Casos estudio Magreb y Sahel abril 2020
Observatorio Magreb y Sahel Occidental (PDF- 352 KB)
Un mes más, la actividad terrorista de carácter yihadista ha golpeado las regiones del Magreb y el Sahel Occidental, ajena al avance del Covid-19 a lo largo de todo el continente africano. La tendencia en el número de ataques ha sido, por tercer mes consecutivo, negativa, con 53 atentados registrados en abril. Como dato positivo respecto al Observatorio de marzo, el número de víctimas mortales ha caído por debajo de la mitad (205 bajas, en comparación con las 522 de entonces). Esta cifra ascendería hasta 768 si se tuviesen en cuenta las muertes de militantes de grupos terroristas.
Pese al descenso de ambos indicadores, el Gráfico 1 muestra que el número de ataques terroristas de abril se encuentra dentro de niveles “normales” en el registro del último año, aunque sí se aprecia cierto alivio en comparación con las cifras del primer trimestre de 2020.
Como viene siendo habitual, a excepción de un atentado cometido en Túnez contra una patrulla militar, el resto de actividad terrorista se ha desarrollado en la región del Sahel. En esta ocasión, la región del Sahel Occidental ha concentrado la mayoría de ellos, así como los de mayor envergadura, por delante de la zona oriental (cuenca del Lago Chad). Tal y como puede apreciarse en el Gráfico 2, Burkina Faso se mantiene en el primer lugar de la comparativa regional en cuanto a número de ataques, seguida de Camerún y Malí.
Es además en esta zona occidental donde se han producido enfrentamientos entre los dos principales grupos terroristas que operan en la región: la coalición JNIM, de la que forma parte Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y el Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS, por sus siglas en inglés). Comenzaron a principios de abril en la región centro de Malí, cerca de la frontera con Mauritania, concretamente en Dialloubé, desde donde se desplazaron hacia Nampala, en Ségou. Luego continuaron en el norte de Burkina Faso: Arbinda y Nassoumbou[1]. Ambos bandos han registrado victorias y derrotas, dependiendo de su fortaleza en las zonas donde tengan lugar los enfrentamientos. Al inicio de estos, Abdelhakim al Sahraui, líder del ISGS, propuso a Amadou Koufa, al mando de la coalición JNIM solucionar sus desavenencias mediante compensaciones financieras y liberación de presos, pero Koufa rechazó la petición.
Por otro lado, durante la primera mitad del mes de abril, el Ejército de Chad completó la operación ‘Cólera de Boma’, iniciada a finales de marzo tras el ataque de Boko Haram contra sus tropas en el Lago Chad. El presidente chadiano, Idriss Deby, que se ha negado a realizar despliegues militares en solitario en territorio soberano de otros países fuera del marco de la Fuerza Multilateral Conjunta, consiguió el apoyo de tropas de Níger y Nigeria, en cuyos territorios se llevaron a cabo parte de las operaciones. Si bien en un primer momento la operación iba dirigida contra la facción de Boko Haram liderada por Shekau, se ha registrado información acerca de bajas entre las filas de ISWAP también.
A continuación, se realiza un análisis pormenorizado de la actividad de carácter yihadista en las zonas de estudio.
Como ya se indicaba anteriormente, Burkina Faso mantiene el primer puesto en la comparativa regional de ataques. No obstante, conserva la tendencia positiva registrada ya en el mes de marzo: el número de atentados se mantiene estable, y las víctimas mortales causadas por el terrorismo yihadista continúan disminuyendo, alcanzando uno de los valores más bajos del último año (ver Gráfico 3).
El atentado de mayor letalidad tuvo lugar el 10 de abril en la localidad de Sollé, en Loroum. Miembros de la coalición JNIM irrumpieron en la ciudad, asesinando a al menos 14 civiles.
Sí se ha registrado un nuevo ataque en el municipio de Kompienga, fronterizo con Togo, que por el momento no ha sido reivindicado por ningún grupo terrorista. Varios individuos realizaron un falso control militar, matando a un policía y al civil que lo acompañaba a su paso.
También en Malí el número de víctimas mortales ha resultado ser menor que en el mes de marzo. Sin embargo, habría que destacar un ataque cometido al oeste del país, en la localidad de Kayes, fronteriza con Mauritania: más de una decena de atacantes asaltaron un puesto de gendarmería, matando a tres de los militares. Esta región no había sido afectada por el terrorismo yihadista hasta ahora, pero durante los últimos meses se ha registrado un incremento de la actividad en la zona occidental del país donde, como ya se indicó en el Observatorio de febrero, miembros de la Katiba Macina –integrada en la coalición JNIM— habrían abandonado sus filas para luchar con el ISGS.
