Casos de estudio Magreb y Sahel mayo 2024
Continúa el ascenso gradual de la actividad yihadista en los países objeto de estudio. Las dinámicas de violencia regresan a los valores regionales registrados a principios de año, alcanzando la cifra de 124 ataques que han provocado un total de 925 víctimas mortales, tanto civiles como militares.
Las claves del mes:
Análisis de las regiones de estudio
A continuación, se ofrece un análisis de la actividad de carácter yihadista en cada una de las zonas de estudio a lo largo del mes de mayo de 2024.
Sahel Occidental
La actividad terrorista ha sufrido una intensa escalada de violencia en Burkina Faso, atribuida principalmente a ataques de combatientes de JNIM. Estas acciones tuvieron como objetivo principalmente a fuerzas militares y voluntarios de defensa (VDP) en múltiples aldeas, alcanzando un gran número de víctimas mortales tanto entre el personal de seguridad como entre civiles. El peor ataque en el entorno regional se registró en los campos de desplazados en Goubre, Sima y Kossouka (provincia de Yatenga), saldándose con un volumen de víctimas que llegó hasta los 72 civiles (caso de estudio #92). Este tipo de actuaciones ha sido una constante en esta ocasión. Ejemplos de ello los encontramos en Aorema y Tapoa-Barrage a principios de mes (casos de estudio #19 y #33 respectivamente) y Boko (caso de estudio #46), saldándose con la muerte de 57 VDPs y 34 civiles en conjunto.
Uno de los rasgos principales del análisis es precisamente esta intensificación de las acciones de JNIM en territorio burkinés, que ha contado en esta ocasión con hasta cuatro ataques de alto impacto y doce de impacto medio[1]. La voluntad del grupo de imponerse como el principal actor de resistencia es evidente, como así lo es su creciente capacidad. Incluso llegaron a tomar una base VDP en Koumbango (Kongoussi), tras el ataque a la milicia el primero de mayo (caso de estudio #2) que no pudo ser recuperada hasta el día 20 del mismo mes.
En respuesta a esta vulnerabilidad, el gobierno de Burkina Faso extendió el régimen militar por cinco años más, justificando la necesidad de estabilidad para combatir las amenazas a su seguridad. Esta decisión, anunciada antes del final programado del gobierno militar, previsto para julio, ha atestado un duro golpe para las esperanzas de una transición democrática rápida. La medida fue controvertida, provocando boicots por parte de la sociedad civil y grupos políticos que la consideraron un retroceso para el progreso democrático.
La violencia en Burkina Faso se está viendo agudizada por los desafíos continuos que suponen las acciones de JNIM y sus ataques hacia comunidades vulnerables. El gobierno central, por su parte, sigue sufriendo los estragos del demoledor informe de Human Rights Watch publicado el pasado mes de abril en el que se le acusaba de haber terminado con la vida de al menos 223 civiles en sus campañas antiterroristas en el norte.
En Mali, se ha producido un ligero incremento de los ataques (22) en comparación con el análisis anterior (19). JNIM vuelve a liderar el volumen de acciones violentas, dejando un balance devastador para las tropas malienses en esta ocasión. A principios de mes, combatientes de JNIM atacaban la guarnición militar de Diafarabé en el círculo de Tenenkou, Mopti, dejando un volumen de 19 soldados muertos y otros 17 desaparecidos, además de la pérdida de una considerable cantidad de material militar, incluyendo vehículos blindados y armas (caso de estudio #17). A pesar de que las fuerzas malienses lograron neutralizar a varios de los combatientes, los terroristas lograron llevarse los cuerpos de sus compañeros caídos junto con el equipo robado. Ejemplo similar tuvo lugar con el asalto de Katiba Macina al puesto de Mourdiah, situado en la región de Nara. Los militantes emplearon granadas propulsadas por cohetes y fuego de artillería, aunque finalmente el ataque fue neutralizado por las tropas malienses y fuerzas de Wagner. Este enfrentamiento, aunque resultó en una victoria para las FAMa, fue especialmente severo por la brutalidad de las represalias, con aproximadamente 30 cuerpos encontrados mutilados y en condiciones extremas. JNIM está demostrando una fuerza cada vez más implacable contra sus objetivos, poniendo en un grave aprieto el éxito y la popularidad de las medidas gubernamentales desplegadas contra el extremismo violento.
En el caso de Níger, el país también ha experimentado un ligero repunte de sus dinámicas de violencia yihadista (14) con respecto al mes anterior (11), aunque ha contado con un volumen de víctimas sustancialmente superior (129) si se tiene en cuenta el mismo periodo comparativo (44). Una de las principales acciones que explica este rápido aumento tuvo lugar el 20 de mayo en la base militar de Boni, en el departamento de Torodi. Este ataque de Katiba Macina, perpetrado por entre 250 y 400 terroristas, permitió a los combatientes tomar el control temporal del campamento tras un intenso combate con las fuerzas de seguridad. El balance de víctimas fue de 55 soldados y seis militares secuestrados, incluido el jefe de campo, tras lo cual los militantes huyeron de nuevo hacia Burkina Faso por la carretera de Makalondi y Kantchari (caso de estudio #85). La capacidad de Katiba Macina de perpetrar ataques cada vez más coordinados choca frontalmente con la discrepancia en los informes de bajas por parte de las fuerzas del orden, una guerra informativa que está contando con serios obstáculos para justificar un éxito ficticio de las capacidades contraofensivas en el campo de batalla. El éxito de JNIM también apunta a la descoordinación y falta de comunicación entre las distintas fuerzas de seguridad a la hora de prevenir o repeler futuros ataques, lo cual corre el riesgo de desencadenar futuros ataques de elevado impacto para la seguridad.
