Observatorio de atentados yihadistas de noviembre de 2023

Fotograma de un vídeo en el que se observa a centenares de yihadistas en vehículos y motocicletas atacar la ciudad de Djibo (Burkina Faso) a finales del mes de noviembre.

1.Análisis

La actualidad internacional vuelve a estar marcada por segundo mes consecutivo por el conflicto entre Israel y Hamas. De esta forma, el foco mediático durante las últimas semanas sigue concentrado en los ataques del ejército israelí sobre la Franja de Gaza bajo una ofensiva que diariamente acaba con la vida de centenares de civiles. La atención sobre lo que allí está ocurriendo es tal que incluso diversos centros de monitorización de actividad terrorista han puesto en stand by parte de sus proyectos sobre seguimiento de organizaciones yihadistas globales para centrar sus recursos en el desarrollo de este nuevo conflicto. Tales son los casos de Critical Threats y The Meir Amit Intelligence and Terrorism Information Center, por poner unos ejemplos.

Bajo este contexto, resultan más que evidentes las crecientes dificultades existentes para continuar monitorizando la actividad yihadista en diversos escenarios en los que la estructura mediática y las capacidades que poseen los medios de comunicación, así como centros de pensamiento, se han orientado en gran medida hacia Israel y Palestina. En este sentido, y más allá de la propia evolución de la actividad yihadista en cuanto a su materialización en forma de acciones terroristas, estas últimas semanas es más frecuente encontrar noticias y publicaciones relacionadas con el impacto que podría para el movimiento yihadista global todo lo ocurrido desde que el día 7 de octubre Hamas cometiese sobre territorio israelí unos atentados de enorme letalidad en los que fueron asesinadas más de 1.500 personas. De esta forma, ha sido analizada desde la instrumentalización con fines propagandísticos por parte de grupos como Al Qaeda y Daesh, así como algunas de sus ramas territoriales, hasta la forma en la que este conflicto podría suponer el inicio de una oleada de atentados sobre Occidente que marcase el comienzo de una nueva fase de terrorismo internacional, algo que parece improbable, al menos de momento en base a las evidencias y a los movimientos desarrollados durante los últimos casi dos meses. No obstante, sí es importante apuntar que el conflicto entre Israel y Palestina será un acelerador de fenómenos que ya se están apuntando desde hace cierto tiempo en Europa tales como los procesos de radicalización que pueden desembocar en la comisión de atentados terroristas por parte de actores individuales o la propia polarización de la que se nutre el extremismo y que también se puede traducir en incidentes violentos.

Dicho esto, la actividad yihadista que ha podido ser documentada y monitorizada a lo largo del último mes sigue manteniendo las mismas tendencias observadas a lo largo del año. En este sentido, es positivo destacar que focos tradicionales de actividad, tales como Afganistán, Oriente Medio y el Sudeste Asiático muestran un retroceso importante en cuanto al volumen de acciones terroristas. No obstante, hay escenarios como África Occidental que continúan mostrando unos niveles de violencia nunca antes vistos. Por su parte, países como Somalia y Pakistán apuntan a una tendencia al alza tras años de retroceso que debería ser cuanto menos preocupante.

Tampoco se debe pasar por alto el aumento de actividad terrorista de Daesh en parte del territorio sirio donde fue capaz de refugiarse tras la desaparición de su califato yihadista. Regiones como Deir-ez-Zor continúan siendo sólidos bastiones de presencia yihadista desde los que seguir realizando labores de reestructuración. Así apunta el hecho de que durante el último mes se hayan producido movimientos de diversos líderes del grupo, incluidos algunos hacia Daraa, cerca de la frontera con Jordania. En este sentido, estos enclaves en los que la presencia de Daesh todavía es fuerte sirven para planificar desde allí acciones terroristas que se perpetran en otros espacios, como ha ocurrido sin ir más lejos con el ataque ocurrido el pasado día 8 en las inmediaciones de Raqqa en el que murieron 34 soldados sirios y miembros de milicias aliadas con el presidente Al Assad. Esta emboscada ha sido sin lugar a dudas una nueva muestra de músculo de Daesh y representa uno de los ataques más letales de la organización durante los últimos años sobre objetivos militares.

