Observatorio de atentados yihadistas de junio de 2022

 Imagen del templo sij afgano que sufrió el atentado de IS-K a mitad de mes. Imagen: AFP/ Ahmed Sahel

1. Análisis

El terrorismo de corte yihadista ha vuelto a mostrar una intensa actividad a lo largo del mes de junio, dejando un balance de al menos 892 personas asesinadas. Más allá del desarrollo del movimiento en regiones como el sur de Asia y Oriente Medio, la amenaza del yihadismo se consolida en buena parte del continente africano como uno de los mayores retos para la seguridad regional e internacional.

Durante los últimos años, en nuestros análisis se ha alertado sobre el avance del yihadismo en África a partir de evidencias constatables, tales como la expansión de los grupos terroristas hacia regiones meridionales de África Occidental que ya afectan en buena medida a la seguridad de países como Togo, Benín o Costa de Marfil; la formación de alianzas con agrupaciones extremistas locales para explotar la fragilidad de los gobiernos y los vacíos de poder, o la creación de nuevas franquicias vinculadas a Daesh, con los casos del Estado Islámico en África Central (ISCAP) y más recientemente de Estado Islámico en Mozambique (IS-Mozambique).

En este sentido, el último mes de junio nos ha dejado una nueva muestra, que posiblemente sea una de las más trascendentales por su posible impacto y significado, sobre cómo África se ha convertido en el principal foco de interés para las organizaciones terroristas transnacionales y vanguardia del yihadismo global. Así queda atestiguado a partir  de uno de los últimos boletines de Al Naba, el panfleto propagandístico semanal que publica Daesh cada jueves en árabe y que tiene como principal receptor a miembros de la organización y simpatizantes de su causa. En el editorial de este boletín se hacía público el llamamiento del grupo a la hijra hacia África, es decir a la emigración hacia este continente con el fin de sumarse a la yihad armada e integrarse en alguna de las múltiples ramas territoriales que posee allí la organización. Resulta especialmente significativo este mensaje, dado que la anterior ocasión en la que se emitió un comunicado similar fue precisamente hace ocho años tras el establecimiento del califato yihadista en junio de 2014, y en él se pedía a los seguidores de Daesh que viajasen hasta Siria e Irak para sumarse al nuevo proyecto califal.

Añadido a ello, también es importante destacar que durante el último mes se han publicado dos vídeos por parte de combatientes de Daesh integrados en las provincias de Irak y Siria, quienes felicitan, ensalzan y elogian los progresos que sus compañeros están teniendo en buena parte de África en general, y especialmente en la mitad sur del continente. Este hecho, que hasta fechas recientes ha sido algo inusual, pone de manifiesto los cada vez más estrechos vínculos establecidos entre las diferentes franquicias regionales de la organización y las fuertes sinergias que se están creando entre las provincias territoriales de Daesh. Asimismo, la publicación de este tipo de contenido propagandístico debe ser entendido como un esfuerzo de Daesh Central de hacer especial hincapié en aquellos territorios en los que la agrupación se muestra fuerte y con posibilidades de crecimiento, dejando a un lado otros focos de interés en los que su capacidad es más limitada.

La última muestra de la capacidad y de la letalidad con la que la franquicia regional del Estado Islámico en el Sahel (EIS) está cometiendo acciones terroristas en la región se observa en el reciente ataque ocurrido en la localidad de Seytenga, donde fueron asesinados más de un centenar de civiles junto a una decena de soldados burkineses (caso de estudio #38)[1].

A partir del análisis de esta serie de evidencias, sumadas a las dinámicas desarrolladas en el último lustro, cabría plantearse de forma plausible que la estrategia de Daesh Central pasa en estos momentos por tratar de reconstruir en parte del continente africano su desaparecido califato yihadista sirio-iraquí. En este sentido, África Occidental se presenta como la región que más posibilidades tendría de cara a retomar el proyecto califal sobre un territorio físico, dadas las favorables circunstancias que allí están permitiendo crecer al yihadismo. No obstante, uno de los principales hándicaps a los que tendría que hacer frente la organización sería el cómo ejercer el liderazgo de este nuevo proyecto desde Oriente Medio, donde se encuentra buena parte de la alta jerarquía de la agrupación.

