Observatorio de atentados yihadistas de abril de 2022

Una decena de personas fueron asesinadas el pasado día 19 en el atentado suicida cometido por Al Shabaab junto a un restaurante en una ciudad somalí. Imagen: BBC News.

1. Análisis

El desarrollo de la actividad yihadista en términos globales continúa su crecimiento un mes más. Así queda de manifiesto tanto en el número de atentados registrados y de víctimas ocasionadas, 114 y 669 respectivamente, como en el hecho de que se haya producido la primera reivindicación de un atentado en Uzbekistán por parte de Estado Islámico, o que su franquicia en África Occidental haya cometido el primer ataque en Kogi, un estado ubicado en el centro de Nigeria alejado completamente de su tradicional zona de influencia en el norte del país.

Para comenzar, es necesario poner el foco en el resurgimiento de Daesh tanto en Siria como en Irak. Solo en el último mes, la agrupación ha cometido más de una treintena de acciones terroristas en ambos países, contando en varios de estos ataques con una elaborada planificación, como ocurrió en el atentado llevado a cabo sobre un puesto de control en la región de Al Badia que se saldó con la muerte de nueve soldados sirios a principios de abril (caso de estudio #6). Asimismo, que una amplia mayoría de sus ataques terroristas estén focalizados sobre posiciones militares y cuerpos de seguridad es un indicio de su visible recuperación y de su capacidad para no atacar únicamente soft targets u objetivos blandos.

Por su parte, el deterioro en Afganistán tanto a nivel securitario como en términos socio-políticos comienza a ser más que preocupante. A medida que las mujeres continúan perdiendo los pocos derechos que todavía les podían quedar, la estabilidad del nuevo régimen talibán se tambalea a cada nueva acción terrorista que comete el Estado Islámico en Afganistán (IS-K) sobre la población local, y especialmente sobre las minorías sufíes, chiíes y hazaras, entre otros. Al creciente número de atentados cometidos, como así demuestra que solo en el último mes se produjeran al menos una quincena de ellos bajo la firma de IS-K en Afganistán, es preciso añadir la elevada letalidad de estas acciones terroristas. Así queda de manifiesto en la cadena de atentados que observamos desde hace meses sobre diferentes mezquitas del país. En este sentido, abril no ha sido una excepción, y los atentados ocurridos en la segunda mitad de mes sobre una mezquita en Kunduz, donde fueron asesinadas 33 personas, (#88) o en la capital del país donde otras diez personas que asistían al rezo del viernes murieron tras producirse el estallido de una bomba (#111), son un ejemplo de la virulencia con la que la franquicia de Daesh está atacando a la población afgana.

El objetivo de este tipo de atentados es triple. Por un lado, esta serie de ataques sobre la población tiene el propósito de transmitir a la sociedad la idea de que el régimen talibán es incapaz de garantizar la seguridad de la ciudadanía, generando así una desconfianza hacia las autoridades que podría provocar una pérdida de credibilidad y del apoyo social que desestabilizaría su gobierno. Por otro lado, IS-K trata de mostrar las debilidades y la incapacidad talibán en materia antiterrorista a través del empleo de una estrategia insurgente a la que difícilmente puede hacerse frente de forma eficiente desde la política actual empleada por los talibán. Por último, y posiblemente el factor más importante, los ataques hacia las comunidades minoritarias tienen como finalidad impulsar el sectarismo, como ya ocurrió hace casi dos décadas en Irak, para dinamitar las relaciones sociales y generar una inestabilidad de la cual poder sacar beneficio propio.

Tampoco debemos olvidar las aspiraciones expansivas que tiene IS-K más allá de su área de influencia sobre el territorio afgano. En los últimos meses hemos observado ataques cada vez más recurrentes dentro de Pakistán, algo que sin ir más lejos ha ocurrido en abril en Peshawar con el asesinato de un miembro de inteligencia pakistaní (#31). Tampoco tenemos que olvidar que las amenazas y el interés propagandístico en países del centro de Asia comienza a materializarse también en forma de atentados. Así se manifiesta en el caso ya comentado ocurrido en Uzbekistán, país en el que se ha producido la primera reivindicación de una acción terrorista por parte de Daesh.

Trasladando la atención a la República Democrática del Congo, allí las matanzas perpetradas en poblados cristianos por parte de los grupos extremistas comienzan a ser más que frecuentes. Ejemplos de ello en el último mes son los tres ataques acontecidos en distintas aldeas en el noreste del país que se han saldado con el asesinato de una veintena de habitantes en cada una de estas incursiones (#10, #29 y #33). Dichas acciones terroristas son cometidas tanto por el grupo local de las Fuerzas Aliadas Democráticas (ADF) como por la facción del Estado Islámico en África Central (ISCAP).

