Casos de estudio Magreb y Sahel junio 2021
En junio, la violencia terrorista de carácter yihadista ha disminuido en un 25% respecto al mes anterior en las regiones del Magreb y el Sahel. No obstante, los 80 atentados registrados han causado un total de 381 víctimas mortales, una cifra ampliamente mayor a la de mayo. De ellas, 314 serían civiles y 67militares. En caso de contabilizarse las muertes de militantes de grupos terroristas, la cifra ascendería a 545.
Las claves del mes:
Análisis de las regiones de estudio
A continuación, se realiza un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en las zonas de estudio.
Sahel Occidental
Burkina Faso vuelve a adquirir un papel protagonista a la hora de analizar el contexto regional. En la madrugada del 05 de junio se produjo el peor atentado relacionado con yihadismo hasta ahora registrado en el país. Tuvo lugar en la localidad de Solhan, provincia de Yagha, al noreste del país. Al menos 160 civiles fallecieron, y numerosas viviendas e infraestructuras locales fueron saqueadas por los atacantes, incluyendo las instalaciones de extracción de oro. Días después, JNIM, coalición afín a Al Qaida, emitió un comunicado denegando su participación pero, posteriormente, Daesh hizo referencia a este ataque en un comunicado propio, señalando a JNIM como autor de los hechos y denegando, por tanto, su propia autoría (caso de estudio 15).
A causa de este ataque, el número de víctimas mortales se dispara hasta 241 y marcando un máximo histórico, pese al descenso registrado en el número de atentados. De hecho, las 160 víctimas del ataque de Solhan ya superan el anterior máximo de 156 muertes, que corresponde al registro de todo el mes de mayo de 2021.
Asimismo, se tiene constancia de dos ataques de impacto medio[1], también en la mitad norte del país. El primero de ellos, en Tadaryet, fue reivindicado por el Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS, en adelante), cuyos miembros causaron la muerte de 13 civiles (caso de estudio 09). Por otro lado, un grupo de terroristas—probablemente pertenecientes a JNIM—llevó a cabo una emboscada contra una unidad del ejército en Yirgou, en la que al menos 15 militares fallecieron (caso de estudio 57).
En Malí, el descenso de actividad yihadista ha sido insignificante. El país, que alcanzó el nivel máximo de violencia yihadista en el mes de abril con 26 ataques, se mantiene prácticamente igual a partir de entonces (en junio son 25). El ataque de mayor envergadura, considerado de impacto medio, tuvo lugar en Ibogolitana, en Ménaka, causando la muerte de 11 de los ciudadanos touareg que conformaban un campamento en la zona (caso de estudio 12).
A principios del mes de junio, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció el próximo fin de la Operación Barkhane—en vigor desde agosto de 2014—para dar paso a una respuesta más amplia por parte de una coalición internacional. Este nuevo enfoque, de carácter multidisciplinar y compartido, fue una de las principales razones de la creación de la Fuerza Takuba, en enero de 2020, que ya ha comenzado su despliegue y cuyo impacto se espera que aumente durante los próximos meses. La última contribución acordada ha sido por parte de la OTAN.
Por otro lado, la misión de estabilización de las Naciones Unidas, MINUSMA, ha sido prorrogada hasta el 30 de junio de 2022, condicionando su vigencia a la imposibilidad de que los responsables de la transición sean candidatos a las próximas elecciones presidenciales, programadas para el mes de febrero.
En la región suroeste de Níger también ha continuado la violencia yihadista, concretamente en las provincias de Tilláberi y de Niamey aunque, en este caso, manteniendo los niveles registrados en mayo. El ataque más mortífero—que, por el momento, no ha sido reivindicado—, tuvo lugar en la localidad de Danga Zawne, en Tillabéri. 19 civiles habrían muerto (caso de estudio 67). Por otro lado, en la capital del país, Niamey, el EIGS reivindicó el ataque contra la residencia del primer ministro, Seyni Oumaru, en el que uno de los guardias de seguridad falleció (caso de estudio 41).
