Actividad yihadista en el Magreb y África Occidental, mayo 2025

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Casos de estudio Magreb y Sahel mayo 2025

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Mayo ha sido el mes con mayor actividad yihadista del año en África Occidental en cuanto a número de ataques e índices de letalidad registrados: un total de 156 atentados, lo que representa un incremento del 51% con respecto al mes de abril (103). Además de este fuerte aumento en la frecuencia de ataques, la letalidad ha aumentado de forma exponencial, con casi 1.200 personas asesinadas frente a las 677 del mes anterior.

 

Las claves del mes:

  • Los índices de letalidad aumentan en todos los países de estudio salvo en Nigeria, que descienden ligeramente.
  • El elevado volumen de víctimas, en máximos históricos, dispara los índices de letalidad en la región, especialmente en Burkina Faso, Camerún, Mali y Níger.
  • Militantes de JNIM logran tomar el control de posiciones de las fuerzas de seguridad en Djibo (Burkina Faso), dejando un balance de al menos 210 fallecidos.

 

 

Análisis de las regiones de estudio

A continuación, se ofrece un análisis de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de mayo de 2025.

 

Sahel Occidental

Mayo ha sido un mes destructivo para el escenario de seguridad en el Sahel Occidental. La totalidad de los países de estudio han empeorado sus índices de violencia, especialmente en lo concerniente al volumen de víctimas mortales.

En el caso de Burkina Faso, la situación de violencia ha sufrido un aumento considerable, no tanto en el número de ataques (41), similares a análisis anteriores (40) todos ellos perpetrados por JNIM, sino en el de fallecidos, que ascienden en esta ocasión a 577.

Se han producido al menos tres ataques de alto impacto (>30 víctimas), el peor de ellos contra posiciones de las fuerzas de seguridad en Djibo el pasado 11 de mayo. Militantes de JNIM atacaron un campamento militar, la gendarmería, la policía y posiciones de los VDP, tomando el control de las ubicaciones atacadas. Los combatientes lograron hacerse con armas y vehículos y prendieron fuego a equipos y edificios por el camino, terminando con la vida de al menos 102 soldados y VDP, 101 civiles. También dejaron más de un centenar de heridos y secuestraron a varias personas (caso de estudio #56). El mercado local, casas y sitios estratégicos como el ayuntamiento, las torres de comunicación y el centro de salud fueron incendiados o dañados total o parcialmente. Por la escalada del ataque, se le considera uno de los peores registrados hasta la fecha en una localidad asediada desde hace años por el terrorismo.

Mencionar en esta ocasión las confrontaciones entre grupos terroristas. El pasado 10 de mayo, JNIM se enfrentó a combatientes de Estado Islámico en Tin-Zalayanane, no muy lejos de la frontera con Mali, causando tres víctimas mortales en el bando de JNIM y siete en el de su rival. El incidente se habría producido por motivos de incursión de uno en el dominio del contrario o disputas que en ninguna circunstancia parecen poner en entredicho la tregua informal que mantienen ambas organizaciones en la actualidad.

Similar al caso de Burkina Faso, en Mali la situación de violencia ha empeorado considerablemente. Las 29 acciones registradas suponen un aumento sustancial si se comparan con las cifras del mes anterior (16), aunque el peor dato guarda relación con el volumen de víctimas: 158 fallecidos entre civiles, militares y fuerzas auxiliares, una cifra significativamente más alta si se compara con los 43 ataques causantes de una o más víctimas mortales registrados en el periodo anterior.

Salvo en dos ocasiones (ocurridas en Menaka e Intahaka), la totalidad de los ataques ha tenido el sello de JNIM. El peor de ellos tuvo lugar en Dioura (Tenenkou, Mopti) el 23 de mayo contra un campamento del ejército maliense. Al menos 40 soldados perdieron la vida, incluido el comandante del campamento y su segundo al mando. JNIM afirmó haber atacado y tomado el control total del campamento del ejército maliense, confiscando vehículos, ametralladoras, cargadores, cajas de munición y otros elementos. Más de una veintena de vehículos, incluidos 3 blindados, habrían sido arrasados, con pruebas gráficas por parte de la organización de los artículos saqueados y del equipo destruido (caso de estudio #129).