Un mes más, el análisis mensual no puede terminar sin hacer mención explícita a la región del Sahel Occidental. Más allá de la actividad desarrollada por los grandes actores terroristas de este área (JNIM, el Estado Islámico del Gran Sahara, ISWAP y Boko Haram) también debe mencionarse el creciente papel que juegan formaciones que hasta la fecha han tenido un rol secundario, tales como Ansaroul Islam en Burkina Faso o Ansaru en Nigeria. Especialmente interesante es este último caso, ya que se observa un crecimiento importante de dicha organización terrorista gracias en buena medida al apoyo que está recibiendo por parte de la población local como consecuencia de acciones como la acontecida el día 7 de abril (#28) cuando asesinaron a más de medio centenar de bandidos que saqueaban continuamente a los aldeanos. Con esta acción, el grupo terrorista trata de presentarse ante la población como el garante de la seguridad y del mantenimiento del orden a través de una estrategia que le está permitiendo ganarse el favor de los habitantes.

Asimismo, la amenaza yihadista sobre la región del Golfo de Guinea cada vez se hace más palpable. En este último mes ha sido Benín el país sobre el que de nuevo ha actuado el terrorismo a través de dos atentados cometidos sobre personal militar y fuerzas de seguridad que se saldaron con la muerte de cinco soldados y un policía (#52 y #107). En los últimos años, las diferentes agrupaciones de corte yihadista que operan en países como Burkina o Mali no han hecho más que crecer, y con ello sus ambiciones de abarcar nuevos territorios meridionales. La amenaza terrorista sobre Ghana, Costa de Marfil, Togo o el ya citado Benín ha crecido exponencialmente en los últimos dos años, y la asiduidad con la que comienzan a darse acciones terroristas dentro de sus fronteras son el mejor ejemplo para ilustrar el desafío real que el yihadismo supone para la seguridad de dichos países.

Para finalizar, los 17 países en los que se ha producido al menos un atentado de inspiración yihadista en el último mes y que se han saldado con al menos una víctima mortal son: Afganistán, Siria, Irak, Pakistán, India, Tailandia, Egipto, Libia, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, República Democrática del Congo, Somalia y Mozambique.

2. Metodología

La metodología de la presente investigación tiene como base la búsqueda y el análisis de fuentes abiertas, siendo éstas esencialmente noticias de prensa nacionales e internacionales, informes de instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales que trabajan sobre el terreno y comunicados emitidos por los propios grupos terroristas (teniendo en cuenta que la información de éstos no siempre es fiable y siendo contrastada previamente). Dichas fuentes son accesibles al lector y pueden ser consultadas a través del enlace adjuntado en los resúmenes que acompañan a los datos extraídos en cada uno de los casos de estudio registrados. No obstante, existen algunas excepciones en las que se ha decidido no añadir el enlace por motivos de sensibilización y respeto a las víctimas, al tratarse de imágenes que no se considera necesario mostrar.

En la sección que hace referencia a la autoría de los atentados, en determinados casos se puede leer “sin confirmar” junto al nombre de la organización terrorista. Esto sucederá en todos aquellos casos donde ningún medio oficial vinculado a la organización autora haya reivindicado dicho ataque. Pese a la falta de esta confirmación, existen vínculos, modus operandi y características comunes con otros antecedentes que pueden ayudar a determinar la autoría, aunque siempre exista el riesgo de equivocarse en el análisis de la información.

El objetivo último de este observatorio es intentar conocer los máximos casos posibles, sabiendo que resulta imposible plasmar todos ellos por la inaccesibilidad de medios o falta de información en determinadas regiones. Debido a esta razón, uno de los criterios que debe reunir un atentado para aparecer en esta investigación es que se produzca alguna víctima, dado el escaso (o nulo) eco mediático que tienen aquellos casos en los que por suerte no se producen muertes, excepto en el caso de países occidentales donde sí se incluyen los atentados que no hayan provocado víctimas, así como aquellos otros que presenten unas particularidades propias que requieran su inclusión. El objetivo último es que los datos representados mes a mes permitan mostrar la evolución del terrorismo yihadista a partir de la actividad de las distintas organizaciones que lo representan a escala global.

Finalmente, se recuerda, como todos los meses, los criterios establecidos a la hora de contabilizar los casos de estudio:

• Atentados que sean perpetrados por organizaciones yihadistas o
• Cometidos por individuos inspirados en su ideología
• Donde al menos se produce una víctima mortal, pudiendo ser el propio terrorista (con las excepciones ya citadas)
• Que estén documentados por fuentes contrastadas

3. Tabla con casos de estudios documentados