Lago Chad
Es en la subregión del Lago Chad donde se ha registrado el mayor descenso de acciones terroristas, siguiendo la tendencia ya mostrada en mayo: a lo largo del mes de junio se tiene constancia de 13 ataques, cifra inferior al 40% de los registrados el mes anterior. Esta tendencia, muy acusada, ha afectado a los tres países ribereños con mayor actividad yihadista—Nigeria, Níger y Camerún—y se debe, principalmente, a los cambios en el seno de los dos principales grupos terroristas: Boko Haram y el Estado Islámico en África Occidental (ISWAP, en adelante)[2].
A lo largo del mes se han sucedido los comunicados por parte de estos grupos respecto a la supuesta muerte de Abubakar Shekau, líder de Boko Haram, a manos de miembros de ISWAP, a la que ya se hacía referencia en el anterior Observatorio. A lo largo de la primera semana de junio, ISWAP publicó un comunicado en el que confirmaban el suicidio de Shekau en el bosque de Sambisa, pero no fue hasta mediados de junio que el portavoz de Boko Haram, Bakura Sahalaba, reconoció formalmente su fallecimiento. Las últimas semanas han sido escenario de continuos enfrentamientos entre miembros de ambos grupos, en un intento por parte de ISWAP de que los miembros de Boko Haram se unan a su grupo. No obstante, aunque estarían encontrando fuerte resistencia por parte de algunos de ellos, también se tiene constancia de casos en los otros se unen a sus filas, reafirmando su lealtad al líder de Daesh, Abu Ibrahim al-Hashemi al-Qurashi, algo que Sahalaba también mencionaba en el vídeo publicado, donde además instaba a la mediación de Daesh “central” para resolver el conflicto entre ambos grupos.
En términos cuantitativos, se tiene constancia de 10 atentados terroristas en Nigeria, que contrasta notablemente con las cifras registradas en el país durante los últimos meses. Llama la atención el ataque contra la base militar de Walasa Daoudari, en el que murieron cuatro militares; las instalaciones están situadas en la frontera entre Nigeria y Camerún, región en la que tradicionalmente ha operado Boko Haram pero, en esta ocasión, el ataque ha sido reivindicado por ISWAP (caso de estudio 76).
Destaca también el caso de Camerún donde, en esta ocasión, se tiene constancia de un solo ataque, volviendo por tanto a niveles no registrados desde el primer trimestre de 2019 (caso de estudio 74). En Níger, se han registrado cuatro incidentes en la región de Diffa, reivindicados por ISWAP, que han causado la muerte de cuatro civiles.
Magreb
En cuanto al Magreb, los únicos atentados registrados en junio (dos), ambos reivindicados por Daesh, han tenido lugar en Libia, donde no se tenía constancia de actividad yihadista desde septiembre de 2020[3]. El primero de ellos, en Sebha, provocó la muerte de dos militares: un terrorista, a borde de un vehículo, explosionó la carga que portaba a su paso por un puesto de control policial (caso de estudio 20). Apenas una semana después, el 14 de junio, atacaron a una pareja de militares que circulaban por la región de Aljufra, en busca de individuos relacionados con el atentado de Sebha. Ambos fallecieron (caso de estudio 44).
Por otro lado, en Marruecos, seis presuntos terroristas han sido detenidos en el mes de junio. El primer día del mes, el BCIJ marroquí detuvo a dos ciudadanos en Missour. Uno de ellos habría viajado a Siria a combatir junto a Daesh, y ya habría cumplido condena anteriormente (caso de estudio 3). Otros cuatro sospechosos fueron detenidos en Marrakech a finales de mes (caso de estudio 62).
Perspectiva regional
La gravedad del ataque en Solhan, Burkina Faso, así como la falta de respuesta inmediata de las fuerzas de seguridad del país, evidencia el dominio que los grupos terroristas y criminales ejercen en la región de la triple frontera. Los dos principales grupos terroristas, JNIM y el EIGS, se han acusado mutuamente de ser responsables de los hechos, algo no muy frecuente, por lo que se plantean numerosas incógnitas sobre la autoría. En principio, dicha zona ha sido escenario de repetidos enfrentamientos entre JNIM y el EIGS durante el último año, por lo que con la información actualmente disponible no es posible afirmar, de manera certera, quién se encontraría detrás del ataque.
