Análisis de los atentados yihadistas en junio de 2017

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El mes del Ramadán ha dejado uno de los peores balances del año: atentados en 26 países, casi un millar de víctimas mortales y un incremento de la actividad de Boko Haram.

El mes de junio ha vuelto a ser especialmente intenso en lo que concierne a la presencia global del terrorismo de carácter islamista. Coincidiendo con la celebración del Ramadán, algunas de las organizaciones yihadistas con mayor influencia coincidieron en un discurso a través del cual se realizaba una llamada a todos aquellos fanáticos y seguidores con el propósito de iniciar una campaña cometiendo atentados y acciones terroristas. Este mensaje iba especialmente dirigido hacia los individuos radicalizados en Occidente con el objetivo de cometer atentados en sus propios países de origen, teniendo distinto grado de repercusión los ataques cometidos posteriormente. No obstante, Occidente sigue siendo un objetivo menos accesible para los grupos terroristas y la población musulmana sigue siendo la más afectada por la práctica yihadista, ya que la gran mayoría de los 119 casos recogidos por el Observatorio de Atentados Yihadistas a lo largo de este mes se han dado en países árabes y musulmanes.

A lo largo del presente análisis se irán comentando diversos aspectos expuestos brevemente en forma de clave durante la anterior publicación en la que aparecían recogidos todos los casos de estudio documentados, quedando todos ellos englobados desde una perspectiva global sin la cual no sería posible comprender la evolución mes a mes de las principales organizaciones yihadistas, así como la actividad que todas ellas realizan por diversas zonas geográficas. Algunas de estas cuestiones que se irán comentando ya han sido tratadas en análisis anteriores, como es la decadencia de Daesh a nivel militar con el consiguiente derrumbe de su califato en Siria e Irak o la progresiva preocupación por la inestabilidad regional en el Sahel donde el grupo vinculado a al Qaeda, Jamaat Nasr al Islam, sigue adquiriendo poder, convirtiéndose en el actor no estatal más influyente y con mayor capacidad en Mali. En cuanto a otros asuntos surgidos como consecuencia de los acontecimientos acaecidos en junio destaca por encima del resto el registro de al menos dieciocho acciones suicidas de Boko Haram en varios países perpetradas por mujeres, entre las que se encontraban varias niñas y adolescentes. Si bien, este suceso en sí mismo no supone una novedad, el dato cuantitativo sí que lo es, ya que este número no deja de crecer mes a mes. Por otro lado, a lo largo de junio ha cogido más fuerza que nunca el rumor sobre la muerte del líder de Daesh, Abu Bakr al Baghdadi, tras un anuncio de Rusia que ha secundado Irán, aunque de momento no existen evidencias.

Análisis

El balance de 119 atentados y las 940 víctimas causadas por la actividad de los grupos yihadistas vuelve a ser un mes más la realidad plasmada de una amenaza a nivel global. Con toda seguridad ambas cifras son superiores por los numerosos casos de atentados que se dan, llevándose por delante decenas de vidas que no quedan registradas por la dificultad de acceder y documentar de forma precisa estas acciones en determinadas regiones donde la vida de los periodistas en ocasiones está más expuesta que la de los propios combatientes. A día de hoy, el mejor ejemplo de ello sigue siendo Mosul, una ciudad asediada desde octubre y donde la violencia por parte de Daesh aumenta de forma simétrica al derrumbe de su califato.

