“Las políticas antiterroristas están más enfocadas a detectar la radicalización temprana que a la prevención de la radicalización”, aseguraron Luis de la Corte Ibáñez, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y director del área de Estudios Estratégicos e Inteligencia del Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad, y Hana Jalloul, profesora de la Universidad Carlos III y de la Universidad de Nebrija, durante la Jornada de COVITE y OIET “El nuevo escenario del terrorismo en España”, celebrada el 23 de noviembre. Para ambos expertos el trabajo de prevención de la radicalización es esencial en la lucha antiterrorista, y no puede desarrollarse exclusivamente en el ámbito estricto de la seguridad, sino que debe abarcar todos los aspectos que conforman nuestra cultura: la educación, la actividad empresarial privada, la política, la psicología, la sociología los medios de comunicación… “La prevención no tiene tanta cobertura ni tanta importancia para las instituciones como la detección de los yihadistas ya radicalizados, con lo cual no se llega al origen del problema”, aseguró Hana Jalloul.
Para Luis de la Corte es fundamental trabajar en la prevención de la radicalización porque, una vez ésta se da, desradicalizar a los individuos es muy complicado. “Hay que cortar las influencias de quienes todavía no están radicalizados”, aseguró. “El papel que juegan los agentes de captación es muy peligroso, se deben detener a estos agentes para que los planes de prevención sean efectivos. En España podemos afirmar que vamos por el buen camino en este sentido, teniendo en cuenta que padecimos el atentado yihadista en suelo europeo más grave de la historia del fenómeno y, sin embargo, tenemos el menos número de personas que han viajado a Irak y a Siria”, añadió. El profesor, asimismo, recordó que la prevención es sólo una de las astas que componen la lucha antiterrorista en Europa, y aunque es un factor muy importante que aborda el origen del problema, hay que combinarla con otras políticas de seguridad a corto plazo para luchar contra el terrorismo yihadista. “La prevención funciona a medio y a largo plazo, no a corto plazo. En el futuro inmediato no hay forma de medir si las políticas de prevención han funcionado o no”.
Hana Jalloul hizo hincapié en la importancia de deslegitimar el discurso de los radicales violentos: “Los yihadistas otorgan mucha credibilidad a su discurso, interpretando el Corán desde un lenguaje propio que no consensuan con nadie. Los que se radicalizan no suelen tener mucha cultura ni mucho conocimiento del Corán, y los yihadistas se aprovechan de ello. Por esta razón, la educación es imprescindible, es el quid de la cuestión. Educar es prevenir”. Luis de la Corte secundó las declaraciones de Jalloul y destacó que es necesario reclamar más colaboración de la comunidad musulmana en la deslegitimación del discurso de los terroristas yihadistas, poniendo el ejemplo de cómo Omar Bakri ¾terrorista de Al Qaeda¾ consiguió captar y radicalizar a muchos europeos. “Hay que exigir la colaboración de toda la ciudadanía para la prevención. La difusión de ideologías extremistas y antidemocráticas es reprochable a los líderes de las comunidades musulmanas. No es tolerable que haya personas reconocidas como líderes y cuyo origen no pueda trazarse de forma clara”.
Otro asunto que abordaron los dos expertos en terrorismo yihadista fue el de la “desradicalización”, o cómo lidiar con quienes han viajado a zonas de Oriente Medio en las que han tenido contacto con terroristas y han vuelto a su país de origen radicalizados. “Todavía no sabemos cómo afrontar este tema”, expuso Hana Jalloul. “Muchas instituciones no contemplan la desradicalización como tal. Hay que realizar un trabajo muy profundo en los aspectos psicológicos y sociales de los retornados de zonas de conflicto para lograr desradicalizarlos. Es un trabajo imprescindible en la actualidad, ya que ha caído el califato del DAESH y, ahora que no tienen territorio, ¿cómo se procede con todas las personas que vuelvan a Europa del territorio del Estado Islámico? No hay legislación, ni procedimientos, ni instituciones especializadas que cubran este supuesto”, añadió.
Luis de la Corte, por su parte, incidió en que conviene no perder de vista que quienes perpetraron atentados en Europa no eran retornados: “Es una dimensión de la amenaza, pero no es lo más preocupante. Es mucho más preocupante lo que pueda pasar con las personas que están cumpliendo condena en prisión y van a salir dentro de poco”. Según un informe del Real Instituto Elcano de 2013, un 30% de las radicalizaciones se producen en la cárcel. “La situación del interno es aversiva y de soledad, por lo que suele buscar apoyos y referencias. El peligro está en que esas referencias las proporcione quien es consciente de la vulnerabilidad de los presos”. Para Luis de la Corte, en un proceso de desradicalización es muy importante que el entorno cotidiano no induzca a la violencia, y que se inicie un proceso de arrepentimiento. “Pero tiene que ser autoinducido, no puede ser impuesto desde fuera. Hace falta una motivación intrínseca de la persona. Si no, es muy difícil que se produzca un cambio psicológico. Ayudaría mucho si quien liderase los procesos de radicalización fuese una persona con autoridad religiosa, para que suponga un referente para el sujeto”.
La mesa redonda finalizó con los expertos en terrorismo yihadista concluyendo que, además de las políticas de prevención y desradicalización, es necesario acabar con el califato sobre el terreno para que la lucha antiterrorista sea efectiva. “El mundo no se puede permitir que una organización terrorista controle un Estado. Hay que conseguir que DAESH no vuelva a tener control sobre un territorio que considere su Estado”, coincidieron ambos profesores. “Es muy peligroso que DAESH controle un Estado porque a la hora de captar combatientes es muy atractivo ofrecer venir al único Estado que es totalmente ‘Islámico’, a su juicio. Eso es algo que Al Qaeda nunca pudo ofrecer”, ratificó Luis de la Corte.