Casos de estudio Magreb y Sahel enero 2024
La actividad yihadista en África Occidental mantiene una estabilización en el inicio de 2024 y los índices de letalidad se reducen con respecto al análisis anterior. Los países más afectados por la violencia yihadista, Burkina Faso y Mali, experimentan una mejoría sustancial en términos comparativos, cifras que se contrarrestan con aquellas registradas en Nigeria y Níger.
Las claves del mes:
Análisis de las regiones de estudio
A continuación, se ofrece un análisis de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de enero de 2024.
Sahel Occidental
El comienzo de año no ha sufrido variaciones considerables con respecto a las dinámicas de violencia terrorista de carácter yihadista en África Occidental. El número total de ataques registrados (128) es similar a aquel de enero de 2023 (133). Sin embargo, el volumen de víctimas mortales interanuales sí experimenta un fuerte aumento, pasando de 377 fallecidos en 2023 -entre militares, civiles y milicias de autodefensa- a 582 para este 2024.
El Sahel Occidental ha mostrado una disminución de la violencia en términos comparativos con la cuenca de Lago Chad. En el periodo de análisis, Burkina Faso ha conseguido moderar su volumen de ataques intensificando varias operaciones de gran escala contra elementos yihadistas. En ellas, el ejército ha conseguido neutralizar a más de un centenar de combatientes e incautar una gran cantidad de equipamiento, material y vehículos. Una de las mayores victorias militares ocurrió el 16 de enero, en una operación terrestre y aérea de las fuerzas burkinesas que consiguió neutralizar a al menos 30 militantes de JNIM. También se hicieron con el control de vehículos, armas y equipamiento, poniendo un cortafuegos a la ambición expansiva de JNIM hacia el sur del país en dirección a Costa de Marfil.
En el caso de Estado Islámico, el ejército burkinés consiguió neutralizar mediante una operación aérea a Harouna Oulel, número dos de EI-Sahel, en la provincia de Oudalan, lo que rinde buena cuenta de unos éxitos operativos que han provocado que el volumen total de ataques en suelo burkinés haya conseguido descender hasta los 32 registros, cifra considerablemente menor que aquella registrada en el mes de diciembre de 2023 (47).
El número de víctimas registra también una bajada sustancial en sus cifras, pasando de 303 en el análisis anterior a 194, un cambio muy positivo a pesar de haberse registrado un total de seis ataques de impacto medio[1]. El más mortal contra objetivos militares y milicias de autodefensa tuvo lugar el 3 de enero en la localidad de Gabou, donde elementos de JNIM atacaron una base militar que se saldó con la muerte de 17 VDPs y dejó a otros seis milicianos heridos (caso de estudio #13). Si tenemos en cuenta los objetivos civiles, el peor ataque registrado tuvo lugar el 18 de enero en una incursión en la localidad de Kalbouli (Tapoa), al este del país, por parte de JNIM, causando la muerte de al menos 20 personas y provocando el desplazamiento de 300 habitantes de la localidad (caso de estudio #82).
De todos los países que componen la subregión del Sahel Occidental, en esta ocasión debemos destacar a Níger que, junto a Nigeria, han experimentado un agravio en sus condiciones de seguridad en el periodo de estudio. En el primero se registraron además los dos ataques más mortales de toda la zona de estudio, de impacto medio y alto respectivamente. En el primero, combatientes de EI-Sahel atacaron la localidad de Motagata (Tillabéri), asesinando a 22 civiles, entre ellos a 7 individuos de milicias de autodefensa (caso de estudio #118). Este emplazamiento se encuentra al sur de la zona de influencia de la organización, por lo que el comienzo de año ha dado la oportunidad a EI-Sahel de proseguir su agenda expansiva dirección a la capital. En el segundo, elementos de JNIM chocaron con milicias zarma en Tchalakame (Gothèye), un enfrentamiento que se saldó con la muerte de 34 milicianos (caso de estudio #51).
En Mali, la reducción de las dinámicas de violencia también es considerable (28) en comparación con el mes de diciembre (39), al igual que los índices de violencia (se ha pasado de 193 a 130 víctimas). Casi todas las acciones han sido de impacto bajo y perpetrados por JNIM contra objetivos civiles, destacando el sucedido en la localidad de Ogota (Ségué, Mopti) a manos de Katiba Macina, que se saldó con la muerte de 18 civiles y la quema de varias casas (caso de estudio #112).
Uno de los acontecimientos más importantes de este análisis es precisamente la victoria de las fuerzas armadas malienses contra varios líderes de EI-Sahel en Inarabane (Ménaka), considerado el bastión del grupo en la zona. En el marco de la Operación Keletigui, varios líderes terroristas fueron neutralizados, incluyendo a Abdoul Wahab Ould Choghib, enlace de EI-Sahel con los líderes de los pueblos de la región y hermano de Alwan Ould Choghib, que también fue abatido por el ejército unos meses antes. A Abdoul Wahab se le considera una de las figuras clave en la estructura de líderes de EI-Sahel y estaba considerado el principal instigador de un gran número de masacres contra civiles en toda la región de Gao.
Con respecto a los países monitorizados del Golfo de Guinea, en esta ocasión se han registrado únicamente dos atentados en Togo y Benín, por lo que los datos, a pesar de los intentos de JNIM de ganar terreno hacia el sur del Sahel, resultan positivos para este comienzo de año.
