Entrevista a Pilar Cebrián, autora de “El infiel que habita en mí”

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Pilar Cebrián, destacada periodista de guerra en conflictos de Oriente Medio, publicó hace dos meses un libro titulado “El infiel que habita en mí”. El relato trata las historias de ciudadanos europeos que deciden adentrarse en territorios de Siria e Irak para formar parte de la organización yihadista del Estado Islámico. Pilar ha conseguido contactar con ellos entrando en las cárceles y campamentos de detención en los que actualmente se encuentran presos, con prácticamente ninguna posibilidad de retorno a sus países de nacionalidad. En las próximas líneas la reportera explica al OIET la importancia y gravedad de las situaciones que ha conocido en estos países de Oriente Medio, la propaganda impulsada por el ISIS y las implicaciones que dicha organización terrorista ha tenido en las vidas de estas personas, así como en los países europeos.

 

 

 

 

El denominador común por el que alguien decide formar parte del Estado Islámico es porque se encuentra en una situación vulnerable, llegando así a tomar esa guerra como si fuese propia y creyendo en esa causa. ¿Cuál cree que es la forma de que estas personas lleguen a querer regresar a sus países occidentales y darse cuenta de que han cometido un error?

Ellos ya quieren volver. Todas las personas que he entrevistado (de origen europeo) quieren volver a Europa, prefieren ser juzgados por tribunales europeos y cumplir la condena penitenciaria aquí.

En cuanto al concepto de regresar y de formar parte de las sociedades occidentales de nuevo, he visto de todo. Algunas mujeres eximen cualquier vinculación con la organización terrorista o con la violencia y creen que perfectamente pueden regresar a Europa y seguir vistiendo el niqab o el velo y educar a sus hijos en una escuela musulmana. A otro, por ejemplo, le aterrorizaba la idea de que sus hijos hayan regresado a Francia. Lo que más le atemorizaba era pensar que su hijo iba a ser educado en una escuela occidental, laica o en la que les iban a enseñar la infidelidad.

Yo creo que la desradicalización es posible. Ellos van a mantener su fe y no hay ningún problema en ello. Están decepcionados con la organización terrorista, saben que han sido carne de cañón y que el proyecto que la organización les había prometido no ha sido tal. Es decir, no había la justicia social que mencionaba el Estado Islámico, ni ese lugar de paz donde prometían un reparto de los bienes o beneficios… Saben que no ha sido así. Han tenido la experiencia de que unirse a una organización terrorista en su centro de operaciones, en el Califato, ha sido una desastrosa idea para sus vidas, han perdido a sus hijos, han tirado su vida por la borda porque ellos están ahora en el limbo en esas cárceles de Siria e Irak. Ese proyecto fracasado de la yihad también sirve de elemento de desradicalización. En el caso de los europeos, son todos muy jóvenes, son más radicales que islamistas. Se han radicalizado en un tiempo record, por eso siempre digo que su proyecto de desradicalizacion es posible. Ha sido el islam en este caso, pero también podría haber sido otro factor. Lo han dado todo por una causa que apenas conocían, por lo que también creo que es muy fácil que lo abandonen.

 

Están captando a lo que ellos consideran el enemigo, como por ejemplo Yolanda Martínez, la española que vivía en Madrid capital. ¿Cómo es posible que, a través de redes sociales e internet, sean capaces de inducir a una persona a creer en algo que no es cercano ni conocido para él?  ¿por qué les interesa captar a personas que no tienen su misma base teológica ni la pureza que dicen buscar?

En los tiempos de hoy en día las realidades digitales son tan reales como las no digitales. En una generación millennial de este tipo, lo que aparece en su Facebook o Instagram tiene el mismo valor que lo que aparece en la calle en la que viven. Entonces, en ese sentido, para aquellos que tenían un factor de cercanía a esta realidad (que eran de origen musulmán o se habían convertido) lo que estaba pasando en Siria les afectaba de manera especial. A mi también me ha afectado, he visto videos de masacres del régimen de Bashar al Assad y me parecía una calamidad, pero ellos se identificaban con ese sufrimiento. Eso pertenece al poder que tiene Internet y la realidad que es en nuestras vidas.

La organización criminal se ha basado en principios teológicos como simple estrategia. A ellos les da igual si un recluta viene de prisión o de la mezquita. Ellos lo que necesitan es mano de obra, combatientes y mujeres para poder aumentar la población de esa organización. Luego está el truco que siguen para convencer a los occidentales, que es hacerles creer que por el simple hecho de ser occidentales y de vivir en países que no son de origen musulmán tenían un pecado innato que querían purgar yendo al Califato. De ahí viene el título del Infiel que habita en mí. Eran occidentales que sentían que dentro tenían un infiel porque vivían con infieles y que el Califato era su oportunidad para eliminarlo. Al Estado Islámico le interesa los occidentales porque es su mejor manera de exportar la guerra. Que haya europeos que son simpatizantes del Estado Islámico significa que tienen células, posibilidades de atentar en estos países, posibilidades de desestabilizar estos países y posibilidades de integrar mano de obra muy calificada en sus estructuras.

