RESUMEN: El concepto de “guerra híbrida” resulta resbaladizo. De acuerdo con Frank G. Hoffman, este tipo de conflictos “incorporan un abanico de distintas formas de guerra, incluyendo capacidades convencionales, tácticas y formaciones irregulares, actos terroristas que comprenden coerción y violencia indiscriminada y desorden criminal”.
Para entender semejante planteamiento, es imprescindible tomar en consideración dos tendencias que están afectando desde distintos ángulos la forma de los conflictos bélicos: “convergencia” y “combinación”. Resulta difícil discutir la creciente naturaleza híbrida de los conflictos en América Latina. De hecho, la región ha visto cómo estructuras criminales y organizaciones terroristas han tendido a converger tanto en formas de actuar como en vínculos organizativos. Así, los carteles mexicanos han incorporado a su repertorio táctico acciones de terrorismo y guerra de guerrillas, al tiempo que han ampliado su capacidad para asumir funciones paraestatales -justicia, servicios sociales, etc.- entre sectores marginados. Por su parte, los grupos armados de orientación política han sido capaces de sobrevivir solamente si han podido conectarse a economías ilícitas como el narcotráfico o la minería ilegal. Sin duda, el caso más conocido es el de las FARC y el ELN en Colombia.