Lago Chad
Las dinámicas de violencia empeoran también en el caso de Nigeria, aunque su volumen de ataques y víctimas es significativamente menor si se compara con su vecindario en el Sahel Occidental. En esta ocasión, el país ha registrado un total de siete acciones terroristas, la misma cantidad que en el análisis anterior, aunque con un volumen de víctimas ligeramente superior (48). El número de fallecidos contaría con una cifra realmente baja si no fuera por el ataque cometido por ISWAP que acabó con la vida de más de 30 pescadores en Kangarwa (área de Kukawa) a finales de mes. El grupo también amenazó con asesinar a todo aquel residente que permaneciera en la localidad al comienzo de junio.
En Camerún se ha registrado un número mayor de ataques aunque de impacto bajo, gracias en gran medida a la Operación Sanidad del Lago II lanzada en abril por la Fuerza Multinacional Conjunta (MNJTF). El país trata de mejorar sus dinámicas de seguridad en mitad de un ecosistema adverso que amenaza a sus vecinos al norte y al oeste.
Magreb
No hay constancia de ningún ataque terrorista registrado en el Magreb. En Argelia, las fuerzas de seguridad llevaron a cabo dos operaciones en las localidades de Tin Zaouatine y Djebel Tamoulga que permitieron eliminar a algunos de los combatientes de AQMI asentados en el país. En el primer caso, un combatiente de AQMI fue neutralizado y otros dos fueron arrestados en el trascurso de una operación que se saldó con la incautación de un rifle automático, tres revistas propagandísticas y otros objetos. En el segundo caso, el ejército argelino abatió a dos militantes de AQMI y se confiscaron dos AK-47 y tres revistas.
Perspectiva regional
Las dinámicas de seguridad en África Occidental continúan en una espiral de inseguridad e inestabilidad en múltiples frentes. Preocupan particularmente las relaciones políticas entre países vecinos, concretamente entre Burkina Faso y Costa de Marfil, Mali y Mauritania, y Níger con Benín.
En el primer caso, un incidente fronterizo cerca de Helintira el 16 de mayo agravó las relaciones bilaterales por la supuesta incursión de elementos del BIR 15 (fuerzas armadas marfileñas) cruzando la frontera hacia Burkina Faso, lo que fue entendido como una violación de la soberanía territorial burkinesa. A pesar de que las autoridades marfileñas afirmaron que sus tropas estaban en Lavéni, en territorio de Costa de Marfil, la situación acerca a un escenario de relaciones cada vez más frágiles entre ambos.
La tensión entre Mali y Mauritania también ha aumentado significativamente. Las tropas malienses y fuerzas de Wagner cruzaron la frontera mauritana y plantaron la bandera maliense en la región disputada de Kotal/Kotel, un territorio reclamado por ambos países desde hace años. Según apuntan algunas fuentes, esta incursión sigue a otros incidentes similares sucedidos en abril, donde se registraron abusos contra civiles en las localidades de Fassala y Amourj. Debido al empeoramiento de las relaciones y al avance terrorista hacia el espacio fronterizo, Mauritania se ha visto obligada a fortalecer su presencia militar en estos espacios, realizando incluso ejercicios militares. Se espera que ambos países dejen de lado el discurso oficial de apaciguamiento de las relaciones si la situación no empeora.
En Burkina Faso se vive un clima de represión gubernamental sin precedentes, con varios informes de atrocidades cometidas por las fuerzas del orden contra civiles, que han costado la vida a centenares de ellos. En menos de una semana, se verificó la muerte de 150 civiles en cuatro aldeas entre Dori y Mansila, mientras que en la región oriental, al menos 100 civiles fueron asesinados entre las localidades de Fada N’Gourma y Tankoualou, en la provincia noreste de Komandjari.
En Níger, la retirada de las tropas estadounidenses, ordenada formalmente por el Pentágono, representa un golpe significativo para los esfuerzos de la administración Biden a la hora de contrarrestar el terrorismo y la influencia rusa en África Occidental. Paralelamente, una disputa fronteriza con Benín llevó a buscar la mediación china para resolver esta crisis, lo que significa que aunque en esta ocasión se haya llegado a un acuerdo temporal para permitir la exportación de petróleo a través del puerto de Benín, las tensiones persisten en un clima de polarización cada vez más evidente entre los dos.
Por último, el diálogo nacional maliense concluyó a mediados de mayo con la recomendación de extender la transición por tres años más y permitir que el presidente transitorio, el coronel Goïta, se presente como candidato para las próximas elecciones. Estos avances políticos, ya denunciados en anteriores ocasiones, no hacen sino generar una mayor preocupación e indignación entre los movimientos de la oposición, que ven el proceso como un intento de consolidar el poder de la junta gobernante. Además, los informes de masacres y abusos contra civiles por parte del ejército y las fuerzas de Wagner continúan, así como lo hacen con su homólogo burkinés, exacerbando la situación de creciente desconfianza social nacional e internacional que sobrevuela a la región.
[1] Se consideran atentados de bajo impacto aquellos que causan menos de 10 víctimas mortales; medio impacto, entre 10 y 29 muertes; alto impacto, 30 o más víctimas.