Observatorio de atentados yihadistas de marzo de 2020

Puesto de control similar a los atacados frecuentemente por los talibán en Afganistán. Fuente: El Universal

1. Introducción y metodología

En un mes en el que el COVID-19 ha acaparado todas las portadas diarias de prensa y titulares de informativos, el terrorismo de carácter yihadista ha mostrado su cara más letal desde hace muchos meses. Los 170 atentados y las 980 víctimas mortales documentadas en marzo por el presente análisis reflejan unos datos sorprendentemente altos. Para encontrar un antecedente similar en el que el número de fallecidos se acercase al millar habría que retroceder a enero de 2019, mes en el que se produjeron 968.

La tendencia al alza tanto en cuanto a acciones terroristas como en relación a las víctimas se manifiesta desde principios del año 2020, siendo esta dinámica ascendente la principal característica a lo largo de todo el trimestre. En este sentido, se observa que el fenómeno yihadista sigue manteniendo las mismas particularidades que las desarrolladas durante el año anterior con Afganistán y el Sahel como principales áreas de actividad, a la par que Sira e Irak presentan las cifras de víctimas causadas por el terrorismo más bajas de los últimos años.

El caso de Afganistán es sin duda el más alarmante y complejo. El ejemplo más evidente de ello es que tras el histórico acuerdo entre Estados Unidos y los talibán, que pretende poner fin a dos décadas de violencia, se han producido al menos 89 ataques terroristas solo en el mes de marzo, siendo la inmensa mayoría de ellos perpetrados por una organización terrorista que manifiesta su intención de establecer una paz duradera, mientras que la realidad muestra todo lo contrario. A estas alturas, a nadie debería extrañarle que su verdadero propósito durante los próximos meses sea continuar debilitando a la autoridad afgana, a quien ya se le arrebató gran parte de su legitimidad al quedar excluida de las negociaciones de paz, para que finalmente la paz no sea resultado de un acuerdo, sino más bien una imposición de la propia concepción exigida por parte de los grupos talibán en el momento en el que encuentren la opción de rehacerse con el poder. Mientras tanto, la comunidad internacional parece satisfecha con esta situación y con el resultado de los acuerdos de paz, ya que las tropas de la coalición no han sido objeto de ningún ataque talibán durante el mes de marzo.

Trasladando el foco de atención al Sahel, los dos escenarios a destacar se encuentran en la trifrontera entre Burkina Faso, Mali y Níger, y en el entorno del lago Chad. Bien es cierto que en esta última región la inseguridad no es algo reciente y la amenaza terrorista permanece estrechamente relacionada a la actividad desarrollada por Boko Haram, pero también es importante señalar que los grupos yihadistas cada vez tienen una mayor capacidad en este área. La mejor muestra de ello se ha dado este mes en el ataque ocurrido el 23 de marzo en la localidad de Boma (Chad), donde 98 soldados chadianos perdieron la vida durante el asalto a una base militar por parte de decenas de terroristas de Boko Haram (caso de estudio #124), siendo el mayor ataque terrorista sufrido por este país en toda su historia. Analizando esta acción en perspectiva, es posible que a corto plazo dicho ataque pueda ser contraproducente para los propios intereses de Boko Haram, ya que ha habido una reacción inmediata por parte de las autoridades locales al incrementar los recursos destinados a la lucha aniterrorista, lo que ha provocado que se den distintas ofensivas por parte del ejército chadiano, no hay que olvidar que es el más capacitado de África Central, que han acabado con la muerte de numerosos terroristas durante los días posteriores al ataque sobre la base militar. Todo ello en un intento de desalojar a los terroristas del lago Chad.

Por último, Europa Occidental ha quedado este mes al margen de la actividad terrorista yihadista, tras un inicio de año en el que tanto en enero como en febrero se produjeron atentados. No obstante, la situación actual está siendo propicia para que distintas organizaciones terroristas hagan llamamientos a continuar atentando sobre los “infieles” en su propio y territorio y desestabilizar todavía más a los países enemigos. Asimismo, no hay que olvidar que la situación de cuarentena de la población y el confinamiento en los hogares podría facilitar que se diese un incremento de procesos de autoradicalización ante el consumo de propaganda yihadista o el acceso a canales y foros de contenido yihadista.

Dieciocho han sido los países que han sido escenario de al menos un atentado yihadista durante el mes de marzo: Afganistán, Siria, Irak, Pakistán, India, Filipinas, Tailandia, Egipto, Túnez, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Camerún, Chad, Somalia, Kenia y Mozambique.

La metodología de la presente investigación tiene como base la búsqueda y el análisis de fuentes abiertas, siendo éstas esencialmente noticias de prensa nacionales e internacionales, informes de instituciones gubernamentales, ONG’s que trabajan sobre el terreno y comunicados emitidos por los propios grupos terroristas (teniendo en cuenta que la información de éstos no siempre es fiable y siendo contrastada previamente). Dichas fuentes son accesibles al lector y pueden ser consultadas a través del enlace adjuntado en los resúmenes que acompañan a los datos extraídos en cada uno de los casos de estudio registrados. No obstante, existen algunas excepciones en las que se ha decidido no añadir el enlace por motivos de sensibilización y respeto a las víctimas, al tratarse de imágenes que no se considera necesario mostrar.

En la sección que hace referencia a la autoría de los atentados, en determinados casos se puede leer “sin confirmar” junto al nombre de la organización terrorista. Esto sucederá en todos aquellos casos donde ningún medio oficial vinculado a la organización autora haya reivindicado dicho ataque. Pese a la falta de esta confirmación, existen vínculos, modus operandi y características comunes con otros antecedentes que pueden ayudar a determinar la autoría, aunque siempre exista el riesgo de equivocarse en el análisis de la información.

El objetivo último de este observatorio es intentar conocer los máximos casos posibles, sabiendo que resulta imposible plasmar todos ellos por la inaccesibilidad de medios o falta de información en determinadas regiones. Debido a esta razón, uno de los criterios que debe reunir un atentado para aparecer en esta investigación es que se produzca alguna víctima, dado el escaso (o nulo) eco mediático que tienen aquellos casos en los que por suerte no se producen muertes, excepto en el caso de países occidentales donde sí se incluyen los atentados también que no hayan provocado víctimas. El objetivo último es que los datos representados mes a mes permitan mostrar la evolución del terrorismo yihadista a partir de la actividad de las distintas organizaciones que lo representan a escala global.

Finalmente, se recuerda, como todos los meses, los criterios establecidos a la hora de contabilizar los casos de estudio:

• Atentados que sean perpetrados por organizaciones yihadistas o
• Cometidos por individuos inspirados en su ideología.
• Donde al menos se produce una víctima, pudiendo ser el propio terrorista, a excepción
• Que estén documentados por fuentes abiertas contrastadas en medios u organizaciones nacionales o internacionales.

2. Tabla con casos de estudios documentados