En este mismo sentido de exhibición de fortaleza debe ser entendido el ataque llevado a cabo en la ciudad de Djibo en Burkina Faso por la coalición de grupos yihadistas vinculada a Al Qaeda que opera bajo las siglas de JNIM. A finales de mes se dio este ataque tanto en la base militar como en otros puntos de alrededor que representaban enclaves estratégicos y que tenían como finalidad asediar por completo el territorio. Para tan ambicioso propósito, los terroristas pusieron en marcha un organizado plan que contó con la participación de cerca de 3.000 combatientes, lo que sin duda alguna muestra su elevada capacidad de reclutamiento. Pese a que hubo que lamentar la pérdida de al menos cuarenta vidas de civiles, los terroristas finalmente no lograron su propósito gracias a la intervención de las fuerzas burkinesas, las cuales consiguieron repeler el ataque e incluso abatir a cerca de 400 terroristas de JNIM. En cualquier caso, este ataque sobre Djibo es la muestra más reciente del potencial que tiene el yihadismo en la región de África Occidental y concretamente sobre los territorios de Burkina Faso y Mali, siendo especialmente preocupante la expansión que están teniendo durante los últimos años tanto JNIM como Estado Islámico en el Sahel hacia zonas más meridionales, siendo una amenaza directa para las fronteras de países situados en el Golfo de Guinea como son Benín, Togo o Costa de Marfil

Para terminar, a lo largo del último mes se ha producido al menos un atentado de inspiración yihadista que se ha saldado con la muerte al menos de una persona en un total de 15 países, siendo estos: Irak, Siria, Afganistán, Pakistán, Tailandia, Mali, Burkina Faso, Togo, Níger, Chad, Nigeria, Camerún, República Democrática del Congo, Somalia y Mozambique.

2. Metodología

La metodología de la presente investigación tiene como base la búsqueda y el análisis de fuentes abiertas, siendo éstas esencialmente noticias de prensa nacionales e internacionales, informes de instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales que trabajan sobre el terreno y comunicados emitidos por los propios grupos terroristas (teniendo en cuenta que la información de éstos no siempre es fiable y siendo contrastada previamente). Dichas fuentes son accesibles al lector y pueden ser consultadas a través del enlace adjuntado en los resúmenes que acompañan a los datos extraídos en cada uno de los casos de estudio registrados. No obstante, existen algunas excepciones en las que se ha decidido no añadir el enlace por motivos de sensibilización y respeto a las víctimas, al tratarse de imágenes que no se considera necesario mostrar.

En la sección que hace referencia a la autoría de los atentados, en determinados casos se puede leer “sin confirmar” junto al nombre de la organización terrorista. Esto sucederá en todos aquellos casos donde ningún medio oficial vinculado a la organización autora haya reivindicado dicho ataque. Pese a la falta de esta confirmación, existen vínculos, modus operandi y características comunes con otros antecedentes que pueden ayudar a determinar la autoría, aunque siempre exista el riesgo de equivocarse en el análisis de la información.

El objetivo último de este observatorio es intentar conocer los máximos casos posibles, sabiendo que resulta imposible plasmar todos ellos por la inaccesibilidad de medios o falta de información en determinadas regiones. Debido a esta razón, uno de los criterios que debe reunir un atentado para aparecer en esta investigación es que se produzca alguna víctima, dado el escaso (o nulo) eco mediático que tienen aquellos casos en los que por suerte no se producen muertes, excepto en el caso de países occidentales donde sí se incluyen los atentados que no hayan provocado víctimas, así como aquellos otros que presenten unas particularidades propias que requieran su inclusión. El objetivo último es que los datos representados mes a mes permitan mostrar la evolución del yihadismo desde el punto de vista de las organizaciones terroristas suníes que se encuentran bajo el prisma de la yihad global.

Finalmente, se recuerda, como todos los meses, los criterios establecidos a la hora de contabilizar los casos de estudio:

• Atentados que sean perpetrados por organizaciones yihadistas suníes o
• Cometidos por individuos inspirados en su ideología
• Donde al menos se produce una persona fallecida, pudiendo ser el propio terrorista (con las excepciones ya citadas)
• Que estén documentados a través de técnicas OSINT y fuentes contrastadas

3. Tabla con casos de estudio documentados