera más eficaz a las amenazas que representa el extremismo violento. A lo largo del capítulo se analizan distintos ejemplos a escala internacional en los que se muestra cómo el contraterrorismo, con diferentes niveles, ha adaptado sus mecanismos de prevención, actuación y respuesta frente a un adversario dinámico, resiliente y determinado.
Los dos últimos capítulos de esta obra tienen un enfoque que se centra en las víctimas del terrorismo. En el primero de ellos, Daniel Pérez García expone los crímenes perpetrados por Estado Islámico contra el pueblo yazidí. A través de un análisis exhaustivo, se revisa tanto el impacto del genocidio como las necesidades de las víctimas y supervivientes yazidíes en Iraq y Siria. Asimismo, se reflexiona sobre los pilares fundamentales que deben sustentar una respuesta de justicia centrada en las víctimas, orientada a la reparación integral, la revelación de la verdad, la construcción de la memoria y la participación de las víctimas en estos procesos. El capítulo incluye, además, entrevistas con voces expertas en Derecho Internacional, salud mental y conflictos armados, las cuales enriquecen el enfoque multidimensional y permiten formular recomendaciones concretas para reforzar los mecanismos de justicia y prevenir la repetición de estos crímenes.
El segundo de los capítulos orientados hacia las víctimas, y último capítulo del Anuario, corre a cargo de Inés Gaviria y María Cantó, quienes tratan de reflexionar sobre las dolorosas consecuencias que provoca el terrorismo, no solo en el momento inmediatamente posterior a los atentados sino también en el largo plazo. Esta cuestión suscita una serie de preguntas que son analizadas en detalle y que tratan de ser respondidas por las autoras, tales como: ¿es posible reparar ese daño que provoca el terrorismo en sus víctimas? ¿Pueden contribuir, de alguna manera, los perpetradores a esa reparación? ¿Cómo podrían hacerlo? ¿Es posible que los perpetradores y sus víctimas convivan en una misma comunidad política cuando los primeros finalicen sus condenas en prisión? ¿Es posible que los terroristas reparen, además del daño que causaron a sus víctimas directas, el daño político y social que causan a toda la sociedad?
Esta breve presentación de cada uno de los capítulos que conforman esta nueva edición del Anuario del terrorismo yihadista 2024 es solo una muestra de algunas de las ideas más relevantes que podrá extraer el lector. Esta publicación también es un reflejo de la reconocida labor de investigación que se viene haciendo desde el OIET tanto en proyectos nacionales como internacionales. Con este prólogo, invito tanto a los expertos en la materia como a los ciudadanos interesados en cuestiones de seguridad a leer este Anuario del terrorismo yihadista.
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