En relación a los acontecimientos que se están desarrollando en esta ciudad, la investigación presente ha documentado numerosos casos en los que se aprecian las distintas estrategias empleadas por Daesh para provocar mayor número de víctimas, tanto de la población civil como de las fuerzas militares que lo combaten militarmente. El caso de estudio con mayor índice de letalidad es el que se produjo a principios de mes donde murieron más de 200 personas en el propio Mosul tras ser tiroteados por varios francotiradores de Daesh asentados en posiciones altas de la ciudad cuyo objetivo es acabar con la vida de todas las personas que intentaban huir de la ciudad a través de un corredor que en un principio era seguro (caso de estudio #7). Estos hechos se han ido repitiendo a lo largo del mes, pero éste supone en términos cuantitativos la acción que más víctimas provocó. Sirva como otro ejemplo (#17) los sucesos ocurridos apenas dos días después donde en una acción similar fallecieron al menos 41 civiles a causa de los mismos disparos efectuados desde los tejados de las casas de la ciudad. Por otra parte, otro nuevo registro (#61) documenta una gran ofensiva lanzada en la misma ciudad por Daesh contra las posiciones que lo están combatiendo, mediante la cual se enviaron al menos treinta terroristas suicidas y se produjo la explosión de siete coches bomba. El saldo de soldados iraquíes que fallecieron durante esta cadena de atentados fue superior a cuarenta. Estos tres registros sirven para dar a entender el grado de violencia creciente y la dificultad que están teniendo los grupos de operaciones especiales iraquíes para recuperar por completo la ciudad, donde la presencia de IEDs escondidos por calles y casas ralentiza todavía más esta labor. No obstante, la recuperación es prácticamente total tras los avances de este mes, incluyendo la mezquita de al Nuri desde donde al Baghdadi proclamó públicamente la creación del califato hace tres años y ahora destruida por sus propios partidarios con una clara intención propagandística.

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En cuanto a otras acciones sucedidas lejos de Mosul es preciso comentar el atentado producido en Puntland (#32), la región autónoma de Somalia, en el que un asalto a una base militar por parte de decenas de individuos de al Shabaab fuertemente armados acabó con la muerte de 70 soldados somalíes. Algunas fuentes afirmaron que el número de víctimas era superior al centenar. En cualquier caso, este alto número de víctimas llevó a las autoridades gubernamentales a confirmar que se trata del peor atentado de corte yihadista de los últimos años. Otras acciones perpetradas por organizaciones yihadistas que provocaron decenas de fallecidos fueron el atentado con coche bomba (#83) en la provincia de Helmand, en Afganistán o el de Parachinar en Pakistán (#88) donde un doble atentado en un mercado abarrotado de gente produjo la muerte de al menos una treintena de personas que se encontraban cogiendo provisiones para celebrar el final del Ramadán, al que le quedaban pocos días para su finalización.

Este mes no ha trascendido noticias sobre hallazgos de nuevas fosas comunes encontradas en territorios recuperados a Daesh, tras dos meses en los que distintas autoridades informaban sobre estos macabros descubrimientos en los que se encontraban centenares de cuerpos que explicaban la considerable cifra de víctimas que se aprecia en la tabla 1. Aun así, el número medio de víctimas por atentado sigue siendo considerable, ya que este mes se sitúa en 8.1.

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En cuanto al análisis del gráfico superior se observa a primera vista que Daesh sigue siendo la organización terrorista más activa en lo que se refiere a número de atentados provocados. Como ya se ha dicho, la cifra ofrecida debe ser superior en términos reales, ya que especialmente en Mosul se están dando acciones que no quedan recogidas en los medios locales y mucho menos en los internacionales. El hecho de que en el mes de mayo existiese un repunte considerable en el número de acciones registradas por parte de Daesh se debe a que en los últimos días de mes, coincidiendo con el comienzo de Ramadán, se inició la campaña de atentados sobre la que habían hecho previamente un llamamiento, lo que supuso un incremento importante de los atentados durante esos primeros días.

La inminente derrota definitiva de Daesh en Mosul, que no supone en ningún caso la pérdida de todos los territorios en Irak (todavía controla amplias zonas en la provincia de Hawija) ni mucho menos la desaparición total de su califato, está provocando que en los últimos días de mes se observase un incremento de acciones yihadistas en otras ciudades iraquíes que fueron arrebatadas hace meses a Daesh, pudiéndose entender este hecho como una nueva muestra de fuerza a partir de ataques perpetrados por los propios terroristas que escaparon de Mosul, con el riesgo que ello conlleva. Este mismo intento de sacar músculo para contrarrestar la imagen negativa de su derrota militar es el que explica el aumento de atentados terroristas en Europa durante los últimos meses, evidenciando que Daesh ha abandonado la estrategia de expandir el califato y ha adoptado una nueva línea más conforme a lo que se le supone a una organización yihadista, lo que sin duda supone la pérdida de su seña de identidad. A todo ello habría que añadirle uno de los golpes más duros: la muerte del líder de la organización anunciada por Rusia y secundada por Irán, aunque de momento no existen pruebas de su fallecimiento. No es la primera vez que salen a la luz informaciones sobre su muerte pero es cierto que hasta ahora se trataba más de rumores infundados, mientras que esta última información ha emanado desde el gobierno ruso y el hecho de que la noticia no haya tenido respuesta por parte de Daesh hace pensar que podría ser cierto.

