Estos días se cumple el aniversario del asesinato de dos de los veintisiete miembros de las Fuerzas de Seguridad españolas caídos en zona yihadista.
La lucha de España contra el terrorismo está salpicada de sacrificios personales para combatir el fenómeno fuese cual fuese su origen. Durante décadas esa lucha estuvo focalizada en el terrorismo de naturaleza etno-nacionalista representado por ETA, pero con la paulatina transformación del yihadismo de un entorno local y regional a una ideología de difusión global y con objetivos transnacionales, los estados democráticos liberales tuvieron que adaptarse y España también fue consciente de la importancia de combatir el yihadismo, con más esfuerzo e intensidad a raíz de los atentados del 11 de marzo. Este compromiso de despojar a los terroristas de sus territorios y zonas de santuario ha llevado a muchos militares, guardias civiles, policías, agentes de inteligencia y personal civil español a un territorio adverso y hostil en el que deben desempeñar su labor, desde Afganistán hasta Mali pasando por Somalia.
Esta semana se cumplen dos aniversarios de sendos atentados que costaron la vida a militares españoles, recordar sus historias es mostrar respeto y agradecimiento no solo a ellos, sino a todos aquellos que han participado en misiones de la misma naturaleza y a los que su entrega les llevó a dar hasta la vida por la defensa de la libertad y la lucha contra el terror.
José Antonio Bernal Gómez era natural de Navahermosa, Toledo. Casado y con una hija de dos años, tenía 34 años cuando un 9 de octubre de 2003 en Bagdad fue asesinado. José Antonio era sargento primero del Ejército del Aire y trabajaba para el Centro Nacional de Inteligencia. Su puesto en Irak era el de viceconsejero de Información en la Embajada de España y llevaba allí ya dos años destinado antes de sufrir el atentado. Las investigaciones posteriores al ataque determinaron que se trató de un ataque planificado, puesto que el guarda de seguridad que debía estar custodiando la puerta de su casa no había aparecido ese día, añadiéndose a su ausencia la del jardinero y la cocinera. Los testigos afirmaron que tres individuos se habían bajado de un vehículo y que uno de ellos fue el autor de los disparos mientras los otros dos cubrían su acción. Aunque trató de huir, fue alcanzado por un disparo mortal en la cabeza y posteriormente rematado por sus asesinos.
Cristo Ancor Cabello Santana también era militar. El joven natural de Las Palmas de Gran Canaria había ingresado en el Ejército de Tierra en el año 2003 y en octubre de 2009 estaba destinado en Afganistán. La mañana del 7 de octubre, Cristo Ancor estaba a bordo de un vehículo que formaba parte de una patrulla de reconocimiento y seguridad en Herat cuando se produjo el atentado. El vehículo, al pasar por encima de una mina anticarro colocada de manera premeditada y estudiada, activó el mecanismo que explosionó y dejó a los seis integrantes del vehículo heridos. A pesar del rápido traslado a un hospital de campaña cercano, Cristo Ancor falleció debido a las heridas causadas por el atentado. En un choque posterior entre fuerzas de la OTAN y talibanes, el responsable del atentado, Ghulam Yahya Akbari, fue abatido.
Las víctimas españolas del terrorismo en Irak se concentran en el año 2003 y ascienden a un total de diez. Un miembro de la Guardia Civil y nueve militares, de los cuales ocho trabajaban para el Centro Nacional de Inteligencia, fueron los españoles que se dejaron la vida en la lucha contra el terrorismo en Irak.
Respecto a Afganistán, son diecisiete las víctimas españolas del terrorismo en el periodo que abarca desde el año 2006 hasta 2015, siendo los talibanes los responsables de todos los ataques. Entre las diecisiete víctimas se encuentran doce militares, dos guardias civiles, dos policías nacionales y un civil cuya labor era la de intérprete.
Todos ellos, con una profunda vocación por la defensa de su país y de la libertad y representando el compromiso de toda la sociedad en la lucha contra el fenómeno global del terrorismo, habían dejado atrás a su familia para irse a un territorio inhóspito y hostil, y allí entregaron su vida en la lucha contra el terror. Es tarea de todos recordarles y agradecer su sacrificio.