Sin abandonar el continente africano, otra dinámica que se viene desarrollando durante los últimos meses pero que ha alcanzado su punto álgido en el último, y sobre la que es fundamental hablar, es el ataque indiscriminado por parte de agrupaciones yihadistas sobre poblaciones y asentamientos cristianos en la República Democrática del Congo (RDC) y en Mozambique. Estas acciones violentas han sido cometidas mayoritariamente por las dos ramas territoriales de Estado Islámico que actúan en estos países, ISCAP e IS-Mozambique, apoyadas en no pocos casos por agrupaciones locales como las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) y por la mozambiqueña Ansar al Sunna. Solo en RDC a lo largo del último mes han sido asesinadas en una decena de ataques al menos 104 personas que habitaban poblados cristianos de la región del noreste. Entre estas matanzas de civiles, habría que destacar especialmente dos, ocurridas el día 5, cuando en las provincias de Ituri y Kivu fueron asesinadas más de medio centenar de personas en el ataque a dos localidades (#14 y #19). Por su parte, esta misma realidad se da en Mozambique, sobre todo en la región de Cabo Delgado, donde cerca de una treintena de civiles han perdido la vida al ser arrasados sus poblados por yihadistas. Además, resulta importante señalar que, por primera vez, Estado Islámico en Mozambique reivindicó a mediados de junio un atentado terrorista en la provincia de Nampula, al sur de su principal área de acción que es la región ya citada de Cabo Delgado (#66), algo que apuntala todavía más su deseo de expandirse por buena parte del territorio mozambiqueño.

Para finalizar, los 19 países en los que se ha producido al menos un atentado de inspiración yihadista en el último mes y que se han saldado con al menos una víctima mortal son: Afganistán, Siria, Irak, Pakistán, India, Filipinas, Yemen, Egipto, Mali, Burkina Faso, Benín, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, República Democrática del Congo, Somalia, Kenia y Mozambique.

2. Metodología

La metodología de la presente investigación tiene como base la búsqueda y el análisis de fuentes abiertas, siendo éstas esencialmente noticias de prensa nacionales e internacionales, informes de instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales que trabajan sobre el terreno y comunicados emitidos por los propios grupos terroristas (teniendo en cuenta que la información de éstos no siempre es fiable y siendo contrastada previamente). Dichas fuentes son accesibles al lector y pueden ser consultadas a través del enlace adjuntado en los resúmenes que acompañan a los datos extraídos en cada uno de los casos de estudio registrados. No obstante, existen algunas excepciones en las que se ha decidido no añadir el enlace por motivos de sensibilización y respeto a las víctimas, al tratarse de imágenes que no se considera necesario mostrar.

En la sección que hace referencia a la autoría de los atentados, en determinados casos se puede leer “sin confirmar” junto al nombre de la organización terrorista. Esto sucederá en todos aquellos casos donde ningún medio oficial vinculado a la organización autora haya reivindicado dicho ataque. Pese a la falta de esta confirmación, existen vínculos, modus operandi y características comunes con otros antecedentes que pueden ayudar a determinar la autoría, aunque siempre exista el riesgo de equivocarse en el análisis de la información.

El objetivo último de este observatorio es intentar conocer los máximos casos posibles, sabiendo que resulta imposible plasmar todos ellos por la inaccesibilidad de medios o falta de información en determinadas regiones. Debido a esta razón, uno de los criterios que debe reunir un atentado para aparecer en esta investigación es que se produzca alguna víctima, dado el escaso (o nulo) eco mediático que tienen aquellos casos en los que por suerte no se producen muertes, excepto en el caso de países occidentales donde sí se incluyen los atentados que no hayan provocado víctimas, así como aquellos otros que presenten unas particularidades propias que requieran su inclusión. El objetivo último es que los datos representados mes a mes permitan mostrar la evolución del terrorismo yihadista a partir de la actividad de las distintas organizaciones que lo representan a escala global.

Finalmente, se recuerda, como todos los meses, los criterios establecidos a la hora de contabilizar los casos de estudio:

• Atentados que sean perpetrados por organizaciones yihadistas o
• Cometidos por individuos inspirados en su ideología
• Donde al menos se produce una víctima mortal, pudiendo ser el propio terrorista (con las excepciones ya citadas)
• Que estén documentados por fuentes contrastadas

3. Tabla con casos de estudios documentados

[1] No obstante, este no fue el ataque que mayor número de víctimas mortales provocó, ya que apenas unos días después en el vecino Mali, una acción terrorista atribuida a JNIM dejó al menos 134 personas asesinadas tras ser atacados de forma simultánea varios poblados (#64).