Lago Chad
A pesar de que prácticamente la totalidad de los ataques registrados son de impacto bajo, en esta ocasión Nigeria lidera la comparativa de violencia yihadista de toda la región de estudio, superando incluso las elevadas cifras de ataques en Burkina Faso.
Las confrontaciones entre ISWAP y Boko Haram continúan la misma tendencia que en 2023, centrando el groso de sus capacidades en desplegar una ofensiva que les permita arrebatarse territorio y espacios de dominio. De hecho, el ataque más letal de este análisis, de impacto medio, tuvo lugar a mediados de enero precisamente a causa de un enfrentamiento entre facciones de ambas organizaciones, llevándose ISWAP la peor parte (caso de estudio #69). Días después, éste vengó el ataque con una ofensiva aún mayor, que se saldó con la muerte en su mayoría de combatientes de Boko Haram.
Las dos organizaciones terroristas más activas en Nigeria han visto empeorar sus éxitos territoriales por sus constantes confrontaciones tanto internas como intergrupales y las continuas operaciones militares sobre objetivos concretos de gran impacto cualitativo, lo que ha terminado por mermar su capacidad de perpetrar acciones de mayor envergadura.
En lo que respecta al ejército nigeriano, y al igual que en los casos burkinés y maliense, en el mes de enero fue actor protagonista al conseguir una victoria crucial en la lucha antiterrorista: abatir a Ba’a Shuwa, considerado por la mayoría de informaciones como el líder de ISWAP, en unos ataques aéreos en el estado de Borno. Esto sin lugar a duda no deja de ser un dato positivo en la lucha contra el yihadismo en la zona, demostrando el complicado periodo que viven las diferentes franquicias de Estado Islámico por la neutralización de varios de sus líderes en un limitado periodo de tiempo.
Esta neutralización de líderes importantes en el seno de la organización se da en un momento de fuerte despliegue mediático por parte de su estructura central. El 4 de enero, el aparato propagandístico de Estado Islámico lanzaba una campaña global contra objetivos judíos y cristianos en todo el mundo a través de su portavoz, Abu Hudhayfa al-Ansari. Esta ofensiva, titulada “matadlos allí donde los encontréis” (“Kill Them Wherever You Find Them”), se cobró sus primeras víctimas tan solo dos días después de la emisión del mensaje en Camerún. En esta ocasión, dos civiles cristianos fueron atacados y asesinados en la localidad de Kangaleri (caso de estudio #30). A pesar de haber reducido ligeramente sus niveles de violencia, este incidente es una muestra de la capacidad de movilización de la estructura central de Estado Islámico en países donde habitualmente opera, por lo que esta campaña previsiblemente buscará tener un impacto mayor a lo largo del año y cobrarse la vida de más víctimas pertenecientes a comunidades concretas en buena parte de África Occidental.
Por su parte, Chad ha registrado únicamente un ataque -perpetrado por ISWAP-, de impacto bajo, causando dos bajas civiles, en un intento de abastecerse de medicamentos y alimentos.
Magreb
En esta ocasión no se ha registrado ningún ataque en los países del Magreb.
Perspectiva regional
En términos generales, se observa una tendencia de estabilización en la actividad yihadista en África Occidental al comienzo de 2024, acompañada de una disminución en los índices de letalidad en comparación con periodos anteriores. Burkina Faso y Mali muestran mejoras sustanciales en términos comparativos, mientras que Nigeria y Níger experimentan un deterioro en sus condiciones de seguridad.
Un cambio significativo durante el periodo analizado es la eliminación de líderes y comandantes clave en los principales movimientos terroristas de la región. En Mali, la ofensiva contra los rebeldes y grupos yihadistas continúa en el norte del país, en un contexto en el que la MINUSMA ha retirado casi el 95% de sus efectivos, transfiriendo activos al gobierno central. En el flanco oriental, cosechan éxitos de gran envergadura neutralizando a importantes elementos de EI-Sahel, al igual que Burkina Faso. Por su parte, Nigeria se ha encargado de hacer lo propio contra el líder de ISWAP, unas victorias incuestionables que previsiblemente responden a un plan coordinado en el marco de la nueva alianza de defensa trilateral de la AES. Así, vemos cómo las cuestiones de seguridad se mueven a un ritmo conjunto entre los tres países mientras oficializan su retirada de la CEDEAO y su consiguiente escalada de tensiones.
Sin embargo, los éxitos militares a menudo se ven empañados por trágicos errores. Un ejemplo de ello tuvo lugar en Níger, donde a finales de enero una operación aérea contra elementos de JNIM en la localidad de Kolo (Tillabéri) resultó en un alto número de bajas civiles (19 víctimas civiles y solo dos combatientes abatidos). Las condiciones de operatividad de las fuerzas del orden y sus asociados, así como la necesidad de reclamar este tipo de victorias sobre objetivos terroristas, presumiblemente provocará un balance de daños colaterales todavía mayor.
Con respecto a Estado Islámico, resulta crucial seguir de cerca la reciente campaña contra objetivos judíos y cristianos. Aunque este tipo de llamamientos propagandísticos no son ninguna novedad, las constantes pérdidas de liderazgo y comandancia en África podría incentivar y focalizar cada vez más ataques de EI contra objetivos civiles más allá de la zona de operaciones, similar a lo observado con sus afiliados en la República Democrática del Congo (ISCAP), Mozambique (IS-Mozambique) o Afganistán (IS-K).
[1] Se consideran atentados de bajo impacto aquellos que causan menos de 10 víctimas mortales; medio impacto, entre 10 y 29 muertes; alto impacto, 30 o más víctimas.