¿Cómo ha vivido desde el exterior el proceso de paz y finalmente el acuerdo?
El acuerdo estuvo precedido por más de cuatro años de negociaciones en La Habana entre la cúpula de la guerrilla, los representantes del Gobierno colombiano y algunas víctimas. Lo miré desde el comienzo con desconfianza porque desafortunadamente el victimario tiene más derechos que las víctimas. En este momento hay zozobra porque no se sabe lo que va a pasar ni cómo el Gobierno colombiano va a dar tránsito legal a este acuerdo teniendo en cuenta que se ha hecho de espaldas a las víctimas, que se ha legitimado el terrorismo y que ha supuesto un blanqueamiento de la historia.
¿Cuáles son sus expectativas en torno a la aplicación del acuerdo y a algunos de sus puntos más polémicos, como la justicia transicional?
Para mi familia y para mi no sería de nuestro agrado que el señor Timochenko tuviera un escaño en el Senado. La Constitución colombiana habla del derecho a elegir y ser elegido, el problema es que el señor Timochenko tiene que ser juzgado y condenado por los delitos de lesa humanidad que ha cometido. Después de cumplir la pena, podrá ejercer sus derechos, pero antes, no. Otro tema importante es que el único derecho que las víctimas en el exterior tienen es el de retornar, pero sin garantías. Y retornar es el último pensamiento para muchas víctimas.
Otro punto polémico es el de las indemnizaciones o ayudas que se reconocen para los guerrilleros desmovilizados.
Mientras los desmovilizados van a recibir el mínimo interprofesional colombiano de unos 300 euros, las víctimas están haciendo cola en Cáritas y en la Cruz Roja para comer y están pidiendo ayudas en los ayuntamientos para pagar el alquiler. La polémica es comprensible.
En el ámbito político, ¿las víctimas han sido y son manipuladas?
Hay un problema grave: el pulso político que se están echando el señor Uribe y el señor Santos. En medio de ese pulso están las víctimas. El 9 de abril se celebró el Día de la Víctima en el Congreso colombiano y fue más bien el día de la vergüenza nacional. Las víctimas abucheaban y le decían criminal al señor Uribe e incluso una senadora gritó a las víctimas: “¡Vagos, estudien!”.
¿Qué pueden hacer las víctimas colombianas en el exterior para que esta situación cambie?
Lo primero es ser visibles y exigir nuestros derechos ante el Gobierno colombiano. Estamos redactando un escrito ante la ONU para explicar las necesidades y vulnerabilidades de la víctima colombiana en el exterior porque en ningún momento se nos ha tenido en cuenta en el acuerdo de paz. Paradójicamente, muchos representantes del gobierno colombiano vienen a Europa, se reúnen con eurodiputados y dan conferencias en universidades, pero ninguno quiere reunirse con las víctimas. Queremos que la comunidad internacional conozca esta situación y haga presión al gobierno colombiano, pero es difícil porque no tenemos recursos: estamos trabajando con los míos propios, incluso repartiendo comida, porque no tengo el apoyo de un Gobierno que considera que exigir la verdad es un acto de revolución.
Lleva más de una década viviendo en España. ¿Qué visión del terrorismo colombiano tienen los españoles?
La solidaridad es muy grande hacia la víctima colombiana. Los españoles se sorprenden cuando le cuentas las historias porque ellos ven lo que el Gobierno colombiano quiere que vean. Colombia ha ratificado todos los acuerdos internacionales de derechos humanos y tiene una constitución moderna con infinidad de artículos relacionados con los derechos humanos. La otra cara que no conocen y queremos dar a conocer a la comunidad internacional y a España en particular es que todavía hay secuestros, desplazamientos forzosos y reclutamientos. Todavía hay también 7.000 niños reclutados que la guerrilla prometió entregar y que todavía no ha entregado. Tampoco sabemos cuándo va a entregar el armamento ni si lo va a trasladar a otras guerrillas.
Poniendo el foco en España y en los acontecimientos ocurridos en las últimas semanas, ¿qué percepción tiene del terrorismo de ETA?
Las víctimas del terrorismo colombianas en el exterior queremos solidarizarnos con las víctimas del terrorismo de ETA y esperamos que los terroristas se pongan la mano en el corazón y pidan perdón a las víctimas, a sus familias, a la sociedad vasca y a España entera por los crímenes cometidos. Es el momento de hacerlo.