Actividad yihadista en el norte de África y el Sahel, febrero 2025

Anuario del terrorismo yihadista 2024
25/03/2025
Análisis de la actividad yihadista en el Sudeste Asiático del primer trimestre de 2025
07/04/2025


 Casos de estudio Magreb y Sahel febrero 2025

Versión disponible en PDF

 

Ligera mejora en los niveles de actividad del yihadismo en África Occidental durante febrero de 2025. Descenso significativo de las dinámicas de violencia en Nigeria, registrando únicamente cinco ataques causantes de 13 víctimas mortales en el periodo de análisis. Por el contrario, Níger aumenta sus niveles de violencia en términos comparativos con el periodo anterior, ascendiendo hasta 106 fallecidos a consecuencia de las 11 acciones terroristas registradas.

 

Las claves del mes:

  • La actividad terrorista se mantiene constante en Burkina Faso, Camerún, Chad y Mali, mientras que Níger registra la evolución más negativa en términos comparativos
  • Un ataque de EI-Sahel contra un puesto militar en Eknewane (Tahoua, Níger) termina con la vida de al menos 46 militares
  • El 7 de febrero, un convoy de FAMa y Wagner escoltado cerca de Kobe (Mali) es atacado por EI-Sahel, terminando con la vida de 34 civiles

 

 

Análisis de las regiones de estudio

A continuación, se ofrece un análisis de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de febrero de 2025.

 

Sahel Occidental

Burkina Faso mantiene una actividad yihadista constante y similar a la mostrada durante el mes de enero. Las 50 acciones violentas, todas ellas de impacto medio o bajo, han tenido como único autor a JNIM y sus diferentes katibas, principalmente en la zona norte y oriental del país y con objetivos esencialmente militares y contra milicias de autoprotección.

Algunas de las características principales para este análisis guardan relación con la eliminación de un gran número de combatientes de la organización. Una de ellas tuvo lugar en la provincia de Sourou el 10 de febrero, cuando JNIM atacó sin éxito el campamento militar en Diouroum, lo que se saldó con la muerte de 73 de sus militantes, incluidos líderes como Djaffar Libe, Abou Seydou y Sangare Kalirou, alias Abdoul Kalirou. Un día más tarde, un destacamento avanzado de VDP en Manni (provincia de Gnagna) fue también atacado sin éxito por militantes de JNIM. La respuesta militar incluyó tres ataques con drones y una operación terrestre del Batallón de Intervención Rápida (BIR) y los VDP, lo que permitió la incautación de aproximadamente 30 motocicletas, armas y municiones, y trajo como balance final la muerte de 20 militantes.

Otra acción destacable para este análisis es la reanudación de la confrontación entre JNIM y EI-Sahel. Una de estas ocurrió el 18 de febrero en la provincia de Oudalan, con un balance final de siete muertos en Dibissi (dos de JNIM y cinco de Estado Islámico en el Sahel) y tres combatientes de este último en Tin-Ediar. La confrontación entre ambos grupos se extendió hasta el 24 de febrero, cuando JNIM reivindicó un ataque en Tiofolboye (Gorom-Gorom, Oudalan), en el que habrían acabado con la vida de cuatro miembros de EI-Sahel y confiscado motocicletas y armas, incluyendo AK-47.

Finalmente, cabe destacar el ataque más letal ocurrido en territorio burkinés durante el mes de febrero, ocurrido el 14 de febrero contra la localidad de Koba (Sanaba, Banwa), al noroeste del país. Esta acción incluyó la quema de varios comercios y se saldó con un total de 18 civiles fallecidos (caso de estudio #43).

Mali ha aumentado su actividad yihadista ligeramente, no así tanto los índices de letalidad, que se han visto incrementados de manera sustancial. De registrarse 18 acciones terroristas causantes de 65 víctimas mortales en enero, para febrero se ha ascendido a 21 el número de atentados responsables de un total de 120 fallecidos, lo que rinde buena cuenta de la actividad violenta en el país, principalmente a manos de JNIM.

