Imagen de Abimael Guzmán, líder del grupo terrorista Sendero Luminoso capturado en 1992. Fuente: Héctor Mata / AFP
Noticia 25/2021
Ana Aguilera
Imagen de Abimael Guzmán, líder del grupo terrorista Sendero Luminoso capturado en 1992. Fuente: Héctor Mata / AFP
En la noche del 23 de mayo, un grupo de individuos presuntamente miembros del grupo terrorista Sendero Luminoso dispararon contra los habitantes de un poblado en la región del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), situada en el centro del país. Según fuentes policiales, terminaron con la vida de al menos 16 personas. Entre las víctimas hay dos niños, cuyo estado de calcinación impide su reconocimiento, tal y como han informado fuentes del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Las reacciones no se hicieron esperar. El actual Presidente de Perú, Francisco Sagasti, condenó a través de su cuenta de Twitter el ataque y lo tildó de una “acción terrorista” que no iba a quedar “impune”.
De hecho, las autoridades peruanas tildan al ataque de “boicot a las elecciones” que se disputan el próximo 6 de junio en el país, a solo dos semanas de la segunda vuelta de unos comicios presidenciales entre la derecha Fuerza Popular de Keiko Fujimori y la izquierda Perú Libre liderado por Pedro Castillo. Según las investigaciones, se han encontrado en el lugar del suceso panfletos que instaban a la población a abstenerse de participar en la segunda vuelta, calificando además de “traidores” a aquellos que votaran por el partido encabezado por Fujimori.
Lo cierto es que estos ataques no son una novedad en la víspera de las elecciones en el país. En los anteriores comicios de 2016, a un día de las elecciones generales, el grupo terrorista asaltó varios convoyes que transportaban material electoral. El ataque dejó diez muertos, ocho de ellos militares, a quienes se les había encomendado custodiar las urnas para los comicios. En 2011, a un día de la segunda vuelta, la organización tendió una emboscada en la región de Cusco que se saldó con cinco militares fallecidos, los cuales integraban un comando encargado de custodiar el proceso electoral que iba a darse en la provincia de La Convención.
Sendero Luminoso, un grupo terrorista inspirado en el comunismo maoísta
El país sufre desde la década de los 1960 los ataques indiscriminados de la banda terrorista. Sendero Luminoso, fundado y liderado por la cabeza del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso Abimael Guzmán, lleva décadas sembrando el terror en el país. La ideología del grupo se fundamenta en un extremismo de izquierda que ha tratado desde sus inicios imponer un gobierno de corte Marxista-Leninista-Maoísta, estableciendo una “dictadura del proletariado” a través de una revolución cultural que culminara en un comunismo a nivel mundial. Lo que inicialmente se englobaba en el movimiento Comunista Internacional quedaría escindido entre el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y el Partido Comunista Chino (PCCH), y Sendero Luminoso terminó por fundamentarse en esta segunda rama de pensamiento al considerar que el primero traicionaba la “ortodoxia del marxismo-leninismo”. Desde entonces, Guzmán trataría de reproducir la estrategia comunista china en el imaginario colectivo de la sociedad peruana.
Los objetivos de ataque fueron inicialmente miembros y representantes gubernamentales, trasladándose más tarde a la población civil en general. La premisa de este grupo terrorista de “conmigo o contra mí” comenzó a calar entre una sociedad desencantada con un sistema político que en la década de los setenta vio exacerbarse las desigualdades socioeconómicas tanto en Perú como en otros países del continente americano. Dicho desencantamiento contribuye a la progresiva popularidad del grupo terrorista entre las clases más bajas, especialmente entre las comunidades indígenas que formaban parte del entorno rural, a menudo desentendido por las clases políticas andinas. Años más tarde, ya en la década de los 1980, Sendero Luminoso inicia su lucha armada contra el Gobierno y las fuerzas armadas peruanas, que se encontraba en sus momentos más bajos. Se producen las mayores y más cruentas masacres a manos del grupo terrorista entre la década de los ochenta y los noventa, destacando el atentado de Tarata de 1992 en Lima, la capital del país, con dos coches bomba que se cobraron la vida de 40 personas. Meses después se arresta a Guzmán, entorpeciendo así los planes del movimiento para continuar con su hoja de ruta armada que tenía por objetivo derrocar al gobierno e instaurar un régimen comunista de corte maoísta.
En la actualidad, se estima que el grupo ha sido el responsable de casi 70.000 muertes en las últimas décadas y cuenta todavía con entre 200 y 300 militantes. Una problemática que se desprende de la actual situación del grupo es, además, su relación con el narcotráfico: desde que se iniciara la guerra subversiva en la década de los ochenta, el grupo comenzó a penetrar en el Valle del Alto Huallaga, considerada como la primera zona productora de hoja de coca del mundo y el centro neurálgico de la industria peruana de la cocaína. Desde el arresto de Guzmán en el 1992, el narcotráfico se ha convertido en la principal fuente de financiación de la organización.
Precisamente, la región del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) donde se han sucedido los asesinatos del pasado domingo es una zona en la que confluyen de una manera evidente la estrecha colaboración entre el narcotráfico y la actividad terrorista de Sendero Luminoso. Por ello, y a pesar de no contar el grupo con la misma popularidad que en décadas anteriores, todavía cuentan con una forma de sustento que les permite mantener además a la sociedad local dependiente, a menudo forzosamente, de este tipo de actividad económica.
Queda por ver si los recientes ataques tendrán repercusiones en los resultados electorales de Perú durante las próximas semanas, que podrían decantar la balanza al candidato que mostrara una postura más firme en la lucha contra el terrorismo. En cualquier caso, no se espera que la proyección del grupo terrorista confirme un intento de vuelta a la actividad violenta en el país sino más bien un hecho condicionado por la celebración de los comicios.