Casos de estudio Magreb y Sahel mayo 2022
El nivel de violencia yihadista registrado en África Occidental y el Magreb a lo largo del mes de mayo vuelve a alcanzar la cifra máxima histórica de 109 atentados[1], tal y como sucedió en el mes de enero del presente año. El número de víctimas mortales alcanza también máximos, con 591 fallecimientos, de los que casi un 90% corresponden a civiles. Además, en mayo, si se considerase el número de terroristas muertos en operaciones militares y perpetración de ataques, esta cifra ascendería hasta 946.
Las claves del mes
Análisis de las regiones de estudio
A continuación, se ofrece un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio.
Sahel Occidental
En Burkina Faso, la actividad de los grupos yihadistas vuelve a aumentar tras el descenso registrado en el mes de abril. Además, el número de víctimas mortales derivadas de los mismos (276) ha alcanzado valores sin precedentes. El país ha sido el escenario de dos atentados de alto impacto, así como de cinco de impacto medio[2], todos ellos en la zona este. Los dos primeros tuvieron lugar en Gorgadji (caso de estudio 92), donde al menos 63 civiles fallecieron a manos de miembros del Estado Islámico en el Sahel (EIS, en adelante), y en Madjoari (caso de estudio 107), localidad sitiada por la coalición JNIM, cuyos miembros asesinaron a, al menos, 50 civiles que trataban de huir. Por otro lado, los cinco ataques de medio impacto habrían causado la muerte de 84 civiles y 11 militares (casos de estudio 28, 57, 58, 65 y 81). La suma de las víctimas mortales de estos siete atentados asciende a 208, por lo que suponen un 75% del total de muertes registradas.
Asimismo, el 29 de mayo, presuntos miembros de JNIM atacaron el puesto de gendarmería de la localidad de Tiogo, en la región de Sanguié, a poco más de 100 kilómetros de la capital nacional, Uagadugú (caso de estudio 133). Este es el primer incidente que se registra en dicha demarcación.
Por último, también a cargo de militantes de JNIM, la prisión de alta seguridad de Nouna fue atacada el domingo 08 de mayo (caso de estudio 32). Un civil, cazador Dozo, que auxiliaba a las fuerzas de seguridad en labores de custodia, fue asesinado, y más de 60 prisioneros huyeron.
Por otro lado, Malí se mantiene estable respecto al mes pasado. No obstante, entre los 25 atentados de los que se tiene constancia, sí ha habido uno de alto impacto: el 22 de mayo, miembros del EIS atacaron la localidad de Inékar, en la frontera con Níger, matando a, al menos, 30 civiles (caso de estudio 94).
Continúan, además, las tensiones políticas entre la Junta de Gobierno y algunos de sus socios internacionales. En primer lugar, el Ejecutivo maliense ha decidido romper todos los acuerdos de defensa firmados con Francia, que continúa con la retirada gradual de sus tropas, además de abandonar el G5 Sahel, fuerza creada en 2017 junto a Níger, Chad, Burkina Faso y Mauritania. Por otro lado, tras la paralización de la misión de adiestramiento militar europea (EUTM), España ha anunciado la reducción de personal militar destacado en el país, y otros participantes, como Alemania, operarán desde Níger.
Respecto a los países del Golfo de Guinea, se tiene constancia de sendos atentados en Benín y Togo, en ambos casos cometidos por miembros de JNIM, cerca de la frontera con Burkina Faso. El primero de ellos tuvo lugar el 7 de mayo en Porga, donde una patrulla del ejército fue atacada (caso de estudio 27). Pese a que consiguieron repeler la ofensiva, cuatro civiles de la localidad fallecieron. Por otro lado, en el caso de Togo, el puesto militar de Kpendjal fue atacado el 11 de mayo, causando la muerte de ocho militares (caso de estudio 50).
Por último, en el suroeste de Níger continúan produciéndose ataques, en su mayoría por parte del EIS, y principalmente dirigidos contra civiles. Los nueve atentados registrados contrastan con los cinco del mes de abril, y el número total de víctimas mortales asciende a 17. De ellos, solo uno se ha registrado en el extremo sureste del país (caso de estudio 114).