Sin embargo, la actividad de Estado Islámico en el Sahel también ha sido considerable. Muestra de ello tuvo lugar el pasado 7 de febrero, cuando sus combatientes emboscaron a las FAMa y a elementos del grupo Wagner mientras escoltaban autobuses y camiones en Kobe (Gao). El ataque dejó alrededor de 30 muertos, entre soldados y civiles, y los combatientes incendiaron varios vehículos. Las fuerzas malienses registraron 25 civiles y 19 militantes asesinados, mientras que Human Rights Watch ascendió la cifra de víctimas civiles hasta los 34 (caso de estudio #18).

Otra acción a mencionar ocurrió el 10 de febrero, cuando miembros de la milicia Dan Na Ambassagou se enfrentaron a militantes de JNIM en Simina (Mopti), dejando un balance de al menos 20 militantes abatidos y la captura de varios vehículos. Pocos días después, el 13 de febrero, militantes del mismo grupo atacaron la comisaría de policía en Zantiguila (Dioila, Koulikoro), asesinando a un civil y dos policías, hiriendo a otros dos agentes y destruyendo varios vehículos (caso de estudio #37). Este ataque es especialmente relevante en la medida en que el de Zantiguila es el último puesto de control antes de llegar a Bámako, y ya es la segunda vez que sufre ataques por parte de los yihadistas.

Ese mismo día, un convoy del ministro de Educación Superior también era atacado cerca de Darabougou mientras viajaba entre Bamako y Sikasso. Los atacantes dispararon una granada propulsada por cohete, causando una explosión y un intenso tiroteo con la escolta del convoy. Cuatro gendarmes resultaron heridos, uno de ellos de gravedad, y los atacantes huyeron hacia el bosque.

La inseguridad en la carretera transaheliana sigue siendo elevada, con ataques en la zona, como el ocurrido en Kelaya el 11 de febrero. A esto se le añaden los enfrentamientos entre JNIM y EI-Sahel, como el ocurrido el 24 de febrero cerca de Tidjalalene (Gao), que trajo como resultado la muerte de tres miembros de Estado Islámico.

 

 

Por su parte, Níger es el país que más ha empeorado sus dinámicas de seguridad en esta ocasión. De únicamente tres atentados registrados el pasado mes de enero, esta cifra ha ascendido hasta los 11 en esta ocasión, aunque el balance de víctimas es el dato más preocupante: de seis fallecidos en el análisis anterior se ha pasado a 106 para el mes de febrero.

Estado Islámico en el Sahel es el responsable del mayor número de víctimas fruto de estos ataques, ocurriendo el más letal el primer día del mes de febrero en la localidad de Eknewane (departamento de Tilia, región de Tahoua). En esta acción, la única categorizada de alto impacto, un puesto avanzado de las fuerzas de seguridad nigerinas fueron blanco de un violento asalto que tomó a los militares por sorpresa. El ataque fue extremadamente intenso, según explican diversas fuentes, y terminó con la vida de al menos 46 personas (caso de estudio #9). Los atacantes invadieron la base y se hicieron con el control de nueve de los 16 vehículos militares, así como de armas y munición. En respuesta a la acción de EI-Sahel, las fuerzas armadas, acompañadas por unidades de la Guardia Nacional nigerina, desplegaron un convoy de una veintena de vehículos desde Tahoua para activar las actividades de búsqueda de desaparecidos en la zona.

Esta localidad ya fue protagonista de otro de los ataques más violentos perpetrados por EI-Sahel el pasado octubre 2024. El modus operandi también siguió la estela de esta otra acción, llegando en varios vehículos y desbordando las defensas en pocos minutos. En el ataque de octubre, se registraron al menos 45 miembros de las fuerzas de defensa fallecidos y la captura de al menos seis más.