En lo que respecta a otras entidades yihadistas es preciso comentar la situación de Boko Haram. La secta oriunda de Nigeria continua promoviendo el terror en gran medida a través de sus acciones suicidas que son perpetradas por mujeres en muchos de los casos. Son varias las teorías planteadas que intentan explicar este fenómeno único al que solo se puede equiparar los comandos chechenos formados íntegramente por mujeres, y a día de hoy son varias las investigaciones que ponen el foco en intentar arrojar algo de luz sobre la intensa participación de la mujer en acciones suicidas en el seno de este grupo, sin olvidar que algunas de ellas son niñas de corta edad y adolescentes. En ocasiones, se alude al hecho de que es más sencillo para una mujer esconder explosivos bajo sus vestidos lo que les permite pasar desapercibidas frente a las autoridades y aumentar la probabilidad de ejecutar con éxito el ataque. En cuanto a las motivaciones, se puede afirmar que algunas de ellas son miembros de la organización que creen fielmente en lo que van a hacer, mientras que en otros casos son engañadas o drogadas para que cometan estos atentados, especialmente entre las jóvenes de más corta edad, las cuales en algunos casos todavía no son conscientes de la acción que van a cometer. A partir de los testimonios ofrecidos por chicas que han escapado al cautiverio al que les somete Boko Haram tras secuestrarlas se puede pensar que precisamente de estos cautiverios es de donde se nutre el grupo yihadista a la hora de buscar voluntarias que quieran cometer dichos atentados. El mejor reflejo de esta dramática situación es que esta investigación ha documentado durante el mes de junio al menos dieciocho mujeres que se han inmolado en acciones suicida, siendo este un dato que no debería pasar desapercibido.

Al Qaeda, la organización yihadismo por antonomasia y referente del movimiento global hasta la aparición de Daesh, está abandonando la posición bajo la sombra del autodenominado Estado Islámico y vuelve a la luz de los focos mediáticos deseosa de ocupar el lugar que le ha sido arrebatado. Como ya se ha comentado en anteriores análisis, la estrategia llevada a cabo por la alta jerarquía de al Qaeda en los últimos años ha sido certera, sabiendo ceder todo el protagonismo a Daesh y pasando a ejercer una actividad de perfil bajo, focalizada en ganarse de nuevo el apoyo social y limitando en gran medida sus acciones terroristas, lo que le ha permitido sin duda alejarse de las presiones internacionales. No obstante, parece ser que en estos momentos esa estrategia está dando a su fin y pronto se podrá ver de nuevo a una al Qaeda que puede volver con más fuerza que nunca gracias al liderazgo de Hamza bin Laden y a las alianzas que ha ido formando durante todo este tiempo, siendo la mejor muestra de ello Jamaat Nasr al Islam, la coalición de grupos yihadistas que operan en Mali que juraron fidelidad a al Qaeda y cuya intensa actividad ha propiciado que ya sea considerada como la principal amenaza para el país.

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Precisamente, y ligado a la amenaza que ha supuesto el surgimiento de dicho grupo, la preocupación por el Sahel sigue en aumento con varios países convertidos en Estados fallidos en los que la incapacidad gubernamental y militar ha permitido que los grupos yihadistas anden a sus anchas, controlando amplias extensiones territoriales. Los países europeos siguen sin considerar como se debe el riesgo que supone esta situación a pesar que sus consecuencias nos están afectando directamente, con el desplazamiento masivo de población hacia el norte de África. Es fundamental que se tenga en cuenta esta amenaza y se realice un mayor esfuerzo en combatir la presencia de estos grupos antes de que sigan acumulando más poder y consigan desplazarse a otras regiones donde hasta ahora no hayan tenido una excesiva presencia. El incremento de las acciones yihadistas durante los últimos meses, como se observa en la tabla superior, es un claro indicador de que esto ya está sucediendo.

