¿Cómo valoras la situación actual del yihadismo en el Magreb y el Sahel?
El Sahel tiene desde hace muchos años problemas estructurales difíciles de atacar. La mayoría de países de la franja saharo-saheliana tienen unas perspectivas de futuro bastante poco halagüeñas y de ello se ha aprovechado el yihadismo.
AQMI siempre ha tenido su vista puesta en el Sahel como teatro de acción por las posibilidades que plantea. Concentra un porcentaje muy importante de la actividad terrorista, mucho más que en el Magreb en la actualidad. De hecho, Abdelmalek Droukdel, el emir de AQMI, afirmaba que su atención había girado sobre todo hacia el Sahel; son estados muy débiles, porosos, muy grandes, y se ha ido desplazando hacia allí la mayor parte de su actividad. Lo mismo ocurre con Daesh.
¿Cómo ha evolucionado la actividad terrorista de la región desde la irrupción de Daesh?
Hubo pequeñas sinergias entre AQMI y Boko Haram, sobre todo en la zona de Lago Chad, norte de Nigeria, oeste del Chad, pero Daesh acabó capitalizando una facción de Boko Haram, en principio toda la organización. Con la organización fragmentada, Shekau, emir desde la muerte de Youssouf, ha acabado quedándose con la parte independiente y Al-Barnawi, cuyo perfil es menos problemático para Daesh, le sigue fiel. Esas dos facciones son realmente mortíferas. Una escisión de AQMI también ha acabado cristalizando como Daesh en África Occidental y lleva a cabo operaciones en nombre del grupo.
Solemos tender a prestar mucha atención a AQMI, pero Boko Haram tiene un impacto enorme en la zona del lago Chad y Nigeria. No hace falta mirar más allá del número de atentados terroristas en Mali en los últimos años; la tendencia es enormemente preocupante, hay más atentados, de mayor calado y contra instituciones complejas.
¿Cómo se augura el futuro de las filiales de Al-Qaeda y Daesh a medio plazo?
La situación actual de Al-Qaeda es mucho mejor que la de Daesh. Sus raíces son más profundas y tienen muy trabajado el terreno y los contactos dependiendo del lugar en el que actúan. Daesh es un movimiento que ha tenido un impacto muy importante por la espectacularidad de sus inicios, pero que puede acabar desgastándose. Al-Qaeda ha mantenido siempre el paso firme y un perfil más elitista a la hora de seleccionar sus reclutas; considero que ahora tiene más presencia en África de la que ha tenido nunca.
Siempre había estado en los planes de Al-Qaeda poder tener un control mayor sobre el Sahel y lleva muchos años en ello. Es muy importante el movimiento de aunar facciones que tienen ideología más o menos cercana, como ocurre en Mali con el JNIM, porque gestionan grupos poblacionales diferentes como son los tuareg, los árabes, los dogones, o los peul a través de distintos movimientos y alianzas. Puede acabar por tener un impacto muy relevante.
¿Cómo trabaja para lograr esas adhesiones tan numerosas?
En el caso de JNIM, han creado una mezcla muy importante de líderes con años de militancia en el Sahel, para que no resulten incómodos a la población local y no sean percibidos como injerencia exterior, pero con lazos muy directos con AQMI para poder gestionar un territorio tan amplio, con tantas sensibilidades y un islam más africano, desde Argelia.
Están poniendo muchos esfuerzos en la multiculturalidad, en la existencia de diferentes grupos poblacionales que están representados. Y esto además lo utilizan como un arma arrojadiza contra los diferentes Estados, que son mucho más homogéneos. Es un enfoque que creo que les dará medianamente buenos resultados.
¿Qué ofrece Al-Qaeda para que los grupos locales le apoyen?
Además de un paraguas religioso para sus acciones, una mayor organización o transparencia que la del Estado. El Sahel es un abanico de oportunidades. Estamos hablando de zonas muy amplias de terreno con poblados muy poco desarrollados. La presencia estatal es muy limitada, con una legitimidad prácticamente nula y que desaparece fuera de la capital.
Los grupos son capaces de prestar servicios, de asegurar que en ciertas zonas no haya robos, que no haya ciertas disputas, de cohesionar ciertas sociedades. Llevan años emparentando con ellos, trabajando con ellos, han traficado conjuntamente, ofrecen posibilidades laborales… Al final hay que poner un pan encima de la mesa. Y en estas zonas, semi-desérticas algunas, muy poco pobladas, si Al-Qaeda ofrece una alternativa ante nada, a la población puede resultarle interesante.
En el Sahel hay muchos casos en los cuales el ciudadano no recurre al Estado para solucionar sus problemas. Puede haber individuos con cierto peso, el líder de la tribu, el anciano, personas con prestigio reconocido entre la población, que son quienes gestionan el día a día. El Estado no siempre es percibido como una ayuda, a menudo no es garante de nada.
El terrorismo en el Magreb y el Sahel, ¿podría constituir una amenaza para España?
En el imaginario salafista yihadista la recuperación de Al-Ándalus es de obligatorio cumplimiento. Y, de hecho, la mayor parte de los grupos consideran que desde la caída de Al-Ándalus la yihad es un precepto obligatorio. Por otra parte, España lleva a cabo labores de cooperación y sinergias con los militares y otros cuerpos y fuerzas de seguridad de los estados tanto de la banda saharo-saheliana. Seguramente esto podría servir a los terroristas de legitimación para posibles acciones contra España o intereses españoles.
Tenemos fronteras con África, hay ciudadanos con doble nacionalidad españoles o cercanos a Ceuta, Melilla, Canarias, o del Sáhara o Marruecos, que han militado o militan en estas organizaciones, que tienen un impacto a la hora de captar, que pueden volver en un futuro para llevar a cabo actos terroristas en nuestro país. De hecho, no pocos líderes, tanto de JNIM como de Daesh, son saharauis. Si bien no somos Francia, que es el objetivo principal y el que más odio genera, sí somos uno de los blancos prioritarios para todo este tipo de grupos. Otra cosa es que estén más preocupados o más concentrados en llevar a cabo por el momento otras actividades. Pero son escenarios a tener muy en cuenta.
Todo lo que sea permitir o no impedir que siga creciendo este tipo de pensamiento en el Sahel, que se expanda en el norte de África, es peligroso para España en todos los sentidos. Y a medio plazo lo mismo. Cuanta más presencia tenga, más nos veremos obligados a invertir en seguridad y en defensa fuera de nuestras fronteras y en seguir a un mayor número de individuos por sus posibles conexiones con España.
Y en el Magreb, ¿podría expandirse este pensamiento?
Por el momento, no parece haber indicios de que esto pueda a ocurrir. En Túnez parece que se ha puesto más o menos coto, teniendo en cuenta que las cifras son dramáticas. En Marruecos y en Argelia hay dos regímenes bastante estables. Cuando tiene lugar la independencia de estos países, la religión se utiliza para legitimar el Estado y para crear una conciencia nacional, pero a partir del 11S se utiliza como herramienta de seguridad del Estado.
Las revoluciones árabes suponen otro punto de inflexión, se hacen concesiones porque se entiende que va a haber un pequeño auge del pensamiento islamista, no por ello militante o yihadista, y estamos en ese punto. En Marruecos se hicieron concesiones al islamismo, en Argelia también. En Libia estamos por ver qué ocurre en este sentido. Hasta un nuevo punto de inflexión o algún evento que cambie la tendencia, no parece que vaya a haber repuntes de un islamismo inesperado.
¿El terrorismo yihadista es un factor clave para los movimientos de inmigración que provienen de la región?
Desde luego, las perspectivas que tiene la población no son las que nos gustaría a ninguno. Entiendo que cada vez más tienen acceso a la tecnología y son capaces de comparar lo que ven en una pantallita y lo que ven delante de sus ojos; lo uno dista bastante de lo otro. Entonces es comprensible que el contexto y las perspectivas les hagan tomar este tipo de decisiones arriesgadas.
¿Cuánta población libia emigra a Túnez?
El flujo poblacional es enorme. Después de la revolución, en 2012 y 2013 se hablaba de medio millón de libios. Las razones para emigrar eran la mayor calidad de los servicios médicos o la inseguridad de su país… En la actualidad, Túnez es un país muy atractivo tanto por prestación de servicios, como por compra de artículos que en Libia no están disponibles por los diferentes embargos que hay, como destino vacacional. Hay muchos libios que tienen propiedades en Túnez, sobre todo después de la modificación de requisitos para poder adquirir bienes inmobiliarios. Además, hay poblaciones al sureste de Túnez cuyas familias están establecidas a ambos lados de la frontera.