 

Lago Chad

Al contrario que en el caso de Níger, en Nigeria el balance de la actividad yihadista ha sufrido una mejora significativa. En esta ocasión se han contabilizado únicamente cinco acciones terroristas y el balance de víctimas ha pasado de 118 en el mes anterior a las 13 registradas en febrero.

Entre las acciones más destacables se incluye el enfrentamiento entre militantes de ISWAP y Boko Haram en Malam Fatori (Abadan, Borno) el 13 de febrero, que tuvo como balance la muerte de decenas de combatientes y numerosos heridos en ambos bandos. Un día después, combatientes de Boko Haram liderados por la facción de Bakura atacaron a militantes de ISWAP en Toumbun Ali y Tumbun Gini (Abadan, Borno), causando la muerte de 31 de estos últimos en la lucha por el control y dominio en estas zonas disputadas.

Camerún mantiene el mismo nivel de actividad violenta que en el análisis anterior (8), aunque aumenta ligeramente los índices de mortalidad (12). Todas las acciones registradas han sido de bajo impacto y la mayoría de ellas han tenido como objetivo a civiles. Entre los casos de estudio más destacables, se incluye el de la muerte de un civil por negarse su familia a pagar la suma total de lo exigido por Boko Haram para su liberación (caso de estudio #50) y el secuestro de otros civiles por parte del mismo grupo en fechas diferentes, incluyendo niños (casos de estudio #41 y #84).

En esta ocasión, en Chad se ha registrado un único ataque a manos de Boko Haram, en la localidad de Karga, en la prefectura de Karal (región de Hadjer-Lamis) cerca de la frontera con Camerún. El incidente se saldó con la muerte de tres civiles y el secuestro de otros cuatro (caso de estudio #76).

En el Golfo de Guinea, si bien Togo no ha registrado ningún ataque yihadista en esta ocasión, los índices de violencia en Benín se han duplicado. A pesar de aumentar la actividad violenta, el balance de víctimas ha descendido considerablemente, pasando de 34 víctimas mortales en el mes de enero a 12 fallecidos para el mes de febrero. El departamento de Alibori ha sido el más golpeado, especialmente la provincia de Karimama.

El 15 de febrero, JNIM atacó una posición militar en Garouji, lo que provocó intensos combates con soldados benineses (caso de estudio #45). Como refuerzo, se desplegaron unos 20 efectivos de las fuerzas de seguridad de Benín bajo la Operación Mirador. JNIM se atribuyó el ataque y afirmó haber capturado armas, incluidos morteros y Kalashnikov, y publicó imágenes de su botín. En esta confrontación murieron entre 6 y 8 soldados benineses y 17 atacantes, dejando un balance total de 23 fallecidos. Esa misma noche, presuntos militantes del JNIM atacaron otra posición militar en Loumbou-loumbou, acabando con la vida de varios soldados (caso de estudio #46).

La elevada actividad de JNIM en el país provocó una intensificación de la respuesta antiterrorista de las fuerzas de seguridad de Benín durante el periodo de análisis. El 11 de febrero, las fuerzas militares atacaron una base de JNIM cerca de Koualou (Materi, Atacora), eliminando a tres militantes y dejando varios heridos, sin registrar bajas entre las filas militares. Otra tuvo lugar el 15 de febrero, cuando tropas beninesas llevaron a cabo una ofensiva a lo largo del río Mekrou, en la comuna de Banikoara, donde abatieron a aproximadamente 10 militantes sospechosos de pertenecer a JNIM[1].