No obstante, son numerosas las fuentes que apuntan hacia miembros de JNIM, basándose en informaciones de diverso origen. Por un lado, la detención de dos supuestos implicados, presumiblemente relacionados con JNIM, podría inclinar la balanza hacia este grupo. Por otro lado, algunas fuentes apuntarían hacia un grupo “rebelde” de JNIM, que habría perpetrado el ataque en nombre de dicha coalición, pero no estaría oficialmente aprobado por sus líderes. Esto explicaría el hecho de que ambos grupos hayan denegado su responsabilidad. En este caso, si finalmente se probase la participación de los dos detenidos, así como su pertenencia al grupo, la probabilidad de este escenario sería muy alta.
También cabe la posibilidad de que se trate de un grupo criminal ajeno, en principio, al terrorismo yihadista. Si fuese así, este suceso serviría para ejemplificar la complejidad actual del contexto de seguridad en el Sahel, donde se tiene constancia de que otros tipos de delincuencia se relacionan con los grupos terroristas y, en este caso, habrían actuado bajo su bandera en ataques que ni estos aprobarían. En este sentido, se han registrado sucesos similares en el noroeste de Nigeria aunque, en aquellos casos, las acciones habrían sido sido respaldadas por los grupos yihadistas.
En la cuenca del Lago Chad, la reivindicación de atentados por parte de ISWAP en territorios donde tradicionalmente operaba el grupo de Shekau, unido a los prácticamente inexistentes ataques registrados en Camerún, sería una muestra del éxito de aquellos sobre las filas de Boko Haram. Además, el vídeo publicado por la filial de Daesh, en el que se muestra la inclusión de algunos antiguos miembros de Boko Haram, se puede considerar como una renovación de la bay’a o juramento de lealtad hacia Daesh, lo que supondría la formación de un nuevo grupo en el que miembros de ambas facciones se hayan unido. La probabilidad de una eventual fusión entre ambos grupos, por tanto, aumenta. La información extraída del vídeo publicado por Boko Haram también apuntaría hacia esta opción, ya que su portavoz renovaba la fidelidad del grupo al líder de Daesh, solicitando además la mediación de Daesh “central” para designar nuevos líderes que sean aceptados por ambas facciones. La probabilidad de que esta intervención esté teniendo lugar es, de hecho, muy alta, teniendo en cuenta anteriores acciones de la matriz del grupo hacia sus provincias en momentos como la escisión del ISWAP en 2016, momento en el que evitaron que los enfrentamientos entre ambas facciones se intensificasen y alargasen en el tiempo.
No obstante, esto no implica que los antiguos militantes de Boko Haram hayan adoptado dicha postura en su totalidad, pudiendo mantenerse algunos de ellos al margen de la reunificación y suponiendo, por tanto, un próximo desafío para la filial de Daesh a la hora de alcanzar el control de la violencia terrorista de la región.
En cualquier caso, el descenso de la violencia registrado en mayo y junio se considera, casi con toda probabilidad, como algo temporal. Se espera que, una vez finalizada la reestructuración de ambos grupos terroristas, los atentados vuelvan a aumentar, especialmente contra las fuerzas de seguridad. En el caso de una reunificación mayoritaria bajo la bandera de Daesh, la violencia contra la población civil disminuiría, ya que ese tipo de ataques, condenados por los líderes de Daesh, formaban parte del modus operandi tradicional de Abubakar Shekau, y fue la principal razón de la ruptura del grupo.
[1] Se consideran atentados de impacto medio aquellos que hayan causado más de 10 víctimas mortales, pero que no excedan las 30.
[2] Chad también es parte de esta subregión, pero no se tiene constancia de ataques terroristas en su territorio desde el mes de abril.
[3] Se tiene constancia de la explosión de una mina en Kasserine, Túnez, en la que un militar resultó herido. No obstante, al no haber provocado víctimas mortales, no se ha contabilizado en la base de datos del OIET.