Lago Chad
En el otro gran foco de violencia yihadista, la cuenca del Lago Chad, la actividad de los grupos terroristas se mantiene respecto al mes de abril. Nigeria conserva la cifra de 22 atentados de entonces. Sin embargo, las víctimas mortales derivadas de los mismos sí han experimentado un notable aumento, concretamente del 50%. El país ha sido escenario de tres atentados de alto impacto; el primero de ellos tuvo lugar en la localidad de Rann, en el que murieron, al menos, 60 civiles (caso de estudio 101). Los otros dos se produjeron en Mudu (casos de estudio 90 y 104), en el estado de Borno, donde miembros de ISWAP habrían asesinado a más de 60 personas (30 y 32, respectivamente).
Por otro lado, continúa la expansión geográfica de estos grupos a lo largo del territorio nacional. ISWAP ha reivindicado un atentado en Suleja, a escasos kilómetros de Abuja, en el que mataron a tres policías y un civil (caso de estudio 52). Además, se han registrado otros tres ataques fuera de la zona tradicional de los yihadistas, en el centro-norte—estados de Kano y Bauchi, casos de estudio 72 y 48—y centro-sur—Kogi—, en los que habrían fallecido un total de 12 civiles.
En último lugar, Camerún también se mantiene estable respecto a niveles de violencia, con un total de nueve atentados en el mes de mayo. No obstante, tal y como sucede en Nigeria, la mortalidad de los mismos se ha duplicado, causando la muerte de 24 personas, tres de ellas militares.
Magreb
Por cuarto mes consecutivo, no se ha obtenido información sobre atentados yihadistas en los países de la región del Magreb. En esta ocasión, solo se tiene constancia de una operación antiterrorista en Libia, en la ciudad de Qatrun (caso de estudio 136), donde el ejército nacional habría destruido varios vehículos en los que viajaba un número no confirmado de miembros de Dáesh, además de arrestar a uno de sus líderes.
Perspectiva regional
La evolución que, durante un mes más, muestra la violencia yihadista en África Occidental es notablemente negativa. Además del aumento del número de incidentes registrados, destaca la expansión geográfica de los principales grupos terroristas. En el caso de Burkina Faso, que ha vuelto a superar los máximos históricos registrados en cuanto a la mortalidad de los atentados, se muestra una evidente propagación del terrorismo, que se aproxima a Uagadugú. Además, ataques como el perpetrado contra la prisión de Nouna evidencian la falta de capacidad de las autoridades, que no fueron capaces de repelerlo y mantener el control de las instalaciones.
Por otro lado, la situación en Malí continúa en plena degradación, especialmente a nivel político: el país continúa aislándose, al confirmar su completa ruptura con Francia, así como su salida del G5 Sahel. Pese a que la intención de los principales socios internacionales sea reubicarse en territorio nigerino, no se espera que esto sea suficiente para combatir el terrorismo en la zona ya que, debido a problemáticas como la porosidad de las fronteras, sin un esfuerzo coordinado entre los distintos países que conforman la región las acciones implementadas carecerán de eficacia. En cuanto a actividad terrorista, cabe la posibilidad de que el EIS y la coalición JNIM hayan alcanzado algún tipo de acuerdo de coexistencia en la zona del Gourma maliense, donde se han registrado algunos atentados por parte de aquellos, en lo que es una zona tradicionalmente dominada por JNIM.
Estas tendencias se muestran también en la cuenca del Lago Chad, especialmente en Nigeria, donde la expansión geográfica de los principales grupos terroristas continúa hacia la zona oeste del país. Además, esta expansión va acompañada de un mayor fortalecimiento y aumento de sus capacidades, que les están permitiendo perpetrar nuevamente atentados de alto impacto, como los descritos en el apartado anterior.
[1] El presente observatorio solo contabiliza los atentados de los que se deriva al menos una víctima mortal entre civiles o personal militar o de las fuerzas de seguridad.
[2] Se consideran atentados de bajo impacto aquellos que causan menos de 10 víctimas mortales; medio impacto, entre 10 y 29 muertes; alto impacto, 30 o más víctimas.