En el sudeste asiático la situación sigue sin grandes novedades respecto al mes pasado, lo que supone otro evidente riesgo, ya que las fuerzas y autoridades gubernamentales filipinas se han mostrado incapaces de recuperar la ciudad de Marawi, la cual fue tomada por los terroristas del Maute Group hace más de un mes y a día de hoy ha dejado más de 400 víctimas, sin que apenas estos sucesos tengan repercusión en la opinión pública occidental. Sin embargo, este acontecimiento no ha pasado desapercibido para la alta jerarquía de Daesh, quien ha designado a Isnilon Hapilon, líder del grupo Abu Sayyaf que mantiene estrechos vínculos con el citado Maute Group, como emir en los territorios del Sudeste Asiático. Esta decisión hace pensar que con toda seguridad, esta región sea una de las primeras opciones para los seguidores del Daesh de cara a un futuro en el que instaurar un nuevo califato, ya que reúne los condicionantes necesarios para poder implantarlo con garantías.

Por su parte, Occidente ha vuelto a ser un mes más objetivo de los ataques de Daesh. Londres de nuevo acaparó toda la atención mediática tras el atentado del 3 de junio (#15) en los que murieron ocho personas, incluyendo al español Ignacio Echeverría, tras un ataque en el que tres individuos arrollaron a varias personas con una furgoneta y apuñalaron a otras cuantas momentos antes de ser abatidos por la policía, que acometió su labor en apenas ocho minutos desde la primera llamada de socorro. Además del atentado de Londres, en suelo europeo se han dado otros casos de individuos que han intentado atentar contra las fuerzas y cuerpos de seguridad sin llegar a conseguir su objetivo. Muestras de ello es lo ocurrido el día 7 en Notre Dame donde un individuo intentó agredir con un martillo a un policía o pocos días más tarde en los Campos Eliseos cuando otro hombre estrelló un coche con varias bombonas de gas contra un vehículo policial sin que éstas consiguiesen estallar. A ello habría que sumarle lo ocurrido en Bruselas donde una mochila bomba portada por un joven que no activó correctamente el mecanismo y provocó un incendio momentos antes de ser abatido. Todos estos casos que muchos consideran de forma aislada parecen estar estrechamente vinculados a acciones inspiradas en la ideología del salafismo yihadista.

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La actividad de las distintas organizaciones terroristas que operan a nivel global se ha extendido este mes por veintiséis países, marcando un nuevo hito desde que se inició esta monitorización de la actividad yihadista hace casi un año. Como se puede presuponer, la gran mayoría de los Estados afectados por este fenómeno pertenecen a Oriente Medio y la mitad norte del continente africano, aunque no hay que olvidar que cada vez con mayor asiduidad afecta también a Occidente y al Sureste Asiático. A continuación se ofrece el listado completo de los países afectados directamente a través de atentados perpetrados por el terrorismo de carácter yihadista o por su ideología: Irak, Siria, Afganistán, Pakistán, India, Líbano, Arabia Saudí, Irán, Yemen, Egipto, Libia, Túnez, Argelia ,Mali, Camerún, Níger, Chad, Nigeria, Burkina Faso, Somalia, Kenia, Filipinas, Indonesia, Australia, Reino Unido y Bélgica.

Como ya se ha ido viendo, a pesar que el foco del yihadismo y sus organizaciones más representativas tradicionalmente se han ubicado en la región MENA (Oriente Medio y Norte de África por sus siglas en inglés), cada vez es más frecuente encontrar la presencia de esta ideología especialmente en el Sahel, por lo que es necesario que los esfuerzos para combatir la naturaleza de este terrorismo se distribuya a nivel global y no solo se focalice en una única región. Además, adoptar una posición proactiva permitirá controlar con mayor facilidad los incipientes focos de radicalismo y evitará de esta forma que en un futuro emerjan grupos con suficiente poder como para expandirse por el territorio, lo que obligaría a destinar mayores recursos y podría dificultar la tarea de combatirlos de forma efectiva.