 

 

A diferencia de Burkina Faso y Mali, el monopolio de la violencia en Níger ha recaído en manos de Estado Islámico en el Sahel. El país ha aumentado considerablemente su actividad terrorista, llegando a producirse hasta 41 acciones con una o más víctimas mortales. Si se compara con análisis anteriores de este y otros años, se observa cómo el país nunca había superado la veintena de atentados, un hecho que no solo ha cambiado de rumbo sino que se ha duplicado en esta ocasión.

En término de volumen de víctimas, el país también supera en esta ocasión todos los índices registrados hasta el momento. Los datos confirman un total de 266 fallecidos, una cifra que solo ha conocido un volumen similar en dos ocasiones en los últimos cuatro años: en marzo de 2021 (240) y diciembre de 2024 (223).

Los dos ataques más violentos son atribuibles a EI-Sahel y a JNIM. En el primer caso, combatientes en motocicletas atacaron las posiciones de la Guardia Nacional en Eknewane (Tillia, Tahoua), obligando a intervenir a las Fuerzas Especiales. El balance de víctimas se estima en unos 58 soldados muertos, incluyendo al jefe del campamento (caso de estudio #135). El segundo caso tuvo lugar un día más tarde, esta vez cerca de Korogoungou (Kollo, Tillaberi), contra miembros del Ejército, causando al menos 45 víctimas mortales, incluido el capitán Abdoul Aziz Moumouni Boureima, jefe de la operación Damissa, quien falleció tras resultar gravemente herido (caso de estudio #142).

 

Lago Chad

Si se compara con análisis anteriores, Nigeria mantiene unas cifras similares en cuanto a volumen de ataques (23). Sin embargo, alcanza las 165 víctimas mortales, la mayor cifra desde mayo de 2022. Buena parte de este número lo componen granjeros y pescadores asesinados a tiros por parte de elementos de ISWAP el pasado 15 de mayo en la aldea de Malam Karanti, cerca de Baga (Kukawa, Borno), impidiendo que la comunidad recuperara los cuerpos (caso de estudio #84).

Otro ataque de considerable relevancia tuvo lugar una semana más tarde, en una ofensiva simultánea de ISWAP contra tropas nigerianas en el puente de Azir y la Brigada 25 en Damboa (Borno). Aunque el ataque fue repelido con apoyo aéreo, dos soldados, ocho civiles y 36 militantes perdieron la vida en el ataque (caso de estudio #125).

Camerún también aumenta sus índices de violencia, registrando 17 ataques, todos ellos de bajo impacto. Tanto los niveles de actividad como los índices de violencia registran máximos anuales, casi todos ellos contra civiles y por varios motivos, desde saqueos hasta intentos de secuestro. Por parte de las fuerzas de seguridad, cabe destacar la emboscada del seis de mayo contra la Fuerza Multinacional Mixta (MNJTF) en un campamento militar y en la residencia del alcalde en la comuna de Hile Alifa (Logone-et-Chari, Extremo Norte), causando la muerte de tres soldados y dos civiles, además de resultar heridos cuatro civiles y seis de los terroristas. Los atacantes incendiaron la residencia del alcalde y dos camionetas, y saquearon vehículos, armas, municiones y varios equipos (caso de estudio #26).

Finalmente, la única región que se estabiliza es la del Golfo de Guinea, sin registrar ningún ataque en Togo y un volumen de violencia en Benín (5) similar al análisis anterior (4). Los índices de letalidad disminuyen considerablemente hasta situarse en el mínimo anual. Presuntos colaboradores, granjeros y un ganadero se encuentran entre las víctimas en esta ocasión, todos ellos de origen civil.