El atentado de mayor gravedad tuvo lugar en Bamba, al norte, donde al menos 25 militares perdieron la vida. Miembros de JNIM asaltaron las instalaciones, utilizando munición de mortero antes de entrar en ellas. Ya en marzo, la coalición terrorista reclamó atentados de envergadura, en protesta por el estancamiento en las negociaciones con el gobierno maliense sobre las que, por el momento, no se ha registrado nueva información.
Por su parte, la misión europea (EUTM) en Malí ha suspendido temporalmente las actividades de entrenamiento tras el contagio de alguno de sus miembros. Más de un tercio de los casi 300 efectivos españoles destinados allí han sido repatriados durante este mes, hasta que la actividad pueda reanudarse.
Por último, en Níger destacan los fuertes enfrentamientos entre miembros del ISGS y del Ejército en las localidades de Tamalaoulaou y Banibagou. En total, las autoridades neutralizaron a al menos 127 terroristas, registrando cuatro bajas entre sus filas.
Tal y como se explicaba en la introducción, el Lago Chad y sus alrededores han sido escenario de contundentes operaciones antiterroristas durante este pasado mes. Además de la ya mencionada ‘Cólera de Boma’, el Ejército de Nigeria llevó a cabo un operativo en la localidad de Buni Gari, en Yobe, al oeste del Estado de Borno, en la que neutralizaron a más de 100 miembros de ISWAP, que días antes habían atacado la localidad.[2] Esta es solo una de la decena de acciones desplegadas por el Ejército de Nigeria, que se detalla por ser la de mayor repercusión.
El país muestra la tendencia ya observada en el resto de la región: si bien los ataques se mantienen en niveles similares al mes de marzo, su letalidad se ha visto notablemente disminuida. El atentado de mayor envergadura tuvo lugar en el céntrico estado de Kogi, en la localidad de Bassa, donde un grupo de individuos asesinó a 10 habitantes del municipio. El ataque no ha sido reivindicado por ningún grupo, pero por la zona de actuación podría tratarse de Ansaru.
Este mes también se han cumplido seis años del secuestro de 276 niñas de un internado en Chibok, en Borno. Como conmemoración de este ataque, el OIET organizó un webinar el pasado día 29, que se puede visualizar aquí.
Pese al supuesto éxito cosechado tras la Operación Cólera de Boma por el Ejército de Chad, durante la segunda mitad del mes de abril se registró un atentado de ISWAP contra dos barcos militares chadianos cerca de Ngouboua, en el que habrían matado a al menos tres de sus miembros y habrían secuestrado a otros cinco.[3]
Por último, Camerún ha sido el único país estudiado que ha empeorado tanto en número de ataques como de víctimas mortales. La actividad terrorista continúa limitada a la región del Extremo Norte, en la que Boko Haram ha perpetrado al menos 13 atentados en los que 24 civiles y dos militares habrían perdido la vida. Por su parte, el Ejército de Camerún, que recientemente ha admitido haber estado involucrado en la muerte de 13 civiles en febrero, ha desplegado dos operaciones antiterroristas.
En el Magreb se ha registrado un único atentado terrorista de carácter yihadista, nuevamente en Túnez, aunque en esta ocasión no provocó víctimas mortales, quedando herido un militar que patrullaba por las montañas de Kasserine, en el noroeste del país. Por su parte, el ejército tunecino ha llevado a cabo tres operaciones antiterroristas en Kasserine, Kebilia y Bir Bouragba, en las que han detenido a un total de cinco terroristas: dos de ellos formaban parte de un grupo que incitaba a expandir el Covid-19 entre fuerzas de seguridad del país, mientras que el detenido en la última de ellas mantenía contacto con terroristas residentes en Libia y Siria, a los que pretendía unirse.
En Argelia las autoridades han llevado a cabo cuatro operaciones antiterroristas en el norte y en la frontera con Libia. En Marruecos, las fuentes consultadas no han arrojado información sobre ataques u operaciones realizadas por las autoridades, aunque destaca la noticia sobre el indulto de dos condenados junto a Abdelkader Belliraj en 2009, por formar una célula terrorista que planeaba ataques en el país.