Al día siguiente, las fuerzas beninesas se enfrentaron de nuevo a combatientes de JNIM cerca de Yambanou (Banikoara, Alibori). Durante la ofensiva, al menos dos civiles que transportaban combustible para los insurgentes fueron abatidos, mientras que otros huyeron, abandonando sus pertenencias y motocicletas. El 19 de febrero, las fuerzas de seguridad continuaron su presión sobre el grupo yihadista en Kofouno (Karimama, Alibori), donde lograron abatir a un militante y obligaron a otros tres a escapar. El 27 de febrero, tras la explosión de una mina en Kantoro el día anterior, el ejército beninés lanzó un contraataque en Karimama contra los militantes, en un enfrentamiento que dejó nueve combatientes abatidos y dos soldados resultaron heridos.

Además de estas acciones sobre el terreno, las autoridades anunciaron el 16 de febrero una revisión de su estrategia de seguridad, incluyendo la “Operación Mirador”, que desde 2022 ha desplegado alrededor de 3.000 soldados para reforzar la seguridad de Benín en la frontera norte.

 

 

Norte de África

No se ha registrado ningún ataque yihadista en el norte de África.

 

Perspectiva regional

Las operaciones antiterroristas en el Sahel y África Occidental continúan generando tensiones por su falta de efectividad y por la asimilación normalizada de la muerte de civiles inocentes, especialmente en Burkina Faso, Mali y Camerún. En este último, el descontento social ha aumentado ante la falta de respuesta gubernamental frente a la inseguridad en la región de Extreme-Nord. Aunque el ejército camerunés abatió a cinco militantes de Boko Haram el 7 de febrero en Sanda Wadjiri, la creciente frustración llevó a disturbios étnicos en Mayo-Kani el mismo día, donde la comunidad Tupuri protestó contra la expropiación de tierras agrícolas en las inmediaciones de este parque nacional.

Por otro lado, la retirada progresiva de las tropas francesas en la región continúa su curso. El 20 de febrero, Francia transfirió oficialmente el control del campamento militar de Port-Bouët en Abiyán a las fuerzas marfileñas, como parte de su plan de repliegue gradual a lo largo de 2025. Sin embargo, se prevé que la cooperación en materia de seguridad continúe, con la posible utilización de aeronaves de vigilancia para la recopilación de inteligencia. En este contexto, el ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, confirmó que 80 militares franceses permanecerán en el país con responsabilidades de formación y entrenamiento. De manera similar, el 12 de febrero, Senegal y Francia establecieron una comisión conjunta para supervisar la salida de los 350 soldados franceses antes de finales de 2025, en línea con la postura del presidente Faye, quien manifestó recientemente que la presencia militar extranjera es “incompatible” con la soberanía nacional.

En los círculos yihadistas, es remarcable la intensificación de la retórica política de JNIM, con un comunicado en febrero en el que denunciaba los crímenes de las juntas militares en Mali, Níger y Burkina Faso, a las que califica como “obstáculos para la estabilización”. También es destacable el aumento de ataques de ISWAP contra comunidades cristianas en Nigeria, en línea con las directrices de la matriz central de Estado Islámico, tal y como se evidencia en su boletín Al-Naba, reivindicando la quema de 140 viviendas cristianas.

Estado Islámico en la provincia del Sahel, por su parte, ha lanzado una nueva ofensiva propagandística con un video de más de 20 minutos publicado el 10 de febrero, en el que muestra su poder militar y critica tanto a las juntas militares del Sahel como a otros grupos armados, incluyendo a JNIM y los rebeldes tuaregs del Frente de Liberación de Azawad (FLA), acusándolos de no aplicar la sharía. En la grabación se exhiben ataques con IED, el uso de armamento pesado y entrenamientos en campamentos. Este esfuerzo mediático apunta hacia un cambio estratégico del grupo para obtener una mayor visibilidad en el ámbito militar, político y propagandístico, posiblemente buscando ampliar su capacidad de reclutamiento y consolidar su presencia en la región de Ménaka (Mali), Tillaberi (Níger) y Arbinda (Burkina Faso).

 

[1] Algunas informaciones apuntan a que varias de las víctimas eran ciudadanos burkineses involucrados en actividades de contrabando de combustible.