 

 

Norte de África

El norte de África experimenta una vez más la ausencia de ataques terroristas en la región. En el caso de Argelia, se mantienen unos niveles de actividad bajos y controlados. Entre los incidentes registrados se incluyen tres enfrentamientos armados entre el 15 y el 20 de mayo en las provincias de Khenchela y Tissemsilt, donde el ejército terminó con la vida de tres supuestos militantes de AQMI, y confiscó varias armas y munición. También se produjeron dos rendiciones de combatientes armados el 6 y 7 de mayo en Bordj Badji Mokhtar, al sur del país.

 

Perspectiva regional

El drástico aumento en el volumen de ataques y los elevados índices de letalidad registrados durante mayo han puesto a prueba la capacidad de las juntas militares para gestionar sus amenazas de seguridad. El ataque en Dioura (Mali), las emboscadas en Níger y la captura de Djibo y Diapaga (Burkina Faso) son algunos de los ejemplos más destacables del mes que evidencian una crisis de legitimación y capacidades del poder público para controlar un ecosistema de inseguridad que mina constantemente la confianza de la población social y consolida el poder de la insurgencia armada.

En Mali, la disolución de partidos políticos el 13 de mayo desencadenó una oleada de protestas en Bamako, debilitando aún más al gobierno militar mientras JNIM continúa su estrategia de expansión hacia el sur, dificultando el control estatal del centro del país y la lucha contra una propaganda yihadista cada vez más agresiva.

En Nigeria, la multiplicidad de frentes -tanto del terrorismo yihadista como del separatismo y las tensiones étnicas- desborda las capacidades del gobierno para combatir los múltiples retos, al igual que en Níger, que padece de un serio descontento interno entre sus fuerzas armadas y, por tanto, complica la lucha contra sus fuentes de amenaza.

En el caso de Burkina Faso, su situación es todavía más precaria que la de sus vecinos. El gobierno se encuentra acorralado por el yihadismo, las tensiones internas y la falta de recursos, recurriendo a estrategias reactivas y alianzas pragmáticas para mantenerse en el poder. Lejos de resolver las causas estructurales de la crisis, la actual situación está agravando la inestabilidad en un país al borde del colapso. En Djibo, tras la retirada táctica de JNIM, las autoridades desplegaron fuerzas militares, pero la ausencia de apoyo aéreo y equipamiento adecuado dejó a las tropas expuestas a nuevas emboscadas. Éstas no son las únicas que chocan frontalmente con el aparato central: los VDP emitieron a mediados de mayo un ultimátum al presidente interino amenazando con desmovilizarse si no se les proporcionan refuerzos inmediatos, lo que evidencia una descoordinación y falta de recursos latente entre las fuerzas tanto estatales como progubernamentales.

A nivel político, la situación del gobierno de transición tampoco es nada halagüeña. El ejecutivo de Traoré se enfrenta a fuertes fracturas internas y un contexto de inestabilidad que ha exacerbado la disidencia. La desaparición de soldados desde abril tras un presunto intento de golpe de Estado sigue sin resolverse, mientras que algunas fuentes informan que Traoré habría solicitado a Chad el envío de 200 efectivos para reforzar su seguridad personal, una maniobra que evidencia un posible temor a amenazas internas a su seguridad. La imagen del presidente se desmorona y cae en el descrédito mientras las autoridades buscan revertirlo a través de una presunta campaña de propaganda en redes sociales que apuntale la imagen del dirigente.

Finalmente, cabe destacar la reunión de Traoré con Putin en Moscú el 9 de mayo, donde acordaron profundizar una cooperación bilateral al margen de las alianzas pro-occidentales, una opción que presuntamente habría sido fortalecida dos días después con la visita del director general de la policía iraní a Uagadugú con el objetivo de abrir canales de diálogo en materia de cooperación policial. El encuentro del 12 de mayo en Teherán entre el embajador burkinés, Mohammad Kabura, y su homólogo afgano, Maulvi Fazl Mohammad Haqqani, ha terminado por desatar especulaciones sobre posibles acercamientos con las autoridades talibán, que buscaría en última instancia crear un efecto de estabilización sobre su situación interna.