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Atendiendo a la tabla superior, se observa un mes más la dualidad de objetivos del terrorismo islamista. Las organizaciones estudiados presentan esta realidad en sus acciones, combinando atentados contra objetivos civiles y gubernamentales, incluyendo acciones contra las fuerzas de seguridad y en menor medida objetivos políticos. Por un lado, los ataques contra la población civil en un principio deberían ser lo más limitados posibles y mantener un perfil bajo en cuanto a letalidad para que ésta siga manteniendo su respaldo social hacia estos grupos. No obstante, se aprecia que el principal referente en cuanto al terrorismo de etiología yihadista no sigue este patrón y provoca más acciones contra objetivos civiles que militares. La explicación del uso desmedido de la violencia por parte de Daesh viene dado por el principio de que cualquier persona que no esté a favor del grupo se convierte directamente en un enemigo al que hay que combatir y eso incluye a la inmensa mayoría de la población musulmana. Esta es la realidad a la que han tenido que hacer frente las distintas comunidades, incluso los propios suníes, desde que se inició la insurgencia poco después a la invasión estadounidense en 2003, todavía cuando no existía el Estado Islámico, aunque si lo hacía su germen Organización para el Monoteismo y Yihad, quien ya optaba por un claro uso de la violencia, independientemente de que las víctimas fuesen civiles o de las fuerzas de ocupación.

En cambio, se puede apreciar la evolución dentro de otros grupos extremistas de ideología yihadista como es Al Shabaab o Boko Haram que a pesar de que siguen cometiendo atentados contra la población civil, cada vez más priorizan sus acciones contra los objetivos gubernamentales, aunque ello no quiere decir ni mucho menos que los civiles hayan dejado de ser un objetivo más dentro de su estrategia de expandir el terror. Estos grupos son los más conscientes sobre el impacto que tiene cometer atentados de alta letalidad contra los objetivos blandos, especialmente en la opinión pública occidental, y aprovechan esta circunstancia periódicamente para cometer ataques que les vuelvan a dar esa publicidad y ese protagonismo tan necesario para conseguir nuevos seguidores y recursos que les permitan continuar con su actividad.

Conclusiones

La inminente derrota total de Daesh en la ciudad de Mosul supone la desaparición de las aspiraciones de un califato terrenal, aunque todavía seguirán manteniendo en su poder territorios de Irak y Siria. El siguiente objetivo será la capital del autodenominado Estado Islámico, Raqqa, cuya caída algunos vaticinan para inicios de 2018. El tiempo que se tarde en recuperar la ciudad dependerá de la resistencia que emplee Daesh en su defensa, sobre la que existen ciertas dudas, ya que los expertos señalan que gran parte de las fuerzas más experimentadas que tenía Daesh han sido puestas en la defensa de Mosul y eso puede dejar en una posición de mayor debilidad a Raqqa. Sea como fuere, será clave que los múltiples actores que participarán en la conquista de la capital actúen de forma coordinada y dejen a un lado la desconfianza y las rivalidades, aunque por el momento parece ser una quimera debido a los distintos intereses puestos en juego.

A medida que se produce el derrumbe militar de Daesh se aprecia el resurgimiento de al Qaeda, quien realmente nunca se fue, ya que en una inteligente decisión cedió todo el protagonismo a su mayor rival para dejar de convertirse en el objetivo de la presión militar internacional. Ahora es el momento de la reaparición y su vuelta puede ser una amenaza mayor que la que supuso hace algo más de una década.

Por último, resulta fundamental alertar de nuevo sobre la región del Sahel, la cual cada vez más representa una mayor amenaza por el peso que están adquiriendo los grupos yihadistas y su expansión por unos Estados incapaces de hacerle frente con los recursos y herramientas que poseen. La mayor colaboración de los países europeos, incluyendo España, será necesaria antes o después, sin olvidar que cuanto más tiempo se demore la implicación y la ayuda de Occidente más difícil será combatir a un enemigo que va haciéndose fuerte en la región.