¿Cómo fue el proceso de documentación para preparar la elaboración de la serie?
Ese proceso ya lo había iniciado muchos años antes de empezar propiamente a trabajar en la serie. Pero no fue hasta que Movistar+ confirmó el proyecto que contacté con el historiador Gaizka Fernández Soldevilla. Creí que era importante contar con un asesor que, además de riguroso y competente, conectase generacionalmente conmigo y con la naturaleza del proyecto. Pronto se hizo evidente que la decisión no podía haber sido más acertada. Esto fue en otoño de 2015.
Gaizka y yo elaboramos un listado de entrevistados, que se fue completando a lo largo del proceso. A principios de 2016 me pasé casi un mes viajando por Euskadi, entrevistando a testigos directos y a historiadores y periodistas que conocían lo sucedido o lo habían investigado. Algunos me interesaban para documentar aspectos específicos del relato, o porque habían conocido a alguno de sus protagonistas, ya desaparecidos.
Fue importante también que, en paralelo, Gaizka se embarcara en un proyecto de investigación sobre la figura de José Antonio Pardines, y las circunstancias que rodearon a su asesinato, auspiciado por el Centro Memorial de Víctimas del terrorismo. De este modo, la investigación de Gaizka para su libro y la mía propia para la serie confluyeron. Gaizka empezó a encontrar documentación hasta entonces desconocida: sumarios judiciales, informes forenses, documentos y reportajes periodísticos de la época, que nos permitieron ir ampliando los conocimientos sobre lo ocurrido.
El trabajo tenía una dificultad obvia: muchas de las fuentes con las que contábamos resultaban dudosas o poco fiables. Mucha información procedía de documentación judicial y policial franquista o de publicaciones de la prensa de la época, que no se caracterizaban precisamente por su rigor y veracidad. Otra procedía de las publicaciones internas de los terroristas, plagadas, en su mayoría de inexactitudes y propaganda. O de testimonios tomados muchos años después, en los que muchas veces se mezclaba la desmemoria con una visión sesgada, incluso deformada e interesada de lo acontecido.
¿Con qué asesores contó en este proceso?
El actual responsable del Área de Archivo, Investigación y Documentación del Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo, Gaizka Fernández Soldevilla, ha sido mi principal asesor, desde que el proyecto se concretó como serie de Movistar, hasta, prácticamente, la última fase de desarrollo que culminó hace pocos meses.
Hablé también con testigos, expertos, periodistas, etc. A algunos solo les entrevisté una vez y con otros he mantenido un diálogo constante a lo largo del proceso. Destacaría el testimonio que me prestaron gente que formó parte de aquella ETA y que luego se alejaron de la organización. Y que vivieron muy de cerca los acontecimientos que se narran en la serie. Su asesoramiento resultó sumamente valioso.
Asimismo, intenté conseguir testimonios de guardias civiles y de familiares y amigos que hubiesen conocido a José Antonio Pardines. Lo mismo con relación a Melitón Manzanas. Al principio no fue fácil. Pero en una fase ya avanzada del desarrollo pude, por ejemplo, hablar con Manuel Pardines, el hermano de José Antonio. Fue muy emocionante y valioso. Me proporcionó pequeños detalles que fueron de gran interés para poder componer un retrato más aproximado del joven agente de tráfico.
Gracias a la colaboración de la Oficina de Relaciones Informativas y Sociales de la Guardia Civil pudimos hablar también con algún guardia civil que coincidió en San Sebastián con Pardines y le conoció personalmente.
Fue particularmente sorprendente recabar el testimonio, finalmente, de un guardia civil de tráfico, gallego también, que había conocido a Pardines en la Academia de la Guardia Civil en Barcelona. La casualidad quiso que llegase a San Sebastián el mismo día en que Pardines fue asesinado. Me contó su impresión al ver, casi nada más llegar, a su antiguo amigo tendido en la enfermería de la Comandancia.
¿Cómo se mantiene el equilibrio entre realidad y ficción de tal manera que la historia resulte atractiva, pero sin faltar a la verdad de los hechos? ¿Es difícil lograr ese equilibrio? ¿Lo ha logrado ‘La línea invisible’?
Es a los espectadores de la serie a los que creo que les corresponde juzgar si ese equilibrio se ha logrado de forma satisfactoria. Lo único indiscutible es que hemos puesto todo nuestro empeño en ello. Obviamente, ha sido uno de los principales desafíos de la serie. Y, personalmente, la tarea a la que he dedicado más energías.
Creo que una de las decisiones más importantes que se tomó, de inicio, y que, afortunadamente, se logró mantener a lo largo de todo el proceso, fue la renuncia autoimpuesta a espectacularizar los hechos reales que la inspiraban. El rechazo a distorsionar el relato y los personajes reales, en beneficio del drama. Y a dejarse llevar por la tentación de simplificarlos en arquetipos propios de las fórmulas del cine de género. En esa renuncia, creo que ha sido decisivo el excelente trabajo de los dos guionistas, Alejandro Hernández y Michel Gaztambide. Y del director Mariano Barroso.
Durante el desarrollo de la serie y su escritura, la tentación de tomar atajos dramáticos emergía constantemente, lo que es normal porque forma parte del proceso creativo. Y constreñirlo en exceso hubiese sido contraproducente. La principal premisa ha sido estar siempre muy vigilantes, analizando cuidadosamente cada uno de los detalles que se iban incorporando a la trama y a los personajes y ponderándolos con relación a lo que sabíamos por la documentación. Había que tener siempre presente que, en la tarea de representar a unos personajes y unos hechos, fácilmente se podían generar significaciones implícitas indeseadas, incluso de forma inconsciente, que podían ser susceptibles de generar luego interpretaciones erróneas.
El título de la serie hace referencia a la decisión de los miembros de ETA de empuñar las armas y empezar a matar para lograr sus objetivos políticos. ¿Por qué es invisible esa línea moral que, una vez traspasada, es de no retorno? ¿Los etarras no eran conscientes de las consecuencias de su decisión?
Es interesante el cuestionamiento respecto de la invisibilidad, o no, de la línea moral a la que alude el título de la serie. Ciertamente el título se refiere, en su literalidad, al instante decisivo en el que ETA dejó de ser una organización subversiva antifranquista más, de las muchas que entonces fantaseaban con la lucha armada, para convertirse en una organización terrorista propiamente, responsable directa de crímenes y muertes violentas. Es decir, al momento en que se inaugura lo que se dio luego en llamar la “espiral de violencia”. Y, obviamente, al momento preciso en que Txabi Etxebarrieta disparó mortalmente contra el guardia civil José Antonio Pardines. Y al momento en que, dos meses después,otro etarra, compañero suyo, asesinó al inspector Manzanas en el primer atentado planificado.
Pero la “línea invisible” podría referirse también a quienes parecen incapaces de distinguirla con claridad. A quienes no vieron o no quisieron ver transgresión moral alguna en los asesinatos del guardia civil Pardines o del inspector Manzanas, sino heroísmo o noble sacrificio. Quienes, incluso hoy en día, parecen seguir siendo incapaces de percibir esa frontera moral.
La serie se centra sobre todo en el retrato de dos personajes: Txabi Etxebarrieta y Melitón Manzanas. ¿Qué aspectos de cada personaje son reales y cuáles son ficticios?
En el aspecto personal, de cómo era cada uno de ellos en su vida cotidiana, está más ficcionado Manzanas que Txabi, por la sencilla razón de que contábamos, de partida, con mucha menos información sobre el primero. Los únicos testimonios directos documentados que existen, hoy en día, sobre Manzanas, son básicamente los de gente a la que interrogó y maltrató. El actor que lo interpreta en la serie, Antonio de la Torre, trató de contactar con la hija de Manzanas. Aunque no logró hablar directamente con ella, sí que consiguió que le hiciese llegar algunos detalles que le ayudaron a confeccionar el personaje.
Respecto de Txabi, disponíamos, de entrada, de muchísima más información por las muchas personas que le conocieron y con las que pudimos hablar. Y gracias también a sus escritos (poemas, cartas personales, diarios) que están publicados. Resultó mucho más fácil en su caso.