Por su parte, el descontento social en Argelia continúa, aunque las protestas ciudadanas fuesen prohibidas tras el estallido de la crisis sanitaria en el país. Las autoridades argelinas han censurado varios medios de comunicación online que han estado cubriendo noticias sobre el Hirak durante el último año, y el Consejo de Ministros ha aprobado un proyecto de ley por el que se condenará la difusión de noticias falsas que pretendan “socavar el orden y la seguridad pública”.
Por último, el medio francés RFI se hacía eco de la liberación de varios terroristas en el oeste de Libia, tras la toma de la región por el gobierno de Unión Nacional (GNA), previamente controlada por las fuerzas del mariscal Hafter. Esto ha provocado el refuerzo de la presencia militar en la frontera este de Túnez, ante un posible movimiento de estos elementos terroristas.
Como se advirtió en el Observatorio de marzo, el cambio en el seno de las fuerzas de seguridad de la región, que ahora han de gestionar la emergencia sanitaria, ha dejado mayor espacio para los grupos terroristas en zonas periféricas como el norte y centro de Malí. De hecho, el Sahel Occidental ha sido escenario de los primeros enfrentamientos registrados hasta la fecha entre los dos principales grupos yihadistas de la zona: la coalición JNIM, entre cuyos miembros se encuentra Al Qaeda en el Magreb Islámico, y la facción afín a Daesh, ISGS. Durante los últimos meses, la mayor presencia y fuerza de este último en Malí, así como la posible apertura de negociaciones con el gobierno maliense –cuyo líder de la oposición, Soumalia Cissé, fue secuestrado hace casi dos meses, muy probablemente por miembros de JNIM—, habrían aumentado las tensiones entre ambos grupos, entre los que hasta ahora reinaba un acuerdo de mutuo respeto y no enfrentamiento. Si bien la filial de Daesh podría parecer más poderosa, se han registrado derrotas en ambos bandos –JNIM es más fuerte en Malí, mientras que ISGS suele vencer en Burkina Faso—, por lo que de momento no hay un claro ganador. Si bien estos enfrentamientos suponen un desgaste operativo en ambos bandos, el contexto de seguridad de Malí y Burkina Faso se verá agravado debido al incremento de la violencia, que no solo tendrá lugar entre los terroristas, sino que implicará más saqueos, ataques a población civil y violencia intercomunitaria.
A medio plazo, no debe perderse de vista la situación económica que la crisis sanitaria dejará en la región: hay un alto porcentaje de empleo y economía informal, que se verán especialmente dañados en los próximos meses. No se espera que los Estados logren implementar ayudas económicas suficientes para este sector de la población, por lo que el sentimiento de abandono y descontento hacia las autoridades se verá acentuado, y ya hemos visto cómo los grupos terroristas aprovechan esta pobreza y desesperación para captar nuevos elementos a sus filas.
En cuanto al Magreb, la ya mencionada liberación de decenas de terroristas yihadistas en el oeste de Libia –hasta ahora apresados por las fuerzas del Mariscal Hafter— podría contribuir a una mayor actividad terrorista; no solo en Libia, sino también en Túnez o Argelia. En este último país se espera que las manifestaciones se retomen con fuerza en cuanto las restricciones de circulación se levanten, debido a las últimas acciones del gobierno, que ha abierto una puerta a una mayor represión contra los ciudadanos y periodistas que se muestran a favor de reformar la política del país.
Por último, en cuanto a operaciones internacionales de apoyo, pese a la suspensión de la misión europea EUTM, las tropas británicas y estadounidenses –que prestan apoyo operativo clave a la fuerza Barkhane— han aprobado ampliar sus aportaciones en la región, por lo que su capacidad en la lucha antiterrorista no debería verse mermada, más allá de los cambios que se produzcan entre las filas de los ejércitos nacionales debido a la emergencia sanitaria.
[1] Para mejor comprensión de estos datos, una nueva leyenda ha sido incluida en el mapa inicial, donde se pueden apreciar las localizaciones de estos enfrentamientos.
[2] Parte de la operación Cólera de Boma ha tenido lugar en territorios de soberanía nigerina y nigeriana. Todos los resultados se han contabilizado en una sola entrada, registrada en Chad.
[3] Fuentes como ACLED y The Jamestown Foundation apuntarían a que el número de terroristas neutralizados por el Ejército de Chad sería menor a los 1.000 que ellos han declarado, tras analizar la información e imágenes aportadas por las autoridades, por lo que en el Observatorio se han contabilizado 100 terroristas abatidos.