 

A pesar de que la mayoría de ellos son conscientes de que han sido engañados, ¿por qué muchos de ellos en lugar de disminuir su fe, en la religión que los ha llevado hasta esas situaciones, llegan incluso a aumentarla?

Al final, estas personas se han convertido al islam, pero el siguiente paso necesario no es meterse en la organización yihadista. Responde un poco más al haber tenido una experiencia de guerra que cualquier otra cosa. En un momento de desesperación, sufrimiento y dolor es inevitable acudir a la religión. Estas personas han participado en un proyecto yihadista, han cometido crímenes, pero también han sufrido la pérdida de sus esposas, de sus hijos o han temido por sus vidas… En esa situación de guerra también han recurrido a Dios, el contexto era proclive a eso. En el camino también han aprendido teología, era la única fuente de conocimiento que tenían durante esos tres cuatro o cinco años que han vivido en el Califato. Su fe ha aumentado, llevan en la cárcel tres o cuatro años y no tienen esperanza de volver a sus países, están desesperados… su fe es lo único que les queda.

 

En la entrevista que realizaste con Cinco Continentes ha mencionado que las únicas personas repatriadas, como excepción, han sido 72 menores europeos, 2 mujeres alemanas y 1 noruega, conseguido gracias a que un juez ha dictaminado su regreso por cuestiones humanitarias, ¿por qué la comunidad internacional no interviene de esta forma más a menudo? ¿Cree que existe algún tipo de interés por parte de los países occidentales en no intervenir en la repatriación?

Europa no quiere repatriar a los supervivientes del Estado Islámico. Hay un consenso a este respecto de dieciséis países diferentes. Principalmente, por un tema de seguridad: compartimos fronteras y temen que si Francia (por ejemplo) toma la decisión de repatriar a alguien, también pueda acabar atentando en Bélgica. Sin embargo, también es una cuestión política: no hay ni un solo candidato político en la Unión Europea que quiera arriesgar sus índices de popularidad a esa foto del avión con todos los yihadistas dentro. Eso no lo quiere hacer nadie. Aunque sea lo más lógico, lo más sensato a largo plazo y aunque sea también lo legal, pues estas personas siguen siendo ciudadanos de nuestros países y tienen derecho a regresar. Antes de haber sido juzgados tienen que ser socorridos si están en una guerra, pero es una cuestión política. Estos casos se han dado porque en los campamentos de detención las condiciones de vida son las peores, no solamente en temas de alimentación, sino que hay quemaduras, mueren 300 niños al año, las temperaturas son de cincuenta grados en verano y menos diez en invierno, no hay suficientes nutrientes y los niños están creciendo con muchísimos problemas de desarrollo… Los familiares que tienen en Europa están yendo a los tribunales y solicitando al menos la repatriación de los niños. Van caso por caso, algunos van ganando y algunos van perdiendo. A lo mejor, uno de estos niños tiene algún problema de salud, o se le ha quemado la piel, o tiene una neumonía crónica. Hay jueces que determinan que hay que facilitar el regreso de dicho menor porque su vida corre peligro.

 

La repatriación de estos individuos se trata como un problema de seguridad nacional, pero ¿cree que el regreso de los presos yihadistas a cárceles europeas puede llegar a hacer que Daesh pierda un fragmento importante de la organización, así como poder e influencia?

Sería lo que Daesh estaría deseando. La organización lo que quiere es tener adeptos dentro de fronteras extranjeras en sitios como Estados Unidos o Europa, es el sueño de ISIS. Si estas personas regresan y logran distanciarse para siempre de la organización sí sería un fracaso para la organización. Pero si hay algunos que siguen en esos círculos o siguen en contacto a través de internet sería muy deseable.

 

Al pertenecer a Daesh pierden las condiciones y derechos humanos más básicos, pero en el libro narra el sentimiento de libertad que tienen al conseguir entrar en el califato, ¿cómo crees que se podría abordar este problema de identidad europeo de segundas o terceras generaciones que son de descendencia musulmana?

El tema de la libertad en el Califato no tiene que ver con las segundas o terceras generaciones de musulmanes que viven en Europa. Está relacionado con un lavado de cerebro que les ha hecho la organización, podrían haber llegado a ser inducidos por otra organización radical. Lo que el ISIS les hace creer y por eso muchos de ellos terminan tomando la decisión de marcharse, es que hay una conspiración en Europa contra el islam: que nuestros gobiernos no dejan que estos musulmanes se desarrollen o manifiesten con libertad, que puedan hacer el sacrificio del cordero en sus casas, que puedan llevar a sus hijos a escuelas islámicas, que la mujer pueda ir con niqab … Estos asuntos de debate que siempre hay en nuestros países, el Estado Islámico los venden como una conspiración del mundo contra ellos. Entonces ellos empiezan a tener una necesidad que antes no tenían.

"Lo que el ISIS les hace creer y por eso muchos de ellos terminan tomando la decisión de marcharse, es que hay una conspiración en Europa contra el islam"

Cuando llevan mucho tiempo consumiendo propaganda del ISIS, viendo videos o leyendo posts en Facebook en los que se empieza a dar mucha importancia a lo Haram (que es lo prohibido, por ejemplo, los bancos de Europa), es cuando les surge la necesidad de ir a bancos Halal o de no ir a los bancos directamente. De ahí surgen las incomodidades, es algo muy propio del salafismo: la incomodidad de convivir en países occidentales. Entonces esa libertad viene de esa radicalización que han sufrido. En Tarik, uno de los casos del libro, ese sentimiento viene de la radicalización que ha sufrido: es tercera generación de inmigrantes marroquíes en Bélgica y nunca había tenido ningún problema hasta que se topa con el ISIS, es un síntoma de la radicalización el sentirse por fin libre en los dominios del grupo terrorista que te ha radicalizado.

 

En ocasiones, se trata de mujeres que dejan su vida para irse a vivir a países misóginos u hombres que se radicalizan en contra del país donde vive su propia familia… ¿Por qué cree que los medios de comunicación tratan de evitar dar a conocer este asunto de tal envergadura?

Es una vergüenza para los estados. Al final esto no se está produciendo porque los estados lo están evitando. Si llegan a las casas de la gente estas imágenes de los campamentos de detención, sí afectaría la sensibilidad de la población. De todas maneras, en muchos países de Europa sí que se está hablando. En España menos, pero por una cuestión de recursos. Es muy caro ir y entrevistar a los yihadistas o grabarles. Se fueron unos 240, ahora mismo entre las prisiones habrá 40 españoles. No es un problema de primer orden en España y tampoco hemos sufrido muchos atentados terroristas. Los medios de comunicación no tienen una gran financiación, ni siquiera interés por la política exterior en España, es por ello que los medios españoles no prestan atención a este tema: es caro y el tema del ISIS no nos ha golpeado tanto como a Francia, Bélgica, Inglaterra o Alemania.

 

La globalización ha aportado consecuencias como la facilidad de reclutamiento de la que se abastecen, ¿piensa que los servicios de inteligencia occidentales están suficientemente preparados para desmantelar las redes a través de las que operan en internet?

Creo que en España concretamente sí que se ha puesto mucha atención en internet. Se reformó el Código Penal en el año 2015 y lo que se intentaba era localizar a las personas mientras consumían propaganda yihadista antes de que tomaran la decisión de marcharse al Califato. Esos esfuerzos son uno de los motivos por los que en España ha habido muy pocos desplazados. También son las explicaciones por las que una célula totalmente offline, que no está en la web, escapa a los ojos de las Fuerzas de Seguridad como fue lo de Barcelona y Cambrils. En España sí ha habido logros al respecto. Por otro lado, toda Europa está bastante golpeado: es la experiencia negativa del Califato y el hecho de que la juventud que se radicalizó ha vivido en sus propias carnes el fracaso de haberlo entregado todo por la yihad. Así, los servicios de inteligencia y las fuerzas y cuerpos europeos son conocedores del fenómeno: antes, en 2011 y 2012, había muchos perfiles de Facebook haciendo una llamada a la yihad facilitando los pasos a seguir para llegar hasta Siria y eso ahora es muy difícil de hacer. Ahora se conoce y se controla, así como las consecuencias que tiene un recluta que se quiere marchar al Califato, es decir, que puede retornar y atentar como fue en 2014 en Bélgica o en 2015 en Francia. Se ve que no mueren en combate como piensan en muchos países que les dejan marchar, es el grandísimo dilema de qué hacer con estas personas.

 

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención a la hora de realizar las entrevistas a estas personas y de escribir el libro? ¿Qué tipo de injusticias considera las más relevantes?

Se han cometido injusticias en un lado y en otro. Al final estas personas se han metido en una organización terrorista tremendamente injusta, que está matando a personas, violando a mujeres y saqueando propiedades. Entonces, al final, las políticas antiterroristas también infringen algunas leyes como puede ser el hecho de que todos estos niños – que no tienen ninguna relación real con la organización terrorista y que simplemente por haber nacido en este territorio están pagando las malas decisiones de sus padres – están condenados a vivir y crecer en un campamento de concentración donde se les está negando la posibilidad de tener un futuro, cuando tienen unos derechos a una nacionalidad y a un tipo de vida mejor. Creo que la mayor injusticia que los países europeos están cometiendo con estos presos es permitir que